El Papa elogia el papel de los profesores de religión y agradece su labor de “auténticos
trabajadores de cultura y humanidad”, con el que enriquecen a la escuela y a toda
la sociedad, porque "la dimensión religiosa hace al hombre más humano"
Sábado, 25 abr (RV).- «’Yo no me avergüenzo del Evangelio’ (Rm 1,16). El profesor
de religión católica por una cultura al servicio del hombre». Así lo ha manifestado
este sábado Benedicto XVI a los participantes en el Congreso italiano de quienes se
dedican a esta enseñanza, cuya presencia no limita la libertad e impulsa la convivencia
civil constructiva, el respeto y el diálogo leal.
Reiterando la centralidad
de la persona y su inalienable dignidad humana, Benedicto XVI ha expresado su profundo
aprecio a los profesores de religión católica, por su importante servicio en la formación
integral, dejándose iluminar por Jesús para impulsar verdaderos laboratorios de cultura
y humanidad.
Recibiendo a los participantes en el Congreso de profesores de
religión católica de Italia - en el Aula Pablo VI que ha acogido a unas ocho mil personas
- el Papa les ha dado su cordial bienvenida, extendiendo su saludo a los cerca de
veinticinco mil maestros, que se dedican a esta enseñanza en las escuelas de todo
el país, aunándose con los otros educadores y profesores, al servicio del hombre creado
a imagen de Dios. Las palabras del Santo Padre han sido acogidas con grandes aplausos.
«En
ocasión del Encuentro eclesial de Verona, en octubre de 2006, yo mismo tuve la ocasión
de reflexionar sobre ‘la cuestión fundamental y decisiva’ de la educación, indicando
la exigencia de ‘ensanchar los espacios de nuestra racionalidad’. De ‘volver a abrirla
a las grandes cuestiones de la verdad y del bien’. De ‘conjugar entre sí la teología,
la filosofía y las ciencias, respetando plenamente sus métodos propios y su recíproca
autonomía, pero siendo también conscientes de su unidad intrínseca’. La dimensión
religiosa, en efecto, es intrínseca al hecho cultural, concurre a la formación global
de la persona y permite transformar el conocimiento en sabiduría de vida».
Tras
hacer hincapié en la misión de los profesores de religión, cuyo servicio se coloca
en «este fundamental cruce de camino, en el que – sin impropias invasiones o confusión
de roles – se encuentran la universal tensión hacia la verdad y el bimilenario testimonio
de los creyentes a la luz de la fe con las extraordinarias cimas del conocimiento
y del arte, conquistadas por el espíritu humano y la fecundidad del mensaje cristiano,
tan arraigadas en la cultura y la vida del pueblo italiano», Benedicto XVI ha destacado
asimismo el importante papel de estos educadores en «dar un alma a la escuela» y en
«asegurar a la fe cristiana su plena ciudadanía en los lugares de la educación y de
la cultura en general».
«Gracias a la enseñanza de la religión católica, la
escuela y la sociedad se enriquecen con verdaderos laboratorios de cultura y de humanidad,
en los cuales, descifrando la aportación significativa del cristianismo, se habilita
a la persona a descubrir el bien y a crecer en la responsabilidad; a buscar el confrontarse,
afinando el sentido crítico y a tomar de los dones del pasado para comprender mejor
el presente y proyectarse concientemente hacia el futuro».
«’Yo no me avergüenzo
del Evangelio’ (Rm 1,16). El profesor de religión católica por una cultura al servicio
del hombre». Es el tema de este encuentro que ha congregado a los que en Italia se
dedican a esta enseñanza. Tema enmarcado en el Año Paulino, como ha recordado el Santo
Padre, alentándoles a seguir las huellas de este discípulo humilde y fiel, valiente
anunciador, genial mediador de la Revelación. Y a dejarse amaestrar por Dios, siguiendo
también al Apóstol de las gentes. Inspirándose en su epistolario, que nos recuerda
la vida social y civil que los discípulos de Cristo deben tener presente en todo momento.
«San
Pablo es un verdadero ‘maestro’, que anhela con todo su corazón tanto la salvación
de la persona educada en una mentalidad de fe, como su formación humana y civil, para
que el discípulo de Cristo pueda expresar plenamente una personalidad libre – un vivir
humano ‘completo y bien preparado’ – que se manifiesta también en una atención hacia
la cultura, la profesionalidad y la competencia en los distintos campos del saber,
en beneficio de todos».
La dimensión religiosa no es pues ‘algo más’. Es parte
integrante de la persona, desde la primerísima infancia. Es apertura fundamental a
los demás y al misterio que preside toda relación y todo encuentro entre seres humanos.
La dimensión religiosa hace al hombre más hombre, ha reiterado Benedicto XVI, con
el anhelo de que la enseñanza de estos profesores pueda ser como la de Pablo. Para
que los alumnos se abran a esta dimensión de libertad y de pleno aprecio del hombre
redimido por Cristo. Tal como está en el proyecto de Dios, expresando así, hacia tantos
jóvenes y sus familiares una «verdadera caridad intelectual». Y recordando luego,
que, ciertamente, uno de los aspectos principales de la enseñanza de la religión es
«la comunicación de la verdad y de la belleza de la Palabra de Dios» y que «el conocimiento
de la Biblia es un elemento esencial», el Papa ha animado a profundizar en su vocación,
dejando traslucir a Dios en sus propias vidas.
«Lejos de constituir una interferencia
o una limitación de la libertad, vuestra presencia es un valioso ejemplo de aquel
espíritu positivo de laicidad que permite promover una convivencia civil constructiva,
fundada en el respeto recíproco y el diálogo leal, valores de los que un país siempre
tiene necesidad. Como sugieren las palabras del apóstol Pablo, que son el título de
vuestra cita, os deseo a todos que el Señor os done la alegría de no avergonzaos nunca
de su Evangelio. La gracia para vivirlo y la pasión de compartir y cultivar la novedad
que mana de él para la vida del mundo».