Al final de la Santa Misa celebrada esta mañana en la Basílica
Vaticana para clausurar la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos,
el Santo Padre Benedicto XVI salió al exterior de la Basílica para rezar el Ángelus
con los fieles y los peregrinos presentes en la plaza de San Pietro. Estas son las
palabras pronunciadas por el Papa:
PALABRAS DEL SANTO PADRE:
¡Queridos
hermanos y hermanas! Hace un momento, con la celebración eucarística en la Basílica
de San Pedro, ha concluido la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de
los Obispos. Tres semanas de oración y de escucha recíproca, para discernir lo que
el Espíritu Santo dice hoy a la Iglesia que vive en el Continente africano, y al mismo
tiempo a la Iglesia universal. Los Padres sinodales, llegados de todos los países
de África, han presentado la rica realidad de las Iglesias locales. Juntos hemos compartido
sus alegrías por el dinamismo de las comunidades cristianas, que siguen creciendo
en cantidad y calidad. Estamos agradecidos a Dios por el impulso misionero que ha
encontrado un terreno fértil en numerosas diócesis y que se manifiesta en el envío
de misioneros a otros países africanos y a otros continentes. Se le ha dado una especial
importancia a la familia, que también en África constituye la célula primaria de la
sociedad, pero que hoy está amenazada por corrientes ideológicas procedentes también
del exterior. ¿Qué decir, además, de los jóvenes expuestos a este tipo de presión,
influenciados por modelos de pensamiento y de comportamiento que se oponen a los valores
humanos y cristianos de los pueblos africanos? Naturalmente, se han planteado en la
Asamblea los problemas actuales de África y su gran necesidad de reconciliación, de
justicia y de paz. Precisamente a esta necesidad la Iglesia responde proponiendo de
nuevo, con renovado impulso, el anuncio del Evangelio y la promoción humana. Animada
por la Palabra de Dios y por la Eucaristía, se esfuerza por hacer que nadie se vea
privado de lo necesario para vivir y que todos puedan conducir una existencia digna
del ser humano. Recordando el viaje apostólico que realicé a Camerún y Angola durante
el pasado mes de marzo, y que tenía también el objeto de poner en marcha la preparación
inmediata del segundo Sínodo para África, hoy deseo dirigirme a todas las poblaciones
africanas, en particular a las que comparten la fe cristiana, para entregarles idealmente
el Mensaje final de esta Asamblea sinodal. Es un Mensaje que sale de Roma, sede del
Sucesor de Pedro, que preside la comunión universal, pero se puede decir, en un sentido
no menos verdadero, que tiene su origen en África, de la que recoge las experiencias,
las expectativas, los proyectos, y ahora vuelve a África, llevando la riqueza de un
evento de profunda comunión en el Espíritu Santo. ¡Queridos hermanos y hermanas que
me escucháis desde África! Encomiendo de modo especial a vuestra oración los frutos
del trabajo de los Padres sinodales, y os animo con las palabras de Nuestro Señor
Jesús: ¡sed la sal y la luz en la amada tierra africana! Mientras se clausura este
Sínodo, deseo recordar que para el próximo año está prevista una Asamblea Especial
para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. Con ocasión de mi Visita a Chipre, tendré
el placer de entregar el Instrumentum laboris de dicha asamblea. Demos gracias al
Señor, que no se cansa jamás de edificar su Iglesia en la comunión, e invoquemos con
confianza la materna intercesión de la Virgen María.
[en Francés] Os recibo
con alegría para la oración del Ángelus, queridos peregrinos de lengua francesa. En
este día en el que se concluye la Segunda Asamblea especial para África del Sínodo
de los Obispos, la liturgia nos recuerda que sólo Cristo Jesús puede sanar plenamente
a la persona humana de la miseria de un corazón herido. ¡Que nuestra oración sea insistente,
para que todos los pueblos de la tierra, y en particular los pueblos africanos, caminen
con Él por los caminos de la vida, de la reconciliación, de la justicia y de la paz!
¡Que Nuestra Señora de África proteja y guíe a los hombres y a las mujeres de este
amado continente! ¡Feliz domingo!
[en Inglés] Me alegra poder saludar a todos
los hoy presentes de lengua inglesa en la plaza de San Pedro. Acabamos de clausurar
la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, que ha sido un
tiempo de gracia. Os invito a todos a que recéis por nuestros hermanos y nuestras
hermanas de África. ¡Que el Señor, que ha dado la vista al ciego del Evangelio, renueve
su fe para que siempre puedan ver y seguir con claridad el camino de la reconciliación,
de la justicia y de la paz que lleva a la salvación! Sobre todos vosotros y sobre
el pueblo de África invoco las abundantes bendiciones de Dios.
[en Alemán]
De corazón saludo a los aquí presentes de lengua alemana en la plaza de San Pedro.
El Evangelio de este domingo, que acabamos de escuchar también en la Basílica de San
Pedro durante la celebración eucarística de clausura del Sínodo de los Obispos para
África, nos narra la curación de un ciego. Jesús oyó el grito insistente de Bartimeo
y le devolvió la vista. Esto nos anima, con todas nuestras dificultades personales,
así como con los retos y las necesidades del continente africano, a que nos dirijamos
a Cristo llenos de fe y confianza. Él nos dona también ayuda y salvación. ¡Que el
Señor os proteja a todos vosotros y a vuestras familias!
[en Español] Saludo
con afecto a los fieles de lengua española. Con la celebración eucarística en la Basílica
de San Pedro ha concluido esta mañana la Segunda Asamblea Especial para África del
Sínodo de los Obispos. En un clima de profunda y fraterna comunión eclesial, hemos
escuchado testimonios elocuentes del gran dinamismo misionero de la Iglesia africana,
así como de los importantes desafíos que tiene que afrontar en el momento presente.
Pidamos al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, que conceda al Pueblo
de Dios en África un renovado impulso evangelizador, al servicio de la reconciliación
y la paz. ¡Feliz domingo!