P. Lombardi: “una negación del diálogo en un evento dedicado al diálogo
Lunes, 11 may (RV).- El encuentro con las Organizaciones para el Diálogo Interreligioso
en el Centro de Nuestra Señora de Jerusalén finalizó con una intervención inesperada,
que el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede
ha calificado como una negación del diálogo en un evento dedicado al diálogo.
Crónica
desde Jerusalén
La
primera jornada de Benedicto XVI en Israel concluyó con el encuentro de los jefes
religiosos de Tierra Santa en el Pontificio Instituto Nuestra Señora de Jerusalén
al que acudieron unas 500 personas. A todos ellos el Pontífice les recordó que "la
fe se vive siempre en la cultura". Este evento, sin embargo, se concluyó de modo inesperado,
con las acusaciones contra Israel de uno de los representantes musulmanes, mientras
algunos exponentes judíos dejaban el aula magna, en tanto que Su Beatitud Fouad Twal,
patriarca latino de Jerusalén, trataba de detener la intervención del jeque en lengua
árabe.
Por esta razón, el padre Federico Lombardi, director de la Oficina
de Prensa de la Santa Sede, hizo la siguiente declaración:
"La intervención
del jeque Tayssir Attamimi no estaba prevista por los organizadores del encuentro.
En un evento dedicado al diálogo, semejante intervención ha sido una negación del
diálogo. Se espera que este incidente no comprometa la misión del Papa dirigida a
promover la paz y el diálogo entre las religiones, como él ha afirmado claramente
en muchas alocuciones de este viaje. Se espera también que el diálogo interreligioso
en Tierra Santa no se vea comprometido por este incidente".
Ante nuestros
ojos, la conmovedora visita al Yad Vashem, el memorial del holocausto donde Benedicto
XVI se ha convertido en la segunda persona, después del Papa Juan Pablo II a la que
se le ha concedido el privilegio de tomar la palabra en un lugar en el que sólo se
puede estar en silencio. En efecto, el Sucesor de Pedro entró en la Sala del recuerdo,
imponente edificio donde los visitantes pueden rendir su homenaje a la memoria de
las víctimas y en cuyo piso están grabados los nombres de veintidós lugares que fueron,
en su tiempo, campos de exterminio, concentración, tránsito y muerte, escogidos entre
los cientos de lugares similares que existieron a lo largo y ancho de Europa. Aquí,
una llama perpetua alumbra permanentemente la lápida debajo de la cual yacen las cenizas,
traídas de los campos de exterminio.
Esperaban al Papa siete ancianos:
seis judíos supervivientes de la "Shoah" y un justo entre las naciones. Cada uno de
ellos lleva vivo el recuerdo de una vida dolorosa, una larga historia de atroces persecuciones
y de lucha solitaria para regresar a la vida después de esta tragedia. Tal vez por
esta razón sea compresible que hayan experimentado sentimientos contrastantes y no
les haya sido fácil estar ante un Papa procedente de Alemania. De hecho, uno de ellos,
Ed Mosberg, judío polaco de 83 años de edad, y originario di Cracovia, ex prisionero
del campo de Mauthausen en Austria, pidió al Obispo de Roma en nombre de los supervivientes,
que sean condenados quienes niegan la existencia del holocausto.
También
el rabino jefe de Tel Aviv, Meir Israel Lau, experimentó sentimientos encontrados,
si bien dijo que la alocución de Benedicto XVI fue "bella y, en parte, conmovedora".
A su juicio, además, el mensaje central de las palabras del Papa, es que ''no se puede
negar la 'Shoah', disminuirla u olvidarla".