En la Concatedral latina de Jerusalén el Papa pide orar continuamente por el fin de
un conflicto que ha traído grandes sufrimientos a los pueblos de la región
Martes, 12 (RV).- La última actividad de la mañana ha sido la visita a la concatedral
latina, donde Benedicto XVI ha pedido oraciones por la paz de Jerusalén, “orar continuamente
por el fin del conflicto que ha traído grandes sufrimientos a las pueblos de esta
región”.
El Papa ha manifestado su alegría por estar en un lugar “donde la
comunidad cristiana de Jerusalén continúa reuniéndose como lo ha hecho desde hace
siglos, desde los primeros días de la Iglesia”. Además ha expresado una palabra de
especial consideración “por el apostolado escondido de las personas de vida contemplativa
que están aquí presentes, y agradecerles su generosa dedicación a una vida de oración
y de abnegación”.
DISCURSO COMPLETO Y CRÓNICA DE LA JORNADA
Beatitud,
le agradezco sus palabras de bienvenida. Agradezco también al Patriarca emérito y
le aseguro a ambos mis fraternos augurios y mis oraciones.
Queridos
hermanos y hermanas en Cristo, estoy contento de estar aquí con ustedes en esta Concatedral,
donde la comunidad cristiana de Jerusalén continúa reuniéndose como lo ha hecho desde
hace siglos, desde los primeros días de la Iglesia. Aquí, en esta ciudad, Pedro fue
el primero que predicó la Buena Nueva de Jesucristo el día de Pentecostés, cuando
cerca de tres mil almas se unieron al número de los discípulos. Aquí también los primeros
cristianos “perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la comunión, en la
fracción del pan y en la oración” (Hc 2,42). Desde Jerusalén el Evangelio se difundió
“por toda la tierra… hasta los confines del mundo” (Sal 19,4), y en cada tiempo el
esfuerzo de los misioneros del Evangelio ha sido sostenido por la oración de los fieles,
reunidos alrededor del altar del Señor, para invocar la fuerza del Espíritu Santo
en la obra de la predicación.
Sobre todo han sido las oraciones de quienes
cuya vocación, según las palabras de Santa Teresa de Lisieux, es ser “el amor profundo
en el corazón de la Iglesia” (Carta a la hermana Maria del Sagrado Corazón), que sostiene
la obra de evangelización. Deseo expresar una palabra particular de consideración
por el apostolado escondido de las personas de vida contemplativa que están aquí presentes,
y agradecerles su generosa dedicación a una vida de oración y de abnegación. Estoy
particularmente complacido por las oraciones que ofrecen por mi ministerio universal
y les pido que continúen encomendando al Señor mi servicio al pueblo de Dios en todo
el mundo. Con las palabras del salmista también les pido “orar por la paz de Jerusalén”
(Sal 122,6), de orar continuamente por el fin del conflicto que ha traído grandes
sufrimientos a los pueblos de esta región. Y ahora les imparto mi Bendición.
Crónica
de la jornada
Tan
densa como ayer, la segunda jornada que Benedicto XVI transcurre en Israel, y concretamente
en Jerusalén, en el ámbito de su peregrinación por Tierra Santa.
“Comprometámonos
a vivir con espíritu de armonía y cooperación, testimoniando al Único Dios mediante
el servicio que generosamente hacemos unos a otros”.
Es
la consigna que dejó el Papa tras visitar, primero, la cúpula de la Roca en la Explanada
de las Mezquitas y saludar, después, al Gran Muftí, junto al director de la institución
que se ocupa de los bienes religiosos islámicos, y demás personalidades de ese consejo.
En esta Explanada el Obispo de Roma pidió humildemente al Omnipotente que “les dé
la paz y que bendiga a todo el amado pueblo de esta región”.
Casi
inmediatamente, teniendo en cuenta que estos santos lugares se encuentran casi superpuestos,
uno junto al otro, el Pontífice visitó el Muro occidental de Jerusalén. El Muro de
las lamentaciones, que ofrece, puntualmente, cada viernes, al caer del sol, en el
inicio del sabat, una manifestación, podríamos decir incluso un “espectáculo” sorprendente:
de fe, de alegría con sus cantos típicos en coro, llevando a los más pequeños sobre
sus espaldas, cuando los judíos, hombres, mujeres y niños, vestidos de gala con los
sombreros y atuendos típicos según la pertenencia a las diversas corrientes, concluyen
todas sus actividades para iniciar el largo período que se concluirá al atardecer
del día siguiente, y durante el cual abandonan las actividades terrenas para concentras
su pensamiento en el Todopoderoso, en la realidad sobrenatural.
Tanto
es así, que durante el sabat todo se detiene. Los automóviles no circulan. Los negocios
no se abren. Las piernas pueden dar apenas mil pasos. Y las manos de los hombres ni
siquiera pueden apretar un botón, para llamar, por ejemplo, el ascensor de sus apartamentos,
que durante esos días funcionan sí, al igual que la iluminación y tantas otras cosas,
pero de modo completamente automático.
Además, al
realizar su visita de cortesía a los dos Grandes Rabinos de Jerusalén, en el Centro
Hechal Shlomo de Jerusalén, el Santo Padre agradeció las palabras pronunciados por
ambos, a quienes manifestó su reconocimiento por haberlo invitado a este lugar, y
por el deseo que le expresaron de seguir “fortaleciendo los vínculos de amistad” que
la Iglesia católica y el Gran Rabinado se han comprometido a hacer avanzar en este
último decenio.
“La confianza es innegablemente un
elemento esencial para un diálogo efectivo”. Lo recordó una vez más Benedicto XVI,
a la vez que manifestó su esperanza de que la amistad existente “siga siendo un ejemplo
de confianza entre judíos y cristianos de todo el mundo.” Por eso –antes de rezar
el Regina Coeli en el Cenáculo, con los Ordinarios de Tierra Santa– el Papa concluyó
pidiendo a Dios -que escruta nuestros corazones y conoce nuestros pensamientos- que
siga iluminándonos con su sabiduría, de modo que podamos cumplir los mandamientos
de amarlo con todo el corazón, con toda el alma y con todas nuestras fuerzas; y amar
también a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
La
última actividad pública del Papa en Tierra Santa será la celebración de la Santa
Misa en el Valle de Josafat de Jerusalén donde no hay lugar para más de seis mil personas,
si bien, nos dicen que muchos no podrán acceder por haber obtenido los pases necesarios,
dadas las enormes medidas de seguridad tomadas por el gobierno israelí.