Benedicto XVI exhorta a «mostrar el verdadero rostro de Cristo» para afrontar los
desafíos del relativismo, que manipula las conciencias
Martes, 17 nov (RV).- Benedicto XVI reitera que ante los desafíos de la actualidad,
así como «en otras épocas de cambios, la prioridad pastoral es mostrar el verdadero
rostro de Cristo». Lo hace en un mensaje dirigido al prefecto de la Congregación para
la Evangelización de los Pueblos, cardenal Ivan Dias, con motivo de la asamblea plenaria
de esta Congregación, que se celebra en la Universidad Urbaniana de Roma, desde ayer
y hasta mañana, con el tema ‘San Pablo y los nuevos areópagos’.
Tema - destaca
el Santo Padre - que se debe enfocar también a la luz del Año Paulino, concluido recientemente
y que ayuda a revivir la experiencia del Apóstol de las Gentes, cuando anunció el
Evangelio en Atenas, usando un lenguaje ‘inculturado’. Recordando los grandes desafíos
que la evangelización debe afrontar hoy, Benedicto XVI evoca el magisterio de sus
predecesores Juan Pablo II y Pablo VI. Alentando a los participantes en esta plenaria
a afrontar «con realismo» la proclamación del Evangelio.
«Realismo que se afianza
en el espíritu de la fe, que ve la historia a la luz del Evangelio y con la certeza
que tenía san Pablo de la presencia de Cristo resucitado», señala Benedicto XVI, haciendo
resonar las palabras «consoladoras también para nosotros, que Jesús le dirigió al
apóstol en Corinto: ‘No temas. Sigue predicando y no te calles. Yo estoy contigo.
Nadie pondrá la mano sobre ti para dañarte’» Hch 18,9-10).
Pero «no se trata
sólo de predicar el Evangelio, sino de alcanzar y casi sacudir con la fuerza del mismo
Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés,
las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad,
que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación», destaca
Benedicto XVI, citando las enseñazas de Pablo VI.
Refiriéndose a los centros
neurálgicos de la sociedad del tercer milenio, a los que se debe orientar la actividad
misionera de la Iglesia, en la actual globalización; teniendo en cuenta también algunos
desafíos que son característicos sólo de algunos continentes - como se ha visto en
la reciente asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos – el Papa advierte
que «no se debe infravalorar la influencia de una difundida cultura relativista,
la mayoría de las veces carente de valores, que entra en el santuario de la familia,
se infiltra en el ámbito de la educación y en otros ámbitos de la sociedad y los contamina,
manipulando las conciencias, especialmente las de los jóvenes».
«Al mismo
tiempo, a pesar de estas insidias, la Iglesia sabe que el Espíritu Santo actúa siempre»,
alienta Benedicto XVI, haciendo hincapié en que «en efecto, se abren nuevas puertas
al Evangelio y se va extendiendo en el mundo el anhelo de una auténtica renovación
espiritual apostólica».
Y, exhortando pues a no desfallecer pues también hoy
«la prioridad pastoral es la de mostrar el rostro verdadero de Cristo, Señor de la
historia y único Redentor del hombre», el Santo Padre señala una vez más que «ello
exige que toda comunidad cristiana y la Iglesia en su conjunto ofrezcan un testimonio
de fidelidad a Cristo, construyendo pacientemente aquella unidad que Él quiso e invocó
para todos sus discípulos».
«La unidad de los cristianos hará, de hecho, más
fácil la evangelización y la confrontación con los desafíos culturales, sociales y
religiosos de nuestro tiempo», vuelve a señalar Benedicto XVI, invitando «a imitar
el ‘estilo’ de vida y el mismo ‘espíritu’ apostólico centrado totalmente en Cristo’»,
que animó al Apóstol Pablo en su gran empresa misionera. Pues «con esta completa adhesión
al Señor, los cristianos podrán transmitir con mayor facilidad a las futuras generaciones
la herencia de la fe, capaz de transformar también las dificultades en posibilidades
de evangelización».
«El desarrollo económico y social de la sociedad contemporánea
necesita recuperar la atención a la vida espiritual», y una «seria consideración de
las experiencias de confianza en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza
en la Providencia y en la Misericordia divinas, de amor y de perdón, de renuncia a
sí mismos, de acogida al prójimo, de justicia y de paz», destaca el Papa, citando
su encíclica ‘Caritas in veritate’ y recordando asimismo que el «¡anhelo cristiano
es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como Padre Nuestro!».