2009-10-14 14:45:30

Intervención de Mons. Martin MUSONDE KIVUVA, Obispo de Machakos (KENIA)


S. E. R. Mons. Martin MUSONDE KIVUVA, Obispo de Machakos (KENIA)



El empobrecimiento se debe a la falta de bienes y de servicios de base, come son los alimentos, la asistencia sanitaria, el acceso a los servicios médicos o la falta de instrucción y paz. El resultado de esto implica altos niveles de ignorancia y conduce a una situación de precariedad en lo relacionado a la salud, y provoca problemas ecológicos como son la destrucción de la foresta por efecto de la necesidad de carbón y de construcción de casas y asentamientos urbanos sin planificación que ponen bajo presión la infraestructura hídrica, desagües y viaria. Además se emplean técnicas agrícolas incompatibles con el ambiente.

Se necesita examinar los errores de nuestros procesos políticos para aliviar la pobreza crónica que se manifiesta en las enfermedades, en la falta de comida, en la delincuencia y en la falta de agua potable. Garantizar a la mayor parte de los pobres en Kenya el acceso a la seguridad social exige una colaboración complementaria entre la Iglesia, el gobierno y los partners locales e internacionales. Todas las personas que tienen la tarea de predisponer el bienestar de la población deben ser competentes, responsables, abiertas y sensibles en relación de las situaciones de los grupos vulnerables con la finalidad de alcanzar el anhelado desarrollo humano integral.

Hoy en día, nuestras poblaciones del continente no alcanzan a ver satisfechas sus necesidades fondamentales. Hablamos de millones de individuos que no pueden sacar agua potable, comida y un alojamiento decente; asistimos al representarse de enfermedades como la poliomelitis que pensavamos había sido erradicada; vemos cultivadores de café y de té empobrecidos por los escasos ingresos y hemos visto aumentar la tasa de desocupación. Esto hace aumentar el número de jóvenes que están a la merced de una élite potente que les recluta para el mundo de la droga y de las bandas criminales.

Sugiero que como líderes de la Iglesia deberíamos dar el ejemplo ya que el trabajo tenaz rinde, poniendo en acto políticas que premien las buenas acciones. Debemos desalentar la cultura de la avidez y promover entre los jóvenes la honestidad y la responsabilidad.








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