2009-10-31 15:20:24

El Papa recuerda la necesidad de la dimensión espiritual en el desarrollo humano y social, y la visión moral de los políticos para hacer eficaz la gestión del bien común


Sábado, 31 oct (RV).- Benedicto XVI, en su discurso con motivo de la presentación de las cartas credenciales del nuevo embajador búlgaro, expresó su especial saludo y afecto al pueblo y el presidente de esa nación y se congratuló por las buenas relaciones entre Bulgaria y la Santa Sede dinamizadas e intensificadas tras la visita del Papa Juan Pablo II en 2002.

El Santo Padre recordó que en este otoñó se cumplen los 20 años de la caída del muro de Berlín que permitió a Bulgaria emprender el camino democrático y retomar las relaciones libres y autónomas con la unión Europea, a la cual se integró en enero de 2007.

En este sentido, el Papa reiteró que en este proceso de construcción europea ningún pueblo debe sacrificar su propia identidad cultural, sino más bien encontrar las maneras de enriquecer con sus frutos al conjunto comunitario. Por ello, afirmó que la situación geográfica y cultura de Bulgaria indudablemente la lleva a cumplir un rol importante en la construcción de relaciones amigables con los países que la rodean y en la defensa y la promoción de los derechos del hombre.

No obstante, el Papa advirtió que la preocupación por el bien común de los pueblos y de las personas, especialmente ante las condiciones creadas por la globalización, debe ser colocada desde la perspectiva del hombre. Si bien es legítimo un desarrollo que busque una bonaza económica, esta debe tener en cuenta la integridad de la persona.

La medida del hombre – dijo el Papa- no reside en sus haberes, sino en la expansión de su ser con todas las potencialidades que reserva su propia naturaleza. Éste principio encuentra su principal razón en el amor creador de Dios revelado plenamente en la Palabra divina. Por lo tanto -agregó-, para que el desarrollo del hombre y de la sociedad pueda ser auténtico, debe necesariamente comportar una dimensión espiritual.

El Papa subrayó que este desarrollo también reclama a todos los responsables públicos una gran exigencia moral frente a ellos mismos para que puedan administrar la autoridad que les ha sido confiada de manera eficaz y desinteresada. Igualmente, recordó que para lograr un porvenir prometedor de la sociedad el hombre debe olvidar la tentación de elevar su propia grandeza y buscar la unidad del género humano y la solidaridad que ello implica. Y es está- afirmó el Papa- la intención de la comunidad católica en Bulgaria desea mostrar a toda la nación.

Benedicto XVI puso de relieve que éste compartir el bien común constituye uno de los elementos que deberán facilitar el diálogo entre las diversas y numerosas comunidades religiosas que componen el paisaje cultural de esta antigua nación. Un diálogo –dijo- que para que pueda ser sincero y constructivo- requiere de un conocimiento y una estima recíproca.

Benedicto XVI concluyó su discurso invitando a la comunidad católica a trabajar unidos generosamente, e invocando la intercesión de María y de los Santoa Cirilo y Metodio, pidió al Señor para que llene generosamente de bendiciones a todo el pueblo búlgaro.








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