Jueves, 16 abr (RV).- Hace catorce años, moría asesinado en Pakistán, Iqbal Masih,
un niño esclavo, cuya vida fue un testimonio de lucha por la liberación de otros niños
esclavos. La muerte de Iqbal, bautizado católico en un país de mayoría musulmana,
fue el punto de partida para la campaña internacional del Movimiento Cultural Cristiano
que propone a toda la opinión pública que el 16 de abril sea considerado Día Mundial
contra la esclavitud infantil.
El obispo de Santander, Vicente Jiménez
Zamora, se une también a este recuerdo en una carta pastoral, en la que denuncia de
forma expresa los más de 400 millones de niños, que de distintas formas, son esclavizados
hoy en día en el mundo. En España, precisa el prelado, esta cifra oscila entre los
250 mil y los 800 mil.
Mons. Jiménez ofrece algunas reflexiones sobre
el tema y para ello aborda textos del Evangelio, los padres de la Iglesia y San Agustín.
El prelado recuerdo también a Juan Pablo II quien no se cansó de advertir que el trabajo
debe ser rescatado de la lógica del beneficio, de la falta de solidaridad, del frenesí
de ganar cada vez más, del deseo de acumular y consumir.
Importante
es también la aportación de Benedicto XVI en este contexto y que nos recuerda el obispo
de Santander en su carta pastoral. En concreto Mons. Jiménez cita un extracto del
discurso del Santo Padre a los obispos de Sri Lanka en el que refiriéndose a los más
jóvenes decía: “la comunidad cristiana tiene la obligación particular de cuidar de
los niños. El reino de los cielos pertenece a estos miembros más vulnerables de la
sociedad, pero, muy a menudo, se les olvida simplemente o se los explota sin escrúpulos,
como soldados, trabajadores o víctimas inocentes del tráfico de seres humanos. No
hay que escatimar ningún esfuerzo para instar a las autoridades civiles y a la comunidad
internacional a combatir estos abusos y brindar a los niños la protección legal que
merecen justamente”.
TEXTO COMPLETO DE LA CARTA PASTORAL
DEL OBISPO DE SANTANDER
El 16 de abril de 1995 moría
asesinado Iqbal Masih, un niño esclavo pakistaní bautizado católico en un país de
mayoría musulmana. Su vida fue un testimonio de lucha por la liberación de otros niños
esclavos, y por ese motivo lo mataron. Ese testimonio es desde entonces referente
para miles de católicos y personas de buena voluntad en su lucha contra la esclavitud
infantil. El Movimiento Cultural Cristiano, acogiendo la llamada de la Iglesia a los
laicos a vivir la caridad política, lanzó la campaña internacional contra las causas
de la esclavitud infantil, proponiendo a toda la opinión pública que el 16 de abril
sea considerado Día Mundial contra la esclavitud infantil.
Es necesario
denunciar la esclavitud de la infancia. Son más de 400 millones de niños que en muy
diversas formas son esclavizados hoy. En España se calcula que son entre 250.000 y
800.000 los menores obligados a trabajar.
En esta carta
pastoral quiero ofrecer algunas reflexiones sobre este tema, a la luz de la Doctrina
Social de la Iglesia. Jesús en los evangelios trató con cariño a los niños, poniéndolos
como ejemplo de sencillez e inocencia. Los Padres de la Iglesia manifiestan la importancia
de la protección de los niños así como la lucha contra la esclavitud. San Agustín
dedicó admirables páginas a la infancia en el libro de las Confesiones y cuestionó
la existencia de la esclavitud, ya que Dios no ha creado al hombre para ser dueño
de sus semejantes (La Ciudad de Dios 19, 15).
Juan Pablo
II no se cansó de advertir que el trabajo debe ser rescatado de la lógica del beneficio,
de la falta de solidaridad, del frenesí de ganar cada vez más, del deseo de acumular
y consumir. Pidió en múltiples ocasiones acabar con el abuso que constituye el trabajo
infantil, pues impide la educación primaria de millones de niños en el mundo.
El
Papa Benedicto XVI está alzando la voz para defender a la infancia. En un discurso
a los Obispos de Sri Lanka fijándose en los más jóvenes decía: “la comunidad cristiana
tiene la obligación particular de cuidar de los niños. El reino de los cielos pertenece
a estos miembros más vulnerables de la sociedad, pero, muy a menudo, se les olvida
simplemente o se los explota sin escrúpulos, como soldados, trabajadores o víctimas
inocentes del tráfico de seres humanos. No hay que escatimar ningún esfuerzo para
instar a las autoridades civiles y a la comunidad internacional a combatir estos abusos
y brindar a los niños la protección legal que merecen justamente”.
Ojalá
que estos textos de la Doctrina Social de la Iglesia interpelen nuestras conciencias
y nos muevan a obrar en contra de la esclavitud infantil y en defensa de la infancia.