Carta Pastoral de los obispos argentinos con ocasión de la Misión Continental
Viernes, 21 ago (RV).- Los obispos argentinos han enviado una Carta Pastoral con motivo
de la Misión Continental en la que analizan 43 puntos el significado de Aparecida
que “ha provocado –se lee en la carta- una revisión del estilo evangelizador, redescubriendo
que la misión, es decir la relación con el otro para compartir la fe en Cristo, es
fundamental en la identidad cristiana, dando prioridad a las actitudes y al estilo
evangelizador”.
Por este motivo los obispos argentinos señalan la necesidad
de un camino de “conversión pastoral”, buscando cambiar el modo de transmitir el Evangelio
reconociendo que el Espíritu Santo está en el origen de todo camino de Fe. “Hoy más
que nunca –se lee en la Carta Pastoral aprobada por la 153º Comisión Permanente- se
espera de todo agente evangelizador la conciencia de esta vocación de discípulos misioneros.
El vínculo con Jesús en la dimensión discipular se hace vínculo misionero con los
hermanos para presentarles el amor y la bondad de Dios”. Los prelados argentinos concluyen
encomendándose a la Virgen de Luján, para renovar su compromiso misionero y transmitir
el Evangelio de Cristo para “que todos en Él tengan Vida”.
Texto
completo de la Carta Pastoral:
Carta Pastoral de los obispos argentinos
con ocasión de la Misión Continental
A los sacerdotes, diáconos, comunidades
religiosas, fieles laicos
1. El acontecimiento de Aparecida ha sido para
la Iglesia una invitación a renovar nuestro ardor apostólico y nuestro fervor. Cada
uno de nosotros sabe lo que es “evangelizar” y lo que implica esta vocación en la
Iglesia. Pues “anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no
es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de
su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza
en medio de todas las pruebas” (DA 30).
2. Pero es cierto que siempre
en la Iglesia hay una novedad. Y la novedad está dada por los desafíos que nos marca
el tiempo presente, la época que estamos viviendo. Esta es la maravilla de la presencia
del Espíritu en la Iglesia. El Espíritu siempre sopla para encontrar lo nuevo en lo
ordinario, renovando lo cotidiano, porque es Cristo el que hace nuevas todas las cosas:
“yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?” (Is. 43, 19).
3.
Y lo que hay de nuevo es el Espíritu, que sopla en este tiempo en la Iglesia de nuestro
Continente. ¿Y qué nos dice el Espíritu? ¿Qué nos viene soplando? La necesidad de
renovar (hacer nuevo) nuestro estilo evangelizador. Alcanzar un renovado estilo misionero,
pues “la fuerza de este anuncio de vida será fecunda si lo hacemos con el estilo adecuado,
con las actitudes del Maestro, teniendo siempre la Eucaristía como fuente y cumbre
de toda actividad misionera” (DA 363). La Iglesia en América Latina, reunida en el
Santuario de Aparecida en mayo de 2007, nos viene a decir que la novedad está en definir
la identidad cristiana desde la única vocación de discípulos y misioneros de Jesucristo.1
4.
Uno podría entender que son dos vocaciones distintas: que uno es primeramente discípulo
y después, si se siente llamado, será misionero. Como si esta última fuera una segunda
vocación, y en todo caso, optativa. Sin embargo Aparecida intenta que los cristianos
descubran que por el bautismo tenemos una única vocación discipular y misionera al
mismo tiempo, que el discipulado nos lleva a la misión y la misión nos modela como
discípulos. Sin negar un camino pedagógico, pero descubriendo la unidad de una misma
vocación de discípulos misioneros, como dos caras de una misma moneda.
5.
Este es el gran desafío en este tiempo. Cómo renovar nuestras opciones pastorales
desde la perspectiva misionera, transmitiendo que hay una sola vocación de discípulos
misioneros. Y este desafío es para las comunidades diocesanas, parroquiales y para
todas las áreas y ámbitos pastorales. Como decíamos en Navega mar adentro: “Tenemos
por delante la apasionante tarea de hacer renacer el celo evangelizador, en el horizonte
exigente y comprometido de la pastoral ordinaria.” (NMA 70).
6. Mucho
se habló en torno a la Vª CG en Aparecida, sobre la implementación de una Misión Continental.
Parecía que iban a surgir orientaciones concretas para un camino misionero en todo
el continente. Pero, en una acertada decisión, no apareció junto al Documento Conclusivo,
ningún esquema metodológico que ayude a implementarla al mismo tiempo, de la misma
manera y orgánicamente en todo el continente.
7. La propuesta de Aparecida
es más audaz, va más allá de una misión programática aunque no la excluye. La Misión
que propone Aparecida no está limitada en el tiempo, sino pensada de forma tal que
después que se inicie continúe, que sea una misión permanente. No se trata de programar
una serie de acciones, aunque no lo descarta, sino el comienzo de algo con proyección
indeterminada.
8. Por tal motivo fue madurando una acentuación en la
necesidad de una “conversión pastoral” y un estilo misionero en toda actividad pastoral
ordinaria. Esto no significa que no se hagan gestos misioneros concretos, pero queda
claro que la Misión Continental no debe terminarse en ellos.
9. Por lo
tanto hablar de Misión Continental es decir al mismo tiempo dos cosas:
trabajar
en una “conversión pastoral” que lleve a un estado de misión permanente, a partir
de la pastoral ordinaria,
y realizar misiones organizadas que encarnen y hagan
visible este renovado estilo misionero.
10. Esto permite que cada Iglesia
particular pueda adecuar su camino misionero vinculándolo con las prioridades pastorales
que se vienen trabajando. Así la misión no aparece como punto de partida sin tener
en cuenta el camino anterior, sino que viene a potenciar y renovar lo que se está
haciendo. 2
11. Destacamos que el comienzo de este camino misionero renovado,
coincide con la proclamación del Año Sacerdotal, convocado por Benedicto XVI, y siguiendo
el testimonio del santo Cura de Ars. Esta iniciativa ya está dando sus frutos de gozoso
fervor en los sacerdotes, compartido plenamente con los fieles laicos.
12.
Igualmente tenemos en cuenta que el anuncio de la verdad de Jesucristo es y será siempre
“signo de contradicción”. Hoy abundan modelos antropológicos incompatibles con la
naturaleza y dignidad del hombre. Anunciar integralmente a Jesucristo en nuestros
días exige coraje y espíritu profético, conscientes que la fe deberá engendrar modelos
culturales alternativos para la sociedad actual.
En continuidad con “Navega
mar adentro”
13. Esta urgencia de renovar la identidad cristiana haciéndola
discipular misionera, Aparecida la vincula con un cambio interior, presentado como
conversión pastoral. 3 ¿Qué se entiende por conversión pastoral? No hay dudas que
si hablamos de “conversión”, este término está vinculado a “errores, infidelidades,
incoherencias y lentitudes”4 pastorales que hay que abandonar para que la transmisión
del Evangelio sea más fecunda.
14. La conversión pastoral se expresa
en la firme intención de asumir el estilo evangélico de Jesucristo en todo lo que
hacemos. Estilo que exige, del evangelizador, la acogida cordial, la disponibilidad,
la pobreza, la bondad y la atención a las necesidades de los demás. (cfr. Mt 10, 5-10)
Por este motivo la conversión pastoral tiene que tocar la pastoral ordinaria, empezando
por la parroquia, las capillas, las comunidades, la catequesis, la celebración de
los sacramentos, las estructuras diocesanas, decanales, etc. Y es allí, en nuestra
tarea pastoral ordinaria, donde debemos reconocer que hay “estructuras caducas” y
que es necesario abandonarlas, para favorecer la transmisión de la Fe.
15.
En la tarea pastoral ordinaria la gran “conversión pastoral” pasa por el modo de relacionarse
con los demás. Es un tema “relacional”. Importa el vínculo que se crea, que permite
transmitir “actitudes” evangélicas. Como Jesús en el encuentro con el ciego de Jericó,
que lo llamó, le abrió un espacio para que compartiera su dolor, le devolvió la vista,
y así finalmente, en un vínculo nuevo, el ciego “lo siguió por el camino” (cfr. Mc
10, 46 – 52)
16. La Iglesia ha ido acentuando esta característica pastoral.
Con la llegada del Tercer Milenio, Juan Pablo II sorprende a todos convocando a la
Iglesia a un “camino programático pastoral”5 sostenido por una espiritualidad de comunión
que lleva a la santidad. El modelo está en las relaciones trinitarias que fundamentan
una eclesiología de comunión. En ella el prójimo “es un don para mí”,6 ya que me
transmite el resplandor de amor trinitario que esconde su corazón. La riqueza del
hermano enriquece al evangelizador. Por eso en esta etapa evangelizadora más que hablar
de “destinatarios” de la misión, tenemos que pensar en “interlocutores” con los cuales
encontrarnos para testimoniar a Cristo en un diálogo e intercambio enriquecedor.
17.
La pastoral, entonces, parece desarrollarse en lo vincular, en las relaciones, para
que los programas pastorales no terminen siendo “máscaras de comunión”. Aquí importa
en primer lugar lo que es previo a cualquier programa o acción. Antes de la organización
de tareas, importa el “como” las voy a hacer, el modo, la actitud, el estilo. Así
entonces las tareas son herramientas de un estilo comunional, cordial, discipular,
que transmite lo fundamental: la bondad de Dios.
18. Los obispos en Argentina
así lo entendimos también y el documento pastoral “Navega mar adentro”, del año 2003,
sigue el camino inspirado por Juan Pablo II en la intención de “hacer de la Iglesia
casa y escuela de comunión” (NMA 83). El documento de Aparecida continúa con esta
perspectiva, dándole una dimensión misionera, ya que todo agente pastoral transmite
la fe a partir de la propia persona. Cada cristiano está llamado a dar testimonio
de la bondad de Dios con sus propias actitudes, siguiendo las enseñanzas del Apóstol:
“Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil 2, 5). 19.
La misión lleva al encuentro personal para transmitir a Cristo. La misión es relación,
es vínculo. No hay misión si no me relaciono con el prójimo. La misión necesita de
la cercanía cordial. Y el desafío, desde esta cercanía, es llegar a todos sin excluir
a nadie.
20. En esta cercanía misionera Aparecida confirma la importancia
y la valoración de la religiosidad popular. Camino privilegiado en América latina
que nos lleva a descubrir lo que ya hay de Dios en el corazón de nuestros pueblos,
“el precioso tesoro de la Iglesia Católica en América Latina”.7
Nuevo
punto de partida
21. Para saber cuál tiene que ser el estilo misionero
que debemos implementar hay que partir de una mirada de la realidad con espíritu de
Fe y descubrir algunos elementos esenciales. Como la cuestión social, que “abarca
tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran
sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia” (HB 25). O el “crecimiento
del individualismo y el debilitamiento de los vínculos personales y comunitarios”
(HB 25).
22. Por este motivo no sorprende que la Vª CG tenga como telón
de fondo el desafío de ayudar a plenificar la vida, a tener una vida más digna, bajo
el lema “para que los pueblos en Él tengan Vida”. Y hoy, fundamentalmente, en nuestra
cultura la dignidad de la vida se juega en el eje inclusión – exclusión; comunión
– aislamiento. Y este pasa a ser el horizonte primero de la misión.
23.
El Papa Benedicto XVI presenta estos desafíos y da pistas de reflexión en el discurso
inaugural8. Y dice: ¿Qué nos da Cristo realmente? ¿Por qué queremos ser discípulos
de Cristo? Porque esperamos encontrar en la comunión con él la vida, la verdadera
vida digna de este nombre, y por esto queremos darlo a conocer a los demás, comunicarles
el don que hemos hallado en él.9 En un tiempo donde la sociedad, en su conjunto, se
ha vuelto impersonal, competitiva y, a veces hasta despiadada… la gente busca y necesita
de lugares de acogida y de confianza.
24. Esta necesidad y reclamo parece
ser respondido por Benedicto XVI al dar el marco de la Vª CG en el Discurso inaugural,
cuando dice: “Todavía nos podemos hacer otra pregunta: ¿Qué nos da la fe en este Dios?
La primera respuesta es: nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia
católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión: el
encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto
de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás.
En este sentido, la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica
en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza
(cf. 2 Co 8, 9).”
25. De esta manera la tarea de la Misión Continental
en nuestro país puede concretarse en una pastoral de la Fe.10 Una Fe que ayuda a dignificar
la Vida en Cristo desde una experiencia concreta de inclusión y comunión. Teniendo
en cuenta que “La relación que une al discípulo-misionero con Jesús no es, en primer
lugar, de orden intelectual, sino la adhesión a su Persona por la fe.”11
Acciones
destacadas.
26. En continuidad con el camino metodológico de “Navega
mar adentro” presentamos finalmente algunas acciones destacadas para este tiempo de
renovación misionera que están en estrecha vinculación con las del documento pastoral.
Alentar
un estilo misionero en la pastoral orgánica y diocesana, en especial desde la Parroquia12
27. Para que la Misión no quede sólo en un gesto misionero, el
gran desafío es el de renovar la pastoral ordinaria desde un nuevo estilo misionero.
Para ello es fundamental poner la mirada en la Parroquia como institución pastoral
privilegiada en la tarea evangelizadora. Dice el Documento de Aparecida: “La renovación
de las parroquias, al inicio del tercer milenio, exige reformular sus estructuras,
para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que
sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en
comunión.”(DA 172)
28. Debemos retomar con energía el proceso de la reforma
y conversión de nuestras parroquias. Cada parroquia ha de renovarse en orden a aprovechar
la totalidad de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos
le están encomendados (NMA 72). Para esto es fundamental acoger cordialmente a quienes
se acercan a nuestras comunidades. Será una ocasión para ofrecer el rostro cordial
de la Iglesia y aprovecharlas como lo que son: encuentros privilegiados para la evangelización
(NMA 90, a.). Como la misión comienza en el gesto cordial y cercano para dar testimonio
personal de Cristo debemos hacer de la Iglesia «casa y escuela de comunión» (NMA
83).
Priorizar una pastoral misionera desde la catequesis de iniciación
29.
Es conocida por todos la mayor dificultad que hay hoy en la transmisión familiar de
la Fe. En algunas regiones o ciudades, muchos niños llegan a la catequesis sin saber
hacer la señal de la cruz y se difiere el bautismo de los niños por variados motivos
(NMA 90).
30. Así uno puede encontrar, en algunos barrios no cercanos
a un templo parroquial o capilla, muchos niños sin bautizar. Y si no hay bautismo
no está el vínculo primero y más simple con la Iglesia que es la pertenencia a ella
como una familia (NMA 77).
31. Por eso hay que pensar en cómo encarar
una decidida pastoral bautismal, donde la invitación, a partir del anuncio del Kerygma,
sea la de ofrecer el bautismo para quien no lo tiene o invitando a no diferirlo por
más tiempo en los niños pequeños.
32. La novedad misionera debe estar
en agregar a la preparación pre-bautismal, una pastoral post-bautismal, donde la Iglesia
haga visible que se hace cargo de los hijos que engendra. Que este camino post-bautismal
oriente y acompañe a la culminación de la catequesis de iniciación en la Confirmación
y Eucaristía (NMA 73). Esta pastoral bautismal debe atender también la celebración
litúrgica del sacramento, donde se experimente de verdad que es la comunidad eclesial
quien recibe a sus nuevos miembros.
33. La novedad misionera de esta pastoral
con ocasión de la catequesis de iniciación, también está en el desafío de sostener
a lo largo de la vida la conciencia de la vocación bautismal de discípulos misioneros,
ayudando a desarrollar el potencial misionero que hay en cada bautizado (NMA 76).
34.
Si el objetivo central de la catequesis de iniciación es llevar a las personas a un
verdadero encuentro con Jesucristo y a una inserción en la vida de la comunidad, para
ello el primer espacio de encuentro con El será el conocimiento profundo y vivencial
de la Palabra de Dios, de Jesucristo vivo, en la Iglesia, que es nuestra casa.13
Promover
el compromiso misionero hacia una sociedad justa y responsable. Pastoral Familiar
y Doctrina Social de la Iglesia.
35. Los obispos en Argentina
hemos decidido también tener el Bicentenario (2010 – 2016) como meta y objetivo evangelizador.
La Misión Continental en Argentina no puede estar separada de este acontecimiento,
teniendo en cuenta que su celebración se da en un espacio de tiempo de 6 años. Esto
permite trabajar desde la Doctrina Social de la Iglesia en un camino formativo y de
compromiso con la construcción de la sociedad y en especial poniendo énfasis en la
pastoral familiar y educativa, como se prioriza en Navega mar adentro (NMA 97; HB
32).
36. La misión, desde esta perspectiva, debe ayudar a revertir la
carencia importante de participación de los cristianos, y la ciudadanía en general,
como agentes de transformación de la vida social, económica y política del país, alentando
el paso de habitantes a ciudadanos responsables (HB 34).
37. La misión
es, también, salir “como buenos samaritanos, al encuentro de las necesidades de los
pobres y los que sufren y crear las estructuras justas que son una condición sin la
cual no es posible un orden justo en la sociedad” (DA 537) y desde aquí proyectar,
“como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de
todos”. (HB 5)
Expandir procesos misioneros permanentes
38. Junto
con la renovación misionera de la pastoral ordinaria, habrá que extender la presencia
misionera, al modo de un proceso permanente, incluyendo aquellas acciones puntuales
que ayuden a encender y mantener vivo el ardor misionero. No podemos contentarnos
con esperar a los que vienen. Por tanto, imitando al Buen Pastor que fue a buscar
a la oveja perdida, una comunidad evangelizadora se siente movida continuamente a
expandir su presencia misionera en todo el territorio confiado a su cuidado pastoral
y también en la misión orientada hacia otros pueblos (NMA 90, b).
39.
Este es el ámbito que más reclama una pastoral de conjunto diocesana. Es el obispo
junto a todo el presbiterio, los religiosos y religiosas, y los fieles laicos, quienes
deciden cuáles van a ser las características de esta misión ya que es un servicio
a la Iglesia toda, a la diócesis. Todos tienen que participar con gestos misioneros
comunes: parroquias, comunidades eclesiales de base,14 movimientos laicales, comunidades
educativas en todos sus niveles, pastorales específicas, grupos de lectura orante
de la Palabra de Dios siguiendo el itinerario de la Lectio Divina,15 etc.
40.
Para hacer visible esta opción misionera puede ayudar tener gestos y signos compartidos,
como ser:
el tríptico obsequiado por el Papa Benedicto XVI en Aparecida, acompañado
de una sencilla catequesis sobre su simbología de fe;
la oración de la Misión
Continental preparada con textos del magisterio de Benedicto XVI en Aparecida;
el
logo utilizado en Aparecida puede seguir siendo distintivo para los misioneros y para
los subsidios que se preparen para esa labor;
a estos signos pueden asociarse
otros actos inspirados y simultáneos relacionados con solemnidades litúrgicas, como
Navidad, Pascua o Pentecostés, o fiestas Marianas.
Conclusión
41.
Aparecida provoca una revisión del estilo evangelizador. Redescubre que la misión
(relación con el otro para compartir la fe en Cristo) es fundamental en la identidad
cristiana, dando prioridad a las actitudes y al estilo evangelizador.
42.
Por ello es necesario un camino de “conversión pastoral”, buscando cambiar el modo
de transmitir el Evangelio reconociendo que el Espíritu Santo está en el origen de
todo camino de Fe.
43. Hoy más que nunca se espera de todo agente evangelizador
la conciencia de esta vocación de discípulos misioneros. El vínculo con Jesús en la
dimensión discipular se hace vínculo misionero con los hermanos para presentarles
el amor y la bondad de Dios.
43. Teniendo en cuenta la presencia de la
Iglesia y sus enseñanzas en la construcción de nuestra patria y en el horizonte de
la celebración de su Bicentenario (2010 – 2016) nos encomendamos a nuestra madre,
la Virgen de Luján, para renovar nuestro compromiso misionero y transmitir el Evangelio
de Cristo para “que todos en Él tengan Vida”.
Los Obispos de la 153ª Comisión
Permanente.
20 de agosto de 2009, en la memoria de San Bernardo.
Siglas:
DA “Aparecida.
Documento Conclusivo.”
CELAM, Mayo de 2007.
Oficina del
Libro de la CEA
HB: “Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad”
Conferencia
Episcopal Argentina, Noviembre de 2008.