Audiencia general: catequesis sobre las órdenes mendicantes y llamamiento de Benedicto
XVI a la comunidad internacional para ayudar a los haitianos, asolados por el terremoto
Miércoles, 13 ene (RV).- Con un apremiante llamamiento a la comunidad internacional,
Benedicto XVI ha asegurado su cercanía y la inmediata movilización de la Iglesia católica
para ayudar a los hermanos haitianos asolados por un trágico terremoto. Un llamamiento
que el Papa ha realizado durante la tradicional audiencia general de los miércoles
de hoy y cuya catequesis ha estado dedicada a las Órdenes mendicantes surgidas en
el siglo XIII. “Gracias a ellas – ha dicho- hubo una renovación eclesial estable y
profunda.
Benedicto XVI ha culminado su Audiencia General de hoy - la primera
de este 2010 - con un apremiante llamamiento y su cercanía al pueblo de Haití, que
acaba de sufrir un trágico terremoto de 7 grados en la escala de Richter: «Deseo dirigir
un llamamiento ante la dramática situación en que se encuentra Haití. Mi pensamiento
va, en particular, a la población duramente golpeada – hace pocas horas - por un
devastador terremoto, que ha causado graves pérdidas en vidas humanas, un gran número
de personas sin techo, de desaparecidos y de ingentes daños materiales. Invito a todos
a unirse a mi oración al Señor por las víctimas de esta catástrofe y por aquellos
que lloran su muerte».
En estas horas de dolor y necesidad, el Papa se ha
dirigido a la comunidad internacional para que se ponga en marcha la ayuda urgente,
asegurando asimismo la caridad activa e inmediata de la Iglesia católica: «Aseguro
mi cercanía espiritual a quienes han perdido su vivienda y a todas las personas probadas
de distinta manera por esta grave calamidad, implorando de Dios consuelo y alivio
en sus sufrimientos. Apelo a la generosidad de todos, con el fin de que no falte a
estos hermanos y hermanas que viven un momento de necesidad y de dolor, nuestra solidaridad
y el apoyo activo de la comunidad internacional. La Iglesia católica se movilizará
activa e inmediatamente a través de sus instituciones caritativas para salir al paso
de las necesidades más inmediatas de la población».
Ante unos nueve mil fieles,
en el Aula Pablo VI, el Papa ha dedicado su catequesis de esta audiencia general,
al nacimiento y al extraordinario desarrollo de las órdenes mendicantes que dieron
a la Iglesia en el siglo XIII un nuevo impulso, promoviendo una renovación eclesial
estable y profunda. Al lado de tristezas y experiencias negativas, vemos el florecimiento
de las reformas y una renovación que demuestra “la interminable novedad de Dios, que
da siempre nuevas fuerzas para ir hacia delante”.
La historia, ha dicho Benedicto
XVI, atestigua que los santos son los verdaderos reformadores de la Iglesia y en este
sentido jamás la han defraudado. Fue así también en el siglo XIII, cuando san Francisco
de Asís y santo Domingo de Guzmán, supieron interpretar con inteligencia los signos
de los tiempos y fundaron las órdenes mendicantes que toman su nombre precisamente
del hecho que sus miembros recurrían humildemente al apoyo y a la ayuda económica
de la población para vivir el voto de pobreza y cumplir así su misión.
La manera
de vivir de las órdenes mendicantes permitió poner fin progresivamente al éxito de
ciertos movimientos cuyas doctrinas eran incompatibles con la fe católica. La cualidad
del testimonio de las órdenes mendicantes fue ejemplar. Ante todo, los que formaban
parte de ellas llegaron a ser maestros espirituales que desplegaron una intensa actividad
en la predicación ayudando a los fieles a alimentar y a profundizar su vida con la
oración y la fe.
Nacieron así las tres órdenes franciscanas y la dominica.
Todas ellas supieron favorecer la necesidad de una “santidad laica”. Rápidamente sus
miembros se convirtieron en maestros intelectuales, pues su resplandor e influencia
se extendió hasta el mundo de las universidades. Por “la caridad de la inteligencia”
ellos jugaron un papel esencial en el desarrollo de la teología escolástica y contribuyeron
también de manera notable al desarrollo del pensamiento occidental. Con esta renovación
espiritual, las órdenes mendicantes ofrecieron al mundo y a la Iglesia una nueva etapa
de juventud.
Este ha sido el resumen que de su catequesis el Papa ha hecho
en español para los fieles de nuestra lengua presentes en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Queridos
hermanos y hermanas:
En el siglo trece surgieron las órdenes mendicantes,
llamadas así porque buscaban la ayuda de la gente para poder vivir y cumplir su misión.
Las más conocidas fueron los franciscanos y los dominicos, fundados por Francisco
de Asís y Domingo de Guzmán, respectivamente, los cuales supieron enfrentarse a los
desafíos de la Iglesia de su época. Frente a la pretensión de algunos que, anhelando
una vida cristiana más autentica, se alejaban de la comunión eclesial, demostraron
que era posible vivir la pobreza evangélica sin separarse de la Iglesia. Se entregaron
con incansable celo a la predicación, a la enseñanza y al acompañamiento espiritual
de los fieles, satisfaciendo la necesidad que sentían de una vida espiritual más intensa.
Supieron también adaptarse con flexibilidad a las necesidades pastorales provocadas
por el crecimiento de las ciudades en detrimento de las zonas rurales. Participando
activamente en la vida cultural de su tiempo, llegaron a incidir significativamente
en el desarrollo del pensamiento. En definitiva, la aparición de las órdenes mendicantes
es un ejemplo concreto de cómo lo santos son los auténticos reformadores de la Iglesia,
capaces de promover una renovación eclesial estable y profunda.
Saludo
cordialmente a los fieles de lengua española aquí presentes. En particular, a los
peregrinos de España, México, Uruguay y de otros países latinoamericanos. Deseo a
todos que vuestra peregrinación a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo os ayude
a sentir la urgencia de dar un testimonio coherente y valiente del Evangelio, mostrando
con la palabra y el ejemplo de vuestras vidas la belleza del mensaje de Cristo. Muchas
gracias.
Benedicto XVI ha saludado también, como es tradicional, a los
peregrinos de diversas lenguas. Digiriéndose a los de Polonia - en el tiempo litúrgico
‘per annun’ que acabamos de empezar y prosiguiendo la reflexión sobre el Año Sacerdotal
- les ha pedido en particular que recen por todos los sacerdotes, participando en
la Eucaristía dominical y pidiendo la perfección de sus vidas y la fidelidad a su
ministerio.
Luego, en sus palabras para los peregrinos de lengua italiana,
el Papa ha dirigido un saludo especial a los sacerdotes que desarrollan su apostolado
asistiendo a los miembros de UNITALSI - que reúne a los voluntarios de la Unión Italiana
para el traslado de los enfermos a los santuarios nacionales e internacionales.
Refiriéndose
al encuentro que están celebrando en estos días, el Santo Padre ha expresado su anhelo
de que «sea una importante ocasión de renovado impulso apostólico en su generoso de
servicio a los hermanos.
Y, como también es tradicional, el Papa se ha dirigido
a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Recordando que la liturgia de
hoy presenta a san Hilario, obispo de Poittiers, que vivió en Francia en el siglo
IV, Benedicto XVI ha destacado que «fue un tenaz asertor de la divinidad de Cristo,
defensor de la fe y maestro de verdad».
Tras desear que el ejemplo de este
santo obispo sostenga a los queridos jóvenes en la constante y valiente búsqueda de
Cristo, Benedicto XVI ha alentado a los enfermos a ofrecer sus sufrimientos con el
fin de que el Reino de Dios se difunda en todo el mundo. Y ha animado luego a los
recién casados a ser testigos del amor de Cristo en la vida familiar.