Ángelus: Los mártires nos muestran que el amor vence a la muerte en un mundo marcado
por el nihilismo consecuencia de la negación de Dios
Domingo, 9 ago (RV).- Benedicto XVI ha dirigido hoy el rezo mariano del Ángelus desde
el balcón del palacio Apostólico de Castel Gandolfo, localidad cercana a Roma en la
que se encuentra pasando estos calurosos días de agosto. Como hiciera el pasado domingo
en el marco del Año Sacerdotal, el Santo Padre ha recordado hoy también los nombres
y ha meditado sobre los santos que la liturgia recuerda estos días.
Excepto
santa Clara de Asís, todos los demás santos que conmemoraremos a lo largo de esta
semana son mártires, de los cuales dos fueron asesinados en el campo de concentración
de Auschwitz. Se trata de santa Teresa Benedicta de la Cruz -Edith Stein-, y san Maximiliano
Kolbe.
Evocando la vida de estos dos mártires, el Papa se ha detenido a analizar
el significado de los campos de concentración nazis, que como cualquier campo de exterminio,
se pueden considerar como “símbolo extremos del mal, del infierno que se abre sobre
la tierra, cuando el hombre olvida a Dios y lo sustituye, usurpándole el derecho de
decidir qué es el bien y el mal, y dar la vida o la muerte”.
“Por desgracia
–ha proseguido el Papa- este triste fenómeno no está relacionado sólo a los campos
de concentración. Estos son sólo la punta final de una realidad amplia y difundida,
a menudo con límites borrosos”.
La vida de santa Teresa Benedicta de la Cruz
-nacida en la fe judía y que conquistada por Cristo en edad adulta se convirtió en
monja carmelita finalizando su existencia con el martirio-, y de san Maximiliano Kolbe
-hijo de Polonia y de san Francisco de Asís y gran apóstol de María Inmaculada-, nos
lleva a reflexionar sobre la profunda divergencia que existe entre el humanismo ateo
y el humanismo cristiano. “Una antítesis que atraviesa toda la historia, pero que
al final del segundo milenio, con el nihilismo contemporáneo, ha llegado a un punto
crucial como apreciaron grandes pensadores y literatos, y como han demostrado ampliamente
los últimos acontecimientos”.
En este sentido Benedicto XVI ha recordado que
por un lado está la exaltación de la libertad como único principio del hombre, y por
otro, tenemos a los santos: “Por un lado, existen filosofías e ideologías, e incluso
modos de pensar y de actuar, que exaltan la libertad como único principio del hombre,
como arbitrariedad, en alternativa a Dios, y de este modo transforman al hombre en
un dios, un dios equivocado, que hace de la arbitrariedad el propio sistema de comportamiento.
Por otro lado, tenemos precisamente a los santos que, practicando el evangelio de
la caridad, hacen de la esperanza su razón, mostrando el rostro del verdadero Dios,
que es Amor, y al mismo tiempo, el rostro auténtico del hombre, creado a imagen y
semejanza divina”.
A santa Teresa Benedicta de la Cruz y san Maximiliano Kolbe,
el Papa ha unido otras figuras espléndidas de mártires de la Iglesia de Roma, como
san Ponciano Papa, san Hipólito sacerdote, y san Lorenzo diácono. “¡Qué maravillosos
modelos de santidad nos propone la Iglesia! –ha exclamado el Papa- Estos santos son
testigos de esa caridad que ama ‘hasta el final’, y no tiene en consideración el mal
recibido, sino que lo combate con el bien (cfr 1 Cor 13,3-4). De ellos podemos aprender,
sobre todo nosotros los sacerdotes, el heroísmo evangélico que nos empuja, sin temer
nada, a dar la vida por la salvación del alma. ¡El amor vence la muerte!”.
Benedicto
XVI ha concluido su alocución previa al rezo mariano del Ángelus exhortando a la Virgen
María, para que ayude sobre todo a los sacerdotes, a ser santos como lo fueron los
testimonios que hoy ha evocado, porque “éste es el único modo para ofrecer una respuesta
creíble” al ser humano del mundo contemporáneo: “la respuesta de la caridad en la
verdad”.
Y tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos,
el Papa ha saludado a todos los presentes en varias lenguas. En especial el Papa se
ha dirigido a los fieles polacos que estos días peregrinan a pie al santuario de Jasna
Góra (Czestochowa), deseándoles que este camino dé numerosos frutos, como la conversión
de los corazones, y el don de la divina misericordia.
En español éste ha sido
el caluroso saludo que Benedicto XVI ha dedicado a los numerosos peregrinos de nuestra
lengua presentes en Castel Gadolfo, entre los cuales se encontraba un nutrido grupo
de jóvenes: “Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española que se unen a esta oración del Ángelus. Especialmente
al grupo de la pastoral juvenil de Toledo, acompañados por su arzobispo. En el Día
del Señor, invito a todos a buscar en la Eucaristía el pan bajado del cielo, el alimento
que perdura y da la vida eterna. Que la Santísima Virgen María interceda para que
nunca falte este sustento de nuestra esperanza y nuestros esfuerzos por la paz. Feliz
domingo”.