2009-10-15 18:07:56

Intervención do Rev.do Owdenburg Moses MDEGELLA, Obispo de la Diócesis Luterana de Iringa (TANZANIA), Delegado Fraterno


Rev.do Owdenburg Moses MDEGELLA, Obispo de la Diócesis Luterana de Iringa (TANZANIA)



Mi intervención se refiere al Instrumentum laboris, capítulo 1, sección 11, página 5, última frase. Una gran parte, sin embargo, ya sido presentada en el sumario del Sínodo del día 13 de octubre. Quisiera hablar brevemente sobre los tres argumentos, a saber: el arrepentimiento, la resistencia y la colaboración.

Citaré textualmente: “aquello que contamina la sociedad africana es, fundamentalmente, lo que viene de dentro del corazón del hombre” (cfr. Mt. 15, 18.19, Mc. 7, 15 y también Gen 4).

Las fuerzas que han explotado África han sido tanto externas como internas. Mucho se ha hablado de fuerzas externas en este Sínodo y en el curso de los años. Voy a hablar de las fuerzas internas.

El arrepentimiento. Para que la auténtica reconciliación, justicia y paz prevalezcan en África es necesaria una “metanoia” adecuada . Los líderes africanos, en todas las esferas de influencia y en todos los sectores de la vida, se deben transformar y a su vez ser agentes de la transformación. Mientras la fe probablemente es acogida, el arrepentimiento no lo es. La Iglesia universal debe llamar a los jefes de las naciones africanas para que se arrepientan por las atrocidades, la brutalidad, el derramamiento de sangre, la violencia, el engaño, el mal uso de los recursos naturales, el excesivo recurso de la fuerza, los abusos, las violaciones, los fraudes electorales, la manipulación, la corrupción y muchas otras cosas.

La resistencia. La Iglesia universal debe resistir ante los jefes que no temen a Dios para hacerles desistir. Más bien, debe llevarles a tener temor de Dios, a ejercitar la sinceridad, respetando la libertad, la justicia y los derechos, así como la dignidad de todas las personas para comprometerse por la paz y la reconciliación.

La colaboración. Con respeto y humildad, creo que ninguna denominación eclesial puede quedar sola cuando se trate de educar sobre la necesidad de reconciliación, paz y justicia. Ninguna Iglesia puede brillar sola y puede realizar el bienestar global. Como luz del mundo y sal de la tierra, la Iglesia universal debe promover el espíritu del ecumenismo con las otras confesiones y promover el diálogo con las otras religiones.








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