En el concierto de piano en su honor, el Santo Padre recuerda que la música puede
convertirse en oración
Domingo, 18 oct (RV).- “La gran música, distende el espíritu, suscita sentimientos
profundos e invita casi naturalmente a elevar la mente y el corazón a Dios en cada
situación de la existencia humana. La música se puede convertir en oración”. Así lo
manifestó ayer por la tarde el Santo Padre, tras el concierto que le ofreció en el
Aula Pablo VI la Academia Pianística Internacional de Imola, a 20 años de su fundación.
El evento que contó con la presencia de los padres sinodales, recorrió, con la intervención
de siete instrumentos, la evolución del piano. En el estrado la pianista internacional
china de 33 años Jin Ju. Benedicto XVI en su breve discurso subrayó, en primer lugar,
el alto nivel artístico y el valor histórico del concierto y saludó a todos los
presentes comenzando por los cardenales, obispos, prelados y a los padres sinodales.
En nombre de todos dijo, expreso un “gracias” cordial a la Academia de Piano Internacional
de Imola, y también agradeció a los profesionales y a todos aquellos que hicieron
posible realizar el concierto.
El Santo Padre reflexionó también sobre los
compositores que habían compuesto las obras así como de los instrumentos especiales
que se hicieron sonar: “Este concierto nos ha permitido, una vez más, apreciar la
belleza de la música, lenguaje espiritual y por lo tanto vehículo universal adecuado
para la comprensión y la unión entre personas y los pueblos. La música, forma parte
de todas las culturas y, podemos decir, que acompaña toda experiencia humana, desde
el dolor al placer, del odio al amor, de la tristeza a la alegría, de la muerte a
la vida”.
Vemos, prosiguió Benedicto XVI, cómo a lo largo de los siglos y
de los milenios, la música ha sido utilizada para formar aquello que no se es capaz
de decir con las palabras, porque suscita emociones, por otra parte, difíciles de
comunicar.