Intervención de Mons. Martin MUSONDE KIVUVA, Obispo de Machakos (KENIA)
S. E. R. Mons. Martin MUSONDE KIVUVA, Obispo de Machakos (KENIA)
El
empobrecimiento se debe a la falta de bienes y de servicios de base, come son los
alimentos, la asistencia sanitaria, el acceso a los servicios médicos o la falta de
instrucción y paz. El resultado de esto implica altos niveles de ignorancia y conduce
a una situación de precariedad en lo relacionado a la salud, y provoca problemas ecológicos
como son la destrucción de la foresta por efecto de la necesidad de carbón y de construcción
de casas y asentamientos urbanos sin planificación que ponen bajo presión la infraestructura
hídrica, desagües y viaria. Además se emplean técnicas agrícolas incompatibles con
el ambiente.
Se necesita examinar los errores de nuestros procesos políticos
para aliviar la pobreza crónica que se manifiesta en las enfermedades, en la falta
de comida, en la delincuencia y en la falta de agua potable. Garantizar a la mayor
parte de los pobres en Kenya el acceso a la seguridad social exige una colaboración
complementaria entre la Iglesia, el gobierno y los partners locales e internacionales.
Todas las personas que tienen la tarea de predisponer el bienestar de la población
deben ser competentes, responsables, abiertas y sensibles en relación de las situaciones
de los grupos vulnerables con la finalidad de alcanzar el anhelado desarrollo humano
integral.
Hoy en día, nuestras poblaciones del continente no alcanzan a ver
satisfechas sus necesidades fondamentales. Hablamos de millones de individuos que
no pueden sacar agua potable, comida y un alojamiento decente; asistimos al representarse
de enfermedades como la poliomelitis que pensavamos había sido erradicada; vemos cultivadores
de café y de té empobrecidos por los escasos ingresos y hemos visto aumentar la tasa
de desocupación. Esto hace aumentar el número de jóvenes que están a la merced de
una élite potente que les recluta para el mundo de la droga y de las bandas criminales.
Sugiero
que como líderes de la Iglesia deberíamos dar el ejemplo ya que el trabajo tenaz rinde,
poniendo en acto políticas que premien las buenas acciones. Debemos desalentar la
cultura de la avidez y promover entre los jóvenes la honestidad y la responsabilidad.