Intervención do Card. Gabriel ZUBEIR WAKO, Arzobispo de Khartoum (SUDÁN)
S. Em. R. Card. Gabriel ZUBEIR WAKO, Arzobispo de Khartoum (SUDÁN)
Intervención
consignada por escrito, pero no leída en el Aula.
Lo más importante
para nosotros como africanos no es el no dejarnos convencer, dominar y guiar por lo
que los siglos más recientes de nuestra historia nos han dejado, que van desde la
trata de esclavos, hasta la actual globalización ultra liberal. Sin embargo, detrás
de esta verdad patética, se esconde una necesidad imperiosa para cada africano hoy:
la necesidad de pelear, con todas nuestras fuerzas, contra nuestra insignificancia,
nuestra inconsistencia y deterioro ontológico, para poder construir una nueva sociedad,
desprovista de dictadores y prepotencia.
Lo que necesitamos nosotros como africanos
es tener el valor de creer en nosotros mismos, de aceptarnos tal cual somos y conquistar
el respeto de las naciones del mundo. Antes que nada, es el valor de nuestra “historia
completa” lo que nos da la visión honesta de nuestra existencia, de nuestra historia,
de nuestra realidad con sus altibajos, con sus momentos de tristezas y alegría para
garantizarnos equilibrio.
El problema entre el norte y el sur del Sudán es
antiguo como el Sudán mismo. Lo que se conoce como el “Problema del Sur” es una red
de tejidos complejos que van desde las desigualdades en cuestiones de desarrollo entre
el norte y el sur, hasta la disparidad de oportunidades que da el gobierno central
a las poblaciones de dos partes del país, por diferencias raciales y religiosas entre
los dos pueblos.
El aislamiento de Sudán es una de sus realidades más dolorosas.
La comunidad internacional, las ONGs y otros países limítrofes siempre han tomado
posición a expensas del más débil. África necesita respeto en el verdadero sentido
de la palabra, y África debe hacerlo por sí misma. La firma del tratado de paz en
2005 marcó el final del conflicto en Sudán. Se han requerido muchos esfuerzos para
poner en marcha dicho acuerdo. En este momento de grandes incertidumbres con respecto
a la delicada paz en Sudán, necesitamos una intervención recíproca por parte de todas
las personas que aman la paz.
La inestable situación en el sur - y en una cierta
medida también en el norte- ya no permite una efectiva asistencia para el desarrollo,
ni una eficaz puesta en marcha del acuerdo de paz. La comunidad internacional puede
hacer muy poco aparte de reaccionar y proveer ayuda. Lo mejor que todos podemos hacer
es tratar de manejar el conflicto y evitar que empeore, y este Sínodo puede llegar
a trazar una línea de demarcación para la salvación de África.
El último Sínodo
se basaba en la filosofía de la comunidad africana como familia de Dios. Este segundo
Sínodo debería hacerlo ¡en la ontología africana de la vida! Podría rehabilitar el
pasado africano en el presente, como un ingrediente para construir a una nueva África.
Cristo vino para darnos la vida, la vida en abundancia. (Jn 10, 10)