Papa/Tribunal de la Rota Romana: no es un signo de caridad pastoral facilitar a toda
costa la nulidad a quien está en situación matrimonial irregular
Viernes, 29 ene (RV).- Benedicto XVI ha recibido hoy en audiencia en el Vaticano
a los miembros del Tribunal de la Rota Romana en la inauguración del Año Judicial.
El Papa en su discurso ha abordado el núcleo esencial del ministerio eclesial de los
jueces de la Sacra Rota “profundizando en las relaciones con la justicia, la caridad
y la verdad”. Para ello ha hecho una serie de consideraciones basadas en la encíclica
Caritas in Veritate, que si bien es un texto, como ha dicho el Pontífice, relacionado
con la doctrina social de la Iglesia, “puede iluminar también otros ámbitos eclesiales”.
El
Santo Padre parte de la “tendencia cada vez más manifiesta que lleva a contraponer
la justicia a la caridad”. En el caso específico de la vida de la Iglesia “algunos
creen -dice- que la caridad pastoral podría justificar cada paso de la declaración
de la nulidad del vínculo matrimonial con el objetivo de ayudar a las personas que
se encuentran en situación matrimonial irregular”.
El Pontífice recuerda ante
todo que el ministerio del juez es esencialmente una obra de justicia: “una virtud,
que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo aquello que
es debido”. Dice también el Papa que “el Derecho Canónico no es un mero instrumento
técnico al servicio de intereses subjetivos” y que en cambio “siempre ha de ser considerado
en su relación esencial con la justicia, conciente de que en la Iglesia la actividad
jurídica tiene como fin la salvación de las almas”.
“En esta perspectiva –ha
dicho el Papa- hay que tener presente, cualquiera que sea la situación, que el proceso
y la sentencia están unidos de manera fundamental a la justicia y se ponen a su servicio.
El proceso y la sentencia tienen una gran relevancia tanto para las partes como para
el entero contexto eclesial y esto adquiere un valor totalmente singular cuando se
trata de pronunciarse sobre la nulidad de un matrimonio, el cual concierne directamente
el bien humano y sobrenatural de los cónyuges, así como el bien público de la Iglesia”.
Además
de esta dimensión podríamos decir “objetiva”, Benedicto XVI ha destacado otra, relacionada
directamente con ella, que implica a los administradores de la justicia, a los jueces:
“Quisiera subrayar
que éstos se han de caracterizar por un alto ejercicio de las virtudes humanas y cristianas,
en particular la prudencia, la justicia y también la fortaleza. Ésta última adquiere
mayor relieve cuando la injusticia se presenta como el camino más fácil a seguir,
en cuanto implica condescendencia con los deseos y las esperanzas de las partes o
los condicionamientos del ambiente social”.
“Todos los que operan en el campo
de Derecho -ha exhortado el Santo Padre- y cada uno según su función, deben estar
guiados por la justicia”. Particularmente el Papa se ha referido a los abogados, que
“no sólo deben poner gran atención en el respeto de la verdad de las pruebas, sino
también en evitar el patrocino de causas que, según su propia conciencia, no sean
objetivamente sostenibles”. Luego, el Papa ha hablado de la caridad en la justicia.
“La acción
para quien administra la justicia tampoco puede prescindir de la caridad. El amor
hacia Dios y hacia el prójimo debe conformar toda la actividad, incluso aquella aparentemente
más técnica y burocrática. La mirada y la medida de la caridad ayudarán a no olvidar
que se está siempre delante de personas marcadas por problemas y por el sufrimiento”. Éste
acercamiento a las personas “con delicadeza y solicitud” ha de llevar asimismo al
juez, ha recordado el Pontífice, a “trabajar cuando se entrevea una esperanza que
pueda inducir a los cónyuges a convalidar eventualmente el matrimonio y a restablecer
la convivencia conyugal. Nunca ha de interrumpirse el esfuerzo de instaurar entre
las partes un clima de disposición humana y cristiana, fundado en la búsqueda de la
verdad”. Después el Papa, recordando la máxima de su encíclica: “No hay caridad sin
justicia”, ha explicado que “la caridad requiere aquella objetividad típica de la
justicia que no ha de confundirse con la deshumana frialdad”.
Y a este respecto
ha abordado el siguiente tema: “Es menester rehuir
de los llamamientos pseudo pastorales que sitúan las cuestiones en un plano meramente
horizontal, en el que lo que cuenta es satisfacer las peticiones subjetivas para alcanzar
a toda costa la declaración de nulidad, con el fin de poder superar entre otras cosas
los obstáculos para la recepción de los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía.
El bien altísimo de la readmisión a la Comunión eucarística, después de la reconciliación
sacramental, exige sin embargo considerar el auténtico bien de las personas, como
inseparable de la verdad de su situación canónica. Sería un bien ficticio y una gran
falta de justicia y de amor, allanarles el camino hacia la recepción de los sacramentos,
con el peligro de hacerles vivir en contraste objetivo con la verdad de la propia
condición personal”.
“Sólo en la verdad, -ha insistido el Santo Padre- la
caridad resplandece y puede ser auténticamente vivida”. “Sin verdad la caridad decae
hacia el sentimentalismo”. “El amor se convierte en una cáscara vacía, que se llena
arbitrariamente”. “Este es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad”.