2009-10-13 11:31:19

Intervención del Rev.do P. Speratus KAMANZI, Superior General de los Apóstoles de Jesús, Nairobi (KENIA), Oyente


Rev.do P. Speratus KAMANZI, A.J., Superior General de los Apóstoles de Jesús, Nairobi (KENIA)



El Instrumentum Laboris (nºs 113-114; 126-127) especifica la función de las personas consagradas como testigos que abren nuevas perspectivas para las experiencias de reconciliación, justicia y paz. Además, hombres y mujeres, clérigos o no, quienes, según las estadísticas de 2007 son alrededor de 85.040 (en 2007 había 23.154 sacerdotes, 7.921 religiosos fuera del clero, y 61.886 personas consagradas en África. Cf. Secretaria Status Rationarum Ecclesiae, Annuarium Statisticum Ecclesiae 2007, Ciudad del Vaticano 2009), han dado a sabor a la Iglesia en África como la sal de la fe africana. Estos hombres y mujeres están ahora en la cima de la colina, como la luz del mundo. Ellos son la expresión del esfuerzo misionero de hoy por la Iglesia Africana, no sólo de una diócesis a otra, o de un país africano a otro, sino también del Continente Africano a otros Continentes.

Esta nueva expresión de la Iglesia Africana como luz del mundo se manifiesta en las vidas de muchos sacerdotes religiosos y personas consagradas que son misioneros en otros continentes. Hoy, por ejemplo, el Instituto Religioso Misionero de los Apóstoles de Jesús, del que soy el superior general, tiene a 65 de sus 400 miembros, sacerdotes y hermanos, trabajando en América, Italia, Alemania, Bélgica y Australia. Sí, África, que recibe misioneros de Europa y América, ahora está enviando a sus hijos e hijas de vuelta a los Continentes que nos evangelizaron. La profecía del Papa Pablo VI en 1969, estando en Kampala, de que es el momento de que África reclute misioneros para sí misma, está siendo cumplida incluso más allá de los confines de África.

Esta nueva aventura africana de evangelización, como cualquier otra experiencia pionera, tiene sus retos. Necesita aliento y apoyo. Apelo cordialmente a los Padres Sinodales y a las jerarquías de la Iglesia a que nos ayuden a mantener encendida esta ardiente antorcha, para que estos misioneros de ultramar lleguen a ser las auténticas sal de la tierra y luz del mundo africanas. Estos esfuerzos misioneros se hacen ciertamente en beneficio de la Iglesia Universal, si están bien guiados y dirigidos. Necesita nuestra colaboración a todos los niveles, especialmente para organizar a aquéllos que habiendo emigrado a Europa o América, se disfrazan de agentes misioneros aunque en realidad no han sido mandados por ninguna autoridad eclesial.







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