El Papa señala la voluntad católica de acompañar la construcción de la UE y reitera
la raíz cristiana de Europa y las bases de la tradición humanista
Lunes, 19 oct (RV).- «La Iglesia católica desea “acompañar” la construcción de la
Unión Europea», por ello no desmaya en reiterar las raíces cristianas de Europa, evocando
los valores que son cimiento de la tradición humanista, para que el continente europeo
pueda afrontar los desafíos del presente y las legítimas expectativas del futuro de
sus pueblos. Lo ha recordado Benedicto XVI, esta mañana en su bienvenida al nuevo
Jefe de la Delegación de la Comisión de las Comunidades Europeas.
Haciendo
hincapié en el importante papel del Cristianismo en la historia de los pueblos de
Europa y en el impulso de la Revelación cristiana en la tutela de la dignidad humana
y los derechos inalienables de la persona, el Papa ha reiterado que es «indispensable
y necesario sostener a la vida humana - desde la concepción hasta la muerte natural
- y a la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer».
En
el acto de presentación de las Cartas Credenciales del embajador Ives Gazzo, como
representante de la Comisión de las Comunidades Europeas, Benedicto XVI ha felicitado
al Señor José Barroso, que ha sido reelegido recientemente presidente de la misma
Comisión, expresándole sus mejores deseos en este nuevo mandato.
Afirmando
que «en este año, en que Europa conmemora el vigésimo aniversario de la caída del
muro de Berlín», ha «querido saludar de forma particular este acontecimiento», y ha
viajado a la República Checa, el Santo Padre ha señalado que «en esta tierra probada
por el yugo de una dolorosa ideología», ha realizado una acción de gracias «por el
don de la libertad recobrada que permitió al continente europeo volver a encontrar
su integridad y su unidad».
Refiriéndose a las palabras con las que el embajador
ha definido la realidad de la Unión Europea como «una zona de paz y estabilidad que
reúne a 27 Estados con los mismos valores fundamentales», Benedicto XVI ha puesto
de relieve que la misma «Unión Europea no se dotó con estos valores, sino que son
más bien estos valores compartidos los que la hicieron nacer y los que actuaron como
fuerza gravitacional, que atrajo hacia el núcleo de los Países fundadores a las distintas
Naciones que sucesivamente se han ido incorporando».
Recordando una vez más
las innegables raíces cristianas de Europa y que la Iglesia no desea un estatuto privilegiado
para ella misma, el Papa ha reafirmado que «la igual dignidad de todos los seres humanos,
la libertad religiosa como raíz de todas las demás libertades cívicas, la paz como
elemento decisivo del bien común, el desarrollo humano - intelectual, social y económico
- como vocación divina (cfr Caritas in Veritate, n. 16-19) y el sentido de la historia
son asimismo elementos centrales de la Revelación cristiana, que siguen modelando
la civilización europea».
Poniendo en guardia contra los riesgos del olvido,
que minan el modelo de la civilización del continente europeo y se proponen silenciar
sus raíces cristianas, impulsando el individualismo y el utilitarismo, por encima
de la dignidad humana, el Papa ha recordado que los «inmensos recursos intelectuales,
culturales, económicos de Europa seguirán brindando frutos si permanecen fertilizados
con la visión trascendente de la persona humana, que constituye el tesoro más precioso
de la herencia europea».
En este contexto, Benedicto XVI ha señalado la importancia
del desarrollo integral de la persona y de los pueblos, teniendo en cuenta el bien
común de toda la familia humana, en lo que respecta a la economía y la protección
del medio ambiente.
La Santa Sede sigue con respeto y gran atención la actividad
de las Instituciones europeas, ha reiterado asimismo el Papa, renovando el anhelo
de que Europa sea ‘una casa espiritual’. Por lo que la Iglesia católica se permite
recordar los valores cristianos que son cimiento de la sociedad europea, con el fin
de que se promuevan por el bien de todos.