2009-11-17 15:17:35

Benedicto XVI exhorta a «mostrar el verdadero rostro de Cristo» para afrontar los desafíos del relativismo, que manipula las conciencias


Martes, 17 nov (RV).- Benedicto XVI reitera que ante los desafíos de la actualidad, así como «en otras épocas de cambios, la prioridad pastoral es mostrar el verdadero rostro de Cristo». Lo hace en un mensaje dirigido al prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, cardenal Ivan Dias, con motivo de la asamblea plenaria de esta Congregación, que se celebra en la Universidad Urbaniana de Roma, desde ayer y hasta mañana, con el tema ‘San Pablo y los nuevos areópagos’.

Tema - destaca el Santo Padre - que se debe enfocar también a la luz del Año Paulino, concluido recientemente y que ayuda a revivir la experiencia del Apóstol de las Gentes, cuando anunció el Evangelio en Atenas, usando un lenguaje ‘inculturado’. Recordando los grandes desafíos que la evangelización debe afrontar hoy, Benedicto XVI evoca el magisterio de sus predecesores Juan Pablo II y Pablo VI. Alentando a los participantes en esta plenaria a afrontar «con realismo» la proclamación del Evangelio.

«Realismo que se afianza en el espíritu de la fe, que ve la historia a la luz del Evangelio y con la certeza que tenía san Pablo de la presencia de Cristo resucitado», señala Benedicto XVI, haciendo resonar las palabras «consoladoras también para nosotros, que Jesús le dirigió al apóstol en Corinto: ‘No temas. Sigue predicando y no te calles. Yo estoy contigo. Nadie pondrá la mano sobre ti para dañarte’» Hch 18,9-10).

Pero «no se trata sólo de predicar el Evangelio, sino de alcanzar y casi sacudir con la fuerza del mismo Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación», destaca Benedicto XVI, citando las enseñazas de Pablo VI.

Refiriéndose a los centros neurálgicos de la sociedad del tercer milenio, a los que se debe orientar la actividad misionera de la Iglesia, en la actual globalización; teniendo en cuenta también algunos desafíos que son característicos sólo de algunos continentes - como se ha visto en la reciente asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos – el Papa advierte que «no se debe infravalorar la influencia de una difundida cultura relativista, la mayoría de las veces carente de valores, que entra en el santuario de la familia, se infiltra en el ámbito de la educación y en otros ámbitos de la sociedad y los contamina, manipulando las conciencias, especialmente las de los jóvenes».

«Al mismo tiempo, a pesar de estas insidias, la Iglesia sabe que el Espíritu Santo actúa siempre», alienta Benedicto XVI, haciendo hincapié en que «en efecto, se abren nuevas puertas al Evangelio y se va extendiendo en el mundo el anhelo de una auténtica renovación espiritual apostólica».

Y, exhortando pues a no desfallecer pues también hoy «la prioridad pastoral es la de mostrar el rostro verdadero de Cristo, Señor de la historia y único Redentor del hombre», el Santo Padre señala una vez más que «ello exige que toda comunidad cristiana y la Iglesia en su conjunto ofrezcan un testimonio de fidelidad a Cristo, construyendo pacientemente aquella unidad que Él quiso e invocó para todos sus discípulos».

«La unidad de los cristianos hará, de hecho, más fácil la evangelización y la confrontación con los desafíos culturales, sociales y religiosos de nuestro tiempo», vuelve a señalar Benedicto XVI, invitando «a imitar el ‘estilo’ de vida y el mismo ‘espíritu’ apostólico centrado totalmente en Cristo’», que animó al Apóstol Pablo en su gran empresa misionera. Pues «con esta completa adhesión al Señor, los cristianos podrán transmitir con mayor facilidad a las futuras generaciones la herencia de la fe, capaz de transformar también las dificultades en posibilidades de evangelización».

«El desarrollo económico y social de la sociedad contemporánea necesita recuperar la atención a la vida espiritual», y una «seria consideración de las experiencias de confianza en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providencia y en la Misericordia divinas, de amor y de perdón, de renuncia a sí mismos, de acogida al prójimo, de justicia y de paz», destaca el Papa, citando su encíclica ‘Caritas in veritate’ y recordando asimismo que el «¡anhelo cristiano es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como Padre Nuestro!».








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