2009-05-08 15:20:34

El Papa visita un centro de rehabilitación para discapacitados y reitera que la intención de su peregrinación es orar por el don de la paz y la unidad, a la que puede contribuir el testimonio de dolor, de compasión y de determinación en superar los obstáculos


Viernes, 8 may (RV).- La primera etapa de la peregrinación del Santo Padre ha sido la visita al Centro “Regina Pacis” de Ammán, un centro católico de rehabilitación para discapacitados. El Papa ha sido acogido por Mons. Salim Sayegh, vicario patriarcal latino para Jordania, que es el fundador de este centro humanitario que se acaba de inaugurar y que se propone también la reinserción social de los discapacitados.

En el discurso que ha pronunciado ante unas 600 personas la mayoría, jóvenes y agentes sanitarios del centro, el Papa ha insistido que como innumerables miles de peregrinos ahora es él quien viene a tocar, a venerar y a obtener consuelo de los lugares donde Jesús vivió y que fueron santificados por su presencia. Desde los tiempos apostólicos, Jerusalén ha sido el principal lugar de peregrinación para los cristianos, pero aún antes que eso sucediera, los pueblos semitas construyeron aquí lugares para indicar y conmemorar una presencia o una acción divina”. Traían una parte de los frutos de su tierra, sus animales para ofrecerlo como ofrenda y en homenaje y gratitud”. “Todos somos peregrinos” en nuestras vidas. “Estamos proyectados hacia delante, con determinación en la vía de Dios.

El Pontífice pensando en los pacientes, ha dicho que sabía que el viaje que ha conducido a muchos de ellos al Centro Regina Pacis ha estado marcado por el sufrimiento y la consternación. Algunos de vosotros habéis luchado valientemente con formas de discapacidad, otros habéis tenido que soportar el rechazo y otros habéis llegado a este centro de paz simplemente para encontrar un remanso de paz y de apoyo. El Santo Padre ha señalado que la “importancia” de este centro radica en “el promover y encontrar el justo lugar del discapacitado en la sociedad y asegurarle un adecuada integración”.

“Queridos amigos, al contrario de los peregrinos del pasado, yo no he llegado trayendo regalos u ofrendas. He venido simplemente con una intención y una esperanza: orar por el regalo precioso de la unidad y de la paz, especialmente en Oriente Medio. La paz para los individuos, para los padres y los hijos, para la comunidad. Paz para Jerusalén, Tierra Santa, para toda la región, paz para la entera familia humana. Una paz duradera, generada por la justicia, por la integración y por la compasión. La paz que surge de humildad, del perdón y del profundo deseo de vivir en armonía como en una única realidad”.

“Vuestra experiencia del dolor, vuestro testimonio a favor de la compasión, vuestra determinación en superar los obstáculos -ha proseguido el Papa, dirigiéndose a los jóvenes laicos- me animan a creer que el sufrimiento puede mejorar las cosas”. “Estando junto a los otros, compartiendo su sufrimiento, percibimos la esencia de nuestra humanidad, somos más humanos”. El Papa ha exhortado “a rezar cada día por nuestro mundo”. A rezar por su peregrinación y por la conversión de los corazones, para que la esperanza por la unidad y la paz en el mundo traigan frutos abundantes”.







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