Funeral por las víctimas del terremoto de Los Abruzos: Benedicto XVI transmite su
dolor por la tragedia que ha asolado esta tierra y su certeza de que la solidaridad
y el compromiso de todos hará que se superen estos momentos tan dolorosos
Viernes, 10 abr (RV).- Benedicto XVI hace llegar su ternura y afecto, compartiendo
el dolor de los que lloran por el trágico terremoto en Los Abruzos. Su Secretario
particular ha leído el mensaje del Papa, dando comienzo a la Misa exequial presidida
por el cardenal Bertone, por 205, de los 289 fallecidos.
Con un mensaje de
Benedicto XVI - trasmitiendo su cariño y ternura y compartiendo la angustia de cuantos
lloran por el trágico terremoto en la región italiana de Los Abruzos – ha dado comienzo
esta mañana la celebración eucarística extraordinaria de las exequias por 205, de
los 289 fallecidos. El Secretario particular del Santo Padre, Mons. George Gäswein
ha dado lectura a este mensaje: «En estas horas dramáticas, en que una inmensa tragedia
ha asolado esta tierra, me siento espiritualmente presente en medio de vosotros para
compartir vuestra angustia e implorar de Dios el reposo eterno para los fallecidos,
el pronto restablecimiento para los heridos y para todos el ánimo de proseguir en
la esperanza, sin desfallecer ante el desaliento».
Recordando que
le ha pedido a su Secretario de Estado que presida esta celebración litúrgica extraordinaria,
en la que la comunidad cristiana se ha abrazado en torno a sus difuntos, para darles
el último saludo, el Papa ha encomendado tanto al cardenal Tarcisio Bertone, como
a su Secretario particular, la tarea de llevar personalmente la expresión de su profunda
participación en el luto de todos los que lloran por sus seres queridos, fallecidos
en esta calamidad: «En momentos como éstos, como fuente de luz y de esperanza queda
la fe, que precisamente en estos días nos habla del sufrimiento del Hijo de Dios,
que se hizo hombre por nosotros. Que su pasión, su muerte y su resurrección sean para
todos manantial de consuelo y que abran el corazón de cada uno a la contemplación
de aquella vida en la que ‘no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas,
porque el mundo viejo ha pasado’ (Ap 21, 4)».
Con la certeza de que
con el empeño de todos se puede hacer frente a las necesidades más urgentes, Benedicto
XVI ha reiterado que ha seguido el desarrollo del devastador fenómeno telúrico, desde
la primera sacudida del terremoto, que se sintió también en el Vaticano.
Y
destacando la importancia de la creciente ola de solidaridad, gracias a la cual se
fueron organizando los primeros auxilios, en vista de una acción cada vez más incisiva
del estado, de las instituciones eclesiales y de privados, Benedicto XVI ha hecho
hincapié en la necesidad de seguir en este empeño: «La Santa Sede tiene la intención
de hacer lo que le corresponde, en unión con las parroquias, los institutos religiosos
y las asociaciones laicales. Éste es el momento del compromiso, en sintonía con los
organismos del estado, que ya están trabajando loablemente. Sólo la solidaridad puede
consentir superar pruebas tan dolorosas». Luego, junto con su bendición, Benedicto
XVI, ha encomendado a todos a la Madre de Dios: «Encomiendo a la Virgen Santa a las
personas y a las familias envueltas en esta tragedia y, por medio de su maternal intercesión,
ruego al Señor que enjugue toda lágrima y alivie toda herida, al tiempo que envío
a cada uno una especial y consoladora Bendición Apostólica».
Después
de leer este mensaje del Papa, su Secretario particular ha dicho que además de los
óleos bendecidos, ayer, en la Misa Crismal, el Santo Padre ha enviado el cáliz para
la celebración eucarística exequial, como homenaje y espiritual participación en estos
momentos de dolor. Asimismo Benedicto XVI ha enviado un donativo especial para las
necesidades más urgentes.
Y, con un gesto particular para los niños
alojados en las tiendas, el Papa les hará llegar numerosos huevos de chocolate para
el próximo Domingo de Pascua. Un comunicado de la Oficina Diocesana de Comunicaciones
Sociales de L’Aquila señala que el Secretario particular de Benedicto XVI, en el momento
de emprender su viaje de regreso a Roma le ha donado al arzobispo su reloj, en señal
de amistad y cercanía. La información termina comunicando que la casulla morada que
llevaba esta mañana el Cardenal Secretario de Estado del Papa ha sido donada por la
Oficina de Celebraciones del Santo Padre al arzobispo Giuseppe Molinari.
También
en su intensa homilía, el cardenal Tarcisio Bertone ha reiterado que Benedicto XVI
ha estado, desde el primer momento - y sigue estando - al lado de estos hermanos y
hermanas de Los Abruzos. Ante el enigma indescifrable de la muerte, ocasión preciosa
para comprender cuál es el valor y el sentido verdadero de la vida, tocamos con mano
que, aunque todo puede cesar, queda el amor. Queda sólo Dios que es Amor.
El
amor que es la fuerza que vence todo, ha recordado el Cardenal Secretario de Estado
de Benedicto XVI, exhortando a rogar a Jesús, que lloró ante la muerte de su amigo
Lázaro, «que nos ayude a transformar esta muerte en un acto de fe, de esperanza y
de amor, amor que se hace compartir y fraternidad».
«Lo que nos mantiene
unidos en esta hora de dolor – como pueblo en camino hacia la Eternidad – es el consuelo
que nos viene de la fe, aquel dulce alivio que mana del encontrar el rostro del Hombre
de la Cruz, aquella cercanía amorosa con todos los crucificados de la historia que
están esperando la inauguración de la Jerusalén Celeste, donde todas las cosas encuentran
su belleza originaria y donde todas las lágrimas serán enjugadas», ha hecho hincapié
el Card. Bertone, que ha concluido su homilía alentando a los que sufren a reanudar
el camino junto con María, Estrella de la Esperanza, «llevando juntos el dolor de
la ausencia que no se puede colmar de los difuntos, con una presencia más asidua,
fraterna y de amistad hacia sus familiares, que ahora son con mayor autenticidad ‘nuestras
familias’, en la gran familia de los Hijos de Dios».