El Papa señala que el Sínodo ha seguido el camino del Evangelio evitado el riesgo
de una politización y una espiritualización de los problemas
Sábado, 24 oct (RV).- “La expresión Iglesia Familia de Dios ya no es sólo un concepto
o una idea, es una experiencia viva de estas semanas”. Con estas palabras Benedicto
XVI se ha dirigido a los padre sinodales con los que ha almorzado hoy tras la clausura
de los trabajos de la Segunda Asamblea Especial del Sínodo para África.Saludando a
los padres sinodales, el Papa ha puesto de relieve que el Sínodo ha evitado el riesgo
de caer en una politización de los problemas pero también en una espiritualización,
y se ha congratulado en haber “seguido el camino del Evangelio”.
“Hemos sido
verdaderamente una Familia de Dios aquí reunidos. Hemos hecho, con la ayuda del Señor,
un buen trabajo y el tema de por sí, era un desafío no fácil con dos peligros”, ha
reconocido el Santo Padre, señalando los dos riesgos a los que se enfrentaban: “Este
tema, Reconciliación, justicia y paz, implica una fuerte dimensión política, aunque
si es evidente que la reconciliación, la justicia y la paz, no son posibles sin una
profunda purificación del corazón, sin una renovación del pensamiento, una conversión.
Sin una novedad que tiene que salir del encuentro con Dios. Aunque si esta dimensión
espiritual es profunda y fundamental, también la dimensión política es muy real, porque
sin realizaciones políticas estas novedades del espíritu no se realizan. Por este
motivo la tentación podía ser de politizar el tema, hablando menos de pastores y más
de políticos, con una competencia que no es nuestra”.
“El otro peligro era
–ha dicho el Papa- precisamente para escapar del anterior, retirarse a un mundo abstracto
y por lo tanto no real. El discurso de un pastor tiene que ser real, tiene que tocar
la realidad, pero en la perspectiva de Dios y en su Palabra. Por lo tanto, esta meditación
tiene que estar atenta a la realidad y no caer en soluciones técnicamente políticas,
e indicar una palabra concreta y al mismo tiempo espiritual”.
“Éste era el
gran desafío del Sínodo –ha finalizado- y hemos conseguido superarlo, y para mí esto
es motivo de gratitud, lo que facilita mucho la elaboración del documento post-sinodal”.