2009-10-15 17:57:12

Intervención do Card. Gabriel ZUBEIR WAKO, Arzobispo de Khartoum (SUDÁN)


S. Em. R. Card. Gabriel ZUBEIR WAKO, Arzobispo de Khartoum (SUDÁN)

Intervención consignada por escrito, pero no leída en el Aula.



Lo más importante para nosotros como africanos no es el no dejarnos convencer, dominar y guiar por lo que los siglos más recientes de nuestra historia nos han dejado, que van desde la trata de esclavos, hasta la actual globalización ultra liberal. Sin embargo, detrás de esta verdad patética, se esconde una necesidad imperiosa para cada africano hoy: la necesidad de pelear, con todas nuestras fuerzas, contra nuestra insignificancia, nuestra inconsistencia y deterioro ontológico, para poder construir una nueva sociedad, desprovista de dictadores y prepotencia.

Lo que necesitamos nosotros como africanos es tener el valor de creer en nosotros mismos, de aceptarnos tal cual somos y conquistar el respeto de las naciones del mundo. Antes que nada, es el valor de nuestra “historia completa” lo que nos da la visión honesta de nuestra existencia, de nuestra historia, de nuestra realidad con sus altibajos, con sus momentos de tristezas y alegría para garantizarnos equilibrio.

El problema entre el norte y el sur del Sudán es antiguo como el Sudán mismo. Lo que se conoce como el “Problema del Sur” es una red de tejidos complejos que van desde las desigualdades en cuestiones de desarrollo entre el norte y el sur, hasta la disparidad de oportunidades que da el gobierno central a las poblaciones de dos partes del país, por diferencias raciales y religiosas entre los dos pueblos.

El aislamiento de Sudán es una de sus realidades más dolorosas. La comunidad internacional, las ONGs y otros países limítrofes siempre han tomado posición a expensas del más débil. África necesita respeto en el verdadero sentido de la palabra, y África debe hacerlo por sí misma. La firma del tratado de paz en 2005 marcó el final del conflicto en Sudán. Se han requerido muchos esfuerzos para poner en marcha dicho acuerdo. En este momento de grandes incertidumbres con respecto a la delicada paz en Sudán, necesitamos una intervención recíproca por parte de todas las personas que aman la paz.

La inestable situación en el sur - y en una cierta medida también en el norte- ya no permite una efectiva asistencia para el desarrollo, ni una eficaz puesta en marcha del acuerdo de paz. La comunidad internacional puede hacer muy poco aparte de reaccionar y proveer ayuda. Lo mejor que todos podemos hacer es tratar de manejar el conflicto y evitar que empeore, y este Sínodo puede llegar a trazar una línea de demarcación para la salvación de África.

El último Sínodo se basaba en la filosofía de la comunidad africana como familia de Dios. Este segundo Sínodo debería hacerlo ¡en la ontología africana de la vida! Podría rehabilitar el pasado africano en el presente, como un ingrediente para construir a una nueva África. Cristo vino para darnos la vida, la vida en abundancia. (Jn 10, 10)








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