Intervención del Rev. Pe. Jacob BEYA KADUMBU, Vigário Geral dos Josefinos da Bélgica
Rev. Pe. Jacob BEYA KADUMBU, C.I., Vigário Geral dos Josefinos da Bélgica (UNIÃO DOS
SUPERIORES GERAIS)
El primer Sínodo africano había definido a las Comunidades
eclesiales vivas (CEV) como una prioridad pastoral de las Iglesias de África. Por
esto, la Iglesia africana no puede aceptar los desafíos de la reconciliación, la justicia
y la paz, ignorando la experiencia y la aportación de estas pequeñas comunidades.
Constituyen lugares de prevención y resolución de los conflictos, lugares en los
que el misterio de Cristo se revela y se convierte en realidad conocida, creída y
vivida. En estas comunidades reinan la gratuidad, la solidaridad, un destino común;
se motiva a todos a construir la Familia de Dios, familia abierta de par en par al
mundo, y que no excluye absolutamente a nadie.
Desafortunadamente, este enfoque
está lejos de ser la realidad. Testimonio de ello son algunas masacres y saqueos en
África, en los que están implicados miembros de las CEV. Esto pone en entredicho la
sinceridad de su fraternidad y su solidaridad; por consiguiente, se hace necesario
y urgente que la fraternidad humana de las CEV deje de basarse en la sangre para arraigarse
en la fe en Jesucristo.
A parte del sacramento de la reconciliación, instrumento
privilegiado para la reconciliación con Dios, con uno mismo y con los demás, las CEV
viven otras experiencias de reconciliación, como la pacificación, que no pueden subestimarse.
En definitiva, las CEV siguen siendo lugares de celebración y de vida de las
virtudes teologales.