2009-10-05 15:52:15

El Papa inaugura los trabajos del Sínodo y subraya que el rechazo de Dios es la base de las injusticias, la corrupción y destruye la paz en la sociedad


Lunes, 5 oct (RV).- Al concluir su meditación introductiva de la primera Congregación general del Sínodo de los Obispos para África, el Papa ha invitado a los prelados africanos a afrontar los trabajos sinodales con el corazón abierto al Espíritu de Dios, sin el cual todo análisis sólo humano de la realidad es insuficiente: «Hemos comenzado nuestro Sínodo invocando al Espíritu Santo, pues bien sabemos que nosotros no podemos hacer lo que es necesrio hacer por la Iglesia y por el mundo, en este momento. Sólo en la fuerza del Espíritu Santo podemos encontrar lo que es recto y seguirlo». 

Haciendo hincapié en que el «Espíritu divino nos permite conocer las realidades humanas a la luz de Dios», Benedicto XVI ha recordado que los límites de los análisis son aquellos meramente sociológicos. Se trata, ha explicado el Santo Padre de análisis ‘horizontales’ que carecen de la dimensión ‘vertical’: «Si la primera relación, aquella fundamental, no es correcta, todas las otras relaciones no funcionan desde lo más profundo. Por lo tanto, todos nuestros análisis del mundo son insuficientes si no consideramos al mundo a la luz de Dios. Si no descubrimos que en la base de las injusticias y de la corrupción hay un corazón que no es recto. Hay una cerrazón hacia Dios y por lo tanto una falsificación de la relación fundamental sobre la cual han pasado todas las demás».  

En su densa meditación, el Papa se ha inspirado en el Himno de la Hora Tercia, la oración que introduce la sesión sinodal matutina. Una vez más, Benedicto XVI ha reiterado la importancia de reconocer ‘la pequeñez humana ante Dios. Pequeñez de la que se derivan todos los vicios que destruyen la red social y la paz en el mundo. En este contexto, el Santo Padre ha destacado la grandeza, gratuidad y la cercanía del amor de Dios: «Las cosas de la ciencia, de la técnica cuestan grandes inversiones, aventuras espirituales y materiales costosas y difíciles. Pero Dios se da gratuitamente. Las grandes cosas de la vida – Dios, el amor y la verdad – son gratuitas y diría que sobre ello debemos meditar a menudo. Sobre esta gratuidad de Dios. Sobre el hecho que no hay necesidad de grandes dones materiales ni intelectuales para estar cerca de Dios: Dios está en mí, en mi corazón y en mis labios».

«El hombre que descubre la intimidad con lo divino debe testimoniarlo con todo su ser. Debe testimoniar la verdad de la caridad de Dios porque ésta es la esencia de la religión cristiana», ha enfatizado luego Benedicto XVI, volviendo a recordar que el cristianismo es Amor: «Es importante que el cristianismo no es una suma de ideas, una filosofía, una teoría. Sino un modo de vivir. Es caridad. Es amor. Sólo así llegamos a ser cristianos: si la fe se transforma en caridad. Si es caridad. Nuestro Dios es por una parte ‘Logos’ - Razón eterna - pero esta Razón es también Amor. No es matemática fría que construye el universo. Esta Razón eterna es fuego. Es caridad. Ya en nosotros debería realizarse esta unidad de razón y caridad, de fe y caridad». 

«La caridad de Dios debe ser anunciada a la humanidad. A cada hombre, que para un cristiano es prójimo y hermano». Evocando al Buen Samaritano de la liturgia de hoy, Benedicto XVI ha puesto de relieve las enseñanzas que nos llegan de aquella parábola y lo bien que se adaptan a la realidad africana: «La caridad no es una cosa individual, sino universal. Universal y concreta. Hay que abrir realmente los confines entre tribus, etnias y religiones a la universalidad del amor de Dios en nuestros ámbitos de vida, todo lo concretamente que sea necesario. Roguemos al Señor que nos done el Espíritu Santo, que os done un nuevo Pentecostés, que nos ayude a ser sus servidores en esta hora del mundo».



Desde el Aula del Sínodo, nos informa el Padre David Gutiérrez RealAudioMP3








All the contents on this site are copyrighted ©.