2010-01-01 12:31:27

El Papa renueva su opción pastoral de acrecentar el sentido de pertenencia a la Iglesia y favorecer la corresponsabilidad pastoral


Viernes, 01 ene (RV).- Al terminar el 2009, Benedicto XVI invitó a reflexionar sobre los pequeños y grandes acontecimientos de nuestras vidas en la perspectiva de la salvación y la llamada de Dios que nos conduce a la eternidad. Ayer por la tarde, el Papa presidió en la basílica vaticana, las primeras Vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y la conclusión del año civil, a las que siguieron la exposición y adoración del Santísimo Sacramento y el canto del Te deum, en agradecimiento al Señor por los dones recibidos.

Inspirado en las palabras del apóstol Pablo contenidas en la liturgia del día, el Santo Padre recordó que con la encarnación del Hijo de Dios, la eternidad ha entrado en el tiempo. El tiempo –dijo el Papa- ha estado “tocado” por Cristo, el Hijo de Dios y de María, y de él ha recibido significados nuevos y sorprendentes: se ha convertido en tiempo de salvación y de gracia. Una perspectiva que -según el Papa- debemos considerar.

Precisamente en esta perspectiva debemos considerar el tiempo del año que se cierra y el del que comienza, para poner los más diversos acontecimientos de nuestra vida – importantes o pequeños, sencillos o indescifrables, alegres o tristes – bajo la señal de la salvación y acoger la llamada que Dios nos dirige para conducirnos hacia una meta más allá del mismo tiempo: la eternidad RealAudioMP3

Refiriéndose específicamente a la cercanía de Dios a toda la humanidad, propia del misterio de la Navidad, el Santo Padre explicó que por el hecho de Dios hacerse hombre y el hombre tener la posibilidad de ser hijo de Dios, es un motivo de alegría para dar “con la voz, el corazón y la vida, nuestro “gracias” a Dios, como en el canto del te deum con el que se cierra esta celebración.

El canto del te Deum, que hoy resuena en las Iglesias de todas las partes de la tierra, es un signo de alegre gratitud que dirigimos a Dios por los dones que nos ha ofrecido en Cristo. Verdaderamente “de su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia” (Gv 1,16) RealAudioMP3

Benedicto XVI siguiendo la tradición como Obispo de Roma, agradeció en su homilía los abundantes dones derramados por el Señor en la comunidad diocesana de Roma en el curso del año que ha concluido. Y en su saludo, el Papa renovó su opción pastoral de acrecentar el sentido de pertenencia a la Iglesia y favorecer la corresponsabilidad pastoral.

El Santo Padre hizo largo recorrido por los acontecimientos eclesiales más importantes vividos en la diócesis de Roma, desde el Convenio diocesano en San Juan de Letrán, en el cual participó, pasando la programación de una serie de “encuentros culturales en la Catedral”, que tendrán como tema su reciente encíclica Caritas in veritate, además de poner de relieve la labor de tantas familias, numerosos educadores y las comunidades parroquiales que se dedican a ayudar a los jóvenes a construir su futuro sobre fundamentos sólidos, en particular sobre la roca que es Jesucristo.

Benedicto XVI al recordar que la Palabra, creída, anunciada y vivida nos empuja a comportamientos de solidaridad y a compartir, invitó a las comunidades cristianas a ofrecer con generosidad a cuantos llaman a sus puertas.

La Navidad del Señor, que nos recuerda la gratuidad con la que Dios ha venido a salvarnos, cargando con nuestra humanidad y dándonos su vida divina, ayude a todo hombre de buena voluntad a comprender que solamente abriéndose al amor de Dios, el actuar humano cambia, se transforma, convirtiéndose en levadura de un futuro mejor para todos RealAudioMP3

Al concluir, el Santo Padre reiteró que Roma necesita sacerdotes que sean anunciadores valientes del Evangelio e invitó a los jóvenes a no tener miedo de responder con el don completo de la propia existencia a la llamada del Señor para seguirle en la vida del sacerdocio o de la vida consagrada. Y despidiendo el año que concluyó, el Papa invitó a los fieles a elevar su oración a María, madre de Dios

La Virgen Santa es Madre de la Iglesia y madre de cada uno de sus miembros, es decir Madre de cada uno de nosotros, en Cristo. Pidámosle a Ella que nos acompañe con su presurosa protección hoy y siempre, para que Cristo nos acoja un día en su gloria, en la asamblea de los Santos: Aeterna fac cum santis tuis in gloria numerari. ¡Amen! RealAudioMP3  








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