Ángelus: el Papa pide oraciones por la dramática situación de los refugiados y recuerda
la acogida es un deber, a pesar de las dificultades que conlleven
Domingo, 21 jun (RV).- Benedicto XVI ha pedido, durante el rezo del Ángelus rezar
por la situación de los refugiados. “Recemos también hoy por la situación difícil
y posiblemente también dramática de los refugiados. Precisamente se celebró ayer la
Jornada Mundial del Refugiado, promovida por las Naciones Unidas. Muchas son las personas
que buscan refugio en otros países huyendo de situaciones de guerra, persecuciones
y calamidades, y su acogida representa bastantes dificultades, pero es un deber. Quiera
Dios que, con el compromiso de todos, se llegue a remover hasta donde sea posible,
las causas de un fenómeno tan triste”.
En este santuario de san Pío, ha comenzado
sus palabras el Papa, “nos parece sentir su misma voz, que nos exhorta a dirigirnos
con el corazón de hijos a la Virgen santa: “Amad a la Virgen y hacedla amar”. Seguidamente
el Pontífice ha recordado la profunda devoción del padre Pío a la Madre celestial,
que había sido bautizado en la iglesia de santa María de los Ángeles de Pietrelcina
con el nombre de Francisco y como el Pobrecillo de Asís alimentó siempre por la Virgen
un tierno amor.
“La Providencia le condujo después aquí, a San Giovanni Rotondo,
junto al Santuario de Santa María de las Gracias, donde permaneció hasta la muerte
y donde descansan los restos mortales. Tosa su vida y su apostolado se han desarrollado
por lo tanto bajo la mirada maternal de la Virgen y con la potencia de su intercesión.
También la Casa de Alivio del Sufrimiento la consideraba obra de María, “Salud de
los enfermos”. Por lo tanto, queridos amigos, que el ejemplo del Padre Pío, también
yo hoy quiero encomendaros a todos a la maternal protección de la Madre de Dios”.
De
manera particular el Santo Padre ha invocado a la maternal protección de la Virgen
la comunidad de los Hermanos Capuchinos, por los enfermos del Hospital y por cuantos
con amor se dedican a él, así como a los Grupos de Oración que llevan adelante en
Italia y en el mundo el testigo espiritual del Santo fundador.
Benedicto XVI
ha confiado de manera especial a la intercesión de la Virgen y a san Pío de Pietrelcina
el Año sacerdotal, que ha inaugurado el pasado viernes, Solemnidad del Sagrado Corazón
de Jesús. “Que sea, ha dicho, una ocasión privilegiada para alumbrar el valor de la
misión y de la santidad de los sacerdotes al servicio de la Iglesia y de la humanidad
del tercer milenio.
Tras el rezo mariano del Ángelus y del responso por los
fieles difuntos el Papa ha saludado a los miles de polacos presentes en esta celebración,
junto al Santuario de Pietrelcina, de manera particular a los participantes en el
milenario del martirio de san Bruno de Querfurt, que hoy, en Gizycko, dan gracias
a Dios por el don de la fe llevada por este gran misionero.
TEXTO
COMPLETO
Queridos hermanos y hermanas,
Al concluir
esta solemne Celebración, les invito a recitar conmigo – como cada domingo - la oración
mariana del Ángelus. Pero aquí, en el santuario de san Pío de Pietrelcina, nos parece
escuchar su propia voz, que nos exhorta a dirigirnos con corazón de hijos a la Virgen
Santa: “Amen a la Virgen y háganla amar”. Así repetía a todos, y más que las palabras
valía el testimonio ejemplar de su profunda devoción a la Madre celeste. Bautizado
en la iglesia de Santa María de los Ángeles de Pietrelcina, con el nombre de Francisco,
como el Pobrecillo de Asís, siempre nutrió por la Virgen un amor muy tierno. La providencia
lo condujo después aquí, a San Giovanni Rotondo, al Santuario de Santa María de las
Gracias, donde permaneció hasta la muerte y donde reposan sus restos mortales. Toda
su vida y su apostolado se desarrollaron bajo la mirada materna de la Santísima Virgen
y con la potencia de su intercesión. También, a la Casa Alivio del Sufrimiento, él
la consideraba obra de María “Salud de los enfermos”. Por lo tanto, queridos amigos,
siguiendo el ejemplo de Padre Pío, también yo, hoy, quiero confiar todos ustedes a
la materna protección de la Madre de Dios. De modo particular la invoco por la comunidad
de los Frailes Capuchinos, por los enfermos del Hospital y por cuantos con amor los
cuidan, como también por los Grupos de Oración que llevan adelante, en Italia y en
el mundo, la consigna espiritual del Santo fundador.
A la intercesión
de la Santísima Virgen y de san Pío de Pietrelcina quisiera confiar de manera especial
el Año Sacerdotal, que inauguré el viernes pasado, Solemnidad del sagrado Corazón
de Jesús. Que sea una ocasión privilegiada para colocar a la luz el valor de la misión
y de la santidad de los sacerdotes al servicio de la Iglesia y de la humanidad del
tercer milenio.
Oremos este día también por la situación difícil
y a veces dramática de los refugiados. Se ha celebrado justamente ayer la Jornada
Mundial del Refugiado, promovida por las Naciones Unidas. Muchas son las personas
que buscan refugio en otros Países escapando de situaciones de guerra, persecución
y calamidad, y su acogida presenta no pocas dificultades, y sin embargo es un deber.
Quiera Dios que, con el compromiso de todos, se logre lo más posible remover las causas
de un fenómeno tan triste.
Con gran afecto saludo a todos los peregrinos
aquí reunidos. Expreso mi agradecimiento a las autoridades civiles y a cuantos han
colaborado en la preparación de mi visita. ¡Gracias de Corazón! A todos les repito:
caminen por el camino que el padre Pío les ha indicado, el camino de la santidad según
el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Sobre este camino les precederá siempre
la Virgen María, y con mano materna les guiará a la patria celeste.
Desde
San Giovanni Rotondo, ante el Santuario de San Pío de Pietrelcina, saludo cordialmente
a los polacos, particularmente a los participantes en el milenario del martirio de
san Bruno de Querfurt que hoy, en Gizycko, agradecen a Dios por el don de la fe llevada
por este gran misionero. Que su esfuerzo a favor de las buenas relaciones entre las
naciones fructifique en su concordia y en el celo por el anuncio del Evangelio. A
todos les bendigo de corazón.