2009-07-13 14:12:45

El mundo defiende el valor de la justicia internacional el próximo 17 de julio


Lunes, 13 jul (RV).- Justicia: “Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece”. A través de esta definición dada por la Real Academia Española de la Lengua, se exalta la importancia que este valor tiene en nuestros días y que adquiere a lo largo del tiempo al ampliarse no sólo a territorios nacionales, sino también internacionales. Porque como recordaba Benedicto XVI en uno de sus discursos, “para poder responder duraderamente a las aspiraciones de los pueblos a la verdadera paz, don que nos viene de Dios, tenemos también el deber de comprometernos a construirla sobre los fundamentos sólidos, que son la verdad, la justicia y la solidaridad”.



Es indudable que la defensa del valor de la justicia internacional tiene que ser defendido, por este motivo se ha establecido que cada 17 de julio se celebre en todo el mundo el Día de la Justicia Internacional, con el fin de que todos los Estados consoliden su compromiso con la justicia internacional.



A lo largo de los años, casi la mitad de la comunidad internacional ha ratificado el Estatuto de Roma por el que se comprometen a iniciar investigaciones y enjuiciamientos por delitos tipificados en cada uno de sus tribunales nacionales. En particular, a raíz de una remisión del gobierno de la República Democrática del Congo, el fiscal anunció el inicio de la primera investigación de la Corte Penal Internacional sobre delitos graves cometidos en ese país. La investigación abarcó crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra, como asesinato, violación y tortura, cometidos en este país en el que perdieron la vida tres millones de personas a causa del conflicto generado en la República Democrática del Congo en 1998.



“Deseo que la comunidad internacional se comprometa con firmeza en favor de la paz y de la justicia”, de este modo Benedicto XVI volvía a hacer un llamamiento a toda la Comunidad Internacional para que estableciera la paz, la cual, según el propio Santo Padre, “comienza dentro de cada país, mediante la búsqueda de relaciones de amistad y colaboración entre las diferentes comunidades étnicas, culturales y religiosas – a lo que el Papa añadió que - La fe auténtica no puede engendrar violencia; al contrario, favorece la paz y el amor. A pesar de las dificultades, la Iglesia católica está comprometida a proseguir sus esfuerzos para impulsar la comprensión y el respeto entre los creyentes de las diferentes tradiciones religiosas”.



Y es que, en este sentido todos los Estados tienen que aprovechar la oportunidad de consolidar su compromiso con la justicia internacional ratificando el Estatuto de Roma a fin de aceptar la jurisdicción de la Corte Penal Internacional y reformando la legislación nacional existente o promulgando leyes nuevas para abarcar el genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra. La comunidad internacional debe, asimismo, garantizar que todo el sistema de justicia internacional sea efectivo, a todas las instituciones que se tienen que encargar de hacer justicia a todas las víctimas, cumpliendo las más estrictas normas de justicia internacional y recibiendo el apoyo económico y político necesario para funcionar con eficacia, ya que no garantizar esto supone comprometer la justicia y menoscabar el imperio de ley.



Benedicto XVI afirmaba en este sentido que “el noble objetivo de conseguir el bien común a través de una vida social ordenada sólo puede lograrse si los líderes políticos garantizan el bienestar de las personas y los grupos con espíritu de integridad y justicia”, recordando al mismo tiempo las palabras de su predecesor, Juan Pablo II, cuando señalaba que “solamente surgirá un mundo mejor si se construye sobre sólidos fundamentos de sanos principios éticos y espirituales”.








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