Relaćion de Mons. Raymundo DAMASCENO ASSIS, Arzobispo de Aparecida (BRASIL)
S. E. R. Mons. Raymundo DAMASCENO ASSIS, Arzobispo de Aparecida, Presidente del "Consejo
Episcopal Latinoamericano" (C.E.L.AM.) (BRASIL)
1. En primer lugar, como Presidente
del Consejo Episcopal Latinoamericano - CELAM, deseo dar las gracias en particular
al Santo Padre Benedicto XVI por la invitación a participar en esta Segunda Asamblea
Especial del Sínodo de los Obispos para África. Para mi, obispo latinoamericano, es
un privilegio poder compartir el camino de nuestra Iglesia, una, santa, católica y
apostólica, en el continente africano. Quiero participar en este Sínodo con mucha
atención, apertura y oración. Deseo expresar, en este momento, la solidaridad del
Episcopado y de la Iglesia latinoamerica¬na a los queridos hermanos obispos y a toda
la Iglesia que peregrina en el continente africano. Estamos aquí, no sólo para
manifestar nuestra fraternidad con la Iglesia en África, sino también para aprender,
ya que estamos seguros de que las conclusiones de esta Segunda Asamblea Especial ayudarán
también a la Iglesia en América Latina en la misión de reconciliación y en la búsqueda
de la justicia y la paz. 2. África y América Latina son continentes muy diferentes
entre sí; sin embargo, es importan¬te saber que tenemos en América Latina una población
de origen africano más numerosa que la población de nuestros propios pueblos indígenas.
También nos une - en la cruz - el hecho de que en ambos continentes tengamos un alto
índice de población que vive en un estado de pobreza y que necesita los bienes y servicios
básicos para la supervivencia: la alimentación, la casa, la educación y la salud.
En el ámbito político e institucional, en muchos de nuestros países no existe
una democracia suficientemente arraigada en la cultura de la gente y, por esta razón,
no está aún muy consolidada. Las necesidades básicas y urgentes, no cubiertas, de
gran parte de nuestros pueblos provocan la aparición de aventuras políticas, con promesas
populistas, que ilusionan, pero no resuelven los problemas estructurales de la población. También
en el campo político la situación se agrava por la corrupción de la que frecuente¬mente
hablan las noticias y que diferentes organismos y medios de comunicación denuncian;
un fenómeno que lleva a la población, y en especial a la juventud, a adoptar una actitud
conformista y a perder la fe en la política como arte para promover el bien común. 3.
La nueva conciencia mundial de pluralismo cultural ha despertado un nuevo interés
y una nueva forma de representación en América Latina por parte de nuestros pueblos
indígenas y descendientes de africanos. Ello significa un esfuerzo especial de evangelización
y encultura¬ción importante. En el Documento de la V Conferencia General celebrada
en Aparecida, en 2007, podemos leer: “Los indígenas y afroamericanos emergen ahora
en la sociedad y en la Iglesia. Este es un kairós para profundizar el encuentro
de la Iglesia con estos sectores humanos que reclaman el reconocimiento pleno
de sus derechos individuales y colectivos, ser tomados en cuenta en la catolicidad
con su cosmovisión, sus valores y sus identidades particulares, para vivir un nuevo
Pentecostés eclesial”. (DA 91) La Iglesia en América Latina no ha pasado por
unas rupturas tan grandes y dramáticas como la Iglesia en África negra. Por eso, América
Latina ha tenido una experiencia más continua de Iglesia, aunque no han faltado los
sufrimientos y los fracasos y, por eso mismo, posee una múltiple y rica experiencia.
Hoy tenemos una experiencia pastoral más estable, cuya riqueza fue expresada en los
últimos 50 años en nuestras cinco Conferencias Generales - de diferente naturaleza
que los Sínodos - y actualmente en la gran Misión Continental, que tiene como objetivo
situar a la Iglesia en América Latina en un estado de misión permanente. Los documentos
de estas cinco Conferencias Generales siempre le dedicarán, entre las distintas prioridades
pastorales, una especial atención a los campesinos, indígenas y afroamericanos. 4.
Deseo sugerir en esta intervención algunos puntos que podrían ser tema de diálogo
en un posible intercambio fraterno entre las Iglesias de ambos continentes. En el
ámbito episcopal, podemos compartir con África la gran riqueza que han significado
los 54 años de vida del organismo episcopal que represento, el Consejo Episcopal Latino
Americano - CELAM, como instrumento de comunión episcopal y de mutuos servicios dentro
de nuestro episcopa¬do. Se podría, con el incentivo de la Santa Sede, invitar a los
obispos de la Iglesia católica presentes en ambos continentes para un intercambio
de experiencia colegial, pastoral y organizativa, que enriquecería la misión de la
Iglesia. También se podría ampliar la experien¬cia ya existente de las diócesis y
congregaciones religiosas que envían misioneros a la Iglesia en África. En el ámbito
de los seminaristas y sacerdotes, también pienso que sería posible, y mutuamen¬te
enriquecedor, ofrecer unos seminarios para la primera formación sacerdotal en algunas
de las iglesias particulares de América Latina con mayores recursos. Sería una ocasión
para, entre otras ventajas, aprender otro idioma que serviría para fomentar el intercambio
y la comunión entre dos continentes de gran presencia católica. Por parte del CELAM,
también podríamos acoger, con la aprobación de la Santa Sede, en los Institutos Pastoral
y Bíblico, existentes en el CELAM, de Bogotá, a sacerdotes, consagrados, o agentes
laicos de pastoral, para unos cursos de formación.
5. Renuevo mi gratitud
al Santo Padre y a los queridos hermanos obispos de África por haber sido invitado
a participar en este kairós, tiempo de gracia y de conversión, que es la II Asamblea
Especial de los Obispos para África. Que nuestra Señora de Guadalupe, Reina y Patrona
de América, nos acompañe durante esta Asamblea Especial y ayude, con su protec¬ción
materna, a la Iglesia en África a encontrar, con la participación de la sociedad,
el camino de la reconciliación, la justicia y la paz.