Benedicto XVI se despide de Camerún agradeciendo al gobierno y a todo el pueblo su
generosa hospitalidad y participación en todas las celebraciones, “ejemplo sugestivo
de culto gozoso”
Viernes, 20 mar (RV).- La última jornada de Benedicto XVI en Camerún ha empezado temprano,
con la Santa Misa en privado en la capilla de la Nunciatura de Yaundé. A las 9 el
papa se encontraba ya en el pabellón de honor del aeropuerto. En su discurso de despedida,
el Papa ha agradecido al presidente, Paul Biya, al gobierno y a todo el pueblo de
Camerún la generosa acogida y hospitalidad que le han dispensado. Y ha agradecido
también a los obispos y a todos los fieles católicos su exuberante participación en
todas las liturgias celebradas en estos días, que han sido “un ejemplo sugestivo de
culto gozoso”.
Pero, sobretodo, quiero expresar mi gratitud a todos aquellos
que han orado intensamente para que esta visita pastoral produzca frutos para la vida
de la Iglesia en África. Os pido que continuéis rezando para que la II Asamblea Especial
del Sínodo de Obispos para África sea un momento de gracia para la Iglesia de este
Continente, un tiempo de renovación y de nuevo ardor en la misión de llevar el mensaje
de salvación del Evangelio a un mundo lacerado.
Muchos de los momentos vividos
durante estos días han quedado grabados en la memoria del Papa, como él mismo ha señalado.
Y ha indicado a este respecto: la visita al Centro Cardenal Léger con los enfermos
y discapacitados, y el encuentro con los miembros de la comunidad musulmana.
“Mientras
continuamos hacia una mayor comprensión mutua, pido para que crezcamos en el respeto
y estima recíprocos, y afiancemos nuestra decisión de colaborar para proclamar la
dignidad que Dios ha dado a la persona humana, un mensaje que nuestro mundo fuertemente
secularizado tiene necesidad de oír”.
Benedicto XVI ha vuelto a insistir que
el motivo principal de su viaje a Camerún ha sido visitar a la comunidad católica
y compartir con ellos el momento histórico de la promulgación del Instrumentum laboris
para la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos.
Ciertamente
estamos ante un momento de gran esperanza para África y para el mundo entero. Cameruneses,
os animo a percibir la importancia del momento que el Señor os ha ofrecido. Responded
a su llamada que os compromete a ser portadores de reconciliación, sanación y paz
a vuestras comunidades y a vuestra sociedad. Trabajad por eliminar la injusticia,
la pobreza y el hambre allá donde las encontréis.
En esta jornada de puente
entre Camerún y Angola, saliendo esta mañana de la Nunciatura en Yaundé, el Santo
Padre ha encontrado a un grupo de pigmeos Baka que lo esperaban para saludarlo. Eran
unas 15 personas niños, jóvenes y ancianos vestidos con sus indumentos tradicionales
que en precedencia había construido como homenaje al Papa una cabaña con hojas y ramos
y han danzado delante de él y le han regalado una tortuga, una estera y un cesto.
Benedicto
XVI ha intercambiado con ellos algunas palabras y les ha abrazado con afecto y gratitud.
Los pigmeos Baka es un pueblo nómada de cazadores y recolectores que vive en la selva
ecuatorial de Camerún junto a otras etnias de agricultores bantú con los cuales mantienen
relaciones de intercambio y simbiosis.
DISCURSO COMPLETO
Señor
Presidente, Distinguidos Representantes de las Autoridades Civiles, Señor
Cardenal Tumi, Queridos Hermanos en el Episcopado, Queridos hermanos
y hermanas
En el momento en que me dispongo a dejar
Camerún, habiendo completado la primera parte de mi Visita Apostólica en África, deseo
agradeceros a todos por la generosa acogida que me habéis dispensado en estos días.
El calor del sol africano se ha reflejado en vuestra calurosa hospitalidad. Agradezco
al Presidente y a los miembros del Gobierno todas sus corteses deferencias. Agradezco
a mis Hermanos en el Episcopado y a todos los fieles católicos, que durante las liturgias
que hemos celebrado juntos, han dado un ejemplo tan sugestivo de un culto gozoso y
exuberante. Asimismo, me alegro de que miembros de otras Comunidades eclesiales hayan
estado presentes en algunas de nuestras asambleas, y renuevo mi saludo respetuoso
a ellos y a sus responsables. Me gustaría expresar mi profundo reconocimiento por
todo el trabajo que han hecho las autoridades civiles para asegurar un desarrollo
sereno de mi visita. Pero, sobretodo, quiero expresar mi gratitud a todos aquellos
que han orado intensamente para que esta visita pastoral produzca frutos para la vida
de la Iglesia en África. Os pido que continuéis rezando para que la II Asamblea Especial
del Sínodo de Obispos para África sea un momento de gracia para la Iglesia de este
Continente, un tiempo de renovación y de nuevo ardor en la misión de llevar el mensaje
de salvación del Evangelio a un mundo lacerado.
Muchos
de los momentos que he vivido durante estos días quedarán profundamente grabados en
mi memoria. En el Centro Cardenal Léger, fue conmovedor observar el cuidado dispensado
a los enfermos y discapacitados, a algunos de los más vulnerables de nuestra sociedad.
Esta compasión al modo de Cristo es un signo palpable de esperanza para el futuro
de la Iglesia y para el futuro de África.
Mi encuentro
con los miembros de la comunidad musulmana aquí, en Camerún, ha sido otro momento
culminante que no olvidaré. Mientras continuamos hacia una mayor comprensión mutua,
pido para que crezcamos en el respeto y estima recíprocos, y afiancemos nuestra decisión
de colaborar para proclamar la dignidad que Dios ha dado a la persona humana, un mensaje
que nuestro mundo fuertemente secularizado tiene necesidad de oír.
El
motivo principal de mi viaje a Camerún ha sido visitar a esta comunidad católica.
Con gran gozo he tenido tiempo de compartir algunos momentos fraternos con los Obispos,
y de celebrar la liturgia de la Iglesia con tantos fieles. He venido precisamente
para compartir con vosotros el momento histórico de la promulgación del Instrumentum
laboris para la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Ciertamente
estamos ante un momento de gran esperanza para África y para el mundo entero. Cameruneses,
os animo a percibir la importancia del momento que el Señor os ha ofrecido. Responded
a su llamada que os compromete a ser portadores de reconciliación, sanación y paz
a vuestras comunidades y a vuestra sociedad. Trabajad por eliminar la injusticia,
la pobreza y el hambre allá donde las encontréis. Dios bendiga a este hermoso país,
«África en miniatura», un País de promesas, una tierra de gloria. Dios os bendiga.