REFLEXIÓN DE ABUNA PAULOS, PATRIARCA DE LA IGLESIA ORTODOXA ETÍOPE, DELEGADO FRATERNO
REFLEXIÓN DEL DELEGADO FRATERNO SU SANTIDAD ABUNA PAULOS, PATRIARCA DE LA IGLESIA
ORTODOXA ETÍOPE TEWAHEDO (ETIOPÍA)
¡En el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, Único Dios, Amén!
Queridos participantes a esta gran
asamblea de Cardenales y Obispos.
Me siento honrado y privilegiado por haber
sido invitado a este gran Sínodo para dar un breve discurso sobre África y las Iglesias
en este continente. Quisiera expresar mi profunda gratitud a Su Santidad, el Papa
Benedicto XVI, que me quiso hoy aquí entre ustedes y quien, personalmente, me ha dado
testimonio de su amor por África y de su respeto por la Iglesia Etíope Ortodoxa Tewahedo,
durante nuestro último fraternal encuentro aquí en Roma el pasado mes de junio.
África
es el segundo continente más grande del mundo. Es hogar de todo tipo de pueblos con
una gran variedad de colores que viven en armonía y equidad.
Este espectro
de colores es un don que Dios le ha dado a África y ha dotado de belleza al continente.
Ésta es, además, la prueba de que África es el continente en el que los pueblos de
todas las clases viven en igualdad independientemente de la diferencia del color de
la piel y de la raza.
Antropólogos, filósofos y académicos han corroborado
que África, en general, y Etiopía, en particular, son “la cuna de la humanidad”, y
la Sagrada Biblia confirma esta profunda convicción. La historia, según el calendario
etíope, comienza con Adán y Noé. Esto significa que para los etíopes, el inicio de
la humanidad, nuestro presente y nuestro futuro, están marcados, hoy y siempre, por
Dios y Su salvación.
África, cuya antigua dignidad de pueblo está grabada en
las piedras del obelisco de Axum, en las pirámides de Egipto, en monumentos y en manuscritos,
no fue sólo una fuente de humanidad. Según la Sagrada Biblia, África también fue refugio
para los que padecieron el hambre: fue el caso de los judíos en tiempos de Jacob,
cuando transcurrieron siete años en Egipto.
La Sagrada Biblia nos dice que
los judíos y el profeta Jeremías, sufrieron mucho por la agresión de los babilónicos
y fueron puestos a salvo en Etiopía y Egipto. Pueblos provenientes de la parte medio
oriental del mundo saciaron su hambre en las tierras de Egipto y Etiopía.
Jesucristo
mismo y Santa María fueron acogidos en Egipto, cuando huían de la cruel amenaza de
Herodes. ¡Está claro que los africanos cuidan de la humanidad!
África sigue
siendo un continente religioso cuyos pueblos han creído por siglos en Dios todo poderoso.
La reina de Saba le enseñó a sus compatriotas el Antiguo Testamento que ella había
aprendido en Israel. Desde entonces, el Arca de la Alianza se encuentra en la ciudad
de Axum, en Etiopía.
El hijo de la reina de Saba, Manelik I, siguiendo el ejemplo
de su madre fue quien logró llevar el Arca de la Alianza de Moisés a África, en Etiopía.
La
historia del eunuco etíope y la Ley de Moisés, fuerte y bien organizada, unida a las
profundas prácticas religiosas y culturales existentes en Etiopía indican que la Ley
de Moisés se ponía en práctica más en Etiopía que en el mismo Israel. Se puede tener
aun testimonio de ello al estudiar la cultura y el estilo de vida de los etíopes.
Fue
en Alejandría, Egipto, donde la Sagrada Biblia fue traducida a lenguas no hebreas.
Dicha traducción africana es conocida como “Traducción de los Setenta ” (Sebeka Likawunt)
Las
Sagradas Escrituras nos dicen que, al igual que en los tiempos del Antiguo Testamento,
los africanos tenían la costumbre de adorar según la ley de conciencia en el período
del Nuevo Testamento.
El entonces rey de reyes de Etiopía, el emperador Bazen,
fue uno de los reyes que se dirigió a Belén para adorar al niño Jesús.
El Evangelio
nos cuenta que un africano, un hombre de Libia llamado Simón de Cirene, llevó él mismo
la Cruz de Jesús mientras Él se dirigía al Gólgota.
Además, un eunuco etíope
en el año 34 dC fue a Jerusalén a adorar a Dios de acuerdo a la Ley de Moisés. Por
orden del Espíritu Santo el eunuco fue bautizado Felipe. Cuando regresó a África,
predicó el Cristianismo a su nación. De esta forma Etiopía se convirtió en la segunda
nación después de Israel que creyó en Cristo; y la Iglesia etíope se convirtió en
la primera Iglesia en África.
Grandes historias de fe han marcado los primeros
siglos del Cristianismo en África, ya que los africanos han vivido siempre una profunda
caridad y una gran devoción por el Antiguo Testamento.
África es la región
de la que provienen eminentes eruditos y Padres de la Iglesia como san Agustín, san
Tertuliano, san Cipriano, así como san Anastasio y san Kerlos. Estos Padres son venerados
tanto en el continente como en resto del mundo.
San Yared, que compuso preciosos
himnos sacros para la Iglesia y que el mundo ensalza por su extraordinaria creatividad,
también era originario de África. San Yared era un hijo de Etiopía. Sus himnos representan
una de las maravillas del mundo por las que Etiopía es reconocida en el mundo. Las
obras de todos estos Padres caracterizan a África.
Según los eruditos, el primer
Canon de la Sagrada Biblia se definió en África .
La historia también nos recuerda
el martirio de los cristianos en el norte de África, cuando su rey, un no creyente,
blandió la espada contra ellos en su esfuerzo por destruir completamente el Cristianismo.
Al mismo tiempo, los cristianos que fueron maltratados y perseguidos en todo el mundo
fueron a África, especialmente a Etiopía, región en la que han vivido en paz.
Fieles
devotos etíopes también han ofrecido su hospitalidad a los nueve Santos y a otros
miles de cristianos perseguidos en Europa del Este y que fueron llegando a África
por grupos. Las residencias y las tumbas de estos cristianos han sido conservadas
como santuarios sagrados en varios lugares de Etiopía.
En África y en Etiopía
encontramos fragmentos de la Santa Cruz. La parte derecha de la Cruz ha permanecido
en Etiopía en un lugar llamado el monte de Gosén
Los cristianos de África
también han llevado a cuestas la Cruz de Cristo. Pienso en mi Iglesia que recientemente
ha sufrido una terrible persecución durante la dictadura comunista, con muchos nuevos
mártires, entre ellos el patriarca Teófilo y, antes que él Abuna Petros durante el
periodo colonial.. Yo también, que entonces era obispo, pasé varios años en prisión
antes del exilio. Cuando fui nombrado patriarca, al final del periodo comunista, había
mucho que reconstruir. Esta ha sido nuestra tarea, con la ayuda de Dios, la oración
de nuestros monjes y la generosidad de los fieles.
África es un continente
potencialmente rico, con un suelo fértil, recursos naturales y una gran variedad de
especies vegetales y animales. África tiene un buen clima y posee muchos minerales
preciosos. Como es un continente con muchos recursos naturales sin explotar, muchos
les han puesto ya sus ojos encima. Además es innegable que los progresos de la civilización
en otras partes del mundo es el resultado del trabajo y de los recursos de África.
Los
africanos han hecho muchas obras santas por el mundo.¿Qué ha echo el mundo por ellos?
África
ha sido colonizada con brutalidad y sus recursos han sido explotados. Las naciones
ricas que se han desarrollado explotando África se acuerdan de ella cuando necesitan
algo. Jamás han apoyado el continente en su lucha por el desarrollo.
Todas
y cada una de las naciones del continente afrontan distintos problemas y desafíos.
Los problemas pueden ser sociales, políticos, económicos y también espirituales.
Mientras
las condiciones de vida de los pueblos africanos son inferiores a las del resto del
mundo, hay algunas causas que hacen que estos niveles de vida ya de por sí pobres
empeoren y se vayan expandiendo por todo el continente. La falta de acceso a la educación
representa el principal problema, porque los jóvenes no logran recibir una formación
adecuada. Ningún país y ningún pueblo puede desarrollarse y prosperar sin instrucción
ni conocimiento.
Como todos sabemos, no ha sido posible acabar con la pandemia
del SIDA, a pesar de los incesantes esfuerzos. Sin embargo, tenemos que fomentar todas
esas experiencias que nos enseñan a sanar y a resistir a la enfermedad, a dar esperanza
creando una sinergia y proporcionando a África los mismos tratamientos que ha recibido
Europa. Al mismo tiempo, otros tipos de patologías nos amenazan actualmente. Invitamos
al mundo a que trabaje en armonía a este propósito. El Consejo de las Iglesias en
África está haciendo grandes esfuerzos para limitar los problemas que han surgido
en el continente, sobre todo el caos que están creando los extremistas. Los líderes
religiosos de Cristianismo y los fieles en general deben unirse en este esfuerzo.
África
está oprimida por una enorme deuda global que ni las generaciones actuales ni las
venideras podrán colmar.
¿Cómo podemos condenar la guerra civil, normalmente
combatida por niños soldados, que son las propias víctimas de estos actos de trágica
violencia? ¿ Cómo podemos condenar los desplazamientos y las migraciones evidentes
y clandestinas de la población?
La legislación internacional sobre los derechos
humanos afirma que las personas menores de 18 años no pueden formar parte de ningún
grupo armado porque es un “menor”. Sin embargo algunos países siguen obligando a enrolarse
a los menores de 18 años. Esta es una clara violación de los derechos humanos. Por
ello es absolutamente necesario que las autoridades de las Iglesias africanas unan
sus voces para que estos actos se acaben de una vez por todas.
También quisiera
aprovechar esta oportunidad para instar a todas los líderes religiosos a que trabajen
por la paz, a que protejan los recursos naturales que Dios nos ha dado y a que defiendan
la inocencia de nuestros niños.
En muchos países africanos, algunas necesidades
básicas como el alimento, el agua potable y una casa no están cubiertas. En general,
la mayor parte de los africanos vive en una situación en la que escasean las infraestructuras
y los servicios humanos básicos. Aunque África se liberó del colonialismo hace tiempo,
aún existen muchas situaciones que la hacen depender de los países ricos. La enorme
deuda, la explotación de sus recursos naturales por parte de pocos, la práctica agrícola
tradicional y la insuficiente introducción de modernos sistemas de agricultura, la
dependencia de la lluvia por parte de las poblaciones, tienen un impacto negativo
sobre la seguridad alimentaria, y la emigración y la fuga de cerebros están afectando
negativamente al continente.
Espero que, como los señores cardenales y obispos
ya han discutido estos temas anteriormente, este sínodo pueda discutir y proponer
unas posibles soluciones.
Creo que nosotros, como guías religiosos y cabezas
de las Iglesias, tenemos una tarea y una responsabilidad verdaderamente únicas: reconocer
y apoyar, cuando lo consideremos necesario, las sugerencias que nos llegan de la gente,
y rechazarlas cuando sean contrarias al respeto y al amor por el hombre, cuyas raíces
están en el Evangelio.
De los cristianos se espera que sean mensajeros de los
cambios que traen justicia, paz, reconciliación y desarrollo. Es lo que he visto hacer
con decisión y humildad a la Comunidad de San Egidio en toda África: los frutos de
la paz y de la salvación son posibles y debilitan cualquier forma de violencia con
la fortaleza y la inteligencia cristiana del amor. Los líderes religiosos africanos
no sólo tienen que preocuparse por las obras sociales, sino que también deben responder
a las grandes necesidades espirituales de los hombres y de las mujeres de África .
El
apostolado y las obras sociales no se pueden tratar por separado. El compromiso social
es el sentido del apostolado. Cada palabra debe traducirse en práctica. Por tanto
a cada palabra, a cada promesa le tienen que seguir una acción práctica. Se espera
además que los religiosos despierten la conciencia de la gente para que respeten los
derechos humanos, la paz y la justicia. La sociedad necesita de las enseñanzas de
sus religiosos, para que la ayude a resolver sus problemas en unidad y para que deje
de ser la víctima de un problema.
Por eso, las autoridades de las Iglesias
africanas, con el poder de Dios todo poderoso y del Espíritu Santo, debemos expresar
el lenguaje de la Iglesia. Es necesario además saber cuándo, cómo y con quién hablar,
y esto se debe hacer por el bien de las Iglesias.
Estoy verdaderamente muy
contento de participar en este Sínodo de la Iglesia Católica sobre África. Yo soy
africano. Mi Iglesia es la más antigua de África, una Iglesia de mártires, santos
y monjes. Ofrezco mi apoyo como amigo y como hermano a este compromiso de la Iglesia
Católica con África. Le doy las gracias de nuevo a Su Santidad por su invitación y
le deseo una larga vida y un fructífero ministerio.
Hablemos del Evangelio
de Jesucristo al corazón de los africanos y Jesús volverá a África, como hizo cuando
era un niño junto a la Virgen María. Y con Jesús volverán la paz, la misericordia
y la justicia.
¡Que Dios bendiga a las Iglesias en África y a sus pastores!
¡Amén!