2009-10-30 13:46:46

Vaticano/Panamá: Iglesia y Estado convergen en el bien común de los ciudadanos, al servicio de su vocación personal y social


Viernes, 30 oct (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana, en el Palacio Apostólico del Vaticano, a la nueva embajadora de Panamá ante la Santa Sede, Delia Cárdenas Christie, quien ha presentado al Pontífice las cartas credenciales. El Papa ha agradecido el saludo de parte del presidente de la República, Ricardo Martinelli Berrocal y ha recordado con aprecio su reciente encuentro en Castelgandolfo.

El Santo Padre ha aprovechado la ocasión para reafirmar que “en el marco de las respectivas competencias y del respeto recíproco, el quehacer de la Iglesia, que en razón de su misión no se confunde con el del Estado, ni puede identificarse con programa político alguno, se mueve en un ámbito de naturaleza religiosa y espiritual, que tiende a la promoción de la dignidad del ser humano y a la tutela de sus derechos fundamentales”.

Esta distinción, sin embargo, ha explicado el Pontífice, “no implica indiferencia o mutuo desconocimiento, ya que, aunque por diverso título, Iglesia y Estado convergen en el bien común de los mismos ciudadanos, estando al servicio de su vocación personal y social”.

Benedicto XVI, hablando de la identidad de Panamá, ha recordado que “es posible una convivencia pacífica entre personas de orígenes diversos, en un clima de comunión y cooperación”. Por este motivo ha animado a todos los panameños “a trabajar por una mayor igualdad social, económica y cultural entre los distintos sectores de la sociedad, de manera que renunciando a los intereses egoístas, afianzando la solidaridad y conciliando voluntades se vaya desterrando, en palabras del Papa Pablo VI, el escándalo de las disparidades hirientes”.

A continuación les ofrecemos los textos íntegros de los respectivos saludos.
Saludo del Santo Padre Benedicto XVI
Señora Embajadora:
1. Me complace recibirla en este solemne acto en el que Vuestra Excelencia presenta las Cartas que la acreditan como Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria de la República de Panamá ante la Santa Sede.

Le agradezco las amables palabras que me ha dirigido, así como el deferente saludo de parte del Presidente de la República, Excelentísimo Señor Ricardo Martinelli Berrocal. Le ruego que tenga la bondad de transmitirle mis mejores deseos en el desempeño de su misión, recordando con aprecio la cortesía y cordialidad mostradas en nuestro reciente encuentro en Castel Gandolfo.

Vuestra Excelencia viene en representación de una Nación que mantiene unas relaciones bilaterales fluidas y fructíferas con la Santa Sede. La visita del Señor Presidente de Panamá, a la que he hecho mención, es una significativa muestra del buen entendimiento existente, ya manifestado en el acuerdo firmado el pasado 1 de julio de 2005, que es de esperar sea prontamente ratificado, y se pueda erigir así una circunscripción eclesiástica que atienda pastoralmente a las Fuerzas de Seguridad Panameñas.

En el marco de las respectivas competencias y del respeto recíproco, el quehacer de la Iglesia, que en razón de su misión no se confunde con el del Estado, ni puede identificarse con programa político alguno, se mueve en un ámbito de naturaleza religiosa y espiritual, que tiende a la promoción de la dignidad del ser humano y a la tutela de sus derechos fundamentales. Sin embargo, esta distinción no implica indiferencia o mutuo desconocimiento, ya que, aunque por diverso título, Iglesia y Estado convergen en el bien común de los mismos ciudadanos, estando al servicio de su vocación personal y social (cf. Gaudium et spes, 76). Igualmente, las funciones diplomáticas buscan el fomento de la gran causa del hombre y el incremento de la concordia entre los pueblos, y por ello la Santa Sede tiene una alta consideración y estima por la tarea que hoy comienza a desempeñar Vuestra Excelencia.

2. La identidad de su País, que se ha ido forjando durante siglos como un mosaico de etnias, pueblos y culturas, se presenta como un signo elocuente ante toda la familia humana de que es posible una convivencia pacífica entre personas de orígenes diversos, en un clima de comunión y cooperación. Esta pluralidad humana debe ser considerada un elemento de riqueza y una vertiente que se ha de potenciar cada día más, siendo conscientes de que el factor humano es el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar (cf. Caritas in veritate, 25). A este respecto, animo a todos sus compatriotas a trabajar por una mayor igualdad social, económica y cultural entre los distintos sectores de la sociedad, de manera que renunciando a los intereses egoístas, afianzando la solidaridad y conciliando voluntades se vaya desterrando, en palabras del Papa Pablo VI, “el escándalo de las disparidades hirientes” (Populorum progressio, 9).

3. El mensaje del Evangelio ha jugado un papel esencial y constructivo en la configuración de la identidad panameña, formando parte del patrimonio espiritual y del acerbo cultural de esa Nación. Un testimonio luminoso de ello es la Bula “Pastoralis officii debitum”, por la cual, el 9 de septiembre de 1513, el Papa León X erigía canónicamente la diócesis de Santa María La Antigua, la primera en tierra firme del Continente americano. Para conmemorar el V Centenario de este acontecimiento tan significativo, la Iglesia en el País está preparando diversas iniciativas, que reflejarán lo arraigada que está en su Patria la comunidad eclesial, que no pretende otro bien que el del pueblo mismo, del cual ella forma parte y al que ha servido y sirve con altura de miras y generosidad. Pido a Dios que esta efeméride acreciente la vida cristiana de todos los amados hijos de esa Nación, de modo que la fe siga siendo en ella fuente inspiradora para afrontar de manera positiva y provechosa los retos que esa República tiene planteados en la actualidad.

En este sentido, es justo reconocer las numerosas acciones de promoción humana y social que realizan en Panamá las diócesis, las parroquias, las comunidades religiosas, las asociaciones laicales y los movimientos de apostolado, contribuyendo de manera decisiva a dinamizar el presente y avivar el anhelo de un futuro esperanzador para su Patria. Especial relevancia tiene la presencia de la Iglesia en el campo educativo y en la asistencia a los pobres, los enfermos, los encarcelados y los emigrantes, y en la defensa de aspectos tan primordiales como el compromiso por la justicia social, la lucha contra la corrupción, el trabajo en favor de la paz, la inviolabilidad del derecho a la vida humana desde el momento de su concepción hasta su muerte natural, así como la salvaguardia de la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer. Éstos son elementos irreemplazables para crear un sano tejido social y edificar una sociedad vigorosa, precisamente por la solidez de los valores morales que la sustentan, ennoblecen y dignifican.

En este contexto, no puedo dejar de reconocer el compromiso que las autoridades panameñas han manifestado reiteradamente de fortalecer las instituciones democráticas y una vida pública fundamentada en robustos pilares éticos. A este respecto, no se han de escatimar esfuerzos para fomentar un sistema jurídico eficiente e independiente, y que se actúe en todos los ámbitos con honradez, transparencia en la gestión comunitaria y profesionalidad y diligencia en la resolución de los problemas que afectan a los ciudadanos. Esto favorecerá el desarrollo de una sociedad justa y fraterna, en la que ningún sector de la población se vea olvidado o abocado a la violencia y la marginación.

4. La hora presente nos invita a todos, a las instituciones y a los responsables del destino de los pueblos, a reflexionar seriamente sobre los fenómenos que se producen en el plano internacional y local. Es digno de mención el valioso papel que Panamá está desempeñando para la estabilidad política del área centroamericana, en unos momentos en los que la coyuntura actual pone de relieve cómo un progreso consistente y armónico de la comunidad humana no depende únicamente del desarrollo económico o los descubrimientos tecnológicos. Estos aspectos han de ser necesariamente completados con aquellos otros de carácter ético y espiritual, pues una sociedad avanza sobre todo cuando en ella abundan personas con rectitud interior, conducta intachable y firme voluntad de esmerarse por el bien común, y que, además, inculcan a las nuevas generaciones un verdadero humanismo, sembrado en la familia y cultivado en la escuela, de modo que la pujanza de la Nación sea fruto del crecimiento integral de la persona y de todas las personas (cf. Caritas in veritate, 61. 70).

5. Señora Embajadora, antes de concluir nuestro encuentro, renuevo mi saludo y bienvenida a Vuestra Excelencia y a sus seres queridos, a la vez que le deseo una fecunda labor, junto con el personal de esa Misión diplomática, en favor de su País, tan cercano al corazón del Papa.

Con estos sentimientos, pongo en las manos de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora La Antigua, las esperanzas y desafíos del querido pueblo panameño, para el que suplico al Señor copiosas bendiciones.
Vaticano, 30 de octubre de 2009.


Saludo de S.E. Delia Cárdenas Christie, embajadora de Panamá
Discurso de Presentación de Credenciales de Su Excelencia

Delia Cárdenas Christie a su Santidad Benedicto XVI
Beatísimo Padre:

El haber sido distinguida, para representar el Gobierno de la República de Panamá, en calidad de Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria ante la Santa Sede, constituye un altísimo honor y un hermoso compromiso, que reafirma la creencia religiosa católica, que ha primado, ha sido luz y guía, en mi vida personal, profesional, pública y privada.

Al hacer entrega a Su Santidad, de las Cartas Credenciales que me acreditan ante la Santa Sede, soy portadora de un mensaje de admiración y respeto por parte de nuestro Excelentísimo Señor Presidente de la República, Señor Ricardo Alberto Martinelli Berrocal, quien ha adquirido un fuerte compromiso de cambio con el pueblo panameño, en su gran mayoría católico y practicante fervoroso.

La crisis financiera mundial, a diferencia del resto de la Región, ha afectado poco a nuestro pequeño País, por la ventaja comparativa que conlleva el cumplimiento del programa de la Ampliación del Canal de Panamá, con la construcción del Tercer Juego de Esclusas, adjudicada a un consorcio formado por empresas de España, Italia, Bélgica y Panamá. Los beneficios directos e indirectos para el pueblo panameño, que se deriven de tan magna obra, contribuirán. al desarrollo humano, basado en el conocimiento y desarrollo económico, en términos de mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad panameña.

Su Santidad, del contenido de su Carta Encíclica, "Caritas in veritate" sobre el desarrollo humano integral en la caridad y la verdad, observamos, sabia y profundamente reflejada su preocupación por los pueblos del mundo. Por ello, con todo respeto, no podemos dejar de individualizar los problemas que aquejan a nuestro pueblo panameño, donde hay una lucha constante por rescatar valores, por lograr un equilibrio entre el crecimiento económico y el acceso de los pobres a las necesidades básicas, con intención de romper el circulo de desigualdades profundas, que tanto dalla hace al ser humano.

Beatísimo Padre, en Panamá se hace necesario rescatar a los jóvenes, quienes en una peligrosa mayoría, permanecen desconcertados, en su entorno incierto, por la excesiva importancia que manifiestan por bienes materiales, poco accesible a sus posibilidades. Preocupa, que las generaciones futuras muestren una visión ligera, en algunos casos, insensible hacia sus congéneres; que la familia se debilite y con ello, se incremente el riesgo de caer en las garras ideológicas de aquellos que atacan la Fe y en especial, a la Iglesia Católica.

Como se desprende del contenido de la Encíclica, en cierta forma, la globalización pudiese causar la dejación de valores éticos, necesarios para lograr el éxito del mercado y el intercambio de valores equivalentes, por ello, para hacer mas justo el proceso económico, se debe revertir el proceso. Consideramos respetuosamente, que por su concordancia con los tiempos y circunstancias que vivimos, dicha Carta amerita una análisis muy profundo, con una divulgación universal, que se proyecte más allá de los círculos eclesiales, como un documento de advertencia y de consolidación social.

Para finalizar, solicito, con respeto y humildad, a Su Santidad, la bendición para nuestros Gobernantes, para nuestro Pueblo y para los miembros de la Embajada, quienes nos encomendamos al Señor, con el fin de desarrollar una labor eficiente y productiva, para el bien de la Iglesia y de nuestro País.








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