2009-05-11 11:39:59

Última jornada en Jordania, una bonita y sencilla fiesta de la fe


Domingo, 10 may (RV).- Santa Misa en el Estadio internacional de Ammán y dos nuevos edificios sagrados que surgirán para reforzar e incrementar las comunidades que en ellos celebrarán su culto.

Crónica de de la Jornada RealAudioMP3

Mientras resuenan aún las palabras sobre la dignidad de la mujer que Benedicto XVI pronunció esta mañana durante la homilía de la primera misa celebrada en el Estadio internacional de Ammán, en tierra jordana, en el día en que, además, en muchos países se celebra el día de la madre, Benedicto XVI visitó por la tarde Betania, al otro lado del río Jordán.

Aquí el Papa recorrió la zona acompañado por el rey Abdalá II, quien iba sentado a su lado, con la asistencia de su esposa, la reina Rania, en la fila siguiente del pequeño vehículo descubierto semejante a un trencito en el que también viajaban algunos prelados.

Ante nuestros ojos una imagen de tolerancia y diálogo, puesto que los reyes de una nación netamente musulmana, acompañaron al Sucesor de Pedro, en una peregrinación católica.

En este sitio visitado por el Papa –que los arqueólogos siguen estudiando– recordamos que el Jordán se presenta como un arroyuelo, que comienza muy angosto, si bien en la época de Jesús no era así, y que en la medida en que va ganando territorio se ensancha. Según las últimas y recientes investigaciones este sería el lugar exacto donde nuestro Señor recibió el bautismo de san Juan, el precurso, la voz que gritaba en el desierto anunciando la venida del Cordero de Dios. Lamentablemente, a veinte siglos de distancia hoy es un río bastante contaminado. Pero en este lugar de Betania, más allá del Jordán, se encuentra la fuente que arroja agua cristalina y pura.

Hemos podido ver en esta sencilla ceremonia a un grupo de cristianos de diversos países, por lo que también este sitio se ha vuelto, de alguna manera, un lugar internacional, más allá del número exiguo de cristianos de la zona. Muchos de los presentes dejaron sus sillas para acercarse lo más posible al Sucesor de Pedro, según el típico modo de la tradición oriental que prevé la máxima cercanía al huésped de honor. Se veían claramente banderas de diversos países, de Alemania, Argentina, Perú y de otras naciones. Y, entre los presentes, destacaban por su típico atuendo las mundialmente conocidas Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, que también en estas tierras asisten a los más abandonados de un modo sumamente concreto y visible.

Fue una bonita y sencilla fiesta de la fe. El Santo Padre recibió ovaciones en diversos idiomas, se distinguía fácilmente el español con el típico “¡viva el Papa!”, e italiano y, sobre todo, con un canto se dio la bienvenida que Benedicto XVI escuchó agradecido. En efecto, el Obispo de Roma se sumó al canto sonriendo, repitiendo el aleluya.

Al saludar al Pontífice el vicario patriarcal latino de Jerusalén agradeció en inglés su presencia junto a la de sus majestades –mientras se traducían simultáneamente sus palabras en árabe- y recordó que hace nueve años lo hizo su predecesor, por eso dijo: “Pedro vino aquí en el año 2000. Y ahora está usted, sucesor de JPII, para repetir esta peregrinación siguiendo a Jesucristo y derramar sus bendiciones a la Iglesia y a toda la humanidad. Le agradecemos Santo Padre en nombre de los obispos ordinarios católicos de Tierra Santa. Le pedimos sus oraciones y bendición por la paz y por los peregrinos que vienen acá con el fin de ser fieles a sus promesas bautismales. Los jordanos, cristianos y musulmanes viven juntos como una sola familia. Los esfuerzos constantes por la paz de sus majestades son conocidos por esta región y por todo el mundo, que el Señor bendiga a esta amada nación de Jordania.

Con un aspergie en forma de cruz el Papa bendijo las piedras mientras se cantaba el “Vidi acquam”, además de un antiguo himno bizantino que hizo de coro a esta ceremonia a orillas del Jordán

En Oriente Medio, marcado por el trágico sufrimiento, por años de violencia y cuestiones irresueltas, los cristianos están llamados a ofrecer su contribución, inspirada en el ejemplo de Jesús, de reconciliación y de paz con el perdón y la generosidad. Es la fórmula que propuso Benedicto XVI al concluir el rito de la bendición de las primeras piedras de las iglesias de los latinos y de los greco melquitas en Betania, más allá del Jordán. Dos nuevos edificios sagrados que surgirán para reforzar e incrementar las comunidades que en ellos celebrarán su culto.

El Pastor de la Iglesia Universal les pidió también que sigan siendo gratos a quienes los guían y sirven fielmente como ministros de Cristo. Y añadió que hacen bien en aceptar su guía en la fe, sabiendo que al recibir la enseñanza apostólica que ellos transmiten, acogen a Cristo y acogen al Único que lo ha enviado.








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