Caritas in veritate, un análisis de la situación del mundo globalizado
Viernes, 4 dic (RV).- Con esta entrega terminamos
la reflexión sobre la Encíclica Caritas in veritate del Papa Benedicto XVI, publicada
el 7 de junio del 2009. Es una encíclica que se inserta en la Doctrina Social de la
Iglesia, no sólo porque aborda los problemas sociales más acuciantes para la humanidad
en nuestros días, sino porque ofrece el criterio del amor en la verdad para la actuación
nuestra como cristianos en este nuevo contexto. Desde la publicación de la primera
encíclica social, la Rerum novarum del Papa León XIII en el año 1881, la Iglesia pide
a los cristianos un compromiso más visible en el área social, siendo consecuentes
con las enseñanzas del Evangelio, donde en muchos pasajes vemos la preocupación de
Jesús por la situación de sus conciudadanos, y sobre todo porque el mismo Señor ha
puesto los parámetros sobre los cuales seremos juzgados en el Cielo: tuve hambre y
me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, enfermo
y en la cárcel y me visitaste. Son estas situaciones que Jesús ejemplificó para que
entendiéramos que si bien nuestro trabajo como cristianos es hacer visible el Reino
de Dios en la tierra, ese reino lamentablemente será una tarea mientras haya hermanos
que sufran en su vida las consecuencias del atraso, del subdesarrollo y de la pobreza.
Siendo fieles a las enseñanzas de Jesús, y con la orientación de la Doctrina Social
y de nuestros pastores, como Iglesia, estamos llamados a contribuir al progreso de
los pueblos y a la defensa del valor mayor que nos ha enseñado Jesús, la dignidad
de la persona humana.
Jueves, 3 dic (RV).- La encíclica Caritas
in veritate de Benedicto XVI termina con el número 79 que es la segunda parte de la
conclución. Este número comienza con esta afirmación: “el desarrollo necesita cristianos
con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el
amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo,
no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don”. Por ello, por ser don es que
se debe acudir a Dios en oración, invocarlo como Padre Nuestro que es. El Papa dice
que el desarrollo conlleva atención a la vida espiritual, tener en cuenta seriamente
la experiencia de fe en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en
la Providencia y en la Misericordia divina, de amor y perdón, de renuncia de uno mismo,
de acogida del prójimo, de justicia y de paz. Todo esto es indispensable, dice el
Pontifice, para transformar los corazones de piedra en corazones de carne, y hacer
así la vida terrena más “divina” y, por tanto, más digna del hombre. El final es dedicado
a nustra Madre del Cielo, la Virgen María, proclamada por Pablo VI como Mater Ecclesiae,
Madre de la Iglesia, y honrada por Benedicto XVI como Speculum iustitiae y Regina
Pacis, Espejo de Justicia y Reina de la Paz.
Miércoles, 2 dic (RV).- Con el número 78 llegamos
a la conclusión de la Caritas in veritate, la encíclica social de Benedicto XVI. Y
se parte de la afirmación que “sin Dios el hombre no sabe a donde ir ni tampoco logra
entender quién es”. El Papa plantea que ante los grandes desafíos que le plantea al
hombre de hoy el desarrollo de los pueblos, viene en nuestro auxilio la palabra de
Jesucristo, que nos dice “sin mí no pueden hacer nada”, y a la vez nos anima al decirnos
“yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final del mundo”. Estas expresiones
son para nosotros, los creyentes, la confirmación y la certeza que en nuestras luchas
no estamos solos, Dios está con nosotros y nos acompaña. Y si Dios está con nosotros,
entonces seremos capaces de gobernar el progreso de los pueblos hacia la meta de la
mayor humanización que es el anhelo de todos los habitantes de esta tierra. Si bien
mucha gente está trabajando, estudiando y poniendo en práctica los conocimientos para
hacer avanzar a la humanidad, nosotros los creyentes debemos con nuestra fe dar orientaciones
para que ese progreso no deshumanice, sino que alcance el verdadero fin para el que
fuimos creados, que ser felices como co-creadores en esta tierra, compartida por todos.
De modo que ante los absolutismos de tipo ideológico, y de aquellos religiosos, estamos
llamados a contagiar el amor de Dios por la humanidad y a contribuir con nuestro trabajo
y esfuerzo para alcanzar el anhelado desarrollo de los pueblos.
Martes 1 dic
(RV).- Con el número 77 finaliza
el capítulo sexto de la Caritas in veritate, en el que se abordaron los problemas
generados por la técnica para el desarrollo de los pueblos. Con este número finaliza
también el cuerpo de la encíclica que dedica los dos últimos números a la conclusión.
En este número 77 se plantea la dificultad que tiene el mundo tecnificado de hoy para
percibir lo que no se explica con la pura materia, especialmente la realidad espiritual
del ser humano. De todos modos el Papa hace alusión a que todos los seres humanos
tenemos experiencias de tantos aspectos inmateriales y espirituales, es decir, forman
parte de nuestra existencia humana. Benedicto XVI apela al concepto de conocimiento
para indicar estas realidades inmateriales, ya que es experiencia del ser humano aprehender
con sus sentidos los datos esenciales de las cosas para entonces proceder a las generalizaciones
del conocimiento. Y dentro de las cosas que se conocen está la realidad del amor,
el cual se siente, se expresa, pero no se puede materializar como realidad en cuanto
tal. El Pontífice nos pide que vayamos más allá de los simples datos materiales, que
tengamos apertura para percibir la dimensión espiritual de las personas, y así poder
concretizar un desarrollo que sea integral para todas las personas.
Lunes,
30 nov (RV).- Benedicto XVI en el
número 76 de la Caritas in veritate comienza a abordar la temática de la espiritalidad,
que en un ambiente dominado por el tecnicismo y el cientificismo con seguridad sufre,
y hace sufrir a los creyentes. El Papa dice que la consideración desde el ámbito técnico
de los problemas y fenómenos de la vida interior hace que los mismos sean considerados
como aspectos de índole psicológica y neuronal. Siendo así, la interioridad del hombre
se vacía y la consideración ontológica del alma humana no tiene ni siquiera sentido.
Benedicto XVI afirma que el problema del desarrollo está estrechamente relacionado
con el concepto que tengamos del alma del hombre, para no reducir al hombre a un mero
ente psicológico y considerar la salud del alma como un problema de bienestar emotivo.
El Papa dice que el origen de este pensamiento está en la ignorancia y la profunda
incomprensión de lo que es la vida espiritual, lo que a su vez lleva a excluir esta
problemática del desarrollo. Si bien el desarrollo debe consistir en alcanzar mejoras
materiales, también debe comportar un progreso espiritual porque el hombre es uno
“en cuerpo y alma”, nacido del amor de Dios y destinado a vivir eternamente. La exclusión
de la realidad espiritual lleva a la persona, sobre todo en las sociedades opulentas,
a llenar los vacíos de identidad y de sentido con nuevas formas de exclavitud, como
las drogas. La solución no son los fármacos, sino volver a la vida espiritual, y en
definitiva, volver a Dios.
Domingo, 29 nov (RV).- Continuando la reflexión
sobre los problemas bioéticos actuales, Benedicto XVI en el número 75 de su encíclica
social, retoma una idea de Pablo VI que la aplica a la forma como se vive la bioética
en la actualidad. Así como Pablo VI en la Populorum progressio había percibido y señalado
el alcance mundial de la cuestión social, Benedicto XVI en este encíclica plantea
que esa cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica.
Esto en virtud de que la ciencia actual está tratado de intervenir y manipular la
vida humana, desde las técnicas de fecundación asistidas y hasta prescindiendo del
hombre y de la mujer, hasta la manipulación de la muerte de la persona con los planteamientos
de la eutanasia. Es un amplio espectro de situaciones que afectan a la esencia del
ser humano, y por ello la afirmación hecha más arriba, de que hoy la cuestión social
no se debe quedar sólo en el ámbito de la vida laboral de la persona, sino también
abarcar las manipulaciones que ponen en entredicho su dignidad. El Papa dice que esta
mentalidad puede jugar un papel negativo en el desarrollo de los pueblos, pues a los
países desarrollados los puede volver insensibles las peticiones de dignidad de los
países pobres, ya que mientras unos tocan a las puertas de los otros buscando superar
sus dificultades para vivir, los otros, en virtud de su poder, pueden generar una
conciencia incapaz de reconocer en aquellos lo humano. En palabras de Benedicto XVI,
sólo el diálogo entre fe y razón puede ayudar al hombre a ver el bien y a ponerlo
en práctica.
Sábado, 28 nov (RV).- El número 74 de la
Caritas in veritate plantea el tan actual tema de la bioética. Benedicto XVI dice
que es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de
la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de
un desarrollo humano integral. Aquí la pregunta fundamental es si el ser humano es
un producto de sí mismo o si depende de Dios. El Papa dice que los desarrollos científicos
en este campo y las posibilidades de intervenciones técnicas han crecido tanto que
parecen imponer la elección entre estos dos tipos de razón: una razón abierta a la
trascendencia, donde Dios es protagonista, o una razón encerrada en la inmanencia,
es decir, que se queda en lo meramente material y humano. Y de esta respuesta depende
el respeto que se dé a la vida humana y a su dignidad, ya que no todo lo técnicamente
posible es moralmente admisible. Benedicto XVI pide que se dé un diálogo entre razón
y fe para que se ayuden mutuamente, ya que los peligros son que si se deja sola a
la razón cualquier intervención sobre el ser humano se hace justificable, mientras
que si sólo se queda en el campo de la fe, el riesgo que se corre es desconectarse
de la realidad y la vida concreta de las personas. Razón y fe, en diálogo, serán las
que ofrecerán las salidas correctas a los graves problemas planteados a la bioética
por los grandes avances de la técnica de nuestros días.
Viernes, 27 nov (RV).-
El desarrollo tecnológico
de nuestra era está marcado en gran parte por la influencia cada vez mayor que tienen
los medios de comunicación social en la vida de las gentes. En el número 73 de la
Caritas in veritate Benedicto XVI dice que ya es casi imposible imaginar la existencia
humana sin la presencia de tales medios. Pero es claro al advertir que no son medios
neutros, sino que son mecanismos de mediación que buscan favorecer determinadas visiones
del mundo, subordinados a intereses económicos y al dominio del mercado, y con mucha
frecuencia usados en función de establecer ciertas ideologías y pensamientos políticos.
Y dada la influencia de los medios en la conformación de los modos de percibir y de
conocer la realidad y la persona humana misma, el Papa dice que se hace necesaria
una seria reflexión sobre su influjo, especialmente sobre la dimensión ético-cultural
de la globalización y del desarrollo solidario de los pueblos. Y afirma que así como
ocurre una correcta gestión de la globalización y el desarrollo, el sentido y la finalidad
de los medios de comunicación debe buscarse en su fundamento antropológico. Y el fundamento
antropológico de la comunicación, y por ende de sus medios, es la creación de comunidad,
mediante la promoción de la dignidad de la persona y de los pueblos. Los medios de
comunicación, concluye el Papa, deben contribuir a un aumento de la comunión en la
familia humana.
Jueves, 26 nov (RV).- La paz es el tema
abordado por Benedicto XVI en el número 72 de su encíclica social. El Papa parte de
la preocupación de que la paz sea considerada por muchos como un problema producto
de la técnica, o como un fruto exclusivo de los acuerdos entre gobiernos o inclusive
como una iniciativa que involucra aspectos exclusivamente económicos. Si bien a la
paz de los pueblos contribuye lo mencionado antes, lo fundamental es considerar que
la paz es una construcción que se hace con el concurso de las gentes, de los pueblos,
los cuales deben ser oídos y atendidos en sus necesidades más elementales. De modo
que se debe garantizar a los pueblos el acceso a las mejoras de toda índole, pero
también se debe educar a esos mismos pueblos a tener como principio fundamental de
existencia el respeto por la vida y los valores de los otros. El Pontífice anima a
seguir apoyando las iniciativas de paz que se dan tanto de instituciones como de personas,
y en especial anima a los fieles cristianos que han hecho de la paz su motivo de vivir
la fe a seguir en sus esfuerzos de procurar el desarrollo de los pueblos.
Miércoles,
25 nov (RV).- El número 71 de la
Caritas in veritate se interrga sobre el por qué si se han dado tantos mecanismos
técnicos y financieros los resultados no han sido favorables en todas las regiones,
en todos los países. Una primera parte de la respuesta la da Benedicto XVI diciendo
que la solución a los problemas del desarrollo se han visto mayoritariamente como
una cuestión de ingeniería financiera, donde aplicando ciertos correctivos se deberían
dar las soluciones esperadas. Pero hemos visto que estas soluciones aplicadas muchas
veces como “recetas” o “paquetes” lo que han hecho es empeorar la situación de muchas
sociedades. La solución de fondo, y es tal vez el aporte más significativo que da
el Papa en este argumento es que “el desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin
operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia
el llamado al bien común”. De modo que los problemas de desarrollo, más que de índole
técnica que seguramente tienen su aporte, pasan por la conciencia de quienes dirigen
las sociedades menos desarrolladas, los cuales son en gran medida responsables de
los atrasos de los pueblos, y tal vez cómplices de grupos o potencias que no quieren
la independencia económica y con ello la autonomía de los pueblos. De modo que se
debe procurar adquirir las nuevas técnicas para mejorar las condiciones de vida de
los pueblos, pero también se debe hacer un trabajo de concientización que lleve a
todos a asumir las responsabilidades en el proceso del desarrollo humano integral.
Martes,
24 nov (RV).- Continuando con la
reflexión sobre la técnica y sus aportes al desarrollo que comenzamos a ver en el
número 69, el número 70 de la encíclica social de Benedicto XVI alerta sobre la tentación
de autosuficiencia que puede generar en lo hombres de ciencia los avances científicos
y técnicos. El Papa dice que cuando el hombre se pregunta sólo por el cómo, en vez
del por qué, se abre la puerta para un uso ambiguo de la técnica. Además se introduce
en este discurso el carácter de libertad que está implícito en la creatividad humana,
la que si no se le dan parámetros de axialidad con facilidad se desvía y permite cualquier
intervención sobre la materia y sobre el ser humano mismo. Cuándo el hombre se pregunta
el por qué, necesariamente debe responder con un carácter ético y moral, porque, como
lo ha repetido muchas veces la doctrina social y moral católica, no todo lo que se
factible es lícito. En este tiempo de globalización, Benedicto XVI dice que una tentación
es sustituir las ideologías con la técnica, tranformándose ésta en un nuevo poder
ideológico que expondrá a la humanidad al riesgo de encontrarse encerrada en un a
priori del cual le será difícil salir. El Pontífice subraya que el verdadero desarrollo
es aquél que respeta la libertad de la persona, que la pone por encima de los recursos
que la técnica y la ciencia inventan para lograr mejoras en la vida humana de las
personas.
Lunes, 23 nov (RV).- El número 69 de la
Caritas in veritate aborda de una manera particular el significado de la técnica para
el desarrollo de los pueblos. Benedicto XVI constata que el problema del desarrollo
en la actualidad está estrechamente unido al progreso tecnológico y a sus aplicaciones
deslumbrantes en el campo biológico. De hecho para el mundo actual la medida del desarrollo
es la cantidad de tecnificación que alcanza una sociedad, de modo que las sociedades
que aún se basan en actividades tradicionales, como por ejemplo las agrícolas, se
consideran atrasadas y el progreso para esas naciones se dará con la mecanización
y automatización de las operaciones productivas de todos los géneros. Si esto fuera
así, no habría tantos problemas. La dificultad mayor es que ese tecnicismo se aplica
inclusive a la vida misma. Si bien es cierto que gracias a los avances científicos
se ha logrado dar una mejor calidad de vida a la humanidad, especialmente en el campo
médico y farmaceútico, también es cierto que esos avances biotecnológicos están tocando
elementos esenciales del ser humano, están tocando su vida misma. La técnica de todos
modos es considerada como neutra en sí misma, pero adquiere una valencia positiva
o negativa según la intencionalidad de quien la aplica. El Papa augura que la técnica
siga sirviendo al desarrollo de los pueblos, y hace un llamado a quienes la usan para
que nunca pierdan de vista el carácter humanizador que deben tener todas las investigaciones
y avances que se propongan, que busquen en definitiva mejorar la vida del hombre salvaguardando
su dignidad. Domingo, 22 nov (RV).- Con esta emisión iniciamos
el abordaje del capítulo sexto de la Caritas in veritate de Benedicto XVI, el último
capítulo de esta encíclica social. Su título es el desarrollo de los pueblos y la
técnica. El número 68 trata de poner en claro lo que significa el desarrollo para
las personas y los pueblos. En primer lugar el Papa dice que como seres humanos debemos
procurar el progreso, que no nos es dado por la naturaleza, sino que lo vamos construyendo
con nuestra inteligencia y nuestro trabajo. En segundo lugar implica un ejercicio
libre y voluntario, que tomando en cuenta nuestras limitaciones, y en consonancia
con la comunidad, ayuda a construir el “yo” de cada uno en relación con la sociedad.
Es este desarrollo integral de la persona el primer eslabón del desarrollo de los
pueblos, el cual contemplará mejoras en los campos técnico cientifícos, pero siempre
considerando el respecto de la dignidad de la persona humana. El Papa advierte que
cuando se degrada el desarrollo de la persona, cuando se basa en principios de explotación
del hombre por el hombre, también se desvirtúa el desarrollo de los pueblos, el cual
no llegará a todos, sino a ciertos estratos que mejorarán sus condiciones de vida
a costa de los sufrimientos y dolores de los estratos más bajos de la sociedad. Para
que esto no suceda, Benedicto XVI pide que se mire a Dios y su proyecto con el hombre,
que se mire la ley natural que ha puesto en el corazón de toda la humanidad, y que
los creyentes aportemos desde nuestra fe los principios y valores que dignifican a
la persona humana.
Sábado, 21 nov (RV).- Pasamos hoy a revisar
el número 67 de la encíclica social del papa Benedicto XVI. Aquí se plantea la problemática
de la Organización de las Naciones Unidas, institución creada después del último conflicto
bélico mundial y con un papel que originariamente debía ser de coordinación de políticas
de convivencia mundial. El Pontífice dice que este organismo, así como las estructuras
de la arquitectura económica y financiera internacional, necesita una profunda reforma
para que respondan a las exigencias de los tiempos actuales. En especial deben procurar
que se ponga en práctica y se respete el principio de la responsabilidad de proteger
y dar voz eficaz en las decisiones comunes a las naciones más pobres. Se constata
que las decisiones se hacen en función de las grandes naciones y de sus intereses,
lo que muchas veces afecta a las naciones más pequeñas y con menos recursos. ¿Pero
cómo solucionar esto? Benedicto XVI se atreve a sugerir que se instaure una autoridad
política mundial, como ya el papa Juan XXIII la había pedido en su tiempo, que se
encargue de evitar los desequilibrios, que de voz a los más débiles, y sobre todo
que tenga la capacidad de hacer cumplir los acuerdos y decisiones. Una autoridad regulada
por el derecho, que tenga en cuenta los principios de la subsidiariedd y la solidaridad,
y que se comprometa de verdad con el desarrollo humano integral de todas las personas.
Una autoridad reconocida por todos, que garantice la seguridad, el cumplimiento de
la justicia y el respeto de los derechos. Ojalá el mundo escuche la voz del Papa e
instituya esta autoridad que tanta falta le hace al mundo de hoy.
Viernes,
20 nov (RV).- El número 66 de la
Caritas in veritate de Benedicto XVI nos presenta una reflexión sobre lo que se puede
llamar un nuevo poder surgido en los últimos tiempos por las interrelaciones del mercado:
los consumidores y sus asociaciones. El Papa hace un llamado a todos para que tomemos
en cuenta que el acto de comprar, además de ser un hecho económico, es también un
acto moral y, por lo tanto, revestido de responsabilidad, una responsabilidad social
específica que se añade a la de la empresa. El Pontífice indica que los consumidores
deben constantemente ser educados en el papel que ejercen diariamente, y también deben
aplicar los principios de racionalidad económica, de modo que el consumo se haga con
sobriedad y escogiendo aquellos productos que sabemos proceden del trabajo honesto
de empresas y cooperativas. En este sentido el llamado es a estar atentos, a conocer
los orígenes de los productos que consumimos, a procurar saber las formas de trabajo
que utiliza la empresa para desechar aquellos productos en los que para su elaboración
se ha usado el trabajo infantil o el sub-empleo, por ejemplo. El consumidor, con su
poder adquisitivo, puede apoyar o no determinados productos, y en su elección va inmersa
su responsabilidad social. Con los medios de información que tenemos en la actualidad
podemos rastrear los orígenes de los productos, y las asociaciones de consumidores
tienen la tarea de alertarnos para que al comprar lo hagamos con conciencia. En definitiva
todos somos consumidores y responsables del destino de nuestros dineros.
Jueves,
19 nov (RV).- El número 65 de la
encíclica social de Benedicto XVI vuelve sobre el tema de las finanzas, que tantos
dolores de cabeza ha dado a la humanidad en los últimos tiempos. El Papa pide que
se dé una renovación del sistema financiero para que vuelva a ser un instrumento que
genere riqueza y desarrollo para todos, y no par unos poco cuando se crean los grandes
problemas que hemos visto. El Pontífice pide que la ética entre a ste mundo de las
finanzas, y que haya responsabilidad de parte de quienes las manejan para que no se
vean perjudicados los intereses de los ahorristas. Se pide que haya una regulación
que proteja a los sectores más débiles e impida las escandalosas especulaciones, y
que procure establecer proyectos que ayuden al desarrollo de los pueblos. Se reclama
también la responsabilidad del ahorrador en el sentido que debe asegurarse que sus
dineros los coloca en una institución donde se garantice un uso ético de los dineros.
Por último se pide que haya una promoción de la microfinanciación, para que pueda
aumentar el número de pequeñas y medianas empresas y con ello aumentar las posibilidades
de desarrollo de los países.
Miércoles, 18 nov (RV).- Siguiendo en el estudio
del número 64 de la Caritas in veritate, donde se aborda el tema de los sindicatos,
Benedicto XVI hace otra sugerencia a los representantes de los trabajadores para que
se ocupen también de los trabajadores no afiliados a los sindicatos. Esta sugerencia
parte de la premisa que la persona no tiene obligación de sindicalizarse, sino que
libremente puede optar. Y también tiene como principio que la defensa se hace de todos
los trabajadores, no de manera exclusiva de aquellos que están inscritos en el sindicato.
El Papa constata que con frecuencia los derechos de los trabajadores son violados
en los países en vías de desarrollo, pero también en los países donde llegan trabajadores
emigrantes, a los cuales por ser extranjeros se les margina y se les emplea sin contratos
y sin prestaciones sociales, trabajo negro como se llama en algunos países desarrollados.
El trabajo de los sindicatos debe ser el de salvaguarda de los derechos elementales
de esos trabajadores, y el de hacer ver a los patronos las contribuciones que estas
personas hacen para la generación de riquezas para la empresa y para el país. No se
debe tolerar la explotación del hombre por el hombre en el trabajo.
Martes,
17 nov (RV).- El número 64 de las
Caritas in veritate se detiene en las organizaciones sindicales de los trabajadores.
Para la Iglesia este tema del acompañamiento en las luchas sindicales está muy arraigado,
y de hecho está a la base de toda la doctrina social, la cual comenzó a tomar forma
con León XIII en 1881 con la Rerum novarum, dedicada precisamente al problema obrero.
Benedicto XVI hace un llamado a las organizaciones sindicales a que estudien y afronten
los nuevos problemas surgidos en la época actual, y en especial pide que se preste
atención a la consideración de la persona-trabajadora y la persona-consumidora, como
lo ponen de relieve las ciencias sociales. Y esto no sólo porque paulatinamente se
da un desplazamiento de la atención desde el trabajador hacia el consumidor, sino
también porque es necesario proteger a quienes consumen, categoría que incluye también
a quieness trabajan cuando van al mercado o a la tienda a comprar lo que necesitan.
Deben defenderse los derechos de los afiliados al sindicato, y también deben defenderse
los derechos de los consumidores creando asociaciones que se encarguen de la salvaguarda
de este derecho.
Lunes, 16 nov (RV).- Pasamos a considerar
hoy el número 63 de la Caritas in veritate. Aquí Benedicto XVI plantea la relación
entre la pobreza y el desempleo. Los pobres son en muchos casos el resultado de la
violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades,
con el desempleo o el sub-empleo, o bien porque se devalúan los derechos que emanan
del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona
del trabajador y de su familia. Benedicto XVI recuerda que ya en el 2000, con motivo
del jubileo de los trabajadores, Juan Pablo II había hecho un llamamiento para una
coalición mundial en favor del trabajo decente. Pero qué significa “decente”, se pregunta
nuestro actual Pontífice. Y se responde diciendo que este calificativo implica un
trabajo que sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre y mujer, que sea
elegido libremente, que asocie efectivamente a los hombres y mujeres al desarrollo,
que evite toda discriminación, que permita satisfacer todas las necesidades de las
familias y escolarizar a los hijos, que permita a los trabajadores organizarse libremente
y hacer oir su voz, que garantice condiciones dignas a los trabajadores cuando llegan
a la edad de la jubilación. Como vemos, estamos un poco lejos, en muchos de nuestros
países de alcanzar este ideal del trabajo decente. Ojalá sea escuchada la voz de Benedicto
XVI y de la Iglesia y se logren mejorar las condiciones de trabajo de tanta gente,
tanto en el primer como en los otros mundos. Domingo, 15 nov (RV).- Continuamos el abordaje
del problema de las migraciones que Benedicto XVI plantea en el número 62 de su encíclica
social. En la primera parte vimos los planteamintos que el Papa hacía sobre la necesidad
de cooperación entre los países de origen y de destino de los emigrantes de modo
que se ofrezcan las condiciones necesarias para que el proceso no sea traumático.
También se puntualizó que el problema no puede ser resuelto sino es por el concurso
de los países, no de uno solo. En la continuación de este número 62 Benedicto XVI
dice que si bien se pueden dar problemas de integración, los trabajadores extranjeros
contribuyen de manera significativa con su trabajo al desarrollo económico de los
países de destino. Pero también con el mecanismo de remesas contribuyen a mejorar
la economía de los países de procedencia. Casos tenemos de países donde las remesas
son, si no la primera, la segunda fuente de entradas y de configuración del producto
interno bruto. De modo que es significtivo este aporte de los emigrados, quienes en
los países de destino no deben ser considerados nunca como mercancias, sino como personas
que son, con sus deberes y derechos que deben ser respetados en todas las circunstancias.
Sábado,
14 nov (RV).- El número 62 de la
Caritas in veritate aborda la temática de las migraciones, otro aspecto que tiene
que ver con el desarrollo humano integral. Benedicto XVI dice que es un fenómeno que
impresiona por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, políticos,
culturales y religiosos que suscita, y por los dramáticos desafíos que plantea a las
comunidades nacionales y a la comunidad internacional. De hecho el Papa dice que estamos
ante un fenómeno social que marca nuestra época y que requiere una fuerte y clarividente
política de cooperación internacional para afrontarlo debidamente. Y para desarrollar
una política coherente en este campo es preciso, enfatiza el Pontífice, que haya una
estrecha colaboración entre los países de procedencia y de destino de los emigrantes.
Benedicto XVI también pantea que esa colaboración debe ir acompañada de adecuadas
normatiivas internacionales capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos,
con vistas a salvaguardar los derechos y las exigencias de las personas y las familias
emigrantes así como de las sociedades de destino. Ningún país, por si solo, puede
solucionar el problema de las migraciones.
Viernes, 13 nov (RV).- Continuando con la
reflexión del número 61 de la encíclica social de Benedicto XVI hoy abordamos otro
tema que en nuestros días tiene una importancia grande por las cosas que estamos viendo,
y es el del turismo internacional. Muchos países en vías de desarrollo cuentan con
los recursos de la naturaleza para su supervivencia y para su desarrollo. En muchos
países los recursos se explotan para la expotación, pero en otros son las bellezas
de sus ambientes los que atraen a las personas. Algunos países han logrado desarrollar
indutrias turísticas adecuadas, lo que les ha permitido superarse económicamente.
Pero en otros la situación es lamentable. El Papa dice que en muchos casos la experiencia
del turismo internacional es deseducativa tanto para el turista como para las poblaciones
locales, porque en muchos casos estas se encuentran con conductas inmorales y hasta
perversas, las conocidas como turismo sexual. El Pontífice hace un llamado enérgico
para que se deje de explotar con esos fines a los menores, y pide a los gobiernos
locales que no fomenten el turismo sexual como mecanismo de atraer turistas, y pide
también a los gobiernos de los países de donde proceden los turistas que no se queden
callados, y sean cómplices al no advertir sus ciudadanos sobre las formas de explotación
que se dan en ciertas partes de la tierra. El llamado es también a los que trabajan
en las agencias de viaje para que no fomenten este tipo de turismo, y ayuden a los
turistas a decidirse a ir a lugares donde puedan disfrutar de un sano esparcimiento.
Jueves,
12 nov (RV).- El número 61 de la
Caritas in veritate dice que una solidaridad más amplia a nivel internacional se manifiesta
ante todo en seguir promoviendo, también en condiciones de crisis económica, un mayor
acceso a la educación, lo que se convertiría en una condición esencial para garantizar
la eficacia de las ayudas internacionles. En los números previos Benedicto XVI ha
hablado sobre las formas como la ayuda internacional debe contribuir, no sólo en el
campo económico, sino también cultural y humano en el desarrollo de los pueblos. Y
hacía la petición de que no se condicionen las ayudas a la asunción de ciertas políticas
que van contra la vida. En este número 61 se amplían las peticiones al campo educativo.
Si bien es necesario abordar las urgencias de las sociedades necesitadas, en especial
si tienen hambre y carencia de los elementos mínimos para una vida digna, también
se debe tener en cuenta destinar fondos y recursos para el mejoramiento educativo,
única vía para garantizar a las nuevas generaciones condiciones de vida adecuadas
al desarrollo de los pueblos. Pero los planteamientos educativos se deben hacer en
el respeto de la cultura de quienes se ayuda, y no según los criterios de desarrollo
que tienen la mayoría de los países desarrollados, los cuales centran su vida en la
ciencia y la técnica. Se deben compartir los conocimientos científicos que ha alcanzado
la humanidad, pero también se deben conservar los valores y la cultura de los países
en vías de desarrollo. Un equilibrio tal vez difícil, pero que garantizará a los pueblos
subdesarrollados gozar de los avances si perder sus raíces.
Miércoles, 11 nov
(RV).- Continuamos abordando
el número 60 de la encíclica social de Benedicto XVI, apartado que está hablando de
las ayuda internacionales, las cuales no sólo deben contemplar la solución inmediata
de los problemas urgentes de las sociedades necesitadas, sino también deben contribuir
a la independencia económica de esos pueblos. El Papa pide que en esos programas de
ayuda se revisen las políticas internas de asistencia y de solidaridad, y vuelve a
insistir en la aplicación del principio de subsidiariedad, que se debe aplicar en
todos los estamentos de la sociedad a la que se ayuda para que consiga su desarrollo.
El Pontífice explicita que esa subsidiariedad se debe extender también a los sistemas
de seguridad social, los cuales deben ser más integrados y en los que se dé una participación
activa de la ciudadanía. La idea es que se mejoren significativamente los servicios
de asistencia de las personas de esos países, especialmente los referidos al ámbito
médico que con frecuencia son los más carentes. Benedicto XVI también aboga por el
establecimiento de la llamada “subsidiariedad fiscal”, algo que permitiría a los pueblos
determinar el destino de los aportes recibidos, y no depender tanto a nivel interno,
de las exigencias que hacen las agencias de cooperación, que muchas veces condicionan
los créditos y aportes en función de la aplicción de políticas públicas que pueden
ir contra los principios básicos de las sociedades. Un ejemplo: en muchos países se
condicionan las ayudas a la inclusión de leyes de control natal o de aborto en los
países. Algo, verdaderamente contrario a los principios más elementales de la vida
humana.
Martes, 10 nov (RV).- Nos detenemos hoy
en el número 60 de la Caritas in veritate. Sigue la línea de los precedentes donde
se ha estado hablando de la cooperación internacional y de las ayudas para el desarrollo
de las sociedades más atrasadas. Vimos que esas ayudas, si bien son de carácter económico,
deben considerar también los aspectos culturales y humanos de las sociedades a las
que se envía esa ayuda. En este número 60 Benedicto XVI dice que el aporte económico
debe contribuir no sólo a la solución de los problemas inmediatos de los pueblos pobres,
sino que deben ser invertidos en esas sociedades para crear riqueza para todos. Es
decir, si bien hay que paliar el hambre y las necesidades urgentes de la gente, hay
que destinar parte de la inversión a crear estructuras que permitan a los pueblos
trabajar sus propios recursos y así disminuir la dependencia que crean muchas veces
las ayudas internacionales. De modo que la ayuda se debe dirigir no sólo a mitigar
los problemas urgentes de las gentes, sino que esa ayuda debe contribuir al desarrollo
de esos pueblos. Un desarrollo que sólo se consigue si, con autonomía, los pueblos
pueden producir lo que necesitan para vivir, y exportar productos que les generen
recursos para mejorar las condiciones de vida de los pobladores.
Lunes, 9 nov
(RV).- El final del número
58 que vimos en precedencia plantea el caso de las ayudas internacionales, que si
bien ayudan a asolucionar tantos problemas en los países pobres, muchas veces causan
dependencia, e impiden el progreso de esas sociedades atrasadas. El número 59 plantea
que la cooperación para el desarrollo no debe contemplar sólo la dimensión económica,
sino que debe también ofrecer una oportunidad para el encuentro cultural y humano.
Esto implica que los países donantes deben considerar las características culturales
y humanas de los países pobres para fomentar la responsabilidad en la búsqueda del
propio desarrollo. Porque con frecuencia los parámetros para determinar el desarrollo
son los mismos que tienen las sociedades llamadas avanzadas, donde prevalece lo técnico
– científico. Para muchas sociedades el progreso será alcanzar un mayor bienestar
conservando las raíces culturales y las tradiciones, y no eliminando o reduciendo
los componentes autóctonos. Los avances técnicos no necesariamente implican una superación
cultural, al contrario, pareciera que los progresos en las áreas tecnológicas y científicas
tendieran a menospreciar las tradiciones culturales, muchas veces milenarias, de los
pueblos en vías de progreso. Benedicto XVI dice un punto de encuentro entre las diversas
posturas planteadas en el campo del desarrollo puede ser el reconocimiento de la ley
natural, inscrita en el corazón de todo ser humano, una ley de sentido común que da
parámetros éticos para el comportamiento social, y que se enriquece con la contribución
que hace la fe al enriquecerla con los principios cristianos. Domingo, 8 nov (RV).-
Abordamos hoy los
números 57 y 58 de la Caritas in veritate donde se vuelve sobre el planteamiento del
principio de la subsidiariedad, uno de los pilares de la doctrina social católica,
que va estrechamente unido al principio de la solidaridad. El Papa parte de la idea
de que la colaboración entre creyentes y no creyentes en el ejercicio de la caridad
en el ámbito social se debe dar en el diálogo fecundo entre fe y razón, de modo que
se compartan visiones para trabajar por la justicia y la paz, que tanto necesitan
nuestro mundo. Cuando se abordan los problemas de nuestras sociedades, es claro que
nosotros las miramos desde la perspectiva de la fe, pero debemos ayudar a los no
creyentes a que vean esos problemas con objetividad y a que se den cuenta de que todos
debemos aportar desde nuestras situaciones particulares a la solución de los mismos.
Aquí es donde entra el principio de subsidiariedad, que plantea, en términos muy genéricos,
que cada quien tiene algo que aportar, algo que ofrecer, algo que complementa la acción
del otro. Ser subsidiarios significa que no dejamos que sea sólo el Estado, por poner
un ejemplo, el que solucione todo, sino que desde nuestras realidades eclesiales aportamos
a la solución. Lo mismo al contrario, es decir, donde actúa la Iglesia, el Estado
debe aportar para sostener las obras que realiza nuestra institución. El principio
de subsidiariedad exige que se articulen y coordinen todos los estamentos de la sociedad
para que el aporte de cada estrato social sea significativo en la consecución del
tan anhelado progreso de los pueblos.
Sábado, 7 nov (RV).- Continuando con la
reflexión sobre el papel de la familia humana y la importancia de la religión para
la orientación de las iniciativas del desarrollo, en el número 56 de la encíclica
social de Benedicto XVI se habla que la religión cristiana y otras religiones pueden
contribuir a este desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública,
con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular,
a la política. De hecho el Papa dice que la doctrina social de la Iglesia ha nacido
para reivindicar esa “carta de ciudadanía” de la religión cristiana. De entrada se
debe aclarar que Benedicto XVI no está pidiendo que los Estados se conviertan en teocráticos,
como ciertos países del ámbito musulmán, no es esta la idea, sino lo que se pide es
que se reconozca la contribución que a las sociedades occidentales ha hecho el cristianismo,
que ha configurado una cultura de respeto a la vida, de promoción de la solidaridad,
de la proclamación de la dignidad humana. Cuando se excluye a Dios de la esfera pública,
entra en juego cualquier valor, y se relativizan en función de la efectividad del
desarrollo que se quiere lograr. Por eso vemos tanta permisividad en el planteamiento
de leyes de aborto, de control de la natialidad, de divorcios, etc., que poco a poco
van minando nuestras sociedades. Volver a tener a Dios presente significa volver a
los valores fundamentales, por lo que el Pontífice pide que ayudemos a purificar la
razón de quienes dirigen con nuestros valores y principios, y nos invita a ser coherentes
en nuestra vida de cistianos y ciudadanos.
Viernes, 6 nov (RV).- Siguiendo con la reflexión
sobre la humanidad como familia, planteamiento central de este capítulo tercero de
la Caritas in veritate, nos detenemos hoy en el número 54, donde el Papa indica que
la construcción de la humanidad como una única familia se basa en la solidaridad y
el respeto de los valores fundamentales de la justicia y la paz. Esta solidaridad,
esta justicia y esta paz, para nosotros los creyentes, tiene su origen en nuestro
Creador, en la Trinidad Santísima, a la que debemos mirar para inspirar nuestras acciones
como ciudadanos. Este criterio es explicitado y ampliado en el número 55 donde Benedicto
XVI dice que la revelación cristiana sobre la unidad del género humano presupone una
interpretación metafísica del humanum, donde el aspecto de relacionalidad es esencial.
Pero llama la atención sobre el hecho de que muchas sociedades, basadas en religiones
fundamentalistas, al anteponer ese fundamentalismo, en vez de crear comunión, lo que
hacen es fomentar la división y el odio. También este número 55 nos advierte de itinerarios
religiosos sincretistas, donde se da cabida a cualquier costumbre o hábito, con el
fin de estar en armonía y sintonía con los otros. Por eso el Pontífice hace un llamado
a que se viva con armonia y sinceridad el hecho religioso, y a que las religiones
contribuyan con su caudal de humanidad a orientar el desarrollo de los pueblos.
Jueves,
5 nov (RV).- Pasamos hoy a estudiar
el capítulo 5 de la Caritas in veritate, que lleva por título “La Colaboración de
la Familia Humana”. Los números que abarca este capítulo van desde el 53 al 67. El
Número 53 nos habla de los problemas que experimenta el ser humano cuando rechaza
el proyecto de Dios, cuando lo excluye de su vida y la sociedad. Benedicto XVI dice
a este respecto que “toda la humanidad está alienada cuando se entrega a proyectos
exclusivamente humanos, a ideologías y utopías falsas”. Algo que tal vez estamos viendo
con mucha frecuencia en nuestros días, con tantos “mesias” que están surgiendo tanto
en las sociedades desarrolladas, como en los países en vías de desarrollo, y donde
se pone la fe en la persona y sus capacidades, y no tanto en el verdadero progreso
de los pueblos. El hecho de dejar de lado la trascendencia hace que todos los proyectos
se queden en lo mero técnico, y coloquen al ser humano como una pieza más del rompecabezas
que se arma para hacer progresar a los países. Benedicto XVI, citando a Pablo VI,
pide que se recupere el carácter inspirador de la revelación, y sobre todo que se
tome conciencia que todos, absolutamente todos, formamos parte de la familia humana,
creada por Dios.
Miércoles, 4 nov (RV).- Con esta entrega terminamos
la reflexión sobre la Encíclica Caritas in veritate del Papa Benedicto XVI, publicada
el 7 de junio del 2009. Es una encíclica que se inserta en la Doctrina Social de la
Iglesia, no sólo porque aborda los problemas sociales más acuciantes para la humanidad
en nuestros días, sino porque ofrece el criterio del amor en la verdad para la actuación
nuestra como cristianos en este nuevo contexto. Desde la publicación de la primera
encíclica social, la Rerum novarum del Papa León XIII en el año 1881, la Iglesia pide
a los cristianos un compromiso más visible en el área social, siendo consecuentes
con las enseñanzas del Evangelio, donde en muchos pasajes vemos la preocupación de
Jesús por la situación de sus conciudadanos, y sobre todo porque el mismo Señor ha
puesto los parámetros sobre los cuales seremos juzgados en el Cielo: tuve hambre y
me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, enfermo
y en la cárcel y me visitaste. Son estas situaciones que Jesús ejemplificó para que
entendiéramos que si bien nuestro trabajo como cristianos es hacer visible el Reino
de Dios en la tierra, ese reino lamentablemente será una tarea mientras haya hermanos
que sufran en su vida las consecuencias del atraso, del subdesarrollo y de la pobreza.
Siendo fieles a las enseñanzas de Jesús, y con la orientación de la Doctrina Social
y de nuestros pastores, como Iglesia, estamos llamados a contribuir al progreso de
los pueblos y a la defensa del valor mayor que nos ha enseñado Jesús, la dignidad
de la persona humana.
Martes, 3 nov (RV).- Continuando con la
reflexión sobre el número 51 de la encíclica social de Benedicto XVI, nos encontramos
con que se habla de la responsabilidad que tiene la Iglesia con respecto a la creación,
y deber de hacer pública esta responsabilidad. Para nosotros, los creyentes, la naturaleza
es creación de Dios, y como tal pertenece a todos. Y dentro de la naturaleza el ser
humano se debe también proteger contra la destrucción de sí mismo. De allí que se
haga el planteamiento de una “ecología humana”, ya que la degradación de la naturaleza
está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana. “Cuando se
respeta la ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia”,
afirma Benedicto XVI. Y este respeto pasa por el problema decisivo de nuestra capacidad
moral para con la sociedad. Aquí el Pontífice dice que si no se respeta el derecho
a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación
y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos, y pare de contar,
se acaba perdiendo el concepto de ecología humana, y por ende el de ecología ambiental.
Es contradictorio pedir a las nuevas generaciones, dice Benedicto XVI, el respeto
por el ambiente, cuando la educación y las leyes no los ayudan a respetarse a sí mismos.
Es una gran incongruencia plantear el respeto de la naturaleza, cuando se irrespeta
la vida del ser humano.
Lunes, 2 nov (RV).- El número 51 de la
Caritas in veritate continúa tratando el tema del ambiente. Benedicto XVI dice que
el modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a
sí mismo y viceversa. Esta afirmación se basa en el hecho en que la concepción que
el ser humano tenga de sí mismo, de si se aprecia o no, de si es solidario o no, esa
misma actitud la va a tener con el ambiente. Y esto es estrictamente lógico, porque
si no hay consideración por la persona, por sí mismo, menos la habrá por el ambiente
en donde nos movemos y existimos. El Papa dice que cualquier menoscabo de la solidaridad
y del civismo produce daños ambientales, así como la degradación ambiental, a su vez,
provoca insatisfacción en las relaciones sociales. Y afirma que en nuestra época la
naturaleza está tan integrada en la dinámica social y cultural, que ya no puede ser
considerada como una variable independiente. Y como ejemplo Benedicto XVI dice que
la desertificación, en algunas áreas agrícolas del planeta son fruto del empobrecimiento
de sus habitantes y de su atraso. De modo que al promover el desarrollo económico
y cultural de esas poblaciones, se debe tutelar también la naturaleza. Domingo,
1 nov (RV).- El tema ambiental
continúa siendo tratado por el Papa Benedicto XVI en el número 50 de la Caritas in
veritate. Aquí el Papa está pidiendo una responsabilidad global en lo que concierne
al uso de la energía, para que la explotación de recursos no renovables pueda regularse
y proyectarse para que sea usada por las futuras generaciones. El Pontífice dice que
es lícito que el hombre gobierne responsablemente la naturaleza para custodiarla,
hacerla productiva y cultivarla también con métodos nuevos y tecnologías avanzadas,
de modo que pueda acoger y alimentar dignamente a la población que habita la tierra.
Y afirma que en nuestra tierra hay lugar y recursos para todos, para toda la familia
humana. Sería muy irresponsable de nuestra parte el usar de manera irracional los
recursos y acabarlos para que las próximas generaciones no los disfruten. Benedicto
XVI pide un compromiso para que juntos decidamos el camino a seguir en el uso de los
recursos, y nos llama la atención sobre la responsabilidad que tenemos de establecer
una alianza con la naturaleza para su protección y cuidado. Es lo menos que podemos
hacer por la casa que nos ha dado Dios para vivir.
Sábado, 31 oct (RV).-
Siguiendo con las
consideraciones sobre el ambiente y la ecología, el número 49 de la Caritas in veritate
trata sobre los problemas energéticos. Benedicto XVI dice que el acaparamiento por
parte de algunos estados, grupos de poder y empresas de recursos energéticos no renovables,
es un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres. Estos, continúa diciendo
el Pontífice, no tienen medios económicos ni para acceder a las fuentes energéticas
no renovables ya existentes, ni para financiar la búsqueda de fuentes nuevas y alternativas.
Los recursos naturales que con frecuencia poseen los países menos desarrollados, causa
explotación y conflictos frecuentes entre las naciones y en su interior. Conflictos
con graves consecuencias de muertes, destrucción y mayor degradación del ambiente.
El Papa llama la atención sobre una urgente necesidad moral de una renovada solidaridad,
especialmente entre los países en vías de desarrollo y los países altamente industrializados.
Pide que se mejore la eficacia energética y que se busquen fuentes alternativas de
energía, que sean aprovechables también por los países menos desarrollados y así se
rebaje la presión que se tiene por la extracción y uso de los recursos naturales no
renovables.
Viernes, 30 oct (RV).- El tema ecológico
es abordado por Benedicto XVI en el número 48 de su encíclica social. Después de haber
llamado la atención sobre el cuidado que debemos tener para que la naturaleza no se
degrade y pueda se disfrutada por las próximas generaciones, el Papa advierte sobre
el peligro de considerar la naturaleza sólo como un producto del azar, como un elemento
meramente material, lo que da pie a que se trate con violencia al ambiente, que se
generen conductas que no respetan el ambiente. El Pontífice dice que el ambiente tiene
también un espíritu, que le da un significado cultural y a su vez manifiesta su fin
trascendente. Por ello, el ambiente natural tiene un carácter normativo incluso para
la cultura, y por ello interpela la libertad del ser humano para que use los recursos
con una conciencia responsable. Esto implica que los proyectos para un desarrollo
humano integral no pueden ignorar el impacto sobre el ambiente, y sobre todo, debe
considerar que el ambiente debe ser la casa para las futuras generaciones, lo que
implica que apliquemos el principio de “justicia generacional”, invocado y propuesto
por el Papa.
Jueves, 29 oct (RV).- Con el número 48 de
la Caritas in veritate pasamos a ver las implicaciones que nacen de la relación del
ser humano con el medio ambiente. Benedicto XVI llama la atención sobre la consideración
del ambiente como creación de Dios, como lugar que nos ha dado para vivir, y como
fuente de los recursos para nuestro desarrollo. El Papa dice que cuando no se tiene
la concepción de la creación por parte de Dios de la naturaleza, se puede caer en
uno de los dos extremos, o se la tiene como un tabú intocable, o al contrario, se
abusa de ella. El Pontífice invita a cuidar la naturaleza, a cultivarla y a pensar
en las futuras generaciones. Si bien con la tecnificación se ha logrado aumentar la
productividad de la tierra, Benedicto XVI advierte sobre los efectos negativos que
ciertas técnicas pueden tener, y que si bien nos dan el bienestar temporal, a largo
plazo tendrán efecto negativo para las futuras generaciones que encontrarán un ambiente
degradado. Es un principio que el Papa ha llamado “Justicia generacional”. La justicia
generacional nos exige en pensar en el ambiente que dejaremos a nuestros hijos y nietos.
Miércoles,
28 oct (RV).- El número 47 de la
Caritas in veritate, que venimos analizando estos días, ha tratado en una primera
parte del papel de las empresas en el desarrollo de los pueblos. En una segunda parte,
que veremos de inmediato, aborda la problemática de la cooperación internacional.
Benedicto XVI reconoce el papel de las grandes instituciones de ayuda internacional,
pero a la vez es bastante crítico al pedir que las propias organizaciones revisen
sus prácticas, en especial, revisen las burocracias que las conforman. El Papa denuncia
que muchos de los recursos que pueden ser invertidos en el progreso de los pueblos
se quedan en el aparato burocrático de las organizaciones, como costos de gestión
y pago de personal, son con frecuencia, demasiado costosos. El Pontífice dice que
un paso importante que pueden dar estos organismos es presentar sus balances de manera
pública y ser sinceros con los entes aportantes de recursos en los gastos que se generan
dentro de los organismos de apoyo internacional. El Papa pide transparencia total
sobre la proporción de los fondos recibidos que se destinan a programas de cooperación,
sobre el contenido de dichos programas y, en fin, sobre la distribución de los gastos
de la institución misma.
Martes, 27 oct (RV).- Continuamos con el
número 47 de la encíclica social de Benedicto XVI donde se está pidiendo que las empresas,
cualquiera sea su género, contribuyan con su responsabilidad social en el desarrollo
de los pueblos. El Papa pide que en los programas de desarrollo, que nunca se deben
hacer en abstracto, se debe poner al centro la dignidad de la persona humana, y para
su desarrollo se deben generar programas y proyectos que favorezcan este progreso.
Pero el Pontífice es claro al decir que se debe tener cierta flexibilidad en la determinación
y aplicación de las medidas para el desarrolloa, ya que no todas las sociedades son
iguales, y por lo tanto las soluciones probadas en algunos lugares puede que no funcionen
en otros. En definitiva lo que está es advirtiendo sobre la aplicación de los llamados
paquetes, que tratan a todas las sociedades como si fueran iguales. El Papa pide que
se dé protagonismo a los ciudadanos para que sean protagonistas de la planificación
y ejecución de los proyectos de desarrollo, y que se les brinde un adecuado acompañamiento
para que sean “constructores de su propio desarrollo”.
Lunes, 26 oct (RV).-
Empezamos a abordar
hoy el número 47 de la Caritas in veritate, que sigue tratando la temática iniciada
en el número anterior sobre el aporte de los distintos tipos de empresas al desarrollo
de los pueblos. El Papa insiste en este número que se debe potenciar en todas las
empresas la concepción del beneficio como un instrumento para alcanzar los objetivos
de la humanización, especialmente en los países que necesitan más el desarrollo. En
especial, en estos países Benedicto XVI pide que se desarrollen proyectos de subsidiariedad
convenientemente diseñados y gestionados, que tiendan a promover los derechos, pero
previendo siempre que se asuman también las correspondientes responsabilidades. Y
añade que en las iniciativas para el desarrollo debe quedar a salvo el principio de
la centralidad de la persona humana, que es quien debe asumirse en primer lugar el
deber del desarrollo. Es claro que lo que interesa en el desarrollo de los pueblos
es que las personas tengan un nivel de vida adecuado y puedan satisfacer las necesidades
mínimas de una vida digna. Hasta que eso no se alcance para todos, será una tarea
pendiente de cada sociedad el ofrecer a sus ciudadanos condiciones de vida adecuadas
a su dignidad como personas humanas.
Domingo, 25 oct (RV).- La reflexión de hoy
la dedicamos al número 46 de la encíclica social de Benedicto XVI. En él se habla
de la relación entre la empresa y la ética, donde se retoma un tema planteado el capítulo
anterior sobre las empresas llamadas profit y las non profit, es decir, las empresas
con fines de lucro y aquellas que no lo tienen. El Papa reafirma lo que ya antes había
dicho, que si bien puede haber una distinción en cuanto al fin último de la empresa,
ganar o no ganar dinero, lo que no se puede dejar de lado es la responsabilidad social
que ambas tienen. Y aprovecha este discurso para hablar del surgimiento de un tercer
sector empresarial, que serían instituciones tradicionales pero que establecen pactos
con países o sectores atrasados con el objetivo de generar una utilidad social. Serían
empresas tanto del sector público como oficial, que no excluyen el beneficio, el profit
como ya dijimos antes, pero lo consideran un instrumento para objetivos humanos y
sociales. En estas empresas no importa tanto cuánto distribuyen en beneficios a sus
accionistas o dueños, sino cuánto devuelven en calidad de vida a los ciudadanos del
lugar donde operan. Por eso se pide que se dé un impulso a este tipo de inciativas
y que se creen los marcos jurídicos adecuados para un mayor aprovechamiento del desarrollo
que estas empresas generan. Sábado, 24 oct (RV).- El número 45 de la
Caritas in veritate, que estamos reflexionando estos días, nos está hablando de las
cuestiones morales que tienen influencia en el desarrollo de los pueblos, sobre todo
en los ámbitos económico y social. El Papa dice que hay un principio de la doctrina
social católica que puede iluminar todo el campo de las decisiones éticas y es el
considerar siempre la inviolable dignidad de la persona humana, que se basa en el
hecho de que el ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios. Esa inviolable
dignidad humana es el valor trascendente de las normas morales naturales. Por eso,
una ética que deje de lado el aspecto de la creación del hombre y su dignidad humana,
pierde su propio significado y se presta para ser instrumentalizada, hasta se amoldada
a los sistemas económico-financieros existentes y así justificar sus opciones, en
vez de corregir sus disfunciones. Por ello Benedicto XVI invita a no usar la palabra
“ética” de una manera ideológicamente discriminadora, que dictamine cuáles sectores
o segmentos de la economía o las finanzas son éticos, sino para que se proclame una
ética que haga que toda la economía y las finanzas sean éticas, no como una etiqueta
externa, sino por el respeto de exigencias intrínsecas de su propia naturaleza. Creemos
que todo sería muy distinto si prevaleciera esta mentalidad en quienes dominan en
el mundo la economía y las finanzas.
Viernes, 23 oct (RV).- Hoy entramos en el
número 45 de la encíclica social de Benedicto XVI que sigue la misma línea del número
anterior ya que se continúan tocando temas morales que tienen repercusiones en el
ámbito del desarrollo de los pueblos. Por eso este número comienza diciendo que “responder
a las exigencias morales más profundas de la persona tiene también importantes efectos
beneficiosos en el plano económico”. Benedicto XVI subraya el hecho de que la economía
tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento, pero no de cualquier
ética, sino de una ética que sea “amiga” de la persona. Hoy se habla mucho de ética
en el campo económico, bancario y empresarial. Y han surgido institutos de calificación
ética de los negocios y los procesos económicos con sistemas de certificación en función
de la responsabilidad social. El Papa dice que estas iniciativas merecen apoyo ya
que tienen sin duda efectos positivos. Pero conviene elaborar un criterio de discernimiento
válido porque se nota un cierto abuso del adjetivo “ético” que, usado de manera genérica,
puede abarcar contenidos completamente distintos, que inclusive pueden dar validez
ética a decisiones y opciones contrarias a la justicia y al verdadero bien del hombre.
No todo lo que se llama “ético”, lo es en nuestros días.
Jueves, 22 oct (RV).-
Otro aspecto que
se pone de relieve en el número 44 de la Caritas in veritate, además del envejecimiento
de la población, y de los índices negativos de natalidad, es el hecho de que las familias
se han reducido significativamente en el número de sus componentes. Benedicto XVI
dice que esta realidad puede influir en un empobrecimiento de las relaciones sociales,
además de generar el riesgo de no asegurar formas eficaces de solidaridad. Y esto
lo vemos en los países desarrollados, especialmente los que tuvieron guerras y salieron
de situaciones de calamidad, donde después de lograr la superación económica, las
jóvenes generaciones, que no han conocido esas limitaciones tienen unos cánones de
vida que rayan en lo escandaloso por el derroche. Es triste ver en muchos de esos
países como los hijos únicos pierden la vida un fin de semana después de fiestas y
parrandas. Es sólo una muestra de esta degradación generada por la mentalidad de control
natal y de bienestar en la sociedad. El Papa hace un llamado para que los jóvenes
redescubran la belleza de la familia y del matrimonio, y llama la atención a los Estados
para que establezcan políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la
familia, célula fundamental de la sociedad.
Miércoles, 21 oct (RV).- El número 44 de la
Caritas in veritate está tratando unas temáticas que tienen que ver con la moral,
pero a su vez tienen repercusiones en la vida social y económica de los pueblos. El
tema específico es el de la procreación responsable, ya que en muchos países para
justificar la adopción de leyes abortistas y la inclusión de programas de anticoncepción,
se basan en que el aumento excesivo de la población es contrario al desarrollo de
los pueblos. Benedicto XVI ratifica enfáticamente el respeto que se debe tener por
la vida desde su concepción hasta la muerte natural, y combate la mentalidad que se
quiere imponer de ver a los embriones o a los fetos como una enfermedad. El Papa reafirma
el principio de paternidad responsable, de apertura responsable a la vida, que a su
vez es una riqueza económica y social. Y para afianzar este principio el Pontífice
habla que muchas naciones han logrado salir de sus situaciones de subdesarrollo gracias
a la capacidad de sus habitantes. Y hace el contraste con otras sociedades que fueron
florecientes y que ahora pasan por incertidumbre, e incluso decadencia, precisamente
porque han bajado en exceso sus índices de natalidad, que los han llevado más bajo
de lo que sociológicamente se llama “índice de reemplazo generacional”, es decir,
que nacen menos de los que deberían para sustituir a los que llegan a la vejez, lo
que unido a las mejoras en los servicios sanitarios, originan un envejecimiento de
la sociedad que se refleja, sobre todo, en las cargas pesadas que caen sobre los hombros
de los jóvenes trabajadores para sostener los sistemas de previsión social. Además,
el aumento de la edad hace que las personas duren más tiempo en los trabajos, con
lo que se cierran las puertas para el relevo generacional. En definitiva, un problema
complejo que seguiremos analizando en nuestras próximas entregas.
Martes, 20
oct (RV).- Pasamos hoy a reflexionar
con el número 44 de la Caritas in veritate, primera encíclica social de Benedicto
XVI. El número 43 abordó la temática de los deberes y derechos conexos con el tema
del desarrollo de los pueblos. En este siguiente número se hace una relación con el
tema del crecimiento demográfico, que el Papa considera que es un tema importante
del verdadero desarrollo, porque afecta a valores irrenunciables de la vida y la familia.
Benedicto XVI es enfático al afirmar que no se puede decir que el crecimiento demográfico
sea la primera causa del subdesarrollo y la pobreza de los pueblos. El Papa dice que
basta pensar en la disminución de la mortalidad infantil y el aumento de la edad media
en los países pudientes, y en los signos evidentes de crisis que se perciben en las
sociedades en las que se constata una preocupante disminución de la tasa de natalidad.
Es claro, y lo reafirma el Pontífice, que se debe ser responsable a la hora de formar
una familia, y la Iglesia apoya y promueve esta manera de pensar, pero también exhorta
a que se respeten los valores humanos en el ejercicio de la sexualidad. Esta no puede
quedar reducida a un mero hecho hedonista y lúdico, como se propone en muchas partes,
donde se desliga la responsabilidad del acto, promoviendo técnicas que evitan los
riegos de las enfermedades y el “riesgo” a las concepciones, como si fueran los niños
una enfermedad. Pero es claro que si la educación sexual, en vez de educar, lo que
hace es promover las relaciones íntimas, y si los gobiernos promueven programas de
repartición de profilácticos y pastillas abortivas del día siguiente, entonces la
sociedad va en degradación y no se pueden reclamar derechos, llamados reproductivos,
cuando se desprecia el más elemental: el derecho a la vida del no nacido.
Lunes,
19 oct (RV).- Continuamos hoy con
la reflexión del número 43 de la Caritas in veritate, donde Benedicto XVI nos presenta
en los primeros párrafos su consideración sobre los derechos y deberes de las personas
para la consecución del desarrollo integral. Ya vimos que el Papa alerta sobre las
reivindicaciones de derechos que apuntan más al ámbito individual que al colectivo,
sobre todo en las sociedades opulentas, y las contradicciones que se dan. Derechos
superfluos, decía el Pontífice, mientras que alrededor hay hambre, carencia de agua
potable, falta de instrucción y de sanidad. Un poco más adelante Benedicto XVI llama
la atención sobre la forma como en algunos lugares se promueve la reivindicación de
derechos, que se basan en asambleas de ciudadanos, que si bien tienen un papel preponderante
que desarrollar, no se debe tomar como absoluto, porque el parecer de la asamblea
de ciudadanos puede cambiar, con lo que también cambiarían los intereses en determinados
derechos. El Papa pide que no se pierda la cualidad y objetividad de la petición de
derechos, y exhorta a los organismos nacionales e internacionales que no comprometan
su autoridad moral dejándose llevar por modas, sino que efectivamente velen por los
derechos que son fundamentales, y hagan cumplir los deberes primarios de los ciudadanos.
Compartir los deberes recíprocos moviliza mucho más que la mera reivindicación de
derechos, concluye el Pontífice.
Domingo, 18 oct (RV).- El inicio de este
número 43 de la encíclica social de Benedicto XVI, que estamos reflexionando estos
días, está planteando la realidad de los deberes y derechos de las personas, especialmente
enfocado en el tema de la solidaridad que es uno de los ejes fundamentales de la doctrina
social católica. El Papa es claro al decir que hoy se da una gran contradicción en
la sociedad, ya que por un lado se reivindican derechos, se reclaman derechos de diversa
naturaleza e índole, algo justo, con la pretensión de que las estructuras públicas
los reconozcan y promuevan, pero por el otro lado hay derechos elementales y fundamentales
que se ignoran y violan en gran parte de la humanidad. El Papa denuncia que se ve
con mucha frecuencia reivindicación del derecho a lo supérfluo, e incluso a la transgresión
y al vicio, en las sociedades opulentas, mientras que en otras regiones subdesarrolladas
o de periferias de grandes ciudades hay carencias de comida, agua potable, instrucción
básica o cuidados sanitarios elementales. El Pontífice dice que a la raíz de esta
actitud está el pensar más en los derechos indivuduales que se desvinculan de los
colectivos y donde se da una falta de criterios que terminan exacerbando unos derechos
y olvidando los otros. Benedicto XVI dice que los deberes delimitan los derechos porque
remiten a un marco antropológico y ético en cuya verdad se insertan también los derechos
y así dejan de ser arbitrarios. Por este motivo, concluye el Papa, los deberes refuerzan
los derechos y reclaman que se los defienda y promueva con un compromiso de servicio
al bien. Sábado, 17 oct (RV).- La solidaridad universal,
que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber. Así comienza el número
43 de la Caritas in veritate donde Benedicto XVI reflexiona sobre los deberes y derechos
inherentes al desarrollo de los pueblos. Y parte del hecho de la solidaridad que se
ve en muchas partes del planeta, en muchas sociedades, que se puede tener como un
sentimiento de filantropía, que también se puede inspirar en un hecho religioso, católico
o de otras religiones mundiales, pero que el Papa lo coloca como un deber. Y cuando
se plantea como un deber, significa que la solidaridad entonces debe pasar a formar
parte de las exigencias que como humanos tenemos para una armonización de la vida
en nuestro planeta, en especial, la vida en conjunto con los demás. Si no practicamos
la solidaridad por amor a las personas, la filantropía, sino practicamos la solidaridad
por una creencia religiosa, debemos en todo caso practicarla porque es un deber para
con toda la humanidad. El Papa dice que en nuestros días muchas personas piensan que
no deben nada a nadie, sino sólo a sí mismos. Piensan que son titulares de derechos
y con frecuencia les cuesta madurar en su responsabilidad respecto al desarrollo integral
propio y ajeno. Por ello, enfatiza Benedicto XVI, es importante urgir una nueva reflexión
sobre los deberes que los derechos presuponen, y sin los cuales éstos se vuelven
arbitrarios. En pocas palabras, el Pontífice nos está diciendo que si bien es bueno
reconocer y reclamar nuestros derechos, estos son derivados de deberes que, con mucha
frecuencia, descuidamos.
Viernes, 16 oct (RV).- Con esta entrega iniciamos
la reflexión del capítulo cuarto de la encíclica social de Benedicto XVI que lleva
por título: Desarrollo de los Pueblos, derechos y deberes, ambiente. Damos con el
Papa un paso adelante en su reflexión social sobre el desarrollo en la época actual.
No podemos perder de vista que esta encíclica de Benedicto XVI ha querido ser un homenaje
a los 40 años de la Populorum progressio del Papa Pablo VI, sólo que ha sido publicada
dos años después del aniversario debido al advenimiento de la crisis que aún vivimos.
Por ello el título del capítulo comienza con el desarrollo de los pueblos, pero le
añade lo que se desarrollará en los 10 apartados que conforman el capítulo, se hablará
sobre los deberes y derechos puestos en juego en este proceso del desarrollo y también
se hará una reflexión sobre el medio ambiente, lugar donde vivimos y de donde extraemos
lo que consumimos y transformamos para hacer las cosas de las que nos servimos para
vivir. Es el tema ecológico que hoy cobra una importancia capital ante los desmanes
que se han visto en muchas partes del mundo, y sobre todo a los cambios climáticos
que son la consecuencia de un uso irracional de los recursos naturales. Acompañaremos
a Benedicto XVI en esta reflexión del capítulo cuarto en las próximas entregas.
Jueves,
15 oct (RV).- En esta entrega vamos
a finalizar la reflexión del número 42, y con ella, el capítulo 2 de la encíclica
social de Benedicto XVI. Este número que hemos estado analizando se ha referido mayormente
a la globalización y cómo ésta debe ser conducido para ayudar al progreso de los países
menos desarrollados. El Papa dice que la transición que el proceso de la globalización
comporta, conlleva grandes dificultades y peligros, que sólo se podrán superar si
se toma conciencia del espíritu antropológico y ético que en el fondo impulsa la globalización
hacia metas de humanización solidaria. Benedicto XVI es consciente de que muchas veces
ese espíritu es marginado y entendido en perspectivas ético-culturales de carácter
individualista y utilitarista. La globalización es un fenómeno multidimensional y
polivalente, que debe ser comprendido en su diversidad y en la unidad de todas sus
dimensiones, y el Pontífice se atreve a incluir dentro de estas categorías, la teológica.
Y concluye que si se tiene esta visión y actitud, entonces se podrá vivir y orientar
la globalización de la humanidad en términos de relacionalidad, comunión y participación,
y en definitiva, promoverá de una vez por todas a los más necesitados.
Miércoles,
14 oct (RV).- Siguiendo con el tema
de la globalización, planteado en el número 42 de la Caritas in veritate, y después
de haber visto la necesidad de gestionarla bien y hacer que el progreso llegue a todos
los pueblos, Benedicto XVI hace otra puntualización para reforzar las ideas que ha
planteado con respecto al fenómeno global que nos envuelve. Y es destacar que los
recursos materiales siguen siendo abundantes y están disponibles para sacar a los
pueblos de la miseria, pero continúa estando presente una mentalidad de explotación
y de aprovechamiento de esos recursos que al final sigue manteniendo a los pueblos
pobres en la miseria. Normalmente los países menos desarrollados tienen recursos naturales
y minerales que les pueden garantizar estándares de vida adecuados. Pero las leyes
impuestas por los países ricos para explotar esos recursos, la cesión por parte de
los políticos de esos Estados de la soberanía al conceder la explotación indiscriminada
y recogiendo los beneficios en sus arcas personales, y no en las del Estado, mantiene
en alto los niveles de pobreza de grandes masas de personas. Es necesario, dice el
Papa, que se dejen de lado esos proyectos egoístas, proteccionistas o dictados por
intereses particulares, para que por fin, los países menos desarrollados puedan iniciar
los procesos que les permitan llevar el bienestar a todos sus ciudadanos.
Martes,
13 oct (RV).- El número 42 de Caritas
in veritate, que hemos analizado estos días, nos ha presentado una panorámica amplia
con respecto a la globalización, a sus bondades y defectos, y el Papa ha llegado a
la conclusión que no es mala per se, sino que, según la orientación que se le de,
puede hacer gran bien a la humanidad, o continuar aumentando la brecha entre ricos
y pobres. Benedicto XVI, casi al final de este número 42 de su encíclica social, dice
que es necesario corregir las disfunciones, a veces graves, que causan nuevas divisiones
entre los pueblos y en su interior, de modo que la redistribución de la riqueza no
comporte, a su vez, una redistribución de la pobreza, o incluso la acentúe, como podría
hacernos temer también una mala gestión de la situación actual. El Pontífice denuncia
una mentalidad que ha durado por mucho tiempo donde se piensa que los pueblos pobres
deberían eprmanecer anclados en un estadio de atraso y contentarse con las dádivas
de la filantropía de los pueblos desarrollados. Es una mentalidad egoísta que ya había
sido denunciada por Pablo VI en la Populorum progressio, y que lamentablemente no
parece haber desaparecido del todo. La globalización, en la perspectiva de Benedicto
XVI, es una gran oportunidad que no se debe dejar pasar para impulsar el progreso
de los pueblos con más necesidades, que son, en definitiva, los que necesitan aumentar
su productividad y sus ingresos para dar bienestar a todos sus ciudadanos.
Lunes,
12 oct (RV).- En nuestra entrega
anterior iniciamos el estudio del número 42 de la Cariats in veritate en donde se
está abordando el tema de la globalización. Benedicto XVI dice que a pesar de algunos
aspectos estructurales innegables, pero que no se deben absolutizar, la globalización
no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga con ella. Por eso nos
invita a ser sus protagonistas, no las víctimas, procediendo razonablemente, guiados
por la caridad y la verdad. Y enfatiza que oponerse ciegamente a la globalización
sería una actitud errónea, preconcebida, que acabaría por ignorar un proceso que también
tiene aspectos positivos, con el riesgo de perder una gran ocasión para aprovechar
las múltiples oportunidades de desarrollo que ofrece. El proceso de la globalización,
adecuadamente entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribución
de la riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes; pero si se gestiona
mal, puede incrementar los niveles de pobreza y la desigualdad, contagiando además
con una crisis a todo el mundo. Al parecer, se debe comunicar a muchos líderes estos
conceptos emitidos por el Papa en esta encíclica social, para que entiendan que la
globalización es para todos, para el bienestar de la humanidad.
Domingo, 11
oct (RV).- El número 42 de la
encíclica social de Benedicto XVI vuelve a tocar el tema de la globalización. El Papa
dice que a veces se perciben actitudes fatalistas ante este fenómeno de la globalización,
como si las dinámicas que la producen procedieran de fuerzas anónimas e impersonales
o de estructuras independientes de la voluntad humana. El Pontífice recuerda que la
globalización ha de entenderse no sólo como un proceso socioeconómico, como si esta
fuese su única dimensión, sino hay que ver los procesos que han llavado a que la humanidad
esté más interrelacionada, sea más interdependiente, con lo positivo y negativo que
ello implica. Hay pueblos y personas para los que el proceso ha sido de utilidad y
desarrolloa, gracias a que tanto los individuos como las colectividades asumen sus
responsabilidades. De modo que la superación de las fronteras, otra característica
de la globalización, no es sólo un hecho material, sino también cultural. Cuando se
entiende la globalización de manera determinista, continúa reflexionando el Papa,
se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y puede
ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un discernimiento.
Por eso se concluye que la verdad de la globalización y su criterio ético fundamental
vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. De modo
que hay que esforzarse para favorecer una orientaciòn cultural personalista y comunitaria,
abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria. Sábado, 10
oct (RV).- En la continuación
de nuestra reflexión sobre el número 41 de la Caritas in veritate, Benedicto XVI hace
una consideración con respecto al tema de la ayuda internacional. El Papa dice que
estas ayudas se deben dar dentro de un proyecto inspirado en la solidaridad para solucionar
los actuales problemas económicos, y para ello debe procurar la consolidación de los
sistemas constitucionales, jurídicos y administrativos en los países que todavía no
gozan plenamente de los bienes. El Santo Padre enfatiza que las ayudas económicas
deberían ir acompañadas de aquellas medidas destinadas a reforzar las garantías propias
de un Estado de Derecho, un sistema de orden público y de prisiones respetuoso de
los derechos humanos y consolidar las instituciones verdaderamente democráticas. Si
se toman en cuenta estas sugerencias que da el Pontífice, será posible, por fin, ver
los resultados de las ayudas económicas en el largo plazo, y no como soluciones a
situaciones puntuales y de emergencia. Además hay que señalar que un enemigo grande
de las ayudas económicas es la corrupción, que desvía los recursos aportados por la
ayuda internacional. De modo que además de las medidas necesarias para la consolidación
de los Estados en sus aspectos legales y democráticos, es necesario que entre esas
medidas se apliquen aquellas que ayuden a combatir la corrupción y se puedan utilizar
los recursos de la cooperación internacional para que lleguen a quienes en verdad
los necesitan, los pobres.
Viernes, 9 oct (RV).- La caritas in veritate,
en el número 41 que hemos venido revisando estos días, a la par que pide a las empresas
de distinto género aportar su contribución para el desarrollo de los pueblos, también
pide que la “autoridad política” tenga un significado polivalente para entonces poder
apuntar a conseguir un nuevo orden económico-productivo, socialmente responsable y
a la medida del hombre. Al igual que se quiere determinar una actividad empresarial
diferenciada en el ámbito mundial, también se debe promover una autoridad política
repartida y que ha de actuar en diversos planos. El Papa nuevamente afirma que esto
no significa que se debe eliminar el mercado, sino que los estados tienen que tomar
un papel de conducción y ayuda recíproca para potenciar el progreso mediante el concurso
de todos los actores sociales, en especial de las empresas. De allí que se diga que
la sabiduría y prudencia aconsejan no proclamar apresuradamente la desaparición del
mercado, como se pretende establecer desde la visión neoliberal. Todavía hay muchas
zonas donde es necesaria la intervención del Estado para alcanzar el anhelado desarrollo.
En otras zonas, más desarrolladas, el papel del Estado es de índole rectora y coordinadora,
y de determinación de las prioridades para continuar con el desarrollo integral sostenible.
Si bien, no se acepta de modo acrítico el modelo neoliberal de progreso, tampoco se
puede aceptar su propuesta fundamental que es la de buscar la menor intervención posible
del Estado.
Jueves, 8 oct (RV).- Retomando la reflexión
sobre el número 41 de la encíclica social de Benedicto XVI, tenemos que hay unos planteamientos
interesantes con respecto a la consideración de los diversos tipos de empresas, el
aporte de los trabajadores, y la forma como estas empresas se insertan dentro de la
sociedad donde están sus operaciones. A la distinción entre empresas privadas y las
públicas, hay que añadir también la distinción entre non profit y profit, un término
inglés que indica si el objetivo de la empresa es generar ganancias o no. Algo distinto
al concepto de autosostenimiento o autosustentación. Es claro que hay empresas que
por su propiedad, si son del Estado, no están concebidas para producir ganancias,
así como otras son concebidas como entes con fines sociales, de ayuda o de formación,
y esto les da la categoría de non profit, o empresas no hechas para la ganancia. El
Papa pide que se revise la actividad productiva para que algunas funciones de las
empresas non profit, puedan ser asumidas por otras hechas para las ganacias, y que
empresas concebidas para producir dividendos asuman algunas funciones sociales. Sin
mucho esfuerzo vemos que la idea de fondo de esta propuesta es el refuerzo de la responsabilidad
social de todos los tipos de empresas, las estatales y las privadas, las profit y
las non profit, para que todos aporten al tan anhelado desarrollo de los pueblos.
Miércoles,
7 oct (RV).- El número 41 de la
Caritas in veritate está realizando planteamientos que tienen que ver con las personas
involucradas en la vida de las empresas, es decir, ha tocado el tema de los empresarios
y también ha abordado la temática de los empleados o trabajadores. Con respecto a
éstos, veíamos en la entrega anterior que se debe valorar el aporte de cada uno como
un acto creativo, más que como una respuesta mecánica a una rutina que se debe hacer
para completar algún eslabón de la cadena de montaje. Y es por ello que el Papa pide
que se amplíe la visión simplista de considerar a las empresas como privadas o públicas.
Hay más tipos de empresas, y se debe dar relevancia a las que tienen fines sociales
tanto por el destino de sus producciones como por el modo de realizar los productos,
además de considerar el tipo de propiedad, que puede ser también colectiva, como una
cooperativa por ejemplo. La idea que plantea el Santo Padre es que se pueda realizar
una economía que se ponga al servicio del bien común nacional y mundial, tomando en
cuenta todos los tipos de empresas, y sobre todo valorando el aporte de quienes sudan
día a día para elaborar los productos, y para generar los bienes y servicios necesarios
para el mantenimiento de la sociedad.
Martes, 6 oct (RV).- Iniciamos hoy la reflexión
sobre el número 41 de la encíclica social de Benedicto XVI, la Caritas in veritate.
La idea inicial de este apartado es que los empresarios, o iniciativa empresarial,
deben asumir, cada vez más, un significado polivalente. Este planteamiento parte de
la constatación que ha habido un predominio en la consideración de la actividad económica
vista como un binomio mercado-Estado, donde sólo existen dos tipos de gestores de
la economía, los empresarios en el sistema capitalista de mercado, y los dirigentes
o directivos estatales, sobre todo en los sistemas socialistas. El Papa insiste que
esta visión es simplista, y que se debe más bien abordar la iniciativa productiva
como un sistema articulado, en el que pueden y deben concurrir los distintos modos
de producción para procurar el desarrollo de los pueblos. Y además de estas formas
precisas de gestión de las empresas, el Pontífice indica que también se debe valorar
el aporte del trabajador, no sólo en términos técnicos, en función de su especialidad,
sino que se debe también ver su aporte como algo creativo, como un actus personae,
como se diría en latín, donde por muy rutinaria que sea la actividad siempre es posible
colocar un toque personal. La empresa no puede ser un ente tan rígido que considere
a sus empleados como simples engranajes de un sistema automatizado de montaje.
Lunes,
5 oct (RV).- El número 40 de la
Caritas in veritate, encíclica social de Benedicto XVI, finaliza retornando a la consideración
de la llamada deslocalización. Después de hacer un llamado a la responsabilidad social
de los empresarios y accionistas de las grandes empresas y consorcios industriales,
el Papa considera que la deslocalización no es mala en sí misma, porque de todos modos
lleva consigo inversiones y formación que pueden hacer bien a la población del país
que la recibe. El trabajo y los conocimientos técnicos son una necesidad universal.
Sin embargo, el Pontífice reafirma que no es lícito deslocalizar únicamente para aprovechar
particulares condiciones favorables, o peor aún, para explotar sin aportar a la sociedad
local una verdadera contribución para el nacimiento de un sólido sistema productivo
y social, factor imprescindible para un desarrollo estable.
Domingo, 4 oct
(RV).- Llegamos en la reflexión
anterior, siempre del número 40 de la Caritas in veritate, a ver cómo la transferencia
de capitales puede significar un problema para el progreso de los pueblos, si esos
capitales lo que van es a engrosar las cuentas de los poderosos. Benedicto XVI dice,
casi al final de este amplio número, que se debe valorar la forma como son conseguidos
los capitales, que se espera sean conseguidos lícitamente, y sobre todo que es importante
que esos recursos se empleen donde se generan, o al menos una parte. Y con una claridad
meridiana el Papa subraya que se debe evitar la especulación en el empleo de los recursos
financieros, porque si bien se generan ganancias casi de manera inmediata, esos aumentos
de recursos normalmente no tienen un carácter permanente. Creo que hemos visto la
lección de esta crisis económica generada, precisamente, por la especulación financiera,
ya que grandes bancos, hoy quebrados, ofrecieron dividendos grandes en tiempos cortos,
y lo que se estaba haciendo era un girar de dinero que pasaba de unas manos a otras
hasta que se detiene la rueda y se dan las grandes pérdidas. Y lo que se debió hacer
era invertir en las zonas donde hace falta el progreso para generar bienestar a todos.
Pero como siempre son los pobres los que pagan los platos rotos de los ricos, quienes
tal vez ven disminuidos sus dividendos en algún tanto por ciento, pero nunca pierden
cuando de cuestiones económicas se trata.
Sábado, 3 oct (RV).- Otro tema que se aborda
en el número 40 de la Caritas in veritate es el de la tranferencia de capitales. Benedicto
XVI señala que ya su predecesor, Pablo VI en la Populorum progressio, adevertía seriamente
sobre los daños que la transferencia de capitales al extranjero puede ocasionar, porque
normalmente esa transferencia se hacía en provecho personal. Juan Pablo II en la Centesimus
annus también hizo alusión al asunto. Es claro que en a finales de los años 60 e inicios
de los años 70, el contexto de la Populorum progressio, los países hacían préstamos
para lograr el desarrollo de sus pueblos, pero en muchos de los países que hoy siguen
siendo subdesarrollados, las clases dirigentes desviaron esos recursos para sus arcas
personales, y hundieron económicamente a esos países, generando lo que conocemos como
las deudas externas, que para desgracia de muchos han degenerado en deudas eternas.
Y la subsiguiente aplicación de los famosos paquetes del fondo monetario internacional.
Conocemos muy bien estas historias. Pero hay que ver, que también hoy, si no son tan
claros esos desvíos de dinero, si se sigue con prácticas económicas que dejan mucho
que desear, porque los enriquicimientos ilícitos siguen a la orden del día, y los
paraísos fiscales siguen siendo el destino de los dineros mal habidos. Gracias a Dios
la actual crisis, si bien ha golpeado a mucha gente, también estña haciendo reaccionar
al sistema económico internacional y a los gobiernos de los países, quienes están
pidiendo que sean abolidas las leyes de protección de los paraísos fiscales. Si se
sigue en este camino, creo que tendremos muchas sorpresas, y conoceremos riquezas
de muchos, que las han conseguido gracias a la desgracia de sus pueblos. Viernes,
2 oct (RV).- El número 40
de la encíclica social de Benedicto XVI está realizando serias denuncias en ámbitos
los de responsabilidad social y de las formas como hoy son administradas las empresas.
Después de hacer un llamado sobre el problema conocido como “deslocalización”, hace
otra llamada de atención sobre la clase dirigencial de las empresas, las conocidas
con su nombre inglés de managers. Esta clase se ha disparado, podemos decirlo de esta
manera, en cuanto para sus ganancias por servicios, valorados por los resultados que
presentan a los propietarios o accionistas. Mientras mejores sean los resultados,
seguro que aumenta su sueldo. Pero esos resultados, y es la denuncia de Benedicto
XVI en este número 40 de su encíclica social, son logrados mediante una disminución
de la responsabilidad social, porque las cuentas son elementales, se gana más, si
se paga menos a los trabajadores, si la materia prima se compra a precios regalados,
y cosas por el estilo. Los managers presentan resultados, no los procesos, y es allí
donde hay que hacer insistencia, porque la responsabilidad social de quien tiene una
actividad productiva, sea de cualquier género, se debe aplicar desde el inicio de
los procesos hasta el final, es decir, cuando los productos llegan a los consumidores,
quienes también pueden ejercer un papel de responsabilidad social, si al comprar eligen
sólo los que saben que vienen de empresas honestas.
Jueves, 1 oct
(RV).- Seguimos con la reflexión
sobre el número 40 de la Caritas in veritate. Ya en las entregas anteriores vimos
que las primeras ideas que plantea Benedicto XVI en este número tienen que ver con
la manera como hoy son gestionadas las relaciones industriales y el manejo económico
de las mismas. Hablamos del término “deslocalización”, que indica que hoy tenemos
grandes consorcios y empresas cuyos dueños están en una parte del mundo, mientras
que la actividad específica está en otro lugar, normalmente con condiciones legales
que tal vez no garantizan la justicia social para las clases obreras. Este número
40 enfatiza que se debe aumentar la conciencia de la responsabilidad social de los
empresarios y las empresas. Es claro que hay planteamientos de responsabilidad social
que se deben confrontar con la doctrinal social de la Iglesia, porque van en contra
de sus principios, pero el Papa subraya que es necesario se vaya difundiendo cada
vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta
únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos
que contribuyen a la vida de las empresas: trabajadores, clientes, proveedores de
los diversos elementos de producción y las comunidades de referencia. El llamado es
a que la responsabilidad social no sea aplicada sólo en los países de residencia de
los empresarios o dueños, normalmente países desarrollados, sino que se aplique donde
en verdad hace falta, en los países donde, a pesar de estar la producción, se sigue
con el esquema de explotación de los más necesitados.
Miércoles, 30 sep (RV).-
Continuando con la
reflexión sobre la empresa que plantea el número 40 de la Cariats in veritate, hoy
nos detenemos a ver las consecuencias de la llamada “deslocalización”, concepto que
indica retrata la realidad actual de las empresas cuyos dueños están en una parte
del planeta, y la empresa está en otro. Este hecho, o mejor, esta separación física
puede atenuar en el empresario el sentido de responsabilidad respecto de los interesados,
como los trabajadores, los proveedores, los consumidores, así como al medio ambiente
y a la sociedad más amplia que lo rodea. La deslocalización explica el por qué determinadas
empresas, y en consecuencia sus dueños o accionistas, aceptan prácticas en los países
donde tienen sus empresas, que es claro que no aplicarían en sus propios países porque
irían contra las leyes. Trabajo infantil, bajos salarios, jornadas extremas de trabajo,
falta de seguridad industrial, es decir, tantas cosas que son reglamentadas hasta
en sus mínimos detalles en países desarrollados, y que desgraciadamente en muchos
países en vías de desarrollo no se aplican o no existen para atraer esas inversiones.
Aquí el Papa hace un llamado para que la responsabilidad social de la empresa no sea
solo aplicada en los países donde están los inversionistas, sino que también, y con
mayor urgencia, sea aplicada en los lugares donde tienen instaladas sus actividades
productivas.
Martes, 29 sep (RV).- Pasamos hoy al número
40 de la Caritas in veritate, encíclica social de Benedicto XVI. Está dedicado a la
empresa, que es una de las estructuras fundamentales del sistema de mercado y del
sistema económico actual. El Papa dice que las actuales dinámicas económicas internacionales,
caracterizadas por graves distorsiones y disfunciones, hacen necesario que se revisen
los modos de entender la empresa. Antiguas modalidades de la vida empresarial van
desapareciendo, mientras que otras se perfilan como adecuadas para el horizonte actual.
El problema principal, a decir del Pontífice en este número 40, es sin duda que la
empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento
de su dimensión social. Tener una empresa hoy significa, para una gran mayoría, tener
garantizada una ganancia que permita hacer crecer la fortuna. Y este “hacer crecer
la fortuna” normalmente es el que sustenta las decisiones de donde colocar la empresa,
como hacer para pagar menos al personal, pagar menos al fisco, etc. Y generar lo que
hoy se llama la “deslocalización”, que significa que los empresarios o dueños están
en una parte del mundo, y la empresa está en otro, desinteresándose ellos de la forma
como opera la misma, y de las leyes que sustentan esa operación. Esa distancia física
juega un papel muy importante a la hora de sentir la responsabilidad moral de las
decisiones tomadas para hacer operativa, y por ende más productiva, a la empresa.
Lunes,
28 sep (RV).- El siguiente tema
tratado en el número 25 de la Caritas in veritate es el de la movilidad laboral. El
Papa dice que este tema está asociado a la desregulación generalizada que se ha implantado
en nuestros días para atraer empresas a lugares con condiciones fiscales y remunerativas
más bajas. Se reconoce el hecho que las empresas cuando se trasladan a países pobres
o en vías de desarrollo aportan al contratar personal y disminuir así el desempleo.
Pero el problema es que las mismas leyes que favorecen esa migración de empresas,
lo hacen en desmedro de las condiciones laborales de los trabajadores. Por ejemplo
pensemos en la forma como se contratan hoy servicios y trabajos. Normalmente son lo
que se llama “Tercerizados”, es decir, se contrata una empresa que cumple el trabajo
a la cual se le paga según el contrato, y esta a su vez contrata trabajadores según
el contrato. El trabajador sólo tiene el empleo mientras dura el contrato, normalmente
no tiene más beneficios que la remuneración que se hace de manera complexiva, es decir,
donde teóricamente se paga todo, inclusive su contribución para las pensiones de jubilación.
Pero el problema es que eso no es nada duradero, y se crea una precariedad grande,
porque los contratados normalmente son gente joven y con poca experiencia, para pagar
menos, mientras que quienes tienen cierta edad y experiencia ya no se les contrata.
Este ejemplo nos puede ilustrar cómo en nuestros días los derechos laborales son vulnerados
en función de un beneficio económico para quienes tienen las empresas.
Domingo,
27 sep (RV).- Una de las limitantes
que tiene la sociedad mundial es la división que desde hace tiempo se hace entre países
desarrollados y subdesarrollados, donde se incluyen a los más pobres. Digo que es
limitante porque esa división determina las políticas que en materia económica y de
intercambios se establecen en el mundo, y como hemos visto, penaliza de una manera
brutal a los países menos pudientes al no permitirles acceso a los mercados de los
países desarrollados. En el número 39 de la Caritas in veritate, Benedicto XVI cita
una petición que se hacía en la Populorum progressio, hace más de cuarenta años, el
que se llegase a un modelo de economía de mercado capaz de incluir, al menos tendencialmente,
a todos los pueblos, y no solamente a los particularmente dotados. Pedía un compromiso
para promover un mundo más humano para todos, un mundo donde todos tengan que dar
y recibir, sin que el progreso de los unos sea obstáculo para el desarrollo de los
otros. Benedicto XVI, al retomar estas palabras de su predecesor Pablo VI, no está
sino reafirmando que el progreso para todos los pueblos sí es posible, pero es una
tarea de todos, especialmente de quienes han logrado llegar antes al anhelado desarrollo.
Sábado, 26 sep (RV).- El número 25 de la
Caritas in veritate hace una denuncia sobre la reducción de la red de seguridad social
originada por el relajamiento de las legislaciones laborales y la disminución de impuestos
a las empresas que hacen algunos países para lograr la ubicación en sus territorios
de actividades productivas de grandes empresas y consorcios. Benedicto XVI hace esta
denuncia porque con el mensaje de tener mejores ventajas competitivas en el mercado
global, la reducción de sueldos de los trabajadores, la disminución de los beneficios
sociales y la previsión social, generan graves peligros para los trabajadores, para
sus derechos fundamentales reconocidos después de arduas luchas en muchas partes del
mundo y que ahora se ven disminuidos y hasta transgredidos. El Papa dice que los sistemas
de seguridad pueden perder la capacidad de cumplir su tarea, tanto en los países pobres,
como en los emergentes, e incluso en los ya desarrollados desde hace tiempo. Y añade
a la denuncia que las políticas de balance, con los recortes al gasto social, con
frecuencia promovidos también por instituciones financieras internacionales, pueden
dejar a los ciudadanos impotentes ante riesgos antiguos y nuevos; impotencia que aumenta
por la falta de protección eficaz por parte de las asociaciones de los trabajadores.
Como vemos de esta denuncia del Papa, pareciera que estamos regresando a los tiempos
donde sólo la Iglesia es una voz que se levanta para pedir la reivindicación de los
derechos mutilados de los trabajadores.
Viernes, 25 sep (RV).- El número 38 de la
Caritas in veritate comienza planteando la necesidad de vivir la fraternidad para
ayudar a las estructuras económicas a lograr sus objetivos de desarrollo, como vimos
en el programa precedente. Y va más allá. Benedicto XVI, además de enfatizar ese aspecto
de la fraternidad, dice que en el mundo globalizado que nos ha tocado vivir la actividad
económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad
y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y
agentes. Se trata de dar vida a lo que se llama “democracia económica”, queriendo
decir con este término que todos deben participar en los asuntos económicos y en la
determinación de las leyes que rigen la actividad económica. La solidaridad, afirma
el Pontífice, es en primer lugar que todos se sientan responsables por todos, lo que
significa que no se puede dejar todo en las manos del Estado para que sea quien aplique
los principios de solidaridad. Antes, continúa este número 38, se podía pensar que
lo primero era alcanzar la justicia y que la gratuidad venía después como un complemento,
pero hoy se tiene la conciencia que sin la gratuidad no se alcanza ni siquiera la
justicia. Pienso que allí está una de las razones por las que tantas iniciativas de
revolución y cambios fracasaron, sólo pensaron en aplicar justicia enfrentando a unas
clases con otras.
Jueves, 24 sep (RV).- El número 38 de la
Caritas in veritate comienza citando un pensamiento de la encíclica Centesimus annus
de Juan Pablo II, en el que se indica que se necesita un sistema económico basado
en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. Recordamos que la Centesimus
annus se publicó en 1991 en el aniversario 100 de la Rerum novarum. Benedicto XVI,
citando la encíclica de su predecesor dice allí se planteaba que la sociedad civil
era al ámbito más apropiado para una economía de la gratuidad y de la fraternidad,
por supuesto sin negarla en los otros dos ámbitos, el mercado y el Estado. Y añade
que hoy, a casi 20 años de distancia, la vida económica debe ser comprendida como
una realidad de múltiples dimensiones, y en todas esas dimensiones, con modalidades
y en medida diferentes, debe haber respeto por la reciprocidad fraterna. Si hoy vemos
tantos problemas en la economía, que se reflejan en los otros aspectos de la vida
humana, una de sus causas es precisamente la falta de fraternidad, el egoísmo que
existe en muchos sectores que sólo viven para ganar y no para compartir. El sentido
de fraternidad es urgente que lo recuperemos, y como Iglesia estamos llamados a concretizarlo.
Miércoles, 23 sep (RV).- Vamos en esta entrega
a terminar de reflexionar sobre el número 37 de la encíclica social de Benedicto XVI.
Ya vimos antes que hay un énfasis particular en la constatación hecha por la doctrina
social católica de que toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral.
El Papa indica que en nuestro mundo globalizado, la economía refleja modelos competitivos
vinculados a culturas muy diversas entre sí. Este es un dato importante para evitar
aplicar “paquetes” o soluciones económicas a cualquier realidad del mundo, como ya
se puso en práctica hace algún tiempo en América Latina con las “recetas” del Fondo
Monetario Internacional. El Papa insiste en que el comportamiento empresarial y económico
debe respetar el principio de justicia conmutativa, basarse en el contrato como institución
para la redistribución de los bienes, pero también debe regirse por leyes justas y
obras caracterizadas por el espíritu del don. La constatación es que la economía busca
privilegiar la lógica del contrato, y por ello, Benedicto XVI dice que se hace necesaria
la aplicación de las otras dos lógicas, la lógica de la política y la lógica del don
sin contrapartida para buscar el tan anhelado desarrollo de los pueblos.
Martes,
22 sep (RV).- “Toda decisión económica
tiene consecuencias de carácter moral”. Esta es una afirmación central de la doctrina
social de la Iglesia, y de este número 37 de la Caritas in veritate que reflexionamos
estos días. El Papa Benedicto XVI lo reafirma, basándose en la tradición de la doctrina
social católica, y en la constatación que han hecho las ciencias sociales y las tendencias
de la economía contemporánea. Y además de las implicaciones morales intrínsecas que
tiene el proceso productivo, también se debe considerar el papel que tiene la política
en la tarea de la distribución de los bienes. El Pontífice dice que anteriormente
era más fácil para la política ejercer controles porque las actividades económicas
estaban circunscritas a sus ámbitos territoriales, mientras que hoy es más difícil
por el hecho que las actividades económicas no se limitan a territorios definidos,
normalmente se hacen en más de un territorio exterior, mientras que la actividad gubernamental
sigue siendo eminentemente de carácter local. El Papa pide que se respeten los principios
de justicia social desde el inicio de los procesos, y se mantenga también en el desarrollo
de los mismos, y que no se hagan aplicaciones parciales o de manera colateral cuando
ya están terminados los productos. Cuando vamos a una tienda a comprar un artículo
determinado, no debemos pensar solo si el precio es justo, sino preguntémonos también
cómo ha sido producido, qué ha implicado elaborar ese producto. Porque si descubrimos
que en su proceso de elaboración no se respetaron las leyes del trabajo, como consumidores
podemos ejercer nuestro derecho de no comprar, y así, castigar a quien produce de
manera fraudulenta. Esta sería una manera práctica de aplicar este pensamiento que
nos ha dado el Papa en este número 37 de su encíclica social.
Lunes, 21 sep
(RV).- Hoy abordamos el número
37 de la Caritas in veritate, al que dedicaremos varias entregas porque trata temas
muy importantes de la vida económica y social. Benedicto XVI inicia este número indicando
que la doctrina social de la Iglesia siempre ha sostenido que la justicia afecta a
todas las fases de la actividad económica, porque en todo momento tiene que ver con
el hombre y con sus derechos. Está afirmación es muy importante, y lo veremos más
adelante en este mismo número, porque a veces se tiende a separar las fases de producción
de bienes y servicios, aplicando unas leyes a unas etapas y otras a las demás, como
si los procesos no fueran eso, procesos de un mismo devenir económico. La obtención
de recursos, la financiación, la producción y finalmente el consumo son fases de un
único proceso económico, y como tales todas son susceptibles de implicaciones morales.
No sólo es inmoral, si el proceso se financia con dineros obtenidos del delito. No
sólo es inmoral, si para la producción se emplea mano de obra subpagada, o como sucede
en algunos casos, mano de obra infantil. Es inmoral también si el consumo se hace
de una manera irracional, por el sólo hecho de gastar, sin pensar en otros actores
que no tienen como comprar algo. Vemos aquí la razón que tiene la doctrina social
católica cuando afirma, y los subraya el Papa, que “toda decisión económica tiene
consecuencias de carácter moral”.
Domingo, 20 sep (RV).- Finalizamos hoy de
analizar el número 36 de la encíclica Caritas in veritate que nos ha resultado bastante
denso porque ha abordado los aspectos del mercado y de la economía, viendo a estos
como instrumentos que son neutros y que son dirigidos por los criterios y lógicas
del ser humano. Benedicto XVI finaliza este apartado señalando que el gran desafío
que tenemos, especialmente los creyentes, es mostrar, tanto en el orden de las ideas
como en los comportamientos, que no sólo se pueden olvidar o debilitar principios
tradicionales de la ética social, como la transparencia, la honestidad y la responsabilidad,
sino que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don,
como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica
ordinaria. Esta es una exigencia del hombre en el momento actual, pero también de
la razón económica misma. El Papa concluye diciendo que esto es una exigencia de la
caridad y de la verdad al mismo tiempo.
Sábado, 19 jun (RV).- El número 36, que
tenemos ya dos entregas estudiando, es un número bastante denso que aborda distintos
aspectos del mercado y la actividad económica de las sociedades. Hoy nos detenemos
unos instantes a reflexionar con el Papa sobre la actividad económica y financiera.
El mercado y las finanzas son instrumentos, afirma el Pontífice, que pueden ser usados
para el bien o para el mal, de allí su carácter de neutralidad. El problema entonces
no son los instrumentos sino quien los usa, y los criterios aplicados para su uso.
Por eso es que la Iglesia no condena a priori la economía ni el mercado, sino que
condena sus usos indebidos, sus aplicaciones con fines egoístas. Benedicto XVI dice
que no se deben hacer reproches al medio o instrumento sino al hombre, a su conciencia
moral y a su responsabilidad personal y social. La doctrina social de la Iglesia sostiene
que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad,
de solidaridad y de reciprocidad también dentro de la actividad económica y no solamente
fuera o “después” de ella. La actividad económica, como actividad del hombre, no es
neutra, y por ello debe ser articulada e institucionalizada éticamente.
Viernes,
18 sep (RV).- Siguiendo con la reflexión
sobre el número 36 de las Caritas in veritate, tenemos que después que Benedicto XVI
habla de la integración entre la actividad económica y la acción política, indica
que la Iglesia sostiene siempre que la actividad económica no debe considerarse antisocial,
al menos no a priori, porque cuando se establecen reglas y criterios para el mercado
se ha visto que genera progreso y bienestar para las poblaciones. El problema está
cuando el mercado pierde su naturaleza de lugar de intercambio y se convierte en un
lugar donde el más fuerte avasalla al más débil. Y aquí se habla del mercado como
institución, más que como lugar geográfico o espacio físico. El Papa subraya que la
sociedad no debe protegerse del mercado, como si este fuera negativo, sino que debe
cuidar que no sea guiado por ideologías que lo hacen perder su naturaleza de intercambio
para imponer la lógica del poder. Se reconoce que el mercado no existe en estado puro,
sino que se adapta a las configuraciones culturales que lo concretan y lo condicionan.
Es en esta concreción donde están las distintas alternativas de mercado, las buenas
y las negativas, las que hacen crecer a todos, y las que benefician a unos pocos.
La advertencia de la Iglesia, en voz del Papa, es que se busque siempre el mejor ambiente
y las mejores reglas para que la institución mercado sirva para generar un genuino
desarrollo de los pueblos.
Jueves, 17 sep (RV).- Hoy nos vamos a detener
en el número 36 de la encíclica social de Benedicto XVI donde se sigue hablando del
mercado y de los aspectos económicos de la sociedad. De hecho el numeral comienza
señalando que la actividad económica no puede resolver todos los problemas sociales,
no se puede aplicar una simple lógica mercantil, ampliando sus alcances, pensando
que eso automáticamente resuelve todas las situaciones de incongruencia de la sociedad.
Es cierto que una gran cantidad de problemas sociales son producto de las desigualdades
creadas por una economía que mira solo a la ganancia como valor supremo. Pero hay
otro tipo de problemas que va más allá. Benedicto XVI dice que para aplicar la lógica
mercantil ésta debe estar ordenada al bien común, que es responsabilidad sobre todo
de la comunidad política. Por ello no se debe separar la gestión económica de la actividad
política, utilizando como criterio que lo económico genera la riqueza y la acción
política sería la encargada de aplicar la justicia mediante la redistribución, porque
donde este criterio ha prevalecido se ha constatado la generación de grandes desequilibrios.
La idea sería, una integración donde la actividad económica y la acción política,
juntas creen las condiciones para que los pueblos puedan progresar.
Miércoles,
16 sep (RV).- Hemos visto en las
dos entregas anteriores que el Papa Benedicto XVI en el número 35 de su encíclica
social ha entrado a analizar el problema del mercado, y ha repetido que debe ser regido
por el principio de la justicia conmutativa, pero también deben ser considerados dos
principios más que propone la doctrina social católica, como son el principio de la
justicia distributiva y la justicia social. Retomando palabras de Pablo VI en la Populorum
progressio, Benedicto XVI dice que si el sistema económico hubiera tomado en consideración
esos principios, se hubieran beneficiado los países pobres, y a su vez los mismos
países ricos también hubieran mantenido sus niveles de desarrollo. Porque no es justo
considerar a los países pobres como “fardos”, cargas que hay que soportar, países
a los cuales hay que dar dádivas para que sobrevivan. No. El Pontífice dice que esa
no debe ser la perspectiva, porque los países pobres también tienen recursos y deben
ser ayudados a trabajarlos y usarlos. Y rechaza de plano la consideración de algunos
que dicen que el sistema de mercado necesita la existencia de países pobres y subdesarrollados
para subsistir. El Papa concluye afirmando que al mercado le interesa promover la
emancipación, pero debe sacar fuerzas morales que ayuden a generar esa emancipación
económica.
Martes, 15 sep (RV).- Continuando con el
número 35 de la Caritas in veritate, hoy damos con Benedicto XVI un paso adelante,
ya que veíamos al iniciar en el programa anterior nuestra reflexión sobre este número,
que el Papa al hablar del mercado decía que se debe regir por normas claras y por
el principio de la justicia conmutativa. El Papa plantea otros dos principios que
siempre han sido proclamados y defendidos por la doctrina social de la Iglesia, y
son el principio de la justicia distributiva y la justicia social. No se trata de
aplicar estos principios a situaciones o lugares específicos, sino que deben constituirse
en principios generales que ayuden al mercado a cumplir su función de encuentro entre
las personas. Benedicto XVI es firme al manifestar que el mercado no debe ser regido
solo por el principio de equivalencia del valor de los bienes que se intercambian,
porque en ese caso deja de lados aspectos que influyen en la cohesión social. El mercado
necesita formas internas de solidaridad, de confianza recíproca, porque si no, enfatiza
el Pontífice, no cumpliría plenamente su propia función económica. Tal vez, en el
fondo de estas cuestiones, está el origen de tantos problemas económicos que vivimos
en nuestros días.
Lunes, 14 sep (RV).- Hoy nos toca reflexionar
el número 35 de la Caritas in veritate. Su tema central es el mercado, institución
muy debatida en nuestros tiempos porque es la base del sistema económico capitalista.
En este número 35 Benedicto XVI reconoce que el mercado es un institución que permite
el encuentro entre las personas como agentes económicos, encuentro que es regulado
por otra institución que es el contrato, el cual estable las normas para que las relaciones
de intercambio de bienes y servicios puedan desarrollarse. Es claro que ese intercambio
de bienes y servicios está orientado a satisfacer las necesidades y deseos de las
personas. Esta es la esencia del mercado. El Papa afirma que hay un principio al que
está sujeto el mercado, el principio de la llamada “justicia conmutativa”, el cual
regula precisamente la relación entre el dar y el recibir entre iguales. De modo que
si, en principio, el mercado se atiene a la justicia conmutativa, y establece normas
claras para su funcionamiento, es una institución que puede lograr el desarrollo de
los pueblos y las gentes, como hemos visto en la historia. Sólo cuando hay desviación
de esos principios y normas, es cuando el mercado se convierte en algo perverso, que
genera las divisiones que vemos en muchos países, genera riqueza, pero a costa de
un progresivo incremento de la pobreza.
Domingo, 13 sep (RV).- Iniciamos hoy la reflexión
del capítulo tercero de la primera encíclica social de Benedicto XVI, Caritas in veritate.
Este capítulo abarca ocho números que van desde el 34 hasta el 42, y se titula “Fraternidad,
desarrollo económico y sociedad civil”. El número 34 presenta una reflexión del Papa
sobre el significado del principio de gratuidad, basando en la consideración y experiencia
del don. El ser humano está hecho para el don, para la donación, pero también recibe
de Dios grandes dones, que lamentablemente por la influencia del pecado de los orígenes,
a veces no los ve, o peor aún, se cree merecedor de los dones por el hecho o, digamos
mejor por la tentación, de creerse el dueño de su vida y de su destino. Aquí debe
entrar en acción el principio que da nombre a la encíclica, Caridad en la verdad,
porque la caridad, el amor, es una fuerza que funda la comunidad, unifica a los hombres
de manera que no haya barreras o confines. Si hoy, por la autosuficiencia que se cree
tener, se piensa que todo es producto del trabajo y el esfuerzo humano, la caridad
en la verdad nos invita a volver a ver el don del Dios-amor, que nos invita a vivir
una comunión fraterna, donde el principio de gratuidad se su máxima expresión.
Sábado,
12 sep (RV).- “Más de cuarenta
años después de la Populorum progressio, su argumento de fondo, el progreso, sigue
siendo aún un problema abierto, que se ha hecho más agudo y perentorio por la crisis
económico-financiera que se está produciendo”. Así comienza el número 33 de la Caritas
in veritate, que, recordamos, la ha escrito el Papa Benedicto XVI como conmemoración
del cuadragésimo aniversario de la encíclica de Pablo VI. El Papa nuevamente dice
que se constata que aunque algunas zonas del planeta han logrado superar la pobreza,
otras viven todavía en una situación de miseria comparable a la que había hace 40
años, o inclusive peor. Benedicto XVI dice que es significativo el que algunas de
las causas del subdesarrollo ya fueron señaladas en la Populorum progressio, como
por ejemplo, los altos aranceles impuestos por los países ricos que todavía impiden
a el comercio de los productos generados en los países pobres. Mientras que otras
causas, que solo fueron esbozadas por Pablo VI, hoy tienen una relevancia mayor, como
por ejemplo la descolonización, que en aquél momento comenzaba a vislumbrarse, y que
hoy concretada en muchos lugares genera nuevos tipos de colonialismo, los más evidentes,
de tipo económico. Y la novedad mayor del desarrollo actual es la globalización, un
proceso de interdependencia planetaria que no sólo involucra a los países ricos, sino
prácticamente a todos, como lo hemos visto con la aguda crisis económica aún en desarrollo.
Viernes,
11 sep (RV).- Continuamos con la
reflexión del número 32 de la Caritas in veritate. En nuestro programa anterior hacíamos
alusión al hecho que el desarrollo no se debe basar en la profundización de la brecha
entre ricos y pobres. Benedicto XVI afirma en este número 32 que el aumento sistémico
de las desigualdades entre grupos sociales de un mismo país, y entre poblaciones de
los diferentes países, es decir, el aumento masivo de la pobreza relativa, no sólo
tiende a erosionar la coherencia social, poniendo inclusive en peligro la democracia,
sino que tiene también un impacto negativo en el plano económico porque genera un
desgaste en el llamado “capital social”, que no es otro que el conjunto de relaciones
de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia
civil. Además de esto, Benedicto XVI asoma otro problema que trae el actual proceso
de desarrollo, que es el rebajar las culturas a la dimensión tecnológica, es decir,
remitir todos los aspectos humanos a meras relaciones tecnológicas, a la generación
de innovaciones que incluso pueden deshumanizar al hombre. Por eso se plantea la necesidad
de una nueva y profunda reflexión sobre el sentido del desarrollo tecnológico y económico,
con miras a corregir las disfunciones y desviaciones que se constatan en nuestros
días.
Jueves, 10 sep (RV).- Seguimos en el segundo
capítulo de la encíclica social de Benedicto XVI abordando hoy el número 32. El Papa
dice que el desarrollo en nuestros días presenta grandes novedades pero que exigen
a los pueblos nuevas soluciones para su consecución. Y esas soluciones nuevas pasan
por el respeto de las leyes propias de cada cosa, es decir, manteniendo y respetando
las dinámicas y procesos de cada ámbito del desarrollo, y a su vez respetando la dignidad
de la persona humana. El Pontífice dice a este respecto que la dignidad de la persona
humana y las exigencias de justicia requieren, especialmente en nuestros días, que
las opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente inaceptable
las desigualdades, además deben tener como prioridad el objetivo del acceso al trabajo
por parte de y todos, o al menos que lo mantengan quienes lo tienen. El progreso no
se puede basar en el aumento de la brecha entre ricos y pobres, como veremos mañana
en la continuación de este número.
Miércoles, 9 sep (RV).- Hoy nos detenemos
en el número 31 de la Caritas in veritate. En este apartado Benedicto XVI habla de
la necesidad que la investigación científica y la valoración moral crezcan juntas,
y para ello la caridad entra en juego para animarlas en un conjunto interdisciplinar
armónico, hecho de unidad y distinción. En este sentido reafirma el valor que tiene
la doctrina social de la Iglesia ya que es una ciencia interdisciplinar, que permite
a la fe, a la teología, a la metafísica y a las ciencias encontrar su lugar dentro
de una colaboración al servicio del hombre. Y esto es así porque la doctrina social
de la Iglesia se apoya en las ciencias del hombre como componentes auxiliares para
iluminar, desde la perspectiva teológica, el quehacer del hombre en su vida de sociedad.
Y por supuesto iluminar sobre las formas de alcanzar el desarrollo. Benedicto XVI
dice que Pablo VI había visto que entre las causas del subdesarrollo estaba precisamente
el hecho de la falta de sabiduría, de reflexión y de pensamiento, de modo que no se
podía hacer una síntesis orientadora, que de alguna manera si puede ofrecer la Iglesia
con su integradora doctrina social.
Martes, 8 sep (RV).- El número 30 de la
Caritas in veritate plantea que la caridad no excluye el saber, más bien lo exige,
lo promueve y lo anima desde dentro. Este planteamiento lo hace Benedicto XVI porque
una propuesta de desarrollo se puede hacer pensando sólo en la capacidad humana de
saber, de hacer y de proyectar, sustentada sobre la base de los conocimientos científicos,
y en cierta medida “aséptica”. Es claro que el cálculo y la experimentación hacen
avanzar el saber, pero si se quiere que ese saber sea sabiduría capaz de orientar
al ser humano hacia la luz de los principios primeros y de su fin último, entonces,
dice el Papa, debe ser “sazonado” con la sal de la caridad. Sin el saber, el hacer
es ciego, y el saber es estéril sin el amor. Cada disciplina tiene su ámbito de acción,
su modo de conocer y actuar, y la caridad debe dialogar con estas disciplinas desde
sus principios para poder orientar al ser humano hacia el desarrollo integral. La
integralidad no la logra una ciencia o disciplina particular, sino el conjunto de
acciones que apuntan a lograr un ser humano integral: lo exige la caridad en la verdad.
Lunes, 7 sep (RV).- Pasamos hoy a reflexionar
con el número 30 de la Caritas in veritate, un número que sigue la idea planteada
en el numeral 29, que es la de ver las influencias de la negación de la libertad religiosa
y promoción del ateísmo en el progreso de los pueblos. Ya en el número 29 Benedicto
XVI denunciaba a Estados desarrollados que con el interés de influir sobre los Estados
más pobres limitan las relaciones culturales, comerciales y políticas mediante la
inducción de sus ideas que normalmente tienen una visión restringida de la persona
y su destino. El Papa dice que el tema del desarrollo humano integral tiene un alcance
más complejo, que exige una correlación entre sus múltiples elementos y exige un esfuerzo
para que los diferentes ámbitos del saber humano sean interactivos, con vistas a la
promoción del desarrollo de los pueblos. Con frecuencia se piensa, dice el Pontífice,
que para lograr el desarrollo basta aplicar medidas socioeconómicas que se piensa
sean adecuadas y aplicadas en una actuación común, pero se necesita que esa acción
común sea orientada, tenga como fundamento una doctrina. La Caridad puede ser esa
doctrina que ayude a lograr un desarrollo sustentable para los pueblos.
Domingo,
6 sep (RV).- Continuando con la
reflexión del número 29 de la encíclica social de Benedicto XVI, hoy nos detenemos
en otro aspecto que involucra el aspecto religioso con el desarrollo de los pueblos:
la promoción programada de la indiferencia religiosa o del ateísmo práctico en muchos
países. El Papa dice que esta promoción de una vida de indiferencia ante Dios y lo
que signifique su relación con la persona afecta el desarrollo de los pueblos al sustraerles
bienes espirituales y humanos. El ser humano no es un átomo perdido en un universo
casual, sino que es criatura de Dios, a quien Él ha querido dar alma inmortal y al
que ha amado desde siempre. El Pontífice plantea claramente que si el hombre fuera
sólo un fruto del azar o la necesidad, o si tuviera que reducir sus aspiraciones al
horizonte angosto de las situaciones en que vive, si todo fuera únicamente historia
y cultura, y no tuviera una naturaleza destinada a trascenderse en una vida sobrenatural,
entonces solo cabría hablar de incremento o de evolución, pero no de desarrollo. Con
este planteamiento, Benedicto XVI está replanteando una definición de desarrollo que
no se queda sólo en los aspectos materiales del bienestar, sino que va más allá al
proponer una dignificación de la persona, que no es más por tener más, sino que es
más porque es más digna. Sábado, 5 sep (RV).- Abordamos hoy un tema
de una actualidad relevante, “la negación del derecho a la libertad religiosa”. Este
tema está en el número 29 de la Caritas in veritate. Benedicto XVI dice que este tema
está estrechamente unido al del desarrollo porque los conflictos y luchas que todavía
hoy se producen en varias partes del mundo por motivos religiosos restan fuerzas a
los pueblos para que consigan el anhelado desarrollo. El Papa es consciente que en
varias zonas se mata en nombre de Dios, algunas veces por motivos fundamentalistas,
y otras veces utilizando este nombre sagrado para esconder otras motivaciones, como
el afán de riqueza y poder. El Pontífice subraya que la violencia frena el desarrollo
auténtico e impide la evolución de los pueblos hacia un mayor bienestar socioeconómico
y espiritual. Y cuando hay una matriz fundamentalista en el terrorismo, se causa dolor,
devastación y muerte, además del bloqueo del diálogo entre las naciones. De ahí que
la Caritas in veritate denuncie como una causa más del fracaso del desarrollo de los
pueblos, el uso del nombre de Dios para implantar la violencia, el terrorismo y la
muerte.
Viernes, 4 sep (RV).- “La apertura a la
vida está en el centro del verdadero desarrollo”. Esta frase está en el centro del
número 28 de la Caritas in veritate, y la propone Benedicto XVI porque ve que en la
actualidad muchas de las legislaciones de los países desarrollados, y las propuestas
de leyes de muchos países en vías de desarrollo, están basadas en artículos contrarios
a la vida. El Papa dice que cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la
supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria
para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad
personal y social para acoger una nueva vida, afirma Benedicto XVI, también se marchitan
otras formas de acogida provechosas para la vida social. Lamentablemente sobre el
supuesto del control natal y la legislación abortiva se ha forjado el desarrollo de
algunos países que hoy tienen serios problemas sociales, porque no basta el bienestar
económico para lograr la realización en la vida. Tal vez el drama de sociedades de
abundancia es el vacío con el que viven las personas, y la falta de compromiso con
quienes deben venir después de ellos, sus hijos.
Jueves, 3 sep (RV).- Vamos a iniciar en
este espacio de hoy la reflexión sobre el número 28 de la Caritas in veritate, la
encíclica social de Benedicto XVI. Para hacerlo es necesario conectarlo con el número
anterior, el 27, donde el Papa plantea que se promulgue un nuevo derecho humano, relativo
a la vida, que tiene que ver con la seguridad de acceso al agua y a la alimentación
de todas las personas sin discriminaciones. El desarrollo, entonces, es una cuestión
también del respeto a la vida, tiene que ver con el derecho que tienen las personas
a vivir. Y si bien, el concepto de desarrollo actual pone de relieve la superación
de la pobreza, el Papa pide que este concepto de superación de la pobreza incluya
también los problemas vinculados con la acogida de la vida, ya que en la actualidad
hay tendencias a impedirla de diversas formas. No se puede plantear la superación
de la pobreza mediante la difusión de técnicas de contracepción como control demográfico,
ni de imponer el aborto como mecanismo para facilitar créditos. Y esto lo estamos
viendo en nuestros días, cuando se propone a los países incluir en sus legislaciones
la aceptación del aborto para poder acceder a los créditos. Como cristianos no podemos
aceptar tales propuestas.
Miércoles, 2 sep (RV).- En el número 27 de
la Caritas in veritate, que estamos viendo estos días, y donde el Papa está abordando
el problema del hambre en el mundo, hay una propuesta que hace el Benedicto XVI para
que se consagre un nuevo derecho humano universal: “la alimentación y el acceso al
agua como derechos humanos universales de todos los seres humanos, sin distinciones
ni discriminaciones”. Si se habla de que la persona tiene derecho a la vida, si este
es uno de los derechos primarios para la existencia humana, entonces dice el Pontífice,
se debe considerar el derecho a la alimentación y al acceso al agua como dos derechos
conexos, sin los cuales el primario derecho a la vida no tendría sentido. De ahí que
se pida a los países ricos apoyar a los países pobres mediante planes de financiación
inspirados en la solidaridad, con el fin de que ellos mismos puedan satisfacer las
necesidades de bienes de consumo y desarrollo propio de sus ciudadanos. Y esta solución
no sólo beneficia a los propios países pobres, sino también a los mismos países ricos,
que corren el riesgo de perder capacidad productiva si la crisis mundial no se detiene.
Martes,
1 sep (RV).- El número 27 de Caritas
in veritate está abordando el tema del hambre en el mundo. Benedicto XVI dice que
el problema de la inseguridad alimentaria debe ser planteado en una perspectiva de
largo plazo, eliminando las causas estructurales que lo provocan y promoviendo el
desarrollo agrícola de los países más pobres mediante inversiones en infraestructuras
rurales, sistemas de riego, transporte, organización de los mercados, formación y
difusión de tecnologías agrícolas apropiadas, capaces de utilizar del mejor modo posible
los recursos humanos, naturales y socio-económicos. También el Papa replantea el tema
de la reforma agraria. Todo esto suena muy bien, pero nos parece que se debe insistir
mucho más, sobre todo en momentos cuando los países desarrollados se ponen de acuerdo
para limitar sus producciones agrícolas, cuando ponen barreras arancelarias para que
los productos de los países pobres no lleguen a sus mercados, cuando prefieren botar
y destruir sus excesos de producción, en vez de buscar mecanismos para que esos excesos
de productos lleguen a los más necesitados. Estamos ante la mesa del rico Epulón,
sólo que a diferencia del Epulón del evangelio, el de hoy no permite que los pobres
coman de sus sobras, sino que al contrario, pide que se las compren.
Lunes,
31 ago (RV).- Pasamos hoy a reflexionar
sobre el número 27 de la Caritas in veritate, número que está en el segundo capítulo
de la encíclica. Es un número largo pero que aborda una de las temáticas más significativas
y escandalosas de la actualidad, el hambre en el mundo. Hoy aumenta rápidamente el
número de los Lázaros que buscan las migajas de comida que caen de las mesas de los
epulones ricos. Dar de comer al hambriento, recuerda el Papa, es un imperativo ético
para la Iglesia Universal, que responde a las enseñanzas de su fundador, el Señor
Jesús, sobre la solidaridad y el compartir. Y la Iglesia, en la medida de sus posibilidades,
lo cumple. Pero se constata que en esta era de la globalización el hambre también
se ha globalizado, y el Papa plantea su eliminación o disminución como una meta que
se deben poner los países inclusive para salvaguardar la paz y la estabilidad del
planeta. Benedicto XVI afirma que el hambre no depende tanto de la escasez de recursos,
cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es
el de tipo institucional. Es decir, falta un sistema de instituciones económicas capaces,
tanto de asegurar que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y adecuada
desde el punto de vista nutricional, como de afrontar las exigencias relacionadas
con las necesidades primarias y con las emergencias de crisis alimentarias reales,
provocadas por causas naturales o por la irresponsabilidad política nacional e internacional.
Volveremos sobre este tema en nuestro próximo programa.
Domingo, 30 ago (RV).-
El número 26 de la
Caritas in veritate está dedicado al plano cultural. Benedicto XVI dice que en la
época de Pablo VI las culturas estaban generalmente bien definidas y tenían más posibilidades
de defenderse ante los intentos de hacerlas más homogéneas. Hoy es diferente porque
hay más interacción entre las culturas, sobre todo basada en las facilidades de movilización
de las personas y la influencia de los medios de comunicación. Pero esto puede generar
dos peligros dice el Papa. El primero es que se genere un eclecticismo cultural, es
decir, que se asuman de manera acrítica las diversas culturas pensando que pueden
superponerse, generando un relativismo cultural que desecha lo propio. El segundo
peligro, según el Pontífice, es el opuesto, es decir, rebajar la cultura y homologar
los diferentes comportamientos y estilos de vida, con lo que perdería sentido la cultura
de las diferentes naciones. El Papa dice que el eclecticismo y el bajo nivel cultural
coinciden en separar la cultura de la naturaleza humana, lo que lleva a reducir al
hombre a un mero dato cultural. Cuando esto ocurre, concluye Benedicto XVI, la humanidad
corre nuevos riesgos de sometimiento y manipulación.
Sábado, 29 ago (RV).-
En el programa anterior
hablábamos sobre la movilidad laboral que existe en nuestros días, tema planteado
por Benedicto XVI en el número 25 de la Caritas in veritate. Una movilidad que es
originada por la desregulación generalizada en el ámbito del empleo. El Papa dice
que este fenómeno crea problemas en los trabajadores, ya que la incertidumbre causada
por la precariedad de los empleos pueden inducir inclusive hasta formas de inestabilidad
psicológica y de dificultad para crear nuevos caminos para desarrollar la vida, inclusive
puede afectar la vida matrimonial. Claro, sino se trabaja, o si se depende mucho tiempo
de la asistencia pública o privada la persona se puede sentir minusvalorada. Por eso
es que se afectan los proyectos a largo plazo, porque si no hay certeza de permanencia
en el trabajo, si no hay certeza de que se conseguirá un trabajo estable la vida personal
y familiar paga esas consecuencias. Y ni que decir cuando se está desempleado por
largo tiempo, donde la desesperación por conseguir lo mínimo para el mantenimiento
familiar puede llevar a la persona a cometer inclusive delitos. Por eso el Papa, para
concluir este número 25 de su encíclica social, hace un llamado de manera especial
a los gobernantes para que se ocupen de dar un aspecto renovado al orden económico
y social mundial, y para que tengan en cuenta que el primer capital que se ha de salvaguardar
y valorar es el hombre, la persona en su integridad. Viernes, 28 ago (RV).- El siguiente tema
tratado en el número 25 de la Caritas in veritate es el de la movilidad laboral. El
Papa dice que este tema está asociado a la desregulación generalizada que se ha implantado
en nuestros días para atraer empresas a lugares con condiciones fiscales y remunerativas
más bajas. Se reconoce el hecho que las empresas cuando se trasladan a países pobres
o en vías de desarrollo aportan al contratar personal y disminuir así el desempleo.
Pero el problema es que las mismas leyes que favorecen esa migración de empresas,
lo hacen en desmedro de las condiciones laborales de los trabajadores. Por ejemplo
pensemos en la forma como se contratan hoy servicios y trabajos. Normalmente son lo
que se llama “Tercerizados”, es decir, se contrata una empresa que cumple el trabajo
a la cual se le paga según el contrato, y esta a su vez contrata trabajadores según
el contrato. El trabajador sólo tiene el empleo mientras dura el contrato, normalmente
no tiene más beneficios que la remuneración que se hace de manera complexiva, es decir,
donde teóricamente se paga todo, inclusive su contribución para las pensiones de jubilación.
Pero el problema es que eso no es nada duradero, y se crea una precariedad grande,
porque los contratados normalmente son gente joven y con poca experiencia, para pagar
menos, mientras que quienes tienen cierta edad y experiencia ya no se les contrata.
Este ejemplo nos puede ilustrar cómo en nuestros días los derechos laborales son vulnerados
en función de un beneficio económico para quienes tienen las empresas.
Jueves,
27 ago (RV).- Continuamos hoy con
las denuncias que en el número 25 de Caritas in veritate está haciendo Benedicto XVI
con respecto a la situación actual de los trabajadores. Después de denunciar la disminución
de los beneficios de los trabajadores por las dinámicas del mercado y la globalización,
además por la debilidad de las asociaciones de trabajadores, el Papa dice que se constata
que los cambios sociales y económicos hacen que las organizaciones sindicales tengan
hoy mayores dificultades para desarrollar su tarea de representación de los intereses
de los trabajadores, también porque los gobiernos, por razones de utilidad económica,
limitan a menudo las libertades sindicales o la capacidad de negociación de los sindicatos
mismos. En este punto Benedicto XVI recuerda la invitación de la doctrina social de
la Iglesia, que empezando por la Rerum novarum, motiva a dar vida a las asociaciones
de trabajadores para que sean efectivas en la defensa de los derechos de los trabajadores.
Es claro que hoy los patronos no son tan fáciles de identificar como en la época de
la Rerum novarum, y a veces el dueño de la empresa está a miles de kilómetros del
lugar de producción, siendo esta la razón por la que el Papa pide que se establezcan
nuevas formas organizativas y sinergias que tanto a nivel local como internacional
puedan llevar adelante esta defensa de los más débiles de la escala productiva, los
trabajadores.
Miércoles, 26 ago (RV).- El número 25 de la
Caritas in veritate hace una denuncia sobre la reducción de la red de seguridad social
originada por el relajamiento de las legislaciones laborales y la disminución de impuestos
a las empresas que hacen algunos países para lograr la ubicación en sus territorios
de actividades productivas de grandes empresas y consorcios. Benedicto XVI hace esta
denuncia porque con el mensaje de tener mejores ventajas competitivas en el mercado
global, la reducción de sueldos de los trabajadores, la disminución de los beneficios
sociales y la previsión social, generan graves peligros para los trabajadores, para
sus derechos fundamentales reconocidos después de arduas luchas en muchas partes del
mundo y que ahora se ven disminuidos y hasta transgredidos. El Papa dice que los sistemas
de seguridad pueden perder la capacidad de cumplir su tarea, tanto en los países pobres,
como en los emergentes, e incluso en los ya desarrollados desde hace tiempo. Y añade
a la denuncia que las políticas de balance, con los recortes al gasto social, con
frecuencia promovidos también por instituciones financieras internacionales, pueden
dejar a los ciudadanos impotentes ante riesgos antiguos y nuevos; impotencia que aumenta
por la falta de protección eficaz por parte de las asociaciones de los trabajadores.
Como vemos de esta denuncia del Papa, pareciera que estamos regresando a los tiempos
donde sólo la Iglesia es una voz que se levanta para pedir la reivindicación de los
derechos mutilados de los trabajadores.
Martes, 25 ago (RV).- Este es nuestro segundo
programa dedicado al número 25 de la Caritas in veritate de Benedicto XVI, un apartado
donde se ve cómo está en la época actual el mundo del trabajador. Ya indicábamos que
los obreros y trabajadores en general han conseguido, junto con sus organizaciones,
beneficios que mal que bien daban ciertas seguridades tanto en el tiempo de actividad
productiva como en la etapa de jubilación. Pero, como constata Benedicto XVI, la dinámica
de la globalización, sobre todo en el campo económico y de mercados, está influyendo
de manera directa sobre los sistemas de seguridad social, ya que muchas grandes empresas,
con el fin de bajar costos de producción y mantener márgenes grandes de ganancias,
desplazan sus cadenas de producción a zonas o países de bajo coste de mano de obra
y con legislaciones laborales más permisivas. Países que también estimulan la venida
de empresas al ofrecerles rebajas o disminuciones en los niveles de contribuciones
fiscales. Y si bien ese traslado lleva trabajo a lugares y países necesitados de empleo,
lamentablemente el impacto sobre las poblaciones no es tan eficaz porque las leyes
laborales permisivas llevan a la reducción de los niveles de ingresos, pero también
de seguridad social. Es una constatación y una denuncia que hace el Papa en su Caritas
in veritate.
Lunes, 24 ago (RV).- Vamos a iniciar hoy
la reflexión del número 25 de la Caritas in veritate al que dedicaremos varios de
nuestros micros porque es un bastante extenso y trata varias cuestiones que tienen
que ver con el mundo del trabajo, que es uno de los temas fundamentales de la doctrina
social de la Iglesia desde la Rerum novarum de León XIII. El primer tema que aborda
este número 25 es el de los sistemas de protección y previsión social, que Benedicto
XVI reconoce que ya existían en muchos países en la época de Pablo VI, pero que les
ha costado y aún les costará trabajo para lograr los objetivos de verdadera justicia
social dentro del cuadro de fuerzas profundamente transformado. Es claro que desde
la época de la Rerum novarum, finales del mil ochocientos, las luchas de los obreros
han sido por mejorar las condiciones de trabajo, los salarios, pero también obtener
beneficios a nivel de atención a la salud propia y de su familia, así como tener seguridad
después de la vida útil de trabajo. En este sentido las organizaciones sindicales
han jugado un papel primordial en la consecución de los beneficios, pero como constata
Benedicto XVI en la actualidad hay riesgos muy grandes que se pierdan los beneficios
adquiridos por las dinámicas que el mundo globalizado está generando. Volveremos sobre
este asunto en nuestro próximo programa.
Domingo, 23 ago (RV).- Siguiendo con la reflexión
del número 24 de la Caritas in veritate, hoy nos detenemos en la frase con la que
Benedicto XVI califica el estado actual de la situación: “Este nuevo contexto ha modificado
el poder político de los Estados”. Es una constatación que se hace al ver cómo capitales
financieros, recursos materiales e inmateriales están hoy por encima de las propias
capacidades de muchos de nuestros países, y por ello le ponen condiciones a las decisiones
de Estado. La actual crisis económica es una lección que es necesario aprender, dice
Benedicto XVI, y sobre todo debe servir para reorientar o replantear el papel de los
poderes públicos para que tengan capacidad de corregir errores y disfunciones generadas
en los países. El Papa dice que con un papel mejor ponderado de los poderes públicos,
es previsible que se fortalezcan las nuevas formas de participación en la política
nacional e internacional que tiene lugar a través de la actuación de las organizaciones
de la sociedad civil. Es de desear, concluye Benedicto XVI, que haya mayor atención
y participación en la res publica por parte de los ciudadanos.
Sábado, 22 ago
(RV).- Continuamos con
la reflexión sobre el número 24 de la encíclica social de Benedicto XVI. Vimos en
nuestra entrega anterior que la Populorum progressio había asignado un papel central
a los poderes públicos como impulsores del desarrollo de los pueblos. Esto se hizo
en un marco donde el papel del Estado-nación estaba bien delimitado. Pero en nuestra
época, a más de 40 años de aquella encíclica de Pablo VI hay un nuevo contexto que
amerita un replanteamiento de la propuesta social desde la Iglesia. Los Estados hoy
tienen que afrontar las limitaciones que ponen a su soberanía el nuevo contexto económico-comercial
y financiero internacional, donde la característica fundamental es la movilidad de
los capitales financieros y los medios de producción materiales e inmateriales. Benedicto
XVI dice que este nuevo contexto ha modificado el poder de los Estados. Y esto es
tan dramático que vemos hoy que algunas personas y algunas empresas poseen más recursos
económicos que países enteros. Riquezas que son difíciles de escribir por las cantidades
de ceros que se deben añadir para mostrarlas, y la pobreza de muchos que avanza a
pasos galopantes. Pareciera que hoy los extremos se están alejando rápidamente y en
demasía, y los ricos son tan ricos que pueden poner condiciones, inclusive a los Estados.
Viernes,
21 ago (RV).- Estudiamos hoy el
número 24 de Caritas in veritate, donde Benedicto XVI nos habla que si bien en el
tiempo de Pablo VI el proceso de socialización estaba avanzado y puedo hablar de una
cuestión social que se había hecho mundial, sin embargo no estaba tan integrada como
lo está en nuestros días. A finales de los años 60, cuando se publicó la Populorum
progressio, tanto la actividad política como la económica se movían más bien dentro
de los confines nacionales, y por ello existía una cierta interdependencia. También
la actividad productiva estaba circunscrita a los ámbitos nacionales, y las inversiones
financieras circulaban de manera limitada entre los países. En ese tiempo era factible
que la política de los Estados fijara las prioridades de la economía y la producción,
y la gobernabilidad tendía en ciertos términos a ser eficiente. De allí que, resalta
Benedicto XVI, la Populorum progressio asignara un papel central, aunque no exclusivo,
a los poderes públicos. Se pensaba que la recta orientación y la honestidad de los
gobernantes fuera suficiente para lograr el progreso de los pueblos. Pero parece que
eso no se logró, al menos en muchos de nuestros países como veremos en nuestro siguiente
programa. Jueves, 20 ago (RV).- El número 23 de la
encíclica, después de subrayar que no basta progresar sólo desde el punto de vista
económico y tecnológico, sino que debe ser integral, analiza el hecho que tras el
derrumbe de los sistemas económicos y políticos de los países comunistas de Europa
Oriental y el fin de los llamados “bloques contrapuestos”, era necesario hacer un
replanteamiento total del significado del desarrollo. Benedicto XVI dice que ya en
1987, Juan Pablo II había denunciado que la existencia de esos bloques era una de
las principales causas del subdesarrollo, porque la política sustraía recursos a la
economía y a la cultura. Y recuerda que en 1991, en la Centesimus annus, después de
la caída del muro de Berlín en 1989, su predecesor había pedido de nuevo que se proyectara
globalmente el desarrollo no sólo en esos países ex comunistas, sino también en Occidente
y en las partes del mundo que se estaban desarrollando. Lamentablemente ese clamor
no fue escuchado del todo y sigue siendo un deber llevarlo a cabo, dice Benedicto
XVI, tal vez aprovechando precisamente las medidas necesarias para superar los problemas
económicos que ha planteado la crisis que aún estamos viviendo.
Miércoles,
19 ago (RV).- Estamos reflexionando
los apartados que corresponden al segundo capítulo de la Caritas in veritate. Hoy
nos detenemos en la primera parte del número 23. Benedicto XVI dice que se constata
que muchas áreas del planeta se han desarrollado, aunque de modo problemático y desigual,
entrando a formar parte del grupo de las grandes potencias que dirigen el mundo. Y
subraya que “no basta progresar sólo desde le punto de vista económico y tecnológico”,
sino que el desarrollo necesita ante todo ser auténtico e integral. El Papa insiste
en que el desarrollo no se debe considerar sólo como la salida del atraso económico,
algo que de por sí es positivo, el desarrollo tiene que solucionar la problemática
de la promoción del hombre. Y esta insistencia se basa en el hecho de que cuando el
crecimiento es marcado por desviaciones y desequilibrios, al final quien paga las
consecuencias es el ser humano, que tal vez mejora su economía pero que sigue expuesto
a formas de explotación que denigran de su condición humana. No basta tener más, en
sentido económico, sino se es más, en el sentido de la dignidad de la persona humana.
Martes, 18 ago (RV).- Vamos a terminar
el día de hoy la reflexión sobre el número 22 de la encíclica social de Benedicto
XVI. Le hemos dedicado varios espacios porque es bastante denso en cuanto a denuncias
sobre situaciones que afectan el desarrollo actual de nuestros pueblos. La última
denuncia que presenta este número tiene que ver con otra forma de explotación que
se está tratando de imponer de parte de países ricos a aquellos pobres, pero con grandes
recursos ambientales y en especial con variedad de flora. Se trata de la protección
de los conocimientos y principios a través de un empleo demasiado rígido del derecho
a la propiedad intelectual. Es claro que se necesita investigación para saber las
propiedades medicinales de plantas y de algunos animales, pero esta inversión no puede
ser considerada como la determinante para presionar a países pobres a que acepten
sin más que la propiedad de principios activos y medicinales sean de los países ricos,
y de las grandes empresas farmacéuticas. Al final lo que sucede es que las medicinas
producidas no benefician a los pobres, quienes tienen que pagar a caro precio los
productos originados con sus propias plantas. La denuncia busca que se cree un mecanismo
que permita la investigación, pero que salvaguarde el derecho de quienes tienen como
único recurso a la naturaleza que Dios le ha dado.
Lunes, 17 ago (RV).- En la medida que
avanzamos la reflexión en el número 22 de la Caritas in veritate constatamos la densidad
de las denuncias que allí se hacen. Hoy nos detenemos en la llamada de atención que
hace Benedicto XVI con respecto a las ayudas internacionales. Si bien no se condena
el hecho de que haya contribuciones entre los países pudientes y aquellos con menos
recursos, si se denuncia el que muchas de esas ayudas no llegan a solucionar los problemas
porque con frecuencia son desviadas de su finalidad por irresponsabilidad tanto de
los donantes como en los beneficiarios. Benedicto XVI tiene mucha razón en su planteamiento,
y aunque no lo menciona, esta irresponsabilidad en las ayudas internacionales está
a la base de un sistema de corrupción que al final termina enriqueciendo a poca gente
y amparándose en un sistema financiero que todavía permite los llamados paraísos fiscales,
donde no se justifica la procedencia del dinero. En Cuántos de nuestros países se
dice que se han hecho donaciones para tal o cual proyecto, y al final pasa el tiempo
y todo va al olvido. Esto no es sino la manifestación concreta de la denuncia hecha
por el Papa con respecto a la corrupción que se da en muchas partes con las ayudas
y beneficios.
Domingo, 16 ago (RV).- Continuando nuestra
reflexión sobre el número 22 de la encíclica social de Benedicto XVI, vemos sigue
la serie de denuncias de las situaciones escandalosas que se viven en el mundo de
hoy. Después de mencionar los problemas de corrupción e ilegalidad en muchos de los
países del mundo, el Papa menciona otro: la falta de respeto de los derechos humanos
de los trabajadores. Recordemos que la doctrina social católica, tal como la conocemos
hoy, parte de la Rerum novarum que en 1881 denunció los problemas de explotación de
los obreros. Pues bien, después de casi un siglo y cuarto, Benedicto XVI constata
que sigue habiendo una falta de respeto y consideración por los trabajadores, provocada
muchas veces por grandes empresas multinacionales y también por grupos de producción
local. Aunque no se mencionan de manera explícita en la encíclica, vemos que debajo
de esta preocupación están las leyes impuestas en muchos países donde se regula la
fuerza laboral para que gane menos, para que se contraten personas con menos edad
o experiencia, con lo que se disminuye la calidad de vida de las familias. Podemos
decir, sin temor a equivocarnos, que Caritas in veritate sigue mostrando el gran interés
que para la Iglesia tiene la causa obrera.
Sábado, 15 ago (RV).- El número 22 de
la encíclica, que desde hace dos entregas estamos reflexionando, es bastante denso
en denuncias de las situaciones de injusticia que se viven en el mundo. Mantiene de
esta manera el interés de la doctrina social católica de desenmascarar las situaciones
que se plantean como normales, pero que al final lo que buscan es justificar un sistema
de cosas que afecta a grandes mayorías al no permitirles el desarrollo. Una de las
causas de estos problemas se menciona en este número 22, y no es otra que la conocida
corrupción. Benedicto XVI dice que se constata en nuestros días corrupción e ilegalidad
tanto en el comportamiento de sujetos económicos y políticos de los países ricos,
nuevos y antiguos, como en los países pobres. Es decir, la corrupción y la ilegalidad
ya no son exclusivas de ciertos regímenes que se mantenían con este sistema, sino
que han permeado inclusive a sociedades teóricamente mejor organizadas. Sino preguntémonos
cómo ha sido posible que en países como Estados Unidos, por ejemplo, banqueros honorables
se han aprovechado y han llevado a quebrar la economía del propio país y del sistema
económico mundial. Más adelante veremos qué propuestas se hacen desde la Caritas in
veritate para aportar, desde la doctrina social, a la superación de los problemas
planteados.
Viernes, 14 ago (RV).- Continuando con la
reflexión del número 22 de la encíclica social de Benedicto XVI, en donde se habla
de los múltiples ámbitos del desarrollo en nuestros días, el Papa constata que la
línea de demarcación entre países ricos y pobres ya no es tan neta como en la época
de la Populorum progressio, porque mientras se observa un crecimiento en términos
absolutos de la riqueza, al mismo tiempo aumentan las desigualdades. Y estas desigualdades
ya no se dan sólo entre los países, sino que dentro de los mismos países han aumentado
las diferencias de clases, nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas
pobrezas. El Papa inclusive habla que en las zonas más pobres, algunos grupos gozan
de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable
con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora. Y concluye esta parte diciendo
que se sigue produciendo “el escándalo de las disparidades hirientes”. De alguna manera
en esta parte del número 22 de la Caritas in veritate se está haciendo referencia
a lo que la reflexión latinoamericana desde Medellín y Puebla vienen denunciando,
ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. Benedicto XVI, con
este número, continúa la línea de denuncia que la Iglesia hace contra la riqueza mal
habida y sobre todo contra la riqueza que golpea en la cara a los menos favorecidos
y hasta explotados.
Jueves, 13 ago (RV).- Continuamos la reflexión
del segundo capítulo de la Caritas in veritate que está dedicado a estudiar el desarrollo
en la época actual. Hoy nos detenemos en el número 22 en donde Benedicto XVI constata
que el desarrollo en nuestros días se despliega en múltiples ámbitos, a diferencia
de cómo era concebido a finales de los años 60 cuando se escribió la Populorum progressio.
El Papa dice que en nuestros días los actores y causas, tanto del subdesarrollo como
del desarrollo mismo, son múltiples, y textualmente afirma: “las culpas y los méritos
son muchos y diferentes”. Por eso hace una invitación a liberarse de las ideologías,
ya que éstas con frecuencia tienden a simplificar de manera artificial la realidad,
a plantearla como situaciones en blanco y negro, dejando de lado los matices que hacen
rica la experiencia humana. Benedicto XVI pide que se examine con objetividad la dimensión
humana de los problemas para que las respuestas respondan también a las expectativas
de crecimiento que tienen las personas.
Miércoles, 12 ago (RV).- Vamos a finalizar
hoy la reflexión del número 21 de la Caritas in veritate. Este número ha iniciado
la reflexión sobre el curso que ha tenido el desarrollo en los últimos tiempos en
confrontación con el propuesto por Pablo VI en la Populorum progressio. Benedicto
XVI ha manifestado en este número que el desarrollo actual tiene cosas positivas,
pero también muchas cosas que desear. Y plantea que para que exista la posibilidad
de un futuro nuevo desarrollo se requieren nuevos esfuerzos de comprensión unitaria
y una nueva síntesis humanista. La crisis actual, dice el Papa, es compleja, pero
nos invita a asumir con realismo, con confianza y esperanza las nuevas responsabilidades
que nos reclama la situación de un mundo que necesita una profunda renovación cultural
y el redescubrimiento de valores de fondo sobre los cuales construir un futuro mejor.
Por eso, la crisis se convierte en una ocasión de discernir y proyectar de un modo
nuevo el tan anhelado desarrollo que la Iglesia quiere para todos los humanos.
Martes,
11 ago (RV).- El desarrollo humano,
que se está comenzando a analizar con el número 21 de la Caritas in veritate,
Benedicto XVI constata que está lejos de lo que se había propuesto en la época de
Pablo VI. Si bien se han logrado superaciones técnicas y económicas, también es cierto
que el desarrollo no ha llegado a todos. El Pontífice dice que las fuerzas técnicas
que se mueven, las interrelaciones planetarias, los efectos perniciosos sobre la economía
real de una actividad financiera mal utilizada y en buena parte especulativa, los
importantes flujos migratorios, provocados y después no gestionados adecuadamente,
o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra, nos inducen a reflexionar
sobre las medidas necesarias que todavía es necesario tomar para solucionar los acuciantes
problemas de la humanidad, que no sólo son nuevos con respecto a la época de Pablo
VI, sino que tienen también un efecto decisivo para el bien presente y futuro de la
humanidad. Por eso, esta nueva encíclica social quiere llamar la atención sobre estos
problemas e invita a quienes dirigen el mundo a tomas sabias decisiones para superar
los problemas de toda la humanidad.
Lunes, 10 ago (RV).- El número 21 de la
encíclica social de Benedicto XVI se está preguntando si se alcanzaron las expectativas
de desarrollo propuestas por Pablo VI en la Populorum progressio de 1967, especialmente
considerando el modelo de desarrollo seguido en estas últimas décadas. El Papa dice
que después de tantos años, al ver con preocupación el desarrollo y las crisis que
se suceden en estos tiempos, se confirma la preocupación que desde hace tiempo tenía
la Iglesia sobre la marcha de un desarrollo basado sólo en los elementos tecnológicos
y en la ganancia de utilidades financieras. Por eso este número 21 dice que el desarrollo
económico que quería Pablo VI era el que produjera un crecimiento real, extensible
a todos y concretamente sostenible. Y si bien se ha constatado que ha habido desarrollo
para muchas personas y sociedades que han salido de la pobreza, lamentablemente se
reconoce que es desarrollo ha estado aquejado por desviaciones y problemas dramáticos,
que la actual crisis ha puesto de manifiesto. No se puede hacer un desarrollo para
unos, mientras otros permanecen hundidos y pagando las consecuencias.
Domingo,
9 ago (RV).- Hoy iniciamos la reflexión
sobre el segundo capítulo de la Caritas in veritate que tiene como título “El desarrollo
humano en nuestro tiempo”. Es un capítulo con 13 apartados y que tiene como objetivo
estudiar el desarrollo en la época actual, con los avances obtenidos en todos los
órdenes, especialmente el referido a la globalización. El primer número de este segundo
capítulo es el 21, y Benedicto XVI comienza diciéndonos que su antecesor Pablo VI
tenía una visión muy articulada del desarrollo humano, y lo definía como la posibilidad
que los pueblos pudieran salir del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas
y el analfabetismo. Pero a la par del desarrollo humano, también hay una vertiente
económica del desarrollo que significa ofrecer una participación activa y en condiciones
de igualdad en el proceso económico internacional. Además de estas dos vertientes,
existen otras dos, planteadas también por Pablo VI, y son la vertiente social, que
significa que la evolución hacia sociedades solidarias y con buen nivel de formación,
y la vertiente política, que tiene que ver con la consolidación de regímenes democráticos
capaces de asegurar la libertad y la paz. Es claro que Pablo VI tiene ante sí el contexto
de los años 60 y por ello responde de esta manera al concepto de desarrollo. Benedicto
XVI, ya en el nuevo siglo XXI, se pregunta ¿hasta qué punto se han cumplido las expectativas
de Pablo VI? Veremos en nuestras próximas entregas qué respuestas se dan el día de
hoy a estas expectativas.
Sábado, 8 ago (RV).- El capítulo primero
de la Caritas in veritate ha sido dedicado a rememorar la encíclica Populorum progressio
que Pablo VI escribió en 1967. Hoy finalizamos el análisis de este capítulo revisando
el número 20 de la encíclica de Benedicto XVI. Este número es como un resumen donde
el Papa nos está diciendo que las perspectivas abiertas por la encíclica de Pablo
VI siguen siendo válidas y sirven de orientación para nuestro compromiso por el desarrollo
de los pueblos. Además, dice el Pontífice, Populorum progressio subraya reiteradamente
la urgencia de reformas y pide que, ante los grandes problemas de la injusticia del
desarrollo de los pueblos, se actúe con valor y sin demora. Y subraya que esta urgencia
viene impuesta también por la caridad en la verdad. Benedicto XVI sigue hablando de
urgencia porque lamentablemente se constata que los problemas planteados 40 años antes
por Pablo VI se han agudizado y las perspectivas de superación no parecen estar a
la vuelta de la esquina. De allí que esta nueva encíclica social, siguiendo los pasos
de la Populorum progressio, y planteando como novedad el principio de la caridad en
la verdad, sea una voz que se eleva desde la Iglesia para llamar la atención, primeramente
a los cristianos, pero también a toda la humanidad para que se dejen de lado las diferencias
y las ambiciones particulares, y ya, de una vez, comencemos a construir una convivencia
humana donde todos seamos hermanos, donde la fraternidad sea el motor que impulse
el progreso de nuestros pueblos, de todos los pueblos.
Viernes, 7 ago (RV).-
Ya casi finalizando
el capítulo primero de la Caritas in veritate, hoy nos detenemos en el número
19 que sigue desarrollando el concepto del progreso como una vocación. Los dos apartados
anteriores decían que ese concepto de vocación implica el ejercicio de una libertad
responsable y un respeto a la verdad. Este número 19 añade un nuevo elemento para
comprender la visión del desarrollo como vocación, y es el considerar que el centro
del desarrollo sea la caridad. Esto porque Pablo VI en la Populorum progressio
había determinado que las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden
material, sino de otro carácter, como la falta de voluntad de muchos que se desentienden
de los problemas de los otros, la falta de pensamiento, o mejor errores de pensamiento
cuando no se sabe orientar adecuadamente el progreso, y finalmente se dice que otra
causa, y tal vez la más importante, es la falta de fraternidad entre los hombres y
entre los pueblos. Benedicto XVI se pregunta: esta fraternidad ¿podrán lograrla alguna
vez los hombres por sí solos? En nuestros días asistimos a una sociedad cada vez más
globalizada, donde los instrumentos de comunicación nos hacen más cercanos, pero no
más hermanos. Por eso la Iglesia, y esta Caritas in veritate, insisten en que
veamos el progreso como vocación para que demos cabida al llamado de Dios que nos
pide que seamos más hermanos y que vivamos con mayor intensidad la caridad fraterna.
Jueves,
6 ago (RV).- El número que hoy
analizaremos de la Caritas in veritate será el 18 del primer capítulo. Este número
retoma la reflexión de los dos apartados precedentes, los que hablan sobre el progreso
como vocación, pero ampliando su visión en el sentido que hasta ahora se ha hablado
de la responsabilidad de la persona para contribuir al desarrollo, y este número 18
añade que también es necesario que se respete la verdad para que el desarrollo humano
sea integral. La concepción general del progreso es que éste busca que la persona
haga, conozca y tenga más para ser más. Pero la pregunta es ¿qué significa “ser más”?
Benedicto XVI dice que la respuesta la da Pablo VI indicando que lo que comporta esencialmente
el auténtico desarrollo: que debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres
y a todo el hombre. No significa estar parcializados, o considerar a unos ciudadanos
con más derechos y otros con menos, sino que debe considerar a todos los hombres como
dignos de alcanzar el progreso. Y esto es lo que aporta la visión cristiana, y en
definitiva nuestra doctrina social, a la humanidad: todas las personas, sin distinción
de ningún género, es digna, y esa dignidad se debe honrar con el progreso de todos.
Miércoles,
5 ago (RV).- El número 17 de la
Caritas in veritate continúa desarrollando el concepto de progreso como una
vocación. Benedicto XVI dice que la vocación es una llamada que requiere una respuesta
libre y responsable. De allí que el desarrollo humano integral, como vocación, también
supone la libertad responsable de la persona y de los pueblos. El Papa afirma que
ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo si no cuenta con el compromiso
responsable de las personas que conforman la estructura. Esto pone en interrogativo
los llamados “mesianismos”, tan expandidos en nuestros días, donde se proponen soluciones
a los problemas acuciantes de las sociedades y personas, basados, normalmente, en
la popularidad de algún político que aprovechando sus dotes, promete villas y castillos
a las personas para que le den su favor. Benedicto XVI dice que la falsa seguridad
propuesta por los mesianismos se convierte en debilidad porque comporta el sometimiento
del hombre. Esto no significa, como ya lo hacía expresado Pablo VI, que no existan
obstáculos o inconvenientes a superar, pero no será una sola persona a solucionarlo
todo, sino que será la colectividad, comprometida responsablemente la que se dará
las soluciones durables que traerán el progreso a los pueblos.
Martes, 4 ago
(RV).- Hoy vamos a abordar
el número 16 de la encíclica social de Benedicto XVI. Aquí el Papa, siempre refiriéndose
a la Populorum progressio de Pablo VI, dice que el progreso es una vocación:
“En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso,
porque la vida de todo hombre es una vocación”. Esta afirmación, que la vida de toda
persona es una vocación, es la que da al progreso una consideración que va más allá
de las simples implicaciones técnicas, como la mayoría puede pensar. Progresar, no
es solo alcanzar mejoras en las condiciones de vida producidas por artefactos o ingenios,
sino que implica un ser cada vez más personas, ser cada vez más humanos. Benedicto
XVI, siempre haciendo alusión a la encíclica de Pablo VI, afirma que decir que el
desarrollo es vocación equivale a reconocer que éste nace de una llamada trascendente,
además de reconocer la incapacidad del hombre de darse un significado por sí mismo.
Esta visión del progreso, concluye Benedicto XVI, es el corazón de la Populorum
progressio y motiva todas las reflexiones de Pablo VI sobre la libertad, la verdad
y la caridad en el desarrollo. Lunes, 3 ago (RV).- En el programa precedente
hablamos que el número 15 de Caritas in veritate trataba de verificar los aportes
sociales de dos documentos de Pablo VI que no tienen que ver con la cuestión social,
como la Humanae vitae y la Evangelii nuntiandi. Después de haber tocado la Humanae
vitae, hoy vemos lo que aporta la Evangelii nuntiandi, según la perspectiva de Benedicto
XVI. Escrita en 1975, y dedicada a la evangelización, el Papa dice que guarda una
estrecha relación con el desarrollo en cuanto la evangelización no sería completa
si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que el curso de los tiempos se
establece entre el evangelio y la vida concreta, personal y social de los hombres.
Es decir, Pablo VI indicaba en su exhortación apostólica que todo proceso de evangelización
necesariamente tiene que incidir en la promoción humana, en el desarrollo del ser
humano, no puede ignorar las condiciones de vida que tiene la persona, porque en ese
caso estaría dejando de lado las enseñanzas mismas de Jesús, que nos ama y le interesa
todo el hombre. De modo que el testimonio de caridad de Cristo que damos en la evangelización
se manifiesta mediante las obras de justicia, paz y desarrollo, y da fundamento a
lo que se ha denominado “carácter misionero” de la doctrina social católica.
Domingo,
2 ago (RV).- El número 15 de Caritas
in veritate está dedicado a establecer los aportes que han hecho a la doctrina social
católica dos documentos de Pablo VI que en su generalidad no tienen el carácter de
documentos sociales. Son ellos la Humane vitae de 1968, y la Evangelii nuntiandi
de 1975. Benedicto XVI dice que cita estos documentos no dedicados al tema social
porque ayudan a delinear el sentido plenamente humano del desarrollo propuesto por
la Iglesia. La Humanae vitae es una encíclica que subraya el sentido unitivo
y procreador a la vez de la sexualidad, poniendo de esta manera como fundamento de
la sociedad la pareja de esposos que se unen en relación abierta a la vida. La propuesta
de esta encíclica es una ética de la vida. A la vez, la Humanae vitae, sigue
diciendo Benedicto XVI, tiene vínculos muy fuertes con la ética social porque aquella,
la ética de la vida, al reafirmar el valor de la persona, también ayuda a valorizar
aspectos como la dignidad de la persona, la justicia y la paz. De este modo, Benedicto
XVI afirma que se contradice radicalmente quien aceptando y tolerando las más variadas
formas de menosprecio y violación de la vida humana, propone una sociedad justa y
pacífica, como si esta no partiera del respeto por la persona humana como lo concebimos
en nuestra doctrina social y en nuestra doctrina moral, con valor desde su concepción
hasta su muerte natural.
Sábado, 1 ago (RV).- Otro documento social
de Pablo VI fue la Octogesima adveniens, publicada en 1971 como homenaje a
los 80 años de la encíclica Rerum novarum. A esa encíclica del 71, Benedicto
XVI le dedica el número 14 de su Caritas in veritate. En este apartado se señala
que el tema tratado fue el sentido de la política y el peligro que representaban visiones
utópicas e ideológicas que comprometían su cualidad humana y ética. Benedicto XVI
dice que estos argumentos están estrechamente unidos con el desarrollo. Y resalta
el hecho que Pablo VI advertía ese año 1971 contra la llamada ideología tecnocrática
porque era consciente del gran riesgo de confiar todo el desarrollo sólo a la técnica,
porque de ese modo quedaría sin orientación. No hay que olvidar, dice Benedicto XVI,
que la técnica es ambivalente, que por un lado ayuda a la humanidad en su progreso,
pero que también puede ser usada mal y originar problemas como los que vemos en la
actualidad. Benedicto XVI también advierte sobre cierto pensamiento que busca dejar
de lado la tecnología para hacer retornar al ser humano a un estadio de naturaleza
como el originario. Y dice que estos dos modos de pensar, el extremo tecnicismo y
el extremo naturalismo, son propuestos para eximir al progreso de su valoración moral,
y al final, eximirlo de nuestra responsabilidad.
Viernes, 31 jul (RV).-
Hoy entramos en el
número 13 de la encíclica donde Benedicto XVI nos hace una enumeración de los puntos
de unión de la Populorum progressio con la Doctrina Social de la Iglesia desarrollada
hasta ese momento. En primer lugar pone de relieve la importancia que el documento
de Pablo VI da al evangelio como factor fundamental para la construcción de la sociedad
según la libertad y la justicia. El segundo punto que destaca Benedicto XVI de la
encíclica de su predecesor es que se verifica claramente la dimensión mundial de la
cuestión social, y en particular capta la relación recíproca entre el impulso de unificación
de la humanidad y el ideal cristiano de una única familia de los pueblos. El tercer
elemento que destaca el Papa de la Populorum progressio es que señaló al desarrollo,
humana y cristianamente entendido, como el corazón del mensaje social cristiano, es
decir, si quisiéramos resumir la doctrina social católica tendríamos que considerar
el factor desarrollo humano como su definición más explícita. Y por último, Benedicto
XVI señala que Pablo VI con su Populorum progressio afrontó con firmeza cuestiones
éticas importantes, sin ceder a las debilidades culturales de su tiempo.
Jueves,
30 jul (RV).- Continuamos con la
reflexión sobre el número 12 de la Caritas in veritate de Benedicto XVI. Ya hemos
visto en la entrega anterior que la doctrina social católica no tiene, estrictamente
hablando, una división pre o post conciliar, sino que debe ser entendida como un sistema
integrado que va evolucionando con la dinámica de los problemas siempre nuevos y la
luz recibida por los Pontífices para abordarlos. El Papa dice que esto es necesario
para salvaguardar tanto el carácter permanente como histórico de este patrimonio doctrinal
que, con sus características específicas, forma parte de la tradición siempre viva
de la Iglesia. Por eso afirma que esta doctrina está construida sobre las enseñanzas
transmitidas por los Apóstoles a los Padres de la Iglesia y acogida y profundizada
después por los Doctores cristianos, y en definitiva se remite al hombre nuevo, al
último Adán, espíritu que da vida, y que es el principio de la caridad que no pasa
nunca. De allí que sea tarea profética de los Sumos Pontífices guiar apostólicamente
la Iglesia de Cristo y discernir las nuevas exigencias de la evangelización. Por eso,
finaliza Benedicto XVI, la Populorum progressio, insertada en la gran corriente de
la Tradición, puede hablarnos todavía hoy a nosotros.
Miércoles, 29 jul (RV).-
El número 12 de la
encíclica social de Benedicto XVI continúa estudiando la relación entre la Populorum
progressio de Pablo VI y el Concilio Vaticano II. Y lo hace aclarando el hecho de
que con esta encíclica post conciliar no se ha roto la tradición de doctrina social
que hasta esos años de mediados de los 60 se había planteado. De hecho, Benedicto
XVI dice que hacer subdivisiones abstractas de la doctrina social como un antes y
un después del Concilio, y aplicando categorías extrañas a la misma doctrina social
no contribuyen a clarificar lo que significa ésta. Y afirma categóricamente que no
hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar, sino una
única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva. Y esta última idea es
la que hace comprender las necesarias diferencias de enfoque entre las enseñanzas
de uno y otro Pontífice, pero sin perder nunca de vista la coherencia de todo un corpus
doctrinal en su conjunto. Esa coherencia, Benedicto XVI dice que no significa un sistema
cerrado, sino más bien fidelidad dinámica a la luz recibida en cada tiempo según los
problemas siempre nuevos que van surgiendo.
Martes, 28 jul (RV).- Continuamos con la
reflexión sobre el número 11 de la encíclica que no sólo es extenso sino bastante
rico en ideas que resaltan el mensaje de la Populorum progressio de Pablo VI. Nos
hemos referido en las dos entregas anteriores a las verdades de la fe que están de
trasfondo en la encíclica de su predecesor, que son “toda la Iglesia en su ser y obrar,
cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral
del hombre”, y la segunda verdad que dice “que el auténtico desarrollo del hombre
concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones”.
Benedicto XVI también subraya el hecho que es necesaria la perspectiva de la vida
eterna para que ese desarrollo no se quede enclavado sólo en la perspectiva inmediata
del tener, a lo que indicaba que en este sentido había que ver el desarrollo humano
integral como una vocación. Por eso, este número 11 concluye indicando que el desarrollo
exige una visión trascendente de la persona, necesita de Dios. Porque sin él, concluye
el Pontífice, se niega el desarrollo o se le deja únicamente en las manos de los hombres
que entonces tendrán la tentación de auto-salvación y al final se termina por promover
un desarrollo deshumanizado. Algo que tal vez estamos viendo con mayor claridad en
nuestros días.
Lunes, 27 jul (RV).- El número 11 de la
encíclica nos está hablando de las dos grandes verdades que planteaba Pablo VI para
el servicio en el mundo de la Iglesia en la perspectiva del amor y la verdad. La primera
verdad es que toda la acción de la Iglesia tiende a promover el desarrollo integral
humano. Y la segunda verdad es que el auténtico desarrollo del hombre concierne de
manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones. Benedicto XVI
habla en su encíclica que esta verdad es fundamental para entender que el desarrollo
humano, sin la perspectiva de una vida eterna, se queda encerrado dentro de la historia,
queda reducido sólo al incremento del tener, exponiéndose la humanidad a perder la
valentía de estar disponible para los bienes más altos, para las iniciativas grandes
y desinteresadas que la caridad universal exige. El Papa dice en este número 11 que
el hombre no se desarrolla únicamente con sus fuerzas, a pesar que a lo largo de la
historia se ha creído que con la sola creación de instituciones se garantizaba a la
humanidad el ejercicio de su derecho al desarrollo. Y señala que las instituciones
por sí solas no bastan porque el desarrollo humano es, ante todo, una vocación y,
por ello, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte
de todos. El desarrollo no es cuestión de unos pocos iniciados.
Domingo, 26
jul (RV).- Siguiendo con el número
11 de la encíclica social de Benedicto XVI, en el que nos habla sobre la encíclica
Populorum progressio de Pablo VI, el Papa nos plantea que el documento de su predecesor
partía de dos grandes verdades. La primera es que toda la Iglesia, en todo su ser
y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo
integral del hombre. Es decir, no hay ninguna actividad eclesial que no tenga, por
esencia, ese carácter de elevación del ser humano, de dignificación de la persona
humana. Por eso Benedicto XVI dice que la Iglesia tiene un papel público que no se
agota en sus actividades de asistencia o educación, bien conocidas en el mundo, sino
que manifiesta toda su capacidad de servicio a la promoción del hombre y la fraternidad
universal cuando puede contar con un régimen de libertad. El Papa es consciente que
no en todas partes la Iglesia puede actuar con libertad, y que incluso en algunos
lugares es objeto de prohibiciones y persecuciones que reducen su presencia pública,
limitándola sólo al ejercicio de actividades de caridad. De todos modos, la primera
verdad señalada por Pablo VI sigue evidenciándose en el trabajo constructivo que la
Iglesia, día a día, realiza con todos sus miembros para promover la dignidad de la
persona humana.
Sábado, 25 jul (RV).- Comenzamos a revisar
el número 11 de la encíclica que por su extensión y la riqueza de contenidos es necesario
que lo veamos en varias entregas. Benedicto XVI indica en este número que la publicación
de la Populorum progressio tuvo lugar poco después de la conclusión del Concilio Vaticano
II, razón por la que su autor, el Papa Pablo VI, indica la íntima relación que tiene
su encíclica con el Concilio. Juan Pablo II, en la encíclica Sollicitudo rei socialis
también subraya la fecunda relación entre el Concilio y el documento de Pablo VI.
Benedicto XVI, que por demás fue uno de los expertos que participó en el Concilio,
nos dice que esa reunión eclesial “profundizó en lo que pertenece desde siempre a
la verdad de la fe, es decir, que la Iglesia, estando al servicio de Dios, está al
servicio del mundo en términos de amor y verdad”. Y no puede ser de otro modo. La
escritura misma nos dice, a través del apóstol Santiago, cuya fiesta celebramos este
día, que es necesario poner por obra la palabra escuchada, no contentarnos con vivir
sólo una fe ensimismada y sólo para nosotros, y es famosa su sentencia: demuéstrame
tu fe sin obras, que yo por mis obras te mostraré mi fe. Y eso es precisamente lo
que hace la Iglesia cuando nos invita a obrar en el campo social: el mundo no nos
es ajeno, vivimos en él, y nuestra fe debe ser vivida dando a este mundo el ejemplo
de lo que significa ser un seguidor de Cristo, y contribuyendo con los valores y principios
cristianos para hacer de este, un mundo mejor.
Viernes, 24 jul (RV).-
En el número 10 de
Caritas in veritate Benedicto XVI nos hace un invitación a releer la encíclica Populorum
progressio, indicándonos que esta relectura nos insta a permanecer fieles a su mensaje
de caridad y de verdad, por supuesto considerando este mensaje dentro del contexto
en el que fue emitido, pero también a la luz de la doctrina social de la Iglesia.
Benedicto XVI nos ayuda a comprender en este número que todos pronunciamientos pontificios
sobre las cuestiones sociales, si bien se sustentan sobre principios de doctrina que
luego se consolidan y enriquecen la doctrina social católica, deben ser considerados
también en sus circunstancias concretas, en el momento histórico en que se pronuncian,
porque la comprensión del hecho social evoluciona y con el paso del tiempo inclusive
puede desaparecer el problema al que se responde con el documento pontificio. La primera
gran encíclica social fue la Rerum novarum, publicada en el año 1891, con una problemática
obrera muy específica. Luego cada documento social ha respondido al momento histórico
particular de su publicación, y los mismo ha sucedido con la Populorum progressio,
y con la nueva Caritas in veritate. Pero Benedicto XVI también nos dice en este número
10 que cada documento debe ser visto desde la perspectiva de la Tradición de la fe
apostólica, que en definitiva es lo que le da validez en todos los tiempos.
Jueves,
23 jul (RV).- Iniciamos hoy la reflexión
sobre el primer capítulo de la Caritas in veritate, que está dedicado al Mensaje de
la Populorum progressio, la encíclica publicada por Pablo VI en 1967. Es un capítulo
que tiene 10 apartados y en él Benedicto XVI nos introduce en los principios y valores
sociales que Pablo VI quiso poner de relieve con su encíclica sobre el progreso de
los pueblos. De hecho el proyecto original de Benedicto XVI era publicar su encíclica
social como homenaje a los 40 años de la publicación de la Populorum progressio, pero
como él mismo lo ha dicho, los factores cambiantes y en especial el surgimiento de
la crisis global hicieron que tuviera un tiempo más de reflexión, en función de la
misma evolución de los problemas. Caritas in veritate se publica 42 años después de
la Populorum progressio pero sigue manteniendo su intención original: ser un homenaje
a Pablo VI y a su documento social sobre el progreso humano, sobre el progreso de
las gentes. Nuestros próximos espacios los dedicaremos a ver punto por punto el capítulo
1 de esta nueva encíclica social Caritas in veritate.
Miércoles, 22 jul (RV).-
La introducción a
la Caritas in veritate termina con el número 9 al que dedicaremos estos minutos. Benedicto
XVI plantea que “el amor en la verdad”, como deberíamos traducir este “caritas in
veritate”, es un gran desafío para la Iglesia en un mundo en progresiva y expansiva
globalización. El Papa lo plantea como desafío porque es consciente que en nuestro
tiempo existe una gran interdependencia entre personas y pueblos, pero hay el riesgo
que esa interdependencia no se corresponda con la interacción ética de la conciencia
y el intelecto. Por eso plantea que “sólo con la caridad, iluminada por la luz de
la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter
más humano y humanizador”. Al finalizar la introducción de esta encíclica social,
Benedicto XVI repite que la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer, y menos
pretende mezclarse en la política de los Estados, pero si tiene una misión de verdad
que cumplir en todo tiempo y circunstancia a favor de una sociedad a la medida del
hombre, de su dignidad y su vocación.
Martes, 21 jul (RV).- Seguimos en la introducción
de la encíclica, esta vez revisando el número 8. En él, Benedicto XVI está haciendo
una primera valoración sobre el aporte de la encíclica Populorum progressio, que recordamos
publicó Pablo VI en 1967. Con esta encíclica dice Benedicto XVI su predecesor iluminó
el tema del desarrollo de los pueblos con el esplendor de la verdad y la suave luz
de la caridad de Cristo, señalando explícitamente que el anuncio de Cristo es el primer
y principal factor de desarrollo. Pero ¿cómo puede ser eso, cómo puede ser Cristo
un factor de desarrollo? Pablo VI lo responde indicando que Cristo nos motiva a que
logremos el tránsito de “condiciones menos humanas a condiciones más humanas”, porque
el Señor siempre quiere lo mejor para sus hijos, por supuesto venciendo los obstáculos
y dificultades que se encuentran en el camino. Al final de este número 8 Benedicto
XVI hace un elogio a la encíclica Populorum progressio al considerarla la Rerum novarum
de la época contemporánea.
Lunes, 20 jul (RV).- El número 7 de la
encíclica está dedicado al bien común. Recordemos que en el número precedente, Benedicto
XVI decía que dos criterios orientadores para hacer operativa la sentencia caritas
in veritate eran la justicia y el bien común. Y refiriéndose a este último criterio,
el Papa afirma que quien ama a alguien, necesariamente quiere el bien para esa persona.
Extrapolándolo, si uno quiere o ama a todas las personas, a la sociedad, entonces
ese bien es querido para todos, es el bien común. El Pontífice dice que trabajar por
el bien común es cuidar y trabajar para que las instituciones que estructuran jurídica,
política y culturalmente la vida social configuren lo que se llama polis, es decir
la ciudad. “Se ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja por el
bien común que responda también a las necesidades reales”. De allí que todo cristiano
esté llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la
polis.
Domingo, 19 jul (RV).- La justicia y el bien común son dos criterios orientadores de la acción
moral de la persona, como nos lo dice Benedicto XVI en el número 6 de su encíclica
social. Primero habla de la justicia: “ubi societas, ibi ius”, toda sociedad elabora
su sistema propio de justicia. El Papa dice la “caridad va más allá de la justicia”
porque ésta normalmente es definida como darle al otro lo que es suyo, lo que le corresponde
en virtud de su ser y su obrar. La caridad va más allá porque significa dar de lo
propio, ofrecer de lo mío al otro, compartir. Por eso “quien ama con caridad a los
demás, es ante todo justo ellos”. Por eso el Pontífice afirma que la justicia es inseparable
de la caridad. La caridad exige la justicia para que el ser humano pueda construir
la llamada “ciudad del hombre”, que se promueve con derechos y deberes, pero a la
vez la caridad supera a la justicia porque promueve relaciones de gratuidad, de misericordia
y comunión. El Papa concluye este apartado 6 diciendo que “la caridad manifiesta siempre
el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico
a todo compromiso por la justicia y el mundo”.
Sábado, 18 jul (RV).- “<>
es el principio sobre el que gira toda la doctrina social de la Iglesia…”. Con esta
sentencia que se encuentra en el inicio del número 6 de la encíclica, el Papa Benedicto
XVI está de alguna manera reorganizando o redimensionando lo que hasta ahora se ha
tenido como doctrina social católica. Si se revisa el compendio de Doctrina Social
de la Iglesia, que fue publicado en el 2004, allí se presentan 7 principios que son
en orden: principio del bien común, el destino universal de los bienes, el principio
de subsidiariedad, la participación, el principio de solidaridad; los valores fundamentales
de la verdad, la libertad y la justicia, y el séptimo principio es la vía de la caridad.
Todos estos principios responden al hecho que en la Iglesia la persona humana es el
valor fundamental. Caritas in veritate está colocando en un lugar privilegiado a la
caridad en la verdad, y el mismo Papa dice que este principio se hace operativo en
criterios que orientan la acción moral de la persona, y menciona dos de ellos como
fundamentales: la justicia y el bien común. Volveremos sobre ellos en nuestra próxima
entrega.
Viernes, 17 jul (RV).- El número 5 de la encíclica
es muy rico en cuanto a los aspectos que nos señala sobre la doctrina social católica.
El Papa indica que esta doctrina tiene su base en el amor que Dios nos da para ofrecerlo
a la humanidad. Pero no se queda sólo en manifestar la precedencia del amor dado y
ofrecido, sino que este amor o caridad es auxiliado por la verdad y así esa “verdad
preserva y expresa la fuerza liberadora de la caridad en los acontecimientos siempre
nuevos de la historia”. Si no fuera así, los principios de la Doctrina Social católica
ofrecerían soluciones contingentes a problemas también contingentes, que en el devenir
del tiempo cambian o surgen nuevos. Como principios, la doctrina social busca que
siempre estén impregnados de la verdad para que las soluciones, que si son temporales,
puedan responder a los anhelos de las personas, y no sólo dejarse influenciar por
intereses privados o lógicas de poder, es decir, la verdad le da trascendencia a los
principios sociales de la Iglesia, trascendencia no sólo temporal sino, y más importante
aún, trascendencia de lo que pueden ser los intereses particulares, para así reflejar
lo que Dios ha querido con la encarnación de su Hijo, traer la salvación a todas las
gentes.
Jueves, 16 jul (RV).- “La caridad es amor
recibido y ofrecido”. Así comienza el número 5 de la encíclica social de Benedicto
XVI en el que desarrolla en un primer momento el aspecto teológico de la caridad en
el significado del término griego “cháris”, que significa gracia. Y es gracia porque
su origen es “el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo”. El Papa
dice que es “amor creador”, es “amor redentor” y es “amor revelado”, y nosotros, los
hombres y mujeres, nos convertimos en destinatarios de este amor de Dios que nos convierte
a su vez en instrumentos de la gracia para difundir la caridad de Dios. Es como una
llamada que nos hace Dios mismo para que no nos quedemos con esta gracia del amor
encerrada en nosotros mismos, sino que la compartamos con la humanidad que nos rodea.
Y eso es lo que da sentido a la Doctrina Social de la Iglesia, que es consciente que
ha recibido el don del amor de Dios para poder ofrecerlo y anunciarlo a los demás,
como el mismo Papa lo dice en la encíclica: “caritas in veritate in re sociali”, anuncio
de la verdad de amor de Cristo en la sociedad.
Miércoles, 15 jul (RV).- El número 4 de la
encíclica, que comenzamos a ver el programa anterior, partía del hecho de considerar
que la verdad, relacionada con la caridad genera comunicación y comunión. En el desarrollo
del mismo número, Benedicto XVI enfatiza que, como cristianos, debemos vivir la caridad
en la verdad para poder contrarrestar un contexto y una cultura actual que tienen
como tendencia relativizar lo verdadero. De ahí que es necesario “comprender que la
adhesión a los valores del cristianismo no es sólo un elemento útil, sino indispensable
para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral”.
Y señala que vivir un cristianismo de caridad, pero sin verdad, se puede confundir
con una “reserva de buenos sentimientos”, que son provechosos para la convivencia
social, pero marginales. Vemos aquí con claridad que el Papa nos invita a mantenernos
dentro de los parámetros de la caridad en la verdad para que nuestra acción social
siempre refleje nuestra adhesión a Dios y sus principios, principios de verdad, y
evitar las tentaciones que pueden impulsarnos a actuar en el campo social como meros
asistencialistas, y no como nos pide la Iglesia, que quiere que también en nuestra
acción social se dignifique la persona humana y sobre todo se evangelice.
Martes,
14 jul (RV).- Hoy nos detenemos
en el número 4 de la encíclica donde Benedicto XVI dice que, porque está llena de
verdad, la caridad puede ser comprendida por el hombre en toda su riqueza de valores,
compartida y comunicada. Habla que la verdad es “lógos”, palabra en griego, y sobre
todo que crea “dia-logos”, es decir comunicación y comunión. El Papa también hace
énfasis en que la verdad abre y une el intelecto de los seres humanos en el lógos
del amor, e indica que éste es el anuncio y el testimonio de la verdad. Estas ideas
nos pueden parecer un poco enredadas, pero en el fondo el Pontífice lo que nos está
diciendo es que si hay una categoría que puede englobar los sentimientos y acciones
de toda la humanidad en la búsqueda del bien es el amor, la caridad, la cual no se
remite exclusivamente a un factor religioso, sino que es un elemento humano. De esta
manera, podemos dialogar con personas de otras religiones, ideologías, pensamientos,
porque en la búsqueda de la superación y el desarrollo estará en el centro el amor
por la persona humana, digna en cualquier circunstancia.
Lunes, 13 jul (RV).-
El número 3 de la
encíclica parte de la reflexión hecha en el número anterior donde se explicaba que
la caridad debe ser unida a la verdad, y así manifestarla en nuestra acción social.
Aquí Benedicto XVI dice que sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida
auténticamente. La verdad es la que da luz y sentido a la caridad. Una luz que proviene
simultáneamente de la razón y de la fe. De la razón porque nuestra inteligencia comprende
que naturalmente existen unas cosas que humanos debemos hacer, y de la fe, porque
sino esa acción queda sólo en un mero filantropismo, sin trascendencia, y con el riesgo
de convertirse en un mero sentimentalismo. El Papa dice que este es el riesgo fatal
del amor en una cultura sin verdad. Por ello afirma que la verdad libera a la caridad
de la estrechez de una emotividad que la priva de contenidos relacionales y sociales,
así como de un fideísmo que mutila el horizonte humano y universal. Razón y fe se
equilibran con la verdad para una acción social según el parecer de Dios.
Domingo,
12 jul (RV).- Seguimos en la reflexión
sobre el número 2 de la encíclica, que nos habla sobre el papel relevante de la caridad
como principio transversal de toda nuestra doctrina social. De hecho Benedicto XVI
escribe que “todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina
provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la
ley”. Esto quiere decir que el amor no sólo debe ser al impulsor de las relaciones
más cercanas a nosotros, como aquellas de familia, amistad; nuestra relación personal
con Dios y con el prójimo; las micro-relaciones como las llama el Papa, sino también
las macro-relaciones, como las sociales, económicas y políticas que son las que tienen
incidencia en los ámbitos de todas las personas. Por ello el Pontífice invita en este
número 2 de su encíclica a que no se desvíe o se malinterprete el sentido de la caridad,
y a que la caridad se una a la verdad, no sólo como lo dice san Pablo, “veritas in
caritate”, caridad con verdad, sino como es propuesta “caritas in veritate”, es decir,
buscar y expresar la verdad en las acciones que realizamos, y así evitemos caer en
la tentación del mundo actual que pretende “relativizar” la verdad, o peor aún, desentenderse
de ella.
Sábado, 11 jul (RV).- Hoy nos vamos a detener
en el número 2 de la encíclica. Parte de una sentencia que va influir de manera profunda
en la concepción de la doctrina social católica: “La caridad es la vía maestra de
la doctrina social de la Iglesia”. Esta sentencia es desde ahora un nuevo Principio
que se coloca a la base de toda la doctrina social. Y no es que no haya estado de
alguna manera presente en el pensamiento de los anteriores pontífices en sus documentos
sociales, pero no de una manera explícita como es presentada ahora que la convierte
en principio evidente. Es decir, si anteriormente se hablaba de principios como la
subsidiariedad, el bien común, el destino universal de los bienes, la participación,
la solidaridad, e inclusive del mismo de la caridad, ahora este último principio pasa
a tomar la mayor relevancia, porque la caridad, el amor, es el que debe impulsar todas
las actitudes humanas propuestas como principios concretados en nuestra doctrina social.
De hecho, el compendio de la doctrina social de la Iglesia, publicado en el 2004 coloca
a la caridad como el séptimo principio, hoy con esta nueva encíclica podemos decir
que ha pasado a ser el primero, es más se ha convertido en principio transversal que
debe dar sentido a todas nuestras actuaciones como seres sociales, y como creyentes.
Viernes,
10 jul (RV).- Continuamos con el
párrafo 1 de la encíclica social de Benedicto XVI que es como la puerta que nos introduce
en el pensamiento social de nuestro Pontífice. Aquí se enfatiza que el amor – caritas
– es una fuerza extraordinaria, que viene de Dios, que es un proyecto de Dios para
la humanidad, donde cada ser humano en ese proyecto debe encontrar su verdad, la verdad
de Dios, y aceptando esa verdad, entonces ser verdaderamente libres. Vemos aquí que
el Papa está haciendo una conexión entre la verdad y la libertad, todo envuelto en
el amor para poder realizar un proyecto de humanidad conforme a los planes del creador.
Podemos extrapolar de estas primeras líneas de la encíclica que si el mundo no está
bien no es por causa de alguna falla en la creación, sino que es un problema de no
haber asumido el plan de Dios en el amor y la verdad. Por eso Caritas in veritate
es una invitación a toda la humanidad, empezando por los creyentes a volver la mirada
sobre Aquel que es todo amor y nos ofrece la verdad de su salvación.
Jueves,
9 jul (RV).- Esta segunda entrega
la vamos a dedicar al párrafo 1 de la encíclica que nos puede iluminar para entender
el resto de este nuevo documento eclesial sobre las cuestiones sociales. “La caridad
en la verdad… es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona
y de toda la humanidad”, es la sentencia que abre la reflexión de Benedicto XVI sobre
los problemas actuales para ofrecer una visión cristiana sobre las pistas de solución.
Y habla del amor no sólo porque es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno,
Verdad absoluta, sino porque como humanos que somos sabemos que cuando ponemos amor
en las cosas las hacemos con mayor satisfacción. Visto de esta manera, desde la perspectiva
del amor, entonces el mensaje puede ser entendido no sólo por los creyentes, que sabemos
y constatamos en nuestra vida la presencia amorosa de Dios, sino, y sobre todo por
aquellos que tal vez no tienen referencias religiosas para su actuación sino la simple
filantropía. De ahí que cuando la encíclica es dirigida a los creyentes, pero también
se dirige a los hombres de buena voluntad, los engloba en una categoría que puede
ser comprendida por todos: el amor.
Miércoles, 8 jul (RV).- Caritas in veritate
es un documento social, la primera encíclica sobre la situación del mundo en la época
de la globalización. Pero es también un documento profundamente teológico; no podía
ser de otra manera considerando la formación extraordinaria de Joseph Ratzinger, nuestro
Benedicto XVI. Esta encíclica contiene una síntesis de los pensamientos del Papa y
de las experiencias de la Iglesia, una síntesis que es en verdad universal y reflexiona
sobre situaciones muy diversas, crecidas en los contextos frecuentemente contrastantes
en los respectivos países y continentes; reflexiona sobre las condiciones de los
mecanismos económicos y de las fortalezas, pero también las dificultades y debilidades,
de las organizaciones internacionales “en el período de la globalización”. La encíclica
fue firmada el 29 de junio pasado, y nosotros, cada en nuestros programas iremos conociendo
poco a poco los contenidos de este nuevo documento y así integrarlos en nuestra vida
de creyentes, porque la doctrina social de la Iglesia no es para encerrarla en los
libros, sino para vivirla como seres sociales que también somos.