2009-10-13 11:14:08

Intervención de Mons. Timothée MODIBO-NZOCKENA, Obispo de Franceville (GABÓN)


S. E. R. Mons. Timothée MODIBO-NZOCKENA, Obispo de Franceville, Presidente de la Conferencia Episcopal, Presidente de la Asociación de las Conferencias Episcopales de África Central (A.C.E.R.A.C.) (GABÓN)



Nuestra región de África Central continúa siendo teatro de injusticias, divisiones y violencias intolerables. Esto hace actualmente que la vida sea difícil e hipoteca el futuro de nuestro país.

La miseria oprime a la mayor parte de las poblaciones. Los problemas sociales asumen dimensiones alarmantes. Los homicidios, la violencia sexual, los robos, las violencias de todo tipo se han vuelto algo trivial. Estas violencias tienen repercusiones que dejan marcas profundas tanto en los individuos como en la sociedad, porque los corazones están más habitados por el pecado que inclinados a la conversión; la justicia, que produce la paz, se ve burlada; la verdad, que es la única que puede liberar, está ultrajada. Para salir de esta situación, es necesario reaccionar y construir culturas de justicia y de verdad.

La experiencia bíblica nos propone el camino de la reconciliación. La reconciliación transforma las relaciones con Dios, con los demás y con el ambiente. La verdadera reconciliación parte del corazón. Solamente una persona reconciliada con Dios y consigo misma puede ser a su vez fuente de reconciliación. Esta reconciliación se realiza en Jesucristo, el Hijo de Dios, que con su muerte y resurrección ha reconciliado a los hombres con Dios y a los unos con los otros.

Reconciliar a todos los hombres haciendo de ellos una sola familia, la familia de Dios, es y permanecerá la primera misión de la Iglesia. Esto no se reserva sólo a algunos. Es un deber de todos: Obispos, Sacerdotes, laicos y todas las instituciones eclesiales. Los cristianos no deben temer dar testimonio de la propia fe. Este compromiso supone acciones concretas de reconciliación en la Iglesia. Para estar al servicio de la reconciliación, la Iglesia debe ser realmente una familia reconciliada.

El Sínodo debe suscitar en todo el pueblo de Dios una dinámica de reconciliación. Para esto es necesario:

1. Tener en cada Diócesis un organismo que tenga a su cargo el seguimiento regular de la aplicación de las resoluciones del Sínodo.

2. Elaborar una catequesis y una pastoral bíblica que favorezcan la educación a la reconciliación

3.Aprender nuevamente el respeto hacia nuestras tradiciones africanas y hacia la Biblia-

4. Promover la cultura del bien común y del servicio desinteresado en la Iglesia y en la sociedad.







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