Intervención de Mons. Fridolin AMBONGO BESUNGU, Obispo de Bokungu-Ikela (REPÚBLICA
DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
S. E. R. Mons. Fridolin AMBONGO BESUNGU, O.F.M. Cap., Obispo de Bokungu-Ikela (REPÚBLICA
DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
La explotación de los recursos naturales es una de las
condiciones para tener una paz durable en la República Democrática del Congo. De hecho,
las continuas guerras que acabamos de vivir nos revelan que los recursos naturales,
que hacen de la República Democrática del Congo un “escándalo geológico”, son a la
vez fuente de felicidad, es decir, una importante ventaja económica para la recuperación
del país y un mal, ya que es una fuente permanente de ambición, de conflictos, de
corrupción y hasta de una mafia internacional de la que los congoleses son cómplices.
Las principales causas de estas guerras económicas, que cuestionan el principio de
soberanía de los pueblos sobre sus recursos son: la inexistencia de un marco jurídico
internacional que controle a las multinacionales y a las industrias de extracción
transnacionales; la militarización del sector minero; le explosión de la demanda de
ciertos minerales que se han vuelto estratégicos; la subordinación de los intereses
diplomáticos frente a los intereses económicos de las grandes potencias, el no respeto
de la dignidad del pueblo congolés del que solo se aprecian sus riquezas, la voluntad
de balcanizar la República Democrática del Congo, aprovechándose de los estados pequeños
más fácilmente manipulables, etc... La Conferencia Episcopal Nacional de Congo (CENCO)
interviene en tres campos prioritarios y ha creado una Comisión Episcopal ad hoc para
los recursos naturales, encargada de seguir de cerca la cuestión de la explotación
de los recursos. Con respecto a la educación, la CENCO ha publicado un vademécum del
ciudadano sobre la gestión de los recursos naturales. Dicho documento pone al hombre
al centro de la explotación de tales recursos, ayuda a los ciudadanos a organizarse
para reclamar a las multinacionales el respeto de las responsabilidades sociales que
tienen; hacer respetar los derechos humanos y comunitarios. Dada la dimensión internacional
de la explotación de recursos, la CENCO espera que las Iglesias hermanas levanten
la voz, en solidaridad con este pueblo que tanto ha sufrido, para que la gestión de
estos recursos, respetando el derecho, pueda convertirse en una ocasión de fraternidad
y de desarrollo.