2009-10-12 12:33:57

Intervención de Mons. Philip SULUMETI, Obispo de Kakamega (KENIA)


S. E. R. Mons. Philip SULUMETI, Obispo de Kakamega (KENIA)

Este es el momento para hacer una reflexión honesta y preguntarnos qué programas concretos hemos llevado a cabo para lograr que las mujeres participen en forma responsable, auténtica y activa en la vida de nuestra Iglesia. Hemos dado todo por descontado y poco a poco hemos perdido terreno frente a este precioso grupo.
Es de las mujeres que hemos tomado la imagen de la Iglesia como familia de Dios. Es aquí que los sacramentos viven y permanecen activos, y es aquí donde nacen vocaciones y carreras.
Las mujeres en Kenia son las primeras colaboradoras en la misión evangelizadora de la Iglesia y el don de este compromiso debe ser estimulado para eliminar los sufrimientos que afligen al continente. El ejemplo luminoso de las mujeres tiene efectos duraderos para el bienestar de la familia unida en la que la Iglesia se funda. Las mujeres ofrecen la única imagen femenina de Dios que tiene que ser aún promovida en la Iglesia africana.
Las mujeres en Kenia realizan el 80 % de los trabajos agrícolas y el 90 % de los domésticos. Les recuerdo que la mayor parte de ellas lo hacen sin recurrir a los utensilios modernos, ni a la formación e instrumentos con los que se cuenta hoy, sin embargo no se les da nunca valor monetario a lo que realizan. Esto representa una de las formas más graves de “estructuras de pecado” que oprime nuestra familia africana.
Las mujeres están capacitadas para realizar cualquier cosa, si se les ofrece la ocasión de probar lo que pueden llegar a ser. Recuerden que si educan a un hombre, educan un individuo, si educan a una mujer, educan una familia, y si se educan a las mujeres se educa una entera nación.
Pido a esta Asamblea Especial de los Obispos para África que se dé a las mujeres una formación de calidad ofreciéndoles los instrumentos para desarrollar las propias responsabilidades y les sean abiertas todas las puertas de las carreras socales de las que, sin motivo, la sociedad tradicional y moderna tienden a excluirlas. Para realizar esto, los hombres están llamados a un cambio radical y a una fundamental conversión.







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