2009-04-28 15:05:03

La visita de Benedicto XVI a la región de Los Abruzos comienza en Onna, centro del violento terremoto del 6 de abril, donde el Papa expresa su admiración por el valor, la dignidad y la fe con la que la población ha afrontado esta dura prueba


Martes, 28 abr (RV).- “El Papa está aquí, hoy, entre vosotros para daros consuelo y esperanza”. “Esta tierra debe volver a adornarse de casas y de iglesias, bellas y sólidas”. Benedicto XVI ha visitado el martes la región italiana de Los Abruzos - trágicamente asolada por el terremoto del pasado 6 de abril.

«Profundamente conmovido, abrazando a todos con afecto, en nombre de Cristo, nuestra firme Esperanza», el Papa dijo que «¡L’Aquila, aunque herida, podrá volver a volar!», refiriéndose al significado del nombre de esta ciudad italiana, es decir el águila. Empezó su visita en Onna. Rezando por los casi 300 muertos, se detuvo también ante la Casa del Estudiante, tras dejar el Palio que recibió al inicio de su Pontificado ante las reliquias de san Celestino V.

Benedicto XVI ha visitado esta mañana la región italiana de Los Abruzos - trágicamente asolada por el terremoto del pasado 6 de abril - «profundamente conmovido, abrazando a todos con afecto, en nombre de Cristo, nuestra firme Esperanza». Con un cambio en el programa previsto, debido al mal tiempo, el Santo Padre salió del Vaticano, esta mañana a poco después de las 9, en automóvil y no en helicóptero, para llegar hacia las 10 y media a Onna. La visita papal ha durado cerca de 5 horas. El regreso al Vaticano también ha sido en coche.

A su llegada a Onna, bajo la lluvia, el Santo Padre ha saludado a algunos de los supervivientes del terremoto, estrechando las manos de muchas de las víctimas y acariciando a los niños. Desde un pequeño palco preparado para esta ocasión, delante de las tiendas de campaña donde se alojan numerosas familias, Benedicto XVI ha dicho que había “venido en persona a esta tierra espléndida y herida, que está viviendo días de gran dolor y precariedad”.

Estoy finalmente con vosotros “para expresaros de manera más directa mi cordial cercanía”, ha dicho el Santo Padre visitando las tiendas de campaña donde están viviendo los damnificados de Onna, centro del violento terremoto que la noche del pasado 6 de abril, como ha indicado el mismo Pontífice, provocó casi 300 víctimas, numerosos heridos e ingentes daños materiales a vuestras casas.

“He seguido con inquietud las noticias compartiendo vuestra consternación y vuestras lágrimas por los difuntos, junto con vuestras trepidantes preocupaciones por todo lo que habéis perdido en un solo momento. Ahora estoy aquí entre vosotros; quisiera abrazaros con afecto uno a uno”.

“Toda la Iglesia está aquí conmigo -ha expresado el Santo Padre- junto a vuestros sufrimientos, partícipe de vuestro dolor por la pérdida de familiares y amigos, deseosa de ayudaros en la reconstrucción de las casas, iglesias, y empresas derrumbadas o gravemente dañadas por el sismo”. “He admirado y admiro también el valor, la dignidad y la fe con que habéis afrontado esta dura prueba, manifestando gran voluntad, sin ceder a las adversidades”.

En efecto, no es el primer terremoto que conoce vuestra región, y ahora, como en el pasado, no os habéis rendido; no os habéis desanimado. Vosotros tenéis una fuerza de espíritu que suscita esperanza”.

El Papa ha dicho que llegando a Onna, una de las poblaciones “que ha pagado un alto precio en vidas humanas”, ha podido “imaginar toda la tristeza y el sufrimiento que ha caído sobre vosotros en estas semanas”. Y ha señalado que “si hubiera sido posible, hubiera visitado a todas las poblaciones, los barrios y los campamentos de la zona para encontrar a todos” los damnificados por la catástrofe natural.

“Me doy cuenta que, a pesar de la solidaridad manifestada, -ha afirmado el Pontífice- son tantas y cotidianas las incomodidades que comporta vivir fuera de la propia casa o en los automóviles, o en las mismas tiendas de campañas, y más aún a causa del frío y de la lluvia. “Pienso además -ha dicho- en los tantos jóvenes obligados bruscamente a afrontar una dura realidad; en los niños que han tenido que interrumpir la escuela, y en los ancianos privados de sus costumbres”.

“Queridos amigos -ha proseguido Benedicto XVI- se podría decir que os encontráis, en cierta manera, en el estado de ánimo de los dos discípulos de Emaús, de los que habla el evangelista Lucas. Después del trágico evento de la cruz, regresaban desilusionados y afligidos a su casa por la muerte de Jesús, parecía que no hubiera más esperanza, que Dios se hubiera escondido, que no estuviera presente en el mundo. Pero él, se acercó para conversar con ellos durante el camino. Y si bien no lo reconocieron con los ojos, algo se despertó en sus corazones: las palabras de aquel 'desconocido’ volvieron a encender en ellos ese ardor y esa confianza que la experiencia del Calvario había apagado". El Santo Padre ha dicho que su presencia en Abruzo ha querido ser “un signo tangible de que el Señor resucitado vive entre nosotros” y que su respuesta pasa a través de nuestra solidaridad “que no puede limitarse a la emergencia, sino a un proyecto estable y concreto”.

El Papa está aquí, hoy, entre vosotros para deciros también una palabra de consuelo por vuestros muertos: ellos están vivos en Dios y esperan de vosotros un testimonio de valentía y de esperanza. Esperan ver renacer esta tierra suya, que debe volver a adornarse de casas y de iglesias, bellas y sólidas. Y es precisamente en nombre de estos hermanos y hermanas vuestros que os debéis de comprometer nuevamente a vivir, recurriendo a lo que no muere nunca y que el terremoto no ha destruido: el amor. El amor queda más allá del paso de esta nuestra existencia terrena, porque el Amor verdadero es Dios. Quien ama vence, en Dios, la muerte y sabe que no pierde a los que ha amado.

El Papa ha terminado sus palabras dirigiendo al Señor una particular oración por las víctimas del terremoto. “Un signo tangible del hecho que el Señor crucificado ha resucitado y no los abandona''. Y les ha invitado a rezar juntos la oración del Padrenuestro que el mismo Señor nos ha enseñado. “Mi oración está con vosotros -ha dicho el Papa- estamos juntos, el Señor nos ayudará. Gracias por vuestro valor, fe y esperanza. ¡Gracias!”

Antes de despedirse de los ciudadanos de Onna el Papa se ha detenido algunos minutos con las casi 500 personas que viven en las tiendas de campaña conversando con algunas de ellas y manifestando nuevamente su deseo de abrazar a cada uno. Benedicto XVI junto al jefe de la protección civil ha recorrido en automóvil esa pequeña localidad para darse cuenta personalmente de los graves daños sufridos.







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