El Papa elogia el papel del Hospital infantil de la caridad de Belén, “un faro de
esperanza” y ejemplo de que el amor puede prevalecer sobre el odio y el amor sobre
la violencia
Miércoles, 13 may (RV).- Tras su visita a la Gruta de la Natividad de Belén, el Papa
ha visitado a las tres de la tarde el Hospital infantil de la caridad, al que ha calificado
como “un oasis de tranquilidad para los más vulnerables, que ha brillado siempre como
un faro de esperanza” y un ejemplo de las posibilidades que el amor tiene de prevalecer
sobre el odio, y el amor sobre la violencia.
El Hospital Infantil de la caridad
es una estructura de asistencia sanitaria pediátrica fundada en 1978 y está financiada
por la Asociación suiza “Kinderhilfe Bethlehem” y recibe también las contribuciones
de las Conferencias Episcopales de Suiza y Alemania. Fue una iniciativa del padre
Ernst Schnydrig, de quien el Papa ha recordado la descripción inicial que hizo: “uno
pequeño puente construido para la paz”. “Ahora –ha añadido Benedicto XVI- ocupándose
de las necesidades de miles de niños cada año, ha dejado de ser un puente pequeño.
Acoge a personas de distintos orígenes, lenguas y religiones, en el nombre del Reino
de Dios, el reino de la Paz”. El Papa les ha animado a perseverar en esta misión de
manifestar amor por todos los enfermos, los pobres y los débiles.
El Pontífice
ha expresado también su aprecio por el inestimable servicio del personal del Hospital
a los niños de la región de Belén y de toda Palestina desde hace 50 años. A los pequeños
pacientes y a sus familiares, el Papa les ha asegurado su preocupación constante y
sus oraciones y aludiendo a la fiesta de hoy en la que recordamos a Nuestra Señora
de Fátima, ha pedido a la Virgen que “el amor triunfe sobre el odio, la solidaridad
sobre la división y la paz sobre cualquier forma de violencia”.
“Pedimos a
tu Hijo Jesús que bendiga a estos niños y a todos los niños que sufren en el mundo.
Que reciban la salud del cuerpo, la fuerza de la mente y la paz del alma. Pero sobre
todo, que sepan que son amados con un amor que no conoce confines ni límites: el amor
de Cristo que supera cualquier comprensión”.