2009-10-13 11:29:53

Intervención de la Hna. Bernadette GUISSOU, Superiora General de las Hermanas de la Inmaculada Concepción, Ouagadougou (BURKINA FASO), Oyente


Rev.da Hna. Bernadette GUISSOU, S.I.C.O., Superiora General de las Hermanas de la Inmaculada Concepción, Ouagadougou (BURKINA FASO)



La Iglesia Familia de Dios forma ya parte de las imágenes más expresivas y más positivas para toda la Iglesia. Dios ha creado la familia para que sea el lugar en el que el ser humano, desde el momento de su concepción hasta el de la partida de este mundo, encuentre un contexto adecuado a su desarrollo natural y su orientación hacia las realidades eternas.

A pesar de la dignidad con la que Cristo la ha revestido, la familia está amenazada por contravalores: el amor conyugal es profanado con demasiada frecuencia, por el hedonismo y las prácticas ilícitas contra la fecundidad (GS 47). Se ponen en el mismo plano, de este modo, por ejemplo, familias tradicionales, familias reconstituidas, familias compuestas por padres del mismo sexo (cfr. Marguerite Peeters, La nouvelle éthique mondiale: Défis pour l’Eglise). La empresa del desmantelamiento de la familia está teniendo éxito. Sus sostenedores han alcanzado su objetivo: los conceptos ideológicos han sustituido a aquéllos que seguían la naturaleza de las cosas: d diversos modos, una ética mundial vehiculada por estos nuevos conceptos ha ocupado el lugar de la moral y se impone cada vez más como autoridad normativa mundial.

Frente a este peligro, el retorno a los valores naturales de la familia, la auto comprensión de los cristianos como Familia de Dios y el compromiso por asumir esta imagen de la Iglesia, constituyen un baluarte seguro para detener la obra de desmantelamiento y destrucción. La familia es la primera célula de la sociedad y de la Iglesia. Todo aquello que la daña, daña al mismo tiempo a la sociedad y a la Iglesia. En todos los niveles de la Iglesia de Cristo, casa de la Familia de Dios, es necesario analizar y explicar a los fieles las intrigas subversivas del desmantelamiento de la familia y hacer de modo que, ya sea en la enseñanza magistral y catequística, ya sea en la predicación, los fieles estén formados en una vida familiar radicada en los valores evangélicos. Al mismo tiempo, la creación efectiva de las comunidades cristianas de base, verdaderos lugares de vida y de expresión concreta de la Iglesia Familia de Dios, ayudará a sanar las heridas de las familias para hacer auténticas Iglesias domésticas según el plan de Dios.








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