Vaticano/Panamá: Iglesia y Estado convergen en el bien común de los ciudadanos, al
servicio de su vocación personal y social
Viernes, 30 oct (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana,
en el Palacio Apostólico del Vaticano, a la nueva embajadora de Panamá ante la Santa
Sede, Delia Cárdenas Christie, quien ha presentado al Pontífice las cartas credenciales.
El Papa ha agradecido el saludo de parte del presidente de la República, Ricardo
Martinelli Berrocal y ha recordado con aprecio su reciente encuentro en Castelgandolfo.
El
Santo Padre ha aprovechado la ocasión para reafirmar que “en el marco de las respectivas
competencias y del respeto recíproco, el quehacer de la Iglesia, que en razón de
su misión no se confunde con el del Estado, ni puede identificarse con programa político
alguno, se mueve en un ámbito de naturaleza religiosa y espiritual, que tiende a la
promoción de la dignidad del ser humano y a la tutela de sus derechos fundamentales”.
Esta
distinción, sin embargo, ha explicado el Pontífice, “no implica indiferencia o mutuo
desconocimiento, ya que, aunque por diverso título, Iglesia y Estado convergen en
el bien común de los mismos ciudadanos, estando al servicio de su vocación personal
y social”.
Benedicto XVI, hablando de la identidad de Panamá, ha recordado
que “es posible una convivencia pacífica entre personas de orígenes diversos, en un
clima de comunión y cooperación”. Por este motivo ha animado a todos los panameños
“a trabajar por una mayor igualdad social, económica y cultural entre los distintos
sectores de la sociedad, de manera que renunciando a los intereses egoístas, afianzando
la solidaridad y conciliando voluntades se vaya desterrando, en palabras del Papa
Pablo VI, el escándalo de las disparidades hirientes”.
A continuación les
ofrecemos los textos íntegros de los respectivos saludos. Saludo del Santo
Padre Benedicto XVI Señora Embajadora: 1. Me complace recibirla en este
solemne acto en el que Vuestra Excelencia presenta las Cartas que la acreditan como
Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria de la República de Panamá ante la Santa
Sede.
Le agradezco las amables palabras que me ha dirigido, así como el deferente
saludo de parte del Presidente de la República, Excelentísimo Señor Ricardo Martinelli
Berrocal. Le ruego que tenga la bondad de transmitirle mis mejores deseos en el desempeño
de su misión, recordando con aprecio la cortesía y cordialidad mostradas en nuestro
reciente encuentro en Castel Gandolfo.
Vuestra Excelencia viene en representación
de una Nación que mantiene unas relaciones bilaterales fluidas y fructíferas con la
Santa Sede. La visita del Señor Presidente de Panamá, a la que he hecho mención, es
una significativa muestra del buen entendimiento existente, ya manifestado en el acuerdo
firmado el pasado 1 de julio de 2005, que es de esperar sea prontamente ratificado,
y se pueda erigir así una circunscripción eclesiástica que atienda pastoralmente a
las Fuerzas de Seguridad Panameñas.
En el marco de las respectivas competencias
y del respeto recíproco, el quehacer de la Iglesia, que en razón de su misión no
se confunde con el del Estado, ni puede identificarse con programa político alguno,
se mueve en un ámbito de naturaleza religiosa y espiritual, que tiende a la promoción
de la dignidad del ser humano y a la tutela de sus derechos fundamentales. Sin embargo,
esta distinción no implica indiferencia o mutuo desconocimiento, ya que, aunque por
diverso título, Iglesia y Estado convergen en el bien común de los mismos ciudadanos,
estando al servicio de su vocación personal y social (cf. Gaudium et spes,
76). Igualmente, las funciones diplomáticas buscan el fomento de la gran causa del
hombre y el incremento de la concordia entre los pueblos, y por ello la Santa Sede
tiene una alta consideración y estima por la tarea que hoy comienza a desempeñar Vuestra
Excelencia.
2. La identidad de su País, que se ha ido forjando durante siglos
como un mosaico de etnias, pueblos y culturas, se presenta como un signo elocuente
ante toda la familia humana de que es posible una convivencia pacífica entre personas
de orígenes diversos, en un clima de comunión y cooperación. Esta pluralidad humana
debe ser considerada un elemento de riqueza y una vertiente que se ha de potenciar
cada día más, siendo conscientes de que el factor humano es el primer capital que
se ha de salvaguardar y valorar (cf. Caritas in veritate, 25). A este respecto,
animo a todos sus compatriotas a trabajar por una mayor igualdad social, económica
y cultural entre los distintos sectores de la sociedad, de manera que renunciando
a los intereses egoístas, afianzando la solidaridad y conciliando voluntades se vaya
desterrando, en palabras del Papa Pablo VI, “el escándalo de las disparidades hirientes”
(Populorum progressio, 9).
3. El mensaje del Evangelio ha jugado un
papel esencial y constructivo en la configuración de la identidad panameña, formando
parte del patrimonio espiritual y del acerbo cultural de esa Nación. Un testimonio
luminoso de ello es la Bula “Pastoralis officii debitum”, por la cual, el 9
de septiembre de 1513, el Papa León X erigía canónicamente la diócesis de Santa María
La Antigua, la primera en tierra firme del Continente americano. Para conmemorar el
V Centenario de este acontecimiento tan significativo, la Iglesia en el País está
preparando diversas iniciativas, que reflejarán lo arraigada que está en su Patria
la comunidad eclesial, que no pretende otro bien que el del pueblo mismo, del cual
ella forma parte y al que ha servido y sirve con altura de miras y generosidad. Pido
a Dios que esta efeméride acreciente la vida cristiana de todos los amados hijos de
esa Nación, de modo que la fe siga siendo en ella fuente inspiradora para afrontar
de manera positiva y provechosa los retos que esa República tiene planteados en la
actualidad.
En este sentido, es justo reconocer las numerosas acciones de
promoción humana y social que realizan en Panamá las diócesis, las parroquias, las
comunidades religiosas, las asociaciones laicales y los movimientos de apostolado,
contribuyendo de manera decisiva a dinamizar el presente y avivar el anhelo de un
futuro esperanzador para su Patria. Especial relevancia tiene la presencia de la Iglesia
en el campo educativo y en la asistencia a los pobres, los enfermos, los encarcelados
y los emigrantes, y en la defensa de aspectos tan primordiales como el compromiso
por la justicia social, la lucha contra la corrupción, el trabajo en favor de la paz,
la inviolabilidad del derecho a la vida humana desde el momento de su concepción hasta
su muerte natural, así como la salvaguardia de la familia basada en el matrimonio
entre un hombre y una mujer. Éstos son elementos irreemplazables para crear un sano
tejido social y edificar una sociedad vigorosa, precisamente por la solidez de los
valores morales que la sustentan, ennoblecen y dignifican.
En este contexto,
no puedo dejar de reconocer el compromiso que las autoridades panameñas han manifestado
reiteradamente de fortalecer las instituciones democráticas y una vida pública fundamentada
en robustos pilares éticos. A este respecto, no se han de escatimar esfuerzos para
fomentar un sistema jurídico eficiente e independiente, y que se actúe en todos los
ámbitos con honradez, transparencia en la gestión comunitaria y profesionalidad y
diligencia en la resolución de los problemas que afectan a los ciudadanos. Esto favorecerá
el desarrollo de una sociedad justa y fraterna, en la que ningún sector de la población
se vea olvidado o abocado a la violencia y la marginación.
4. La hora presente
nos invita a todos, a las instituciones y a los responsables del destino de los pueblos,
a reflexionar seriamente sobre los fenómenos que se producen en el plano internacional
y local. Es digno de mención el valioso papel que Panamá está desempeñando para la
estabilidad política del área centroamericana, en unos momentos en los que la coyuntura
actual pone de relieve cómo un progreso consistente y armónico de la comunidad humana
no depende únicamente del desarrollo económico o los descubrimientos tecnológicos.
Estos aspectos han de ser necesariamente completados con aquellos otros de carácter
ético y espiritual, pues una sociedad avanza sobre todo cuando en ella abundan personas
con rectitud interior, conducta intachable y firme voluntad de esmerarse por el bien
común, y que, además, inculcan a las nuevas generaciones un verdadero humanismo,
sembrado en la familia y cultivado en la escuela, de modo que la pujanza de la Nación
sea fruto del crecimiento integral de la persona y de todas las personas (cf. Caritas
in veritate, 61. 70).
5. Señora Embajadora, antes de concluir nuestro encuentro,
renuevo mi saludo y bienvenida a Vuestra Excelencia y a sus seres queridos, a la vez
que le deseo una fecunda labor, junto con el personal de esa Misión diplomática, en
favor de su País, tan cercano al corazón del Papa.
Con estos sentimientos,
pongo en las manos de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora La Antigua, las esperanzas
y desafíos del querido pueblo panameño, para el que suplico al Señor copiosas bendiciones. Vaticano,
30 de octubre de 2009.
Saludo de S.E. Delia Cárdenas Christie, embajadora
de Panamá Discurso de Presentación de Credenciales de Su Excelencia
Delia
Cárdenas Christie a su Santidad Benedicto XVI Beatísimo Padre:
El haber
sido distinguida, para representar el Gobierno de la República de Panamá, en calidad
de Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria ante la Santa Sede, constituye un
altísimo honor y un hermoso compromiso, que reafirma la creencia religiosa católica,
que ha primado, ha sido luz y guía, en mi vida personal, profesional, pública y privada.
Al
hacer entrega a Su Santidad, de las Cartas Credenciales que me acreditan ante la Santa
Sede, soy portadora de un mensaje de admiración y respeto por parte de nuestro Excelentísimo
Señor Presidente de la República, Señor Ricardo Alberto Martinelli Berrocal, quien
ha adquirido un fuerte compromiso de cambio con el pueblo panameño, en su gran mayoría
católico y practicante fervoroso.
La crisis financiera mundial, a diferencia
del resto de la Región, ha afectado poco a nuestro pequeño País, por la ventaja comparativa
que conlleva el cumplimiento del programa de la Ampliación del Canal de Panamá, con
la construcción del Tercer Juego de Esclusas, adjudicada a un consorcio formado por
empresas de España, Italia, Bélgica y Panamá. Los beneficios directos e indirectos
para el pueblo panameño, que se deriven de tan magna obra, contribuirán. al desarrollo
humano, basado en el conocimiento y desarrollo económico, en términos de mejoramiento
de la calidad de vida de la sociedad panameña.
Su Santidad, del contenido de
su Carta Encíclica, "Caritas in veritate" sobre el desarrollo humano integral en la
caridad y la verdad, observamos, sabia y profundamente reflejada su preocupación por
los pueblos del mundo. Por ello, con todo respeto, no podemos dejar de individualizar
los problemas que aquejan a nuestro pueblo panameño, donde hay una lucha constante
por rescatar valores, por lograr un equilibrio entre el crecimiento económico y el
acceso de los pobres a las necesidades básicas, con intención de romper el circulo
de desigualdades profundas, que tanto dalla hace al ser humano.
Beatísimo Padre,
en Panamá se hace necesario rescatar a los jóvenes, quienes en una peligrosa mayoría,
permanecen desconcertados, en su entorno incierto, por la excesiva importancia que
manifiestan por bienes materiales, poco accesible a sus posibilidades. Preocupa, que
las generaciones futuras muestren una visión ligera, en algunos casos, insensible
hacia sus congéneres; que la familia se debilite y con ello, se incremente el riesgo
de caer en las garras ideológicas de aquellos que atacan la Fe y en especial, a la
Iglesia Católica.
Como se desprende del contenido de la Encíclica, en cierta
forma, la globalización pudiese causar la dejación de valores éticos, necesarios para
lograr el éxito del mercado y el intercambio de valores equivalentes, por ello, para
hacer mas justo el proceso económico, se debe revertir el proceso. Consideramos respetuosamente,
que por su concordancia con los tiempos y circunstancias que vivimos, dicha Carta
amerita una análisis muy profundo, con una divulgación universal, que se proyecte
más allá de los círculos eclesiales, como un documento de advertencia y de consolidación
social.
Para finalizar, solicito, con respeto y humildad, a Su Santidad, la
bendición para nuestros Gobernantes, para nuestro Pueblo y para los miembros de la
Embajada, quienes nos encomendamos al Señor, con el fin de desarrollar una labor eficiente
y productiva, para el bien de la Iglesia y de nuestro País.