La defensa del medio ambiente y el respeto de lo creado
Lunes, 17 ago (RV).- El Departamento de Justicia y Solidaridad (Dejusol) del Consejo
Episcopal Latinoamericano (Celam), reunido en la ciudad en Ecuador la pasada semana,
ha hecho llegar su preocupación y reflexión a gobernantes y legisladores sobre la
necesidad de defender el medio ambiente y respetar lo creado, siguiendo de este modo
la advertencia lanzada en más de una ocasión por el Santo Padre Benedicto XVI.
“La
conservación del medio ambiente, la promoción del desarrollo sostenible y la atención
particular al cambio climático son cuestiones que preocupan mucho a toda la familia
humana”, afirmaba el Papa en 2007 recordando que “ninguna nación o sector comercial
puede ignorar las implicaciones éticas presentes en todo desarrollo económico y social”.
En
este sentido desde el Celam constatan que el problema del calentamiento global y el
cambio climático es una realidad presente y permanente que afecta local y globalmente.
Todos los estudios existentes confirman que el calentamiento actual del planeta en
alrededor de poco más de 1 grado centígrado y los cambios climáticos regionales ya
observados, que afectan la calidad de vida de los pueblos, tienen su origen en el
incremento del dióxido de carbono y otros gases de la atmósfera (gases de efecto invernadero,
GEI) debido a la actividad humana desde al menos los últimos 50 años.
La responsabilidad
de estos aumentos corresponde principalmente al consumo de energía, entre ellas la
eléctrica, y al desmonte masivo y quema de bosques y selvas. En este sentido señalan
que el problema del calentamiento global se presenta como un síntoma de la crisis
de un paradigma o modelo socioeconómico basado en la maximización de la ganancia y
el consumo exacerbado de bienes renovables y no renovables. Este modelo inspirado
en el paradigma neoliberal impulsa la búsqueda de la utilidad siempre creciente y
no la satisfacción de las necesidades humanas básicas en la falsa e imaginaria concepción
de un planeta inagotable, proveedor de recursos.
En los quince puntos propuestos
por el Celam para salvaguardar el medio ambiente, se señala asimismo el evidente desequilibrio
ecológico entre ricos y pobres en el planeta. El 25% de la población mundial consume
el 80% de los recursos disponibles. Como señala Benedicto XVI en su encíclica “Caritas
in veritate”: “La riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también
las desigualdades. En los países ricos, nuevas categorías sociales se empobrecen y
nacen nuevas pobrezas. En las zonas más pobres, algunos grupos gozan de una tipo de
superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones
persistentes de miseria deshumanizadora”.
Y es que el Santo Padre se ha detenido
en especial a analizar el problema del medio ambiente en su última encíclica de marcado
carácter social. Sobre el derecho a la alimentación y al agua, Benedicto XVI pone
en evidencia, que estos elementos “tienen un papel importante para conseguir otros
derechos, comenzando ante todo por el derecho primario a la vida. Por tanto, es necesario
que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua
como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones”.
La
Iglesia en este sentido, “tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe
hacer valer en público”, como evidencia el Papa en su “Caritas in veritate”, poniendo
de relieve que al hacerlo, “no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire, como
dones de la creación que pertenecen a todos, sino que debe proteger sobre todo al
hombre contra la destrucción de sí mismo”. Estos desafíos precisamente son los que
evidencia en Celam. “Como discípulos de Jesús –se puede leer en el documento final
de Aparecida- nos sentimos invitados a dar gracias por el don de la creación, reflejo
de la sabiduría y belleza del Logos creador. En el designio maravilloso de Dios, el
hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos
y con toda la creación”. La creación ha sido siempre mediación para la experiencia
de Dios, en la que debemos rastrear las huellas de su presencia. Por esta razón es
necesario recuperar la mirada creyente de gratuidad y belleza sobre ella, que nos
permita crecer en la austeridad y simplicidad de vida. Así, las generaciones futuras
también podrán acceder a la contemplación de Dios que se manifiesta en sus criaturas.