2009-07-08 16:01:44

Cultura y Humanismo: mensajes del Papa a los líderes del G8


Miércoles, 8 jul (RV).- En medio de imponentes medidas de seguridad ha dado inicio hoy en la localidad italiana del Aquila, la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno del G8, que engloba a los representantes de los siete países más industrializados del mundo, más Rusia. El hambre en el mundo, el cambio climático, y las medidas a tomar frente a la crisis económica mundial, serán los argumentos principales que se analizarán hasta el 10 de julio, cuando la reunión se amplíe a otras potencias completando un panorama mundial de más de 40 jefes de Estado del planeta. Algunos de ellos visitarán al Santo Padre Benedicto XVI, como el presidente estadounidense Barak Obama, quien será recibido por el Papa al finalizar la reunión del G8 el 10 de julio.



Ante la reunión del G8, los presidentes de las Conferencias episcopales de estos países -Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia, Escocia, Inglaterra y Gales, y Estados Unidos-, enviaron la semana pasada una carta a sus respectivos mandatarios para pedir que se tuviera en cuenta a los más pobres entre las discusiones en programa, una preocupación que comparte en particular el obispo del Aquila, monseñor Giuseppe Molinari, quien celebró el pasado viernes una vigilia de oración para invocar la bendición del Señor para la reunión del G8. “Rezamos para que los jefes de Estado y de Gobierno pueda hacer que, gracias a sus elecciones, se asegure el bien para todo el mundo, en particular para los pobres e indefensos que a causa de la crisis económica mundial, arriesgan pagar un precio más alto que otras poblaciones. El obispo de la diócesis del Aquila, se auguró que esta reunión dé luz de nuevo a la desgracia de las personas que se vieron afectadas por el terremoto del pasado 6 de abril que dejó casi 200 muertos y miles de personas sin casa.



Benedicto XVI ha estado siempre atento a estas reuniones del G8. De hecho, en 2007, el Pontífice se dirigió a estos mandatarios que se reunieron en Japón con ocasión de esta cumbre anual. Durante aquellos días se elevaron también como hoy numerosas voces —entre ellas las de los presidentes de las Conferencias episcopales de las naciones del G8— para pedir que se cumplieran los compromisos asumidos en los precedentes encuentros del G8 y se tomaran con valentía todas las medidas necesarias para vencer los azotes de la miseria, el hambre, las enfermedades y el analfabetismo, que afligen aún a gran parte de la humanidad. El Pontífice se unió a este apremiante llamamiento a la solidaridad, dirigiéndose a los participantes, “para que pongan en el centro de sus deliberaciones las necesidades de las poblaciones más débiles y más pobres, cuya vulnerabilidad hoy ha aumentado a causa de las especulaciones y de las turbulencias financieras, y de sus efectos perversos sobre los precios de los alimentos y de la energía”. Por último Benedicto XVI deseó que “la generosidad y la clarividencia ayuden a tomar decisiones que permitan relanzar un proceso equitativo de desarrollo integral, para salvaguardar la dignidad humana”.



Un año antes Benedicto XVI había enviado un mensaje similar a la canciller alemana Angela Merkel que presidía la reunión del G8. El Papa elogiaba que el tema de la pobreza estuviera como punto central de la agenda de la reunión. “Para los países pobres –dijo el Papa- sería preciso crear y garantizar, de modo seguro y duradero, condiciones comerciales favorables que incluyan sobre todo un acceso amplio y sin reservas a los mercados”.



Este año también el Papa ha querido dejar oír su voz ante la reunión del G8 que hoy ha dado inicio, y en este sentido, recientemente ha llamado la atención de los líderes de la comunidad internacional, especialmente de los que forman parte del grupo del G8, sobre el papel social que desempeña la religión. El pontífice invitó además a la cumbre del G8, a adoptar medidas que promuevan el bien común. Éste será precisamente el contenido del mensaje de la carta que entregarán a los líderes del G8, los participantes en la conferencia internacional de diálogo interreligioso, que se celebró en Roma entre el 16 y 17 de junio.



Asimismo, la semana pasada, el Pontífice pidió, a través de una carta dirigida a los líderes mundial del G-8 “una reforma de la economía mundial que evite la especulación crediticia y que se tenga en cuenta y escuche también la voz de África y de los países menos desarrollados económicamente, porque la legitimación ética de sus compromisos políticos exige que se confronten con el pensamiento y las necesidades de toda la Comunidad Internacional”.








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