Llamamiento del Papa a los obispos brasileños para que despierten las conciencias
y hagan un esfuerzo conjunto contra la creciente ola de violencia y menosprecio del
ser humano
Sábado, 14 nov (RV).- Al final de la mañana, Benedicto XVI ha recibido en la Sala
del Consistorio del palacio Apostólico, a un grupo de prelados de la Conferencia Episcopal
de Brasil, Región Sur, 1, del estado de Sao Paolo, con motivo de la visita “ad Limina”.
“En ese estado -les ha recordado el Santo Padre en su discurso-, se encuentra el importante
centro de acogida y evangelización que es el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida,
donde tuve la alegría”, ha dicho, “de estar en el año 2007 para inaugurar la V Conferencia
del Episcopado Latino-Americano y del Caribe”.
Hago votos para que la
simiente esparcida dé válidos frutos para el bien espiritual y también social de las
poblaciones de aquel prometedor continente. Ellas tienen derecho a una vida plena,
propia de los hijos de Dios, con condiciones más humanas: libres de las amenazas del
hambre y de toda forma de violencia. Y ha proseguido Benedicto XVI: “Una vez más os
agradezco la labor que allí se realizó con tanto esmero y generosidad y renuevo mi
cordial saludo a vosotros y a vuestras diócesis”.
Vuestro pueblo abriga
en el corazón un gran sentimiento religioso y nobles tradiciones enraizadas en el
cristianismo, que se expresan en sentidas y genuinas manifestaciones religiosas y
civiles. Se trata de un patrimonio rico de valores que vosotros procuráis mantener,
defender, extender y vivificar. Os animo vivamente a que prosigáis esta obra de constante
y metódica evangelización, conscientes de que la formación, auténticamente cristiana
de la conciencia, es decisiva para una profunda vida de fe y un verdadero equilibrio
para el bienestar de la comunidad humana.
El Papa ha hecho un llamamiento
especial a los obispos brasileños: “Venerados hermanos hablad al corazón de vuestro
pueblo, despertad las conciencias, reunid las voluntades en un esfuerzo conjunto contra
la creciente ola de violencia y menosprecio del ser humano. El ser humano, hoy considerado
como un producto puramente humano, es una dádiva de Dios acogida en la intimidad de
amor del matrimonio entre un hombre y una mujer”. “Continuad trabajando por el triunfo
de la causa de Dios, con la firme confianza del que sabe poder contar con la victoria
de Cristo”.