2009-10-13 17:09:35

Intervención de Mons. Raymond Leo BURKE, Arzobispo Emérito de Saint Louis, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica


S. E. R. Mons. Raymond Leo BURKE, Arzobispo Emérito de Saint Louis, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica (CIUDAD DEL VATICANO)

La Iglesia, como Esposa de Cristo, es el espejo de la justicia. Debe anunciar y salvaguardar la verdad, citando las palabras del Papa Benedicto XVI, “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”(cfr. Jn 8, 32) y “de la que pueda resultar un desarrollo realmente humano” (Caritas in veritate, n.9). Su enseñanza y su disciplina con respecto al santo matrimonio, por medio del cual la familia, célula primaria de la vida de la Iglesia y de la sociedad, se debe formar y alimentar, es fundamental por su fidelidad como espejo de la justicia en el mundo.-
El tribunal de la Rota, en el que el obispo diocesano ejercita su función de juez en nombre de los fieles que acusan de nulidad el propio matrimonio, es una parte esencial del ministerio de justicia de la Iglesia. Cada obispo, por lo tanto, debe prestar atención e instituir y ordenar de forma adecuada el tribunal de la Rota, responsabilidad que puede cumplir también conjuntamente con un tribunal interdiocesano.
En la cultura contemporánea, es fundamental que la Iglesia anuncie la verdad sobre la unión conyugal entre un hombre y una mujer que, por su misma naturaleza, es exclusiva, indisoluble y ordenada a la procreación. El respeto, por parte de los fieles, de la disciplina de la Iglesia con respecto al matrimonio es uno de los instrumentos válidos para “asistir a las parejas y guiar las familias en los desafíos que encuentran” y para purificar a la cultura de prácticas como los “matrimonios forzados” y la poligamia.
Las decisiones del Tribunal de la Rota reflejan, para los fieles y para la sociedad en general, la verdad sobre el matrimonio y la familia. Los miembros del tribunal, por lo tanto, deben estar bien preparados por medio del estudio del derecho canónico y de la experiencia.
Que pueda la Iglesia, con la celebración de esta Asamblea especial, inspirada en el espíritu peculiar de la cultura africana, ser de manera cada más perfecta el espejo de la justicia relativa al matrimonio y a la familia para el bien de los pueblos de África y del mundo entero.







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