Ángelus: el Papa recuerda que, como demostraron los reyes magos, la ciencia necesita
también fe
Miércoles, 6 ene (RV).- Puntualmente, a las doce del mediodía, Benedicto XVI ha celebrado
la gran fiesta de la Epifanía, el misterio de la Manifestación del Señor a todas las
gentes, dirigiendo el rezo del Ángelus en la plaza de san Pedro ante miles de familias,
con sus hijos, que poco antes habían asistido al paso de una cabalgata por la via
della Conciliazione hasta el Vaticano.
El Papa ha manifestado que “los
Magos venidos de Oriente llegaron a Jerusalén siguiendo una estrella”, interpretada
“como el signo del nacimiento del Rey, del Mesías, anunciado por los profetas”. Pero
tuvieron necesidad de las indicaciones de los sacerdotes y de los escribas para conocer
exactamente el lugar hacia donde dirigir sus pasos, es decir, a Belén, la ciudad de
David: “La estrella y las Sagradas escrituras fueron las dos luces que guiaron el
camino de los Magos, los cuales aparecen como modelos de los auténticos buscadores
de la verdad”.
Efectivamente, los magos, ha explicado el Pontífice, “eran sabios
que escrutaban los astros y conocían la historia de los pueblos”. Eran hombres de
ciencia que observaban el cosmos casi como si fuera “un gran libro lleno de signos
y de mensajes divinos para el hombre”. Su saber, por tanto, lejos de considerarse
autosuficiente, “estaba abierto a ulteriores revelaciones y llamadas divinas. Y no
por ello se avergonzaban de pedir instrucciones a los jefes religiosos judíos”.
“Hubieran
podido decir –ha señalado el Papa- lo hacemos solos, no tenemos necesidad de nadie,
evitando así, según nuestra mentalidad moderna, cualquier tipo de ‘contaminación’
entre ciencia y la Palabra de Dios. Y en cambio, los magos escuchan las profecías
y las acogen”.
De camino hacia Belén, los Magos -ha proseguido el Papa- ven
de nuevo la estrella, como confirmando la “perfecta armonía entre investigación humana
y la Verdad divina. Una armonía que llena de alegría sus corazones de auténticos sabios.
El culmen de su itinerario se realiza cuando finalmente descubren al niño con María,
su madre y se postran ante Él y lo adoran.
“Podrían haber quedado desilusionados
o escandalizados y, en cambio, como verdaderos sabios, se manifiestan abiertos al
misterio” que de manera sorprendente se presenta ante ellos. “Con sus dones simbólicos
reconocen en Jesús al Rey y al Hijo de Dios”.
El Santo Padre ha destacado
un último aspecto de “la unidad entre inteligencia y fe” en los Magos, en el hecho
de que, advertidos por un sueño, no volvieron a ver a Herodes en Jerusalén, como hubiera
sido natural anunciando y dando resonancia a su descubrimiento, sino que regresaron
a sus países por otro camino.
Los Magos que han elegido como su soberano al
Niño-Dios lo custodian escondiéndolo, siguiendo el estilo de María, o mejor, de Dios
mismo, y así como habían aparecido, desaparecen en el silencio, apagados, cambiados
por el encuentro con la Verdad. Habían descubierto un nuevo rostro de Dios, una nueva
realeza: “la del amor”.
Después del rezo mariano del Ángelus, Benedicto XVI
ha saludado en diversas lenguas dirigiendo en primer lugar una felicitación particular
a los hermanos y hermanas de las Iglesias de Orientales que celebran mañana la Santa
Navidad. “Que el misterio de luz sea fuente de alegría y de paz para toda familia
y comunidad”, ha dicho el Papa.
Oigamos a continuación el saludo en español:
“Saludo con afecto
a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. La Iglesia
celebra hoy la solemnidad de la Epifanía del Señor, la manifestación del Mesías a
todos los pueblos. San Mateo nos narra en su evangelio como unos personajes, venidos
de Oriente, son guiados por una estrella hasta Belén y, adorando al Niño Jesús, le
reconocen como el único Salvador del Mundo. Queridos hermanos, os invito a imitar
la obediencia de estos Magos que, gracias a su docilidad a la acción providente de
Dios, pudieron recibir la luz sin ocaso: Cristo, el Señor. Feliz fiesta de la Epifanía.
Muchas gracias”.