Intervención de Mons. Servilien NZAKAMWITA, Obispo de Byumba (RUANDA)
S. E. R. Mons. Servilien NZAKAMWITA, Obispo de Byumba (RUANDA)
La Iglesia
de Ruanda, en su pastoral de reconciliación, de justicia y de paz después de los desafortunados
acontecimientos del genocidio de los Tutsi y de otras víctimas de guerra, en seguimiento
a los desafíos que ella ha encontrado y que ha, en parte, superado, está convencida
que la obra de la reconciliación es la iniciativa de Dios. Está igualmente convencida
que Dios decidió colaborar con el hombre para realizar este proyecto de reconciliación
y dicha convicción se debe a las experiencias y a los testimonios de reconciliación
que recogemos todos los días a lo largo y ancho del país, en las comunidades eclesiales
de base, en las prisiones, en las oraciones de curación, etc.
Durante la Primera
Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, la Iglesia de Ruanda o ha
estado presente por los motivos que ustedes conocen bien. Los obispos delegados de
la Conferencia Episcopal de Ruanda fueron bloqueados por el inicio de las masacres,
a grande escala, relacionadas con el genocidio del 7 de abril de 1994. En tres meses,
más de un millón de personas inocentes fueron enviadas a la muerte, delante de las
cámaras de la comunidad internacional. Los soldados de la MINUAR (ONU) que se encontraban
allí, recibieron la orden de retirarse, abandonando así a la población que se quería
atacar, a merced de los asesinos armados de machetes, de granadas, fusiles y otras
armas...
El día después de la matanza y cuando la situación pudo ser manejada
por las nuevas autoridades, la Iglesia Católica empezó una Pastoral de reconciliación.
Hubo
resultados notables y testimonios de confesión, de perdón y de reconciliación. Las
mismas autoridades civiles adoptaron el método “Gacaca” para organizar tribunales
populares sobre las colinas, lo que permitió acelerar los juicios de los muchos prisioneros.
La
Comisión de Justicia y Paz, en colaboración con otras comisiones de otros sectores
de la pastoral, siguieron este proceso de reconciliación a través de programas variados
de educación en los valores y de la formación de agentes de la reconciliación mediante
adecuadas técnicas.
En esta pastoral de la reconciliación, la Iglesia Católica
no trabaja de manera hermética, sino que colabora estrechamente con otros credos religiosos
y con las instituciones públicas y privadas sobre la temática de la reconciliación
post-genocidio, principalmente con la Comisión nacional de la unidad y de la reconciliación,
la Comisión nacional de lucha contra el genocidio y la Comisión nacional por los derechos
del hombre, solo para nombrar algunas.
Aún hay casos de traumatismo psíquico,
de discapacidad física y mental y sufrimiento de todo tipo. Las heridas del corazón
se cierran con gran dificultad, las bases de la familia han colapsado provocando una
situación difícil de manejar con huérfanos, viudas y personas sin familia. Aún hay
prisioneros que esperan que la justicia obre para poder salir de ese callejón sin
salida porque seguramente entre ellos hay inocentes.
Debemos también señalar
que en este trabajo de reconciliación ciertos agentes de pastoral aún no han llegado
a una libertad interior, lo que no les permite desempeñar su misión de agentes de
la reconciliación como deberían serlo. Un programa directivo y de rehabilitación debería
ser puesto en marcha con los medios necesarios.