El Papa considera indispensable en Haití el apoyo a familias necesitadas y proteger
a mujeres y niños, víctimas de violencia, abandono o injusticia
Lunes, 6 jul (RV).- Benedicto XVI recibió este lunes en audiencia al señor Carl-Henri
Guiteau quien presentó al Pontífice las cartas que lo acreditan como Enviado Extraordinario
y Plenipotenciario de Haití ante la Santa Sede. El Papa recordó que el embajador conoce
bien su misión, puesto que ya ejerció el mismo cargo ante la Sede Apostólica de 2002
a 2004. Y le agradeció el mensaje cordial que le envía el presidente de la República,
René García Préval, mientras pidió al diplomático que exprese, en su nombre, sus mejores
deseos para su persona y para todos los haitianos, deseándoles que puedan vivir en
la dignidad y en la seguridad así como constituir una sociedad cada vez más justa
y fraterna.
El Santo Padre destacó que el embajador había mencionado en su
saludo la próxima celebración por los 150 años de la firma del Concordato entre el
Vaticano y Haití. Y en este sentido, el Papa manifestó su alegría por los numerosos
frutos que estos Acuerdos han producido para la Iglesia y para la Nación. Y destacó,
a continuación, que durante los últimos meses, este país ha conocido catástrofes naturales
que han causado graves daños sobre todo su territorio nacional. Las numerosas destrucciones
causadas por los huracanes en el ámbito de la agricultura ha empeorado la ya difícil
situación de numerosas familias, dijo el Papa. Por esta razón, expresó su deseo de
que la solidaridad internacional siga manifestándose.
En efecto, tal como
afirmó Benedicto XVI es necesario que en este período especialmente delicado de la
vida nacional, la comunidad internacional envíe señales concretas de apoyo a las personas
que padecen necesidades. Y recordó que, por otra parte, durante estos últimos años,
numerosos haitianos dejaron su país con el fin de buscar en otra parte recursos para
mantener a sus familias. Por eso, dijo el Papa, es deseable que, a pesar de las situaciones
administrativas a veces problemáticas, se encuentren algunas soluciones rápidas para
permitir que estas familias vivan reunidas.
El Pontífice añadió que esta
vulnerabilidad de su país a las inclemencias, a veces violentas, también condujeron
a una mejor toma de conciencia sobre el hecho de que hay que cuidar de la creación.
Porque como dijo el Papa, hay en efecto una clase de relación del hombre con la creación
que debe conducirlo a respetar cada realidad. De ahí que añadiera que la protección
del medio ambiente es un reto para todos, ya que se trata de defender y valorizar
un bien colectivo, destinado a todos, responsabilidad que debe incitar las generaciones
presentes a tener la preocupación de las generaciones futuras.
Al respecto,
Benedicto XVI afirmó que la explotación desconsiderada de los recursos de la creación
y sus consecuencias, que generalmente afectan seriamente la vida de los más pobres,
sólo podrá enfrentarse eficazmente gracias a elecciones políticas y económicas conformes
a la dignidad humana, así como a una cooperación internacional efectiva. Y añadió
que en su país las señales de esperanza no faltan, porque se basan en los valores
humanos y cristianos que existen en la sociedad haitiana, como el respeto de la vida,
el apego a la familia, el sentido de las responsabilidades y, sobre todo, la fe en
Dios que no abandona los que se confían en él. Por eso agregó que el compromiso a
favor de estos valores permite evitar los males que amenazan la vida social y familiar.
Y fomentó vivamente los esfuerzos de todos los que en su país contribuyen a desarrollar
la protección de la vida y a volver a dar a la institución familiar toda su importancia,
encontrando, en particular, el valor del matrimonio en la vida social.
Después
de afirmar que es indispensable proporcionar un verdadero apoyo a las familias necesitadas
y garantizar una protección eficaz a las mujeres y a los niños que a veces son víctimas
de violencias, abandono o injusticia, el Papa se refirió a la educación de los jóvenes
como una prioridad para el futuro de la nación. Y destacó que en este ámbito, la Iglesia
Católica aporta una notable contribución, tanto por sus numerosas instituciones educativas
como por su presencia en las regiones rurales y distantes, o también por la calidad
de la educación y la formación que aportan las escuelas católicas; mientras mostró
su satisfacción porque tanto las autoridades como la población, aprecian a estas instituciones.
El Pontífice aprovechó esta feliz ocasión para saludar calurosamente a la
comunidad católica de su país que, guiada por sus obispos –dijo-, da prueba generosamente
del Evangelio; y tras garantizarle que en su nueva misión encontrarán siempre ante
sus colaboradores la comprensión y el apoyo que les serán necesarios, invocó de corazón
la abundancia de las bendiciones divinas sobre su persona, su familia, sus colaboradores
así como sobre todo el pueblo haitiano y sobre sus dirigentes.