2009-12-11 14:18:17

El Papa recuerda a los participantes del congreso “Dios hoy”, que la Iglesia y los cristianos tienen que mostrar a Dios al mundo


Viernes, 11 dic (RV).- Benedicto XVI ha enviado un mensaje al cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en ocasión del congreso “Dios hoy: con Él o sin Él cambia todo” que desde ayer y hasta el sábado tiene lugar en Roma.

Un congreso internacional dice el Papa que “afronta los grandes temas que desde siempre fascinan e interrogan el espíritu humano”, puesto que la cuestión de “Dios es central también para nuestra época, en la cual a menudo se tiende a reducir al hombre a una sola dimensión, aquella horizontal, considerando irrelevante para su vida la apertura a lo Trascendente”.

Benedicto XVI señala que por una parte, se quiere mostrar los distintos caminos que conducen a afirmar la verdad sobre la existencia de Dios; y por otra parte, se quiere subrayar la importancia esencial que Dios tiene para nosotros, para nuestra vida personal y social, para la comprensión de nosotros mismos y del mundo, para la esperanza que ilumina nuestro camino, para la salvación que nos espera después de la muerte.

“La relación con Dios -afirma el Santo Padre-, es esencial para el camino de la humanidad y, como he tenido modo de afirmar otras veces, la Iglesia y todo cristiano tienen la tarea de hacer presente y mostrar a Dios al mundo, de abrir el acceso de Dios a los hombres”.

“En una situación cultural y espiritual como la que estamos viviendo, en la que crece la tendencia a relegar a Dios a la esfera privada, a considerarlo un tema irrelevante y superfluo, o a rechazarlo explícitamente”, Benedicto XVI desea que esta manifestación “pueda contribuir al menos a disipar aquella penumbra que hace que sea precaria y temerosa para el hombre de nuestro tiempo la apertura hacia Dios, aún cuando Él no cesa nunca de llamar a nuestra puerta”.

La experiencia del pasado, no muy lejano, recuerda el Pontífice, “enseña que cuando Dios desaparece del horizonte del hombre, la humanidad pierde la orientación y corre peligro de correr hacia la propia destrucción. La fe en Dios, en cambio, abre al hombre el horizonte de una esperanza cierta, que no defrauda; indica un sólido fundamento en el que apoyar la vida sin temor alguno; es el Amor que sostiene el mundo”.







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