2009-12-31 13:28:58

En su telegrama de pésame al arzobispo de Tokio, Benedicto XVI pide a Dios que recompense al cardenal japonés Peter Siichi Shirayanagi por sus obras


 Jueves, 31 dic (RV)- Ayer, al conocer la noticia de la muerte del cardenal Peter Siichi Shirayanagi, quien falleció en Japón a los 81 años de edad, Benedicto XVI ha enviado un telegrama de pésame a Mons. Peter Takeo Okada, arzobispo de Tokio y presidente de la Conferencia episcopal japonesa, así como al clero, a los religiosos y a todos los fieles laicos de esa arquidiócesis.

Recordando con gratitud el inquebrantable compromiso del cardenal Shirayanagi en la proclamación del Evangelio en Japón durante largos años, como sacerdote y obispo, el Papa evoca asimismo su importante trabajo en la promoción de la justicia y de la paz y sus incansables esfuerzos en favor de los refugiados.

Benedicto XVI se une en la oración, pidiendo a Dios, Padre de Misericordia, que recompense al cardenal Shirayanagi por sus obras y acoja su noble alma en la luz y paz del cielo. Asimismo, el Santo Padre bendice a cuantos participen en la solemne Misa de exequias por el descanso eterno de este purpurado, que tendrán lugar el próximo 5 de enero, en la catedral de Tokio. Con su fallecimiento, el Colegio cardenalicio queda compuesto por 184 purpurados, de los cuales 112 son electores.

Recordamos a nuestros oyentes que el cardenal Peter Siichi Shirayanagi, había obtenido el doctorado en filosofía, teología y derecho canónico, y había recibido la ordenación sacerdotal a los 26 años de edad. A los 42, fue arzobispo de Tokio y cardenal a los 66.

En febrero de 1981, había acogido al Siervo de Dios Juan Pablo II con ocasión de la primera visita papal a Japón. Conocido por su compromiso en favor de la paz y del desarme internacional, impulsó la evangelización con una atención especial por los problemas sociales, en particular por los refugiados.

El 24 de noviembre de 2008 había participado en Nagasaki, en la beatificación de 188 mártires japoneses, en gran parte laicos, mujeres, niños y minusválidos, bárbaramente torturados y asesinados por odio a la fe, en el año 1600. El cardenal Peter Siichi Shirayanagi, hablando de estos testigos de la fe, había destacado que se trataba de personas normales, que tenían fe. Y creyendo verdaderamente en Jesús, prefirieron obedecer a Dios y no a los decretos anticristianos de los generales japoneses; por lo que dieron su vida.







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