Cultura y Humanismo: mensajes del Papa a los líderes del G8
Miércoles, 8 jul (RV).- En medio de imponentes medidas de seguridad ha dado inicio
hoy en la localidad italiana del Aquila, la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno
del G8, que engloba a los representantes de los siete países más industrializados
del mundo, más Rusia. El hambre en el mundo, el cambio climático, y las medidas a
tomar frente a la crisis económica mundial, serán los argumentos principales que se
analizarán hasta el 10 de julio, cuando la reunión se amplíe a otras potencias completando
un panorama mundial de más de 40 jefes de Estado del planeta. Algunos de ellos visitarán
al Santo Padre Benedicto XVI, como el presidente estadounidense Barak Obama, quien
será recibido por el Papa al finalizar la reunión del G8 el 10 de julio.
Ante
la reunión del G8, los presidentes de las Conferencias episcopales de estos países
-Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia, Escocia, Inglaterra y Gales, y Estados
Unidos-, enviaron la semana pasada una carta a sus respectivos mandatarios para pedir
que se tuviera en cuenta a los más pobres entre las discusiones en programa, una preocupación
que comparte en particular el obispo del Aquila, monseñor Giuseppe Molinari, quien
celebró el pasado viernes una vigilia de oración para invocar la bendición del Señor
para la reunión del G8. “Rezamos para que los jefes de Estado y de Gobierno pueda
hacer que, gracias a sus elecciones, se asegure el bien para todo el mundo, en particular
para los pobres e indefensos que a causa de la crisis económica mundial, arriesgan
pagar un precio más alto que otras poblaciones. El obispo de la diócesis del Aquila,
se auguró que esta reunión dé luz de nuevo a la desgracia de las personas que se vieron
afectadas por el terremoto del pasado 6 de abril que dejó casi 200 muertos y miles
de personas sin casa.
Benedicto XVI ha estado siempre atento a estas
reuniones del G8. De hecho, en 2007, el Pontífice se dirigió a estos mandatarios que
se reunieron en Japón con ocasión de esta cumbre anual. Durante aquellos días se elevaron
también como hoy numerosas voces —entre ellas las de los presidentes de las Conferencias
episcopales de las naciones del G8— para pedir que se cumplieran los compromisos asumidos
en los precedentes encuentros del G8 y se tomaran con valentía todas las medidas necesarias
para vencer los azotes de la miseria, el hambre, las enfermedades y el analfabetismo,
que afligen aún a gran parte de la humanidad. El Pontífice se unió a este apremiante
llamamiento a la solidaridad, dirigiéndose a los participantes, “para que pongan en
el centro de sus deliberaciones las necesidades de las poblaciones más débiles y más
pobres, cuya vulnerabilidad hoy ha aumentado a causa de las especulaciones y de las
turbulencias financieras, y de sus efectos perversos sobre los precios de los alimentos
y de la energía”. Por último Benedicto XVI deseó que “la generosidad y la clarividencia
ayuden a tomar decisiones que permitan relanzar un proceso equitativo de desarrollo
integral, para salvaguardar la dignidad humana”.
Un año antes Benedicto
XVI había enviado un mensaje similar a la canciller alemana Angela Merkel que presidía
la reunión del G8. El Papa elogiaba que el tema de la pobreza estuviera como punto
central de la agenda de la reunión. “Para los países pobres –dijo el Papa- sería preciso
crear y garantizar, de modo seguro y duradero, condiciones comerciales favorables
que incluyan sobre todo un acceso amplio y sin reservas a los mercados”.
Este
año también el Papa ha querido dejar oír su voz ante la reunión del G8 que hoy ha
dado inicio, y en este sentido, recientemente ha llamado la atención de los líderes
de la comunidad internacional, especialmente de los que forman parte del grupo del
G8, sobre el papel social que desempeña la religión. El pontífice invitó además a
la cumbre del G8, a adoptar medidas que promuevan el bien común. Éste será precisamente
el contenido del mensaje de la carta que entregarán a los líderes del G8, los participantes
en la conferencia internacional de diálogo interreligioso, que se celebró en Roma
entre el 16 y 17 de junio.
Asimismo, la semana pasada, el Pontífice
pidió, a través de una carta dirigida a los líderes mundial del G-8 “una reforma de
la economía mundial que evite la especulación crediticia y que se tenga en cuenta
y escuche también la voz de África y de los países menos desarrollados económicamente,
porque la legitimación ética de sus compromisos políticos exige que se confronten
con el pensamiento y las necesidades de toda la Comunidad Internacional”.