Intervención del Card. Leonardo SANDRI, Prefecto de la Congregación para las Iglesias
Orientales
S. Em. R. Card. Leonardo SANDRI, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales
(CIUDAD DEL VATICANO)
Doy gracias al Señor que nos permite acercarnos
a la Iglesia de Dios que está en África. En su singular variedad eclesial, África
cuenta con la Iglesia patriarcal de Alejandría de los Coptos católicos y la Iglesia
alejandrina católica de rito ge´ez de Etiopía y de Eritrea. Egipto, junto con la Iglesia
latina, cuenta con la presencia de las comunidades armenia, caldea, greco-melquita,
maronita y sira. Saludo a los hermanos orientales aquí presentes, y extiendo el saludo
a todos los pastores latinos y orientales de África, espiritualmente unidos en esta
asamblea, empezando por Su Beatitud Antonios Naguib, Patriarca de Alejandría de los
Coptos Católicos: agradezco a todos sus innumerables esfuerzos apostólicos. Es una
Iglesia en expansión. El valor social de su misión religiosa se mide por su fidelidad
a lo que es peculiar en ella: salvar al hombre integral, cuya vocación es ultramundana.
El primer impulso por parte de los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y
fieles es favorecer la reconciliación, gracias a la conversión personal, para que
Dios siga llevando a cabo también en África esa "divinización" de todos y de todo
que citan los Padres griegos. El Sínodo quiere volver a proponer el "servicio de la
reconciliación, la justicia y la paz". La propuesta es urgente; pero su eficacia se
medirá siempre por la irrenunciable visión teológica y pastoral que la acompañará.
Que las Iglesias de África, sin ningún temor, sintiéndose en comunión con el Sucesor
de Pedro y con la Iglesia universal, sigan confesando el nombre santo de Cristo Dios,
la obra de salvación que él realizó de una vez por todas y cuya gracia refluye sobre
nosotros perennemente, testimoniando que el verdadero nombre de la reconciliación,
la justicia y la paz coincide con el nombre de Jesucristo, el Crucificado Resucitado,
donador de Espíritu, Piedra angular y Esposo de la Iglesia. La reflexión sinodal sólo
podrá avanzar proficuamente con una fuerte conciencia cristológica y eclesiológica.
Sin renunciar nunca a ella se deberán dar los pasos posibles para redefinir las estrategias
ecuménicas e interreligiosas más cónsonas con el progreso espiritual y social de África.
La situación es distinta respecto de la del Sínodo de 1994, pero se mantienen algunos
graves problemas del pasado. Es importantísimo que los cristianos de África, pastores
y fieles, sean conscientes de que África ha dado mucho en sangre, sudor y lágrimas,
en testimonio de fe, esperanza y amor, que es como decir en respuesta a la santidad.
Quisiera observar una particularidad etíope/eritrea: entre los santos citados en el
nº 36 del Instrumentum Laboris no figura Giustino De Jacobis (1800-1860), el lazarista
que había entendido la importancia de la liturgia ge´ez para el cristianismo del Cuerno
de África y que se había "inculturado" (cfr. nº 73). África no debe dejar de trabajar
por una adecuada inculturación del mensaje cristiano. La exhortación apostólica “Oriental
lumen” presenta a las Iglesias orientales como "ejemplo autorizado" de "inculturación
conseguida" (O.L. cfr. nº. 7). Una relación sana y equilibrada entre "Religión y Tradición
africana" permitirá a la Iglesia curar con la comunidad civil las plagas de África.
Salud, educación, desarrollo socio-económico, tutela de los derechos humanos, sanar
la herida del tribalismo, lucha contra la emigración con programas económicos in situ
que limiten la fuga de los jóvenes (nº 25; nº 65); explotación y neo-colonialismo
(nºs 12, 64, 72, 140), analfabetismo (nº 31), corrupción (nº 57), situación de sujeción
de las mujeres, son problemas que requieren respuestas de caridad laboriosa y formación
completa (cfr. nºs 54, 60, 85, 93,97, 111, 116, 123, 126-128, 129, 133-136). Se imponen
la convivencia y la colaboración sincera entre todos los católicos de los distintos
ritos. Sin este entendimiento se impide el diálogo ecuménico, que da fuerza a los
cristianos en la defensa de la libertad personal y comunitaria y en la profesión pública
de la fe, permitiendo a la Iglesia ser libre y misionera, y a África ser una "sociedad
plural". Lejos de constituir un obstáculo para la unidad, integradas como están en
la situación y en la mentalidad locales, las Iglesias orientales católicas pueden
“construir puentes” (cfr. nº 90) en vistas de la reconciliación, la justicia y la
paz, y del encuentro con el Islam ya en curso en distintos países. Este es también
mi deseo, mientras que con las comunidades de Etiopía y Eritrea reconozco el alcance
simbólico de esa "franja de tierra africana" de la que pueden presumir dentro de los
muros vaticanos: la Iglesia de san Esteban de los Abisinios y el Pontificio Colegio
Etiópico. Veréis en ellos una imagen de la Iglesia que, al acabar el Sínodo, se lanzará
con fuerza y esperanza en los caminos de la reconciliación, la esperanza y la paz
en África, sintiéndose con alegría "sub umbra Petri".