Intervención de Dom Jan OZGA, Bispo de Doumé-Abong' Mbang (CAMARÕES)
S. E. R. Dom Jan OZGA, Bispo de Doumé-Abong' Mbang (CAMARÕES)
Esta
segunda Asamblea Sinodal para África, para producir los frutos deseados, debe pasar,
y esto me parece de extrema importancia, a través de la familia africana. Dado que,
la formación de una nueva cultura de la reconciliación, de la justicia y de la paz
es una obra de la familia antes que de la sociedad. Si estos tres valores arraigan
y toman fundamento y sentido en la familia, esta cultura puede extenderse a nivel
de toda la sociedad africana.
La cultura de la reconciliación se diferencia
del acto de reconciliación por el hecho que éste último es puntual y contingente,
mientras que la primera es un estado mental, fundado en la promoción del amor, de
la caridad, de la conversión, de la misericordia y de otros múltiples valores. Este
preponderante papel corresponde, antes que nada, a los padres y luego a las instituciones
educativas, sociales y eclesiales, según el principio de la corrección fraterna:
“Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él...” (Mt. 18, 15-18).
La justicia es la justa apreciación, el reconocimiento, el respeto por los
derechos y los méritos de cada uno. La familia está llamada a educar en la verdadera
justicia, la única que induce a respetar la dignidad personal de cada uno, como el
Papa Juan Pablo II subrayaba en la Familiaris Consortio. Jesús había dicho ya: “...si
vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos...” (Mt 5,20).
La
cultura de la paz en la familia africana estaba garantizada por el consejo de parental
y familiar, mediante el desarrollo frecuente de la “palabra”, núcleo de felicidad
en la prosperidad individual y colectiva, en relación con Dios, con los hermanos y
hermanas: “bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados
hijos de Dios” (Mt 5, 9).