“Como cristianos no podemos permanecer en silencio ante el fenómeno del tráfico de
mujeres y niños”
Martes, 16 jun (RV).- En la apertura de los trabajos del Congreso internacional ‘Religiosas
en red contra la trata de personas’ el presidente del Pontificio Consejo para la pastoral
de los migrantes e itinerantes, el arzobispo Antonio María Veglió, reiteró ayer el
anhelo de Benedicto XVI de que este significativo encuentro suscite una renovada conciencia
sobre el valor inestimable de la vida, así como un compromiso cada vez más valeroso
en defensa de los derechos humanos y la superación de toda forma de explotación.
“Como
cristianos no podemos permanecer en silencio ante un fenómeno tan horrible”, como
es el tráfico de mujeres y niños y que esclaviza, según estadísticas recientes, a
más de cuatro millones de personas, víctimas indefensas de este crimen -hizo hincapié
Mons. Veglió- alentando a las religiosas, también en nombre del Pontificio Consejo
que preside, a perseverar en la misión de luchar contra semejante crimen que viola
los derechos humanos fundamentales y destruye tantas vidas humanas, espiritual y materialmente.
En este contexto, la profesora Stella Morra, docente de la Facultad de Teología
en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el Pontificio Ateneo de San Anselmo introdujo
su intervención a partir de la enseñanza bíblica, poniendo de relieve la necesidad
de desenmascarar la ignorancia y la complicidad que agravan el drama del tráfico de
seres humanos e invitando a no permanecer en silencio. Tal como exhortaba el llamamiento
conclusivo del primer congreso sobre la trata de personas que se celebró hace un año.
Llamamiento
que la Unión de Superioras Mayores dirigió en particular a los gobiernos de todo el
mundo, para amparar a las víctimas, pidiendo a las Conferencias episcopales, a los
religiosos y a las comunidades de todas las religiones que participen activamente
en la defensa de los derechos humanos.
Sor Bernardettte Sangma, de la Congregación
de las Hijas de María Auxiliadora es una de las promotoras de la red contra la trata
de personas y, en unas declaraciones para nuestra emisora, nos habló de esta importante
iniciativa: “Ningún carisma puede sentirse ajeno a este fenómeno tan difundido
en todos los rincones del mundo y cuyas causas abarcan matices sociales, culturales,
económicas y políticas. Por lo que nosotras nos ocupamos de promover la dignidad de
las persona; se nos interpela tanto por nuestro trabajo de promoción de una cultura
en general que sostenga la dignidad y la promoción de los derechos de las personas,
como por nuestro trabajo directo e inmediato en la prevención, protección y recuperación
de las personas implicadas en este tráfico”.
También nos explicó esta religiosa
por qué han pensado en una red y qué objetivos se proponen: “Hemos pensado en una
red porque sabemos que este fenómeno subsiste precisamente debido a otra red. La red
del crimen organizado. Esta red de las organizaciones criminales es muy fuerte. Está
enormemente organizada en varios países. Y cuando hablamos de la trata, hablamos de
tres categorías diversas de países. Los países de origen, de tránsito y de destino
final. Las organizaciones criminales están tan organizadas que se colegan con gran
facilidad entre los países de origen a los de tránsito y de destino final. Entonces,
las religiosas que estamos presentes en todo el mundo queremos crear otras redes.
Pero de solidaridad, para que las personas no caigan como fáciles presas de estas
organizaciones criminales”.
A sor Bernardette le preguntamos también si
no tienen miedo de afrontar a estas organizaciones, de impedir y frenar a estas redes
criminales: “Cuando pensamos en nuestro miedo, percibimos esa frase tan repetida
en la Biblia: ‘No temáis, yo estoy contigo, yo estoy con vosotros’. Esta aseguración
que recibimos de nuestra fe nos ayuda. No digo que no temamos en ciertos momentos,
sí tenemos miedo, pero tenemos confianza”.
Finalmente a esta religiosa
de las Hijas de María Auxiliadora le preguntamos qué papel puede tener la formación
en este contexto: “La formación es muy importante. Sobre todo para nosotras las
religiosas, porque logramos comprender con mayor profundidad y de forma más radical
nuestra llamada a estar de parte las personas más necesitadas que nosotras, que necesitan
nuestro servicio, nuestra cercanía, nuestra compañía. Por lo que la formación de nosotras
las religiosas ante esta sensibilidad es muy importante. Y también la formación, en
este caso, de la gente creo que es muy importante. Para hacer comprender a los hombres
y a las mujeres que una cultura de la muerte no puede seguir destruyendo la vida de
tantas personas. Nosotras como cristianas y también simplemente como personas humanas
tenemos esta vocación de trabajar para producir, para generar una cultura que promueva
la vida”.