Audiencia general: Benedicto XVI recuerda que la Teología, sin una auténtica fe, se
transforma en un vano ejercicio intelectual
Miércoles, 21 oct (RV).- "La fe es ante todo encuentro personal e íntimo con Jesús,
experiencia de su cercanía, de su amistad y de su amor: sólo así se aprende a amarlo
y a conocerlo cada vez más: augurémonos que esto nos pueda suceder a cada uno de nosotros”.
Son palabras de Benedicto XVI en la Audiencia General, recordando la figura de san
Bernardo, uno de los mayores autores del pensamiento teológico medieval. El Santo
Padre ha presidido la Audiencia de esta mañana en la plaza de San Pedro donde han
seguido su catequesis más de 40 mil fieles y peregrinos llegados de todo el mundo.
Según
el Papa, que ha pasado la mayor parte de su vida estudiando y enseñando teología,
“las grandes reflexiones teológicas sobre los misterios divinos” pueden convertirse
“en un vano ejercicio intelectual” sino vienen alimentadas con “una íntima relación
con el Señor”. El abad de Claraval, ha subrayado en este sentido el Pontífice, amaba
repetir a los teólogos y a los monjes de su tiempo que “uno es sólo el nombre que
cuenta: el de Jesús el Nazareno”.
“Árido es hoy el alimento del alma si
no es aliñado con este aceite, sino es sazonado con esta sal. Lo que escribo no tiene
sabor, si no leo a Jesús”. Sobre estas palabras de san Bernardo y sobre la figura
de uno de los más grandes doctores de la Iglesia, que vivió en la primera mitad del
siglo XI, el Pontífice ha recordado su compromiso espiritual y civil que lo llevó
entre otras cosas a defender a los judíos.
El Papa ha señalado la lenta vocación
religiosa del santo, que no le impidió, sin embargo, poder intervenir en la vida monástica
y ocuparse de las graves cuestiones de la Iglesia y de la Santa Sede, sin perder nunca
de vista la centralidad de la oración y la contemplación. San Bernardo recordó a los
monjes la necesidad de una vida sobria y mesurada en la mesa, en los indumentos y
en los edificios monásticos, recomendándoles el cuidado de los pobres.
Este
ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los
peregrinos de nuestra lengua, presentes en la plaza de san Pedro, que han participado
en la audiencia:
Queridos
hermanos y hermanas:
San Bernardo, conocido como el último de los Padres
de la Iglesia por la capacidad que tuvo de recoger la herencia de la sabiduría patrística,
nació en mil noventa en Fontaines, Francia. A los veinte años ingresó en la comunidad
monástica de Citeaux, y fue enviado después a fundar un monasterio en Claraval, de
donde fue abad. Desde allí mantuvo una copiosa correspondencia con personas de todo
tipo, componiendo también gran cantidad de sermones, sentencias y tratados. A partir
de mil ciento treinta, se ocupó asimismo de cuestiones que afectaban a la Santa Sede
y a la Iglesia universal. Con sus escritos combatió la herejía de los cátaros, a la
vez que defendió a los judíos. San Bernardo, cuya doctrina destaca por la centralidad
concedida a Jesucristo y a la Virgen María, recuerda que sin una fe profunda en Dios,
alimentada por la oración, la contemplación y la unión íntima con el Señor, la reflexión
sobre los misterios divinos corre el riesgo de quedarse en un ejercicio intelectual
vano y poco convincente.
Saludo a los peregrinos de lengua española,
en particular a las Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, acompañadas por el
Señor Cardenal Antonio Cañizares Llovera, presentes en Roma para dar gracias a Dios
por la reciente beatificación de su Fundador, el Cardenal Ciriaco María Sancha y Hervás,
Arzobispo de Toledo y Primado de España; a los fieles de la Diócesis de Netzahualcóyotl,
con su Obispo, Monseñor Carlos Garfias Merlos, así como a los demás grupos procedentes
de España, México y otros países latinoamericanos. Que las enseñanzas de San Bernardo
de Claraval nos ayuden a encontrarnos personalmente con Jesús, experimentando su cercanía,
cultivando su amistad e imitándolo cada día más. Muchas gracias.
Saludando
en polaco, Benedicto XVI ha recordado a los fieles de esta lengua, presentes en la
audiencia, que está finalizando el Sínodo para África. Como sabéis, les ha dicho el
Papa, la Iglesia en este continente, a pesar de tantas dificultades, crece continuamente.
Además de propagar y profundizar la fe en Cristo, ayuda a los pueblos que todavía
sufren a causa de la pobreza, por los conflictos y por la falta de acceso a la instrucción
y a la sanidad. ¡Qué no les falte nuestra ayuda espiritual y material! ¡Qué Dios
les bendiga!
Antes de finalizar, como siempre, el Santo Padre se ha dirigido
a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados. Queridos amigos, el mes de octubre
nos invita a renovar nuestra activa cooperación en la misión de la Iglesia. Con las
energías propias de la juventud, con la fuerza de la oración y del sacrificio y con
la potencialidad de la vida conyugal, sabed ser misioneros del Evangelio, ofreciendo
vuestra ayuda concreta a cuantos se esfuerzan dedicando su total existencia a la evangelización
de los pueblos.
Al finalizar la Audiencia, el cardenal Antonio Cañizares, prefecto
de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha entregado
al Santo Padre una copia del Compendium Eucharisticum, publicado el 19 de octubre
por la Editorial Vaticana. Se trata de un volumen que recoge los textos del catecismo
de la Iglesia Católica, plegarias, explicaciones de las Oraciones Eucarísticas del
Misal y todo lo que puede ser útil para la correcta comprensión, celebración y adoración
del sacramento de la Eucaristía.